P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.
El tema de este libro es la destrucción y desolación de la ciudad de Jerusalén, luego de ser arrasada y envilecida por los crueles ejércitos babilonios (586 a.C.) El desastre de esta ciudad santa, sede del templo símbolo de la presencia permanente de Yahvéh entre su pueblo elegido, tuvo un impacto demoledor en la conciencia religiosa del pueblo judío. Se habían cumplido las gráficas predicciones de Jeremías: "Yo romperé este pueblo y esta ciudad como se rompe una vasija de arcilla que ya no puede recomponerse” (Jr 19,11). Los judíos suelen leer este libro lloroso de las Lamentaciones en el día noveno del mes de Ab (entre julio y agosto) en recuerdo del templo derruido y muerto. El pueblo se ve forzado a aceptar el mensaje clarividente que el profeta Jeremías les había repetido una y otra vez, que la devastación había sido querida por Dios ante la infidelidad de ese mismo pueblo.
En el afligido libro de las Lamentaciones se expresa el dolor y arrepentimiento de todo un pueblo desesperado, a quien ya sólo queda el llanto, la oración de súplica y el anhelo del perdón que viene del Señor: “Haznos regresar a tí, Señor, y volveremos, renueva nuestros días como antaño. ¿Acaso nos has rechazado del todo, te has airado contra nosotros sin medida?” (5,21 s.)
Actualmente se presenta este libro como una obra anónima, aunque la “tradición” se la atribuye al profeta Jeremías. Es cierto que las “Lamentaciones” suponen un caer en la cuenta de la verdad del mensaje del profeta Jeremías en contra de la seducción de aquellos falsos profetas: "Tus profetas te transmitieron visiones vacías y engañosas. No te desvelaron tu maldad para que cambiara tu suerte. Te transmitieron oráculos falaces y seductores” (2,14).
Pero también es cierto que la redacción parece provenir más de uno de sus oponentes que del profeta mismo, por su ánimo anti-babilonio (1,21-22; 3,59-66) y por su clara postura pro-egipcia (4,17), algo que contradice la actitud histórica del profeta quien nada esperaba de la supuesta ayuda de la fuerza egipcia (Jr 37,5-10).
El escrito de las Lamentaciones está estructurado en cinco entristecidos poemas (elegías). Los cuatro primeros se conciben bajo un artificio literario llamado acróstico alfabético. Supuesto que las letras del alfabeto hebreo son 22, cada uno de los poemas tiene 22 versículos o un múltiplo de este número, y cada versículo va precedido por su correspondiente letra del alfabeto. El poema quinto, que más que una elegía es una súplica, no sigue la pauta del acróstico alfabético, aunque también cuenta los correspondientes 22 versículos.
RECUERDA, SEÑOR, LO QUE NOS HA PASADO; MIRA Y FÍJATE EN NUESTRAS AFRENTAS.
NUESTRA HEREDAD HA PASADO A LOS BÁRBAROS; NUESTRAS CASAS, A EXTRANJEROS;
NUESTROS PADRES PECARON, Y YA NO VIVEN, Y NOSOTROS CARGAMOS CON SUS CULPAS.
NUESTRA PIEL QUEMA COMO UN HORNO, TORTURADA POR EL HAMBRE.
VIOLARON A LAS MUJERES EN SIÓN Y A LAS DONCELLAS EN LOS PUEBLOS DE JUDÁ;
CON SUS MANOS COLGARON A LOS PRÍNCIPES, SIN RESPETAR A LOS ANCIANOS;
FORZARON A LOS JÓVENES A MOVER EL MOLINO, Y LOS MUCHACHOS SUCUMBÍAN BAJO CARGAS DE LEÑA. LOS ANCIANOS YA NO SE SIENTAN A LA PUERTA, LOS JÓVENES YA NO CANTAN; HA CESADO EL GOZO DEL CORAZÓN, LAS DANZAS SE HAN VUELTO DUELO;
SE NOS HA CAÍDO LA CORONA DE LA CABEZA; ¡AY DE NOSOTROS, QUE HEMOS PECADO!
PERO TÚ, SEÑOR, ERES REY POR SIEMPRE, TU TRONO DURA DE EDAD EN EDAD.
SEÑOR, TRÁENOS HACIA TÍ PARA QUE VOLVAMOS, RENUEVA LOS TIEMPOS PASADOS.
(Lam 5,1-2.7.10-16.19.21)
Guía del Libro de las Lamentaciones
(1,1-22)
• Primera lamentación: desgracia de Jerusalén; la ciudad se estremece y grita en todas direcciones.
(2,1-22)
• Segunda lamentación; Dios mismo la destruyó; el llanto del profeta.
(3,1-66)
• Tercera lamentación; dolor del profeta; resignación y esperanza; conversión.
(4,1-22)
• Cuarta lamentación: los días del asedio; motivos.
(5,1-22)
• Quinta lamentación: oración del profeta.
¿POR QUÉ HAS DE OLVIDARNOS PARA SIEMPRE,
POR QUÉ DE POR VIDA ABANDONARNOS?
¡HAZNOS VOLVER A TÍ,
YAHVÉH, Y VOLVEREMOS! RENUEVA NUESTROS DÍAS COMO EN LOS DÍAS DE ANTAÑO.
(Lam 5,20-21)
...
Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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