Los Orígenes: El Génesis - La Creación



P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.

EL LIBRO DEL GÉNESIS

Continuación

La semana de la creación 
(Capítulos 1 y 2,4a)

Como algo muy propio de la cultura de Israel nos llega su división del tiempo en las semanas. Para el judío, cada semana cuenta con un día de descanso, el sábado. Este es un día, el más importante. En castellano, sábado se deriva del latín “sabbatum” y éste, probablemente, del hebreo “shabbat”, el séptimo día de cada semana. “Shabat” es un verbo hebreo que significa descansar, no proseguir con la actividad. De esta forma lo interpreta el propio texto del libro del Génesis: "Bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él había descansado de toda su obra creadora” (2,3).

En cualquier caso, el día sábado es tan antiguo como el mismo pueblo de Israel. Además de su sentido originario de descanso, para los creyentes judíos, es un día dedicado a Yahvéh, es un día de encuentro con el Señor, de celebrar su poder creador y su amor hacia el hombre. Es un gran día, de acción de gracias y de gran alegría.

Desde esta visión bíblica, todo lo creado tiene su origen en este Dios vital que hace las cosas bien: "Vió entonces Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno” (1,31). Todo era muy bueno, pero ¡sólo Dios es Dios! Nada de lo creado puede ser considerado como si fuera “dios”. Por su valor esencial hay que subrayar esta distinción que responde al misterio de lo divino.

La primera acción creadora de Dios es la luz. Donde está Dios, siempre hay luz. “Porque en tí está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz” (Sal 35,.10). “En ella (la Palabra) estaba la vida y la vida era la luz de los hombres; la luz resplandece en las tinieblas” (Jn l,4s). Y continuando con el libro del Génesis, sigue la acción creadora de Dios, y ésta alcanza su culmen y sabiduría con la animación del hombre: “Y creó Dios a los hombres a su propia imagen; a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó” (1,27). La palabra “adam” es de ordinario usada con un sentido colectivo. Se podría traducir como “la humanidad”, “el género humano”.

¿Cómo es el hombre imagen de Dios? En la Biblia, sólo Dios es el creador y todo lo demás son criaturas. Y por supuesto, el hombre también lo es. Dios, por tanto, es el ser absoluto, el infinito, el radicalmente distinto. En consecuencia, el autor bíblico nos está indicando que lo importante es la relación con ese Dios. Y esta comunicación se entiende como una relación interpersonal. Y en ella descubrimos que podemos salir de nosotros mismos como Dios lo hace en la creación, y ésto está sugerido en la frase “a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó”. La relación amorosa de tratar a los demás con respeto y amor, como a personas, se realiza saliendo de nosotros mismos sin dejar de ser nosotros. Y ésto es lo que nos hace parecemos al Dios respetuoso, que todo lo crea buscando el bien de los hombres. Dios es santo, es decir, “bueno”. Siempre busca “con respeto” el bien, la belleza y la vida. Lo divino surge de dentro afuera.


ENTONCES EL SEÑOR DIOS MODELÓ AL HOMBRE DE ARCILLA DEL SUELO, SOPLÓ EN SU NARIZ UN ALIENTO DE VIDA, Y EL HOMBRE SE CONVIRTIÓ EN SER VIVO.
(Gn 2,4b-7)

Los días de la creación

En la Biblia Dios nos revela algo, lo suficiente, acerca de su misterio para que nosotros podamos llegar hasta El. Sus autores escriben según la cultura de la época, muy tosca en conocimientos científicos. Lo importante en la Biblia es su contenido religioso, aquel que manifiesta el Espíritu de Dios. 

En la historia de las religiones, el número siete tiene un significado especial. Entre los hebreos el siete denota totalidad, plenitud, perfección. Conforme al relato bíblico inicial (Gn 1,1-2,8), la creación dura seis días y en el séptimo Dios descansa y bendice ese día y lo llena de su bondad. "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (1,1). Es un Dios creador. Su "palabra" es poderosa, tanto para hacer el cielo como para hacer la tierra, una tierra con luz, armonía y bondad, separada del caos y del abismo inhabitable. 

  • Día 1°: separación de la luz y las tinieblas. 
  • Día 2°: separación de las aguas superiores de las inferiores. 
  • Día 3°: separación de la tierra y del mar; y aparición de la energía vital para producir plantas.
  • Día 4°: aparecen los astros que rigen el paso del tiempo. 
  • Día 5°: aparecen los animales acuáticos y aéreos con vida para multiplicarse. 
  • Día 6°: aparecen los animales terrestres como seres vivientes; y el ser humano como centro y fin de la creación, con dominio sobre ella.

Todo ha sido creado por Dios y se ha hecho todo bueno y para bien. Y el hombre ha sido creado por Dios para ser imagen suya, para ser bueno al estilo de Dios. Y el día séptimo será celebrado sobre todo para renovar la imagen de Dios en cada uno de nosotros, la de ser buenos de verdad. Conforme a la mentalidad del A.T., el sábado (día séptimo de la semana) no sólo es para el descanso, sino para crecer en armonía y bondad en la presencia de Dios.

En Cristo resucitado se ha renovado toda la creación; por eso, el primer día de la semana ha venido a implantarse entre los cristianos como el día del Señor ("domingo"). La semana del calendario cristiano comienza por el domingo, "memorial" de la resurrección de Jesús. (En los calendarios de pared, de origen sajón, se conserva este diseño de raíz cristiana). 




¿Por qué el hombre no actúa a imagen de Dios? 

Todo lo sugerido en el apartado anterior es fundamental, pero a partir del capítulo 2, versículo 4b (Génesis), el escrito bíblico trata de darnos alguna clave de por qué la humanidad no es capaz de conducirse de hecho “a imagen de Dios”.

Luego de un breve preámbulo, dice así el texto: “(...) Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra” (2,7). Esta imagen elocuente del barro húmedo subraya la naturaleza “humilde” y limitada del hombre (mortal). “Todos caminan al mismo lugar, todos vienen del polvo y todos vuelven al polvo” (Ecl 3,20).

El término “adam” es aquí empleado en su sentido más restringido de “varón”. Y mientras éste dormía, Dios tomó de su costado un trozo de su ser y con él formó una mujer. Ante ella, el varón tomó con ciencia de su propia identidad personal y lo mismo le sucedió a la mujer. El varón expresó su alegría y su entusiasmo. Ambos eran semejantes en dignidad, y ésta brotaba de su capacidad de amar, de salir de sí mismos. Pero la Biblia no sacraliza nunca ni el sexo, ni su atracción física, ni la fertilidad como era lo que ocurría de ordinario en las culturas vecinas. El Dios de la Biblia no es un ser sexuado, es todo “otro” (transcendente). El y no otro es el “creador” y “Señor”. Es “todo otro”. Y es amor.

A continuación, en el capítulo 3°, en claro contraste con lo anterior, se presenta el drama del origen del mal. En medio de un paraíso terrenal, rodeados de árboles y vegetación, es decir de vida, hombre y mujer siendo imagen del Dios vital, sienten la tentación de ser más de lo que son. El autor recurre a la serpiente, símbolo de la fertilidad, y que representaba en aquella época a una divinidad. Esta parecía tener algún secreto para lograr que los hombres tuvieran muchos hijos, y que sus tierras y ganados hieran feraces y prolíficos.

En la narración bíblica no aparece clara la diferencia entre el “árbol de la vida” y el “árbol del bien y del mal”. La astucia de la serpiente se esconde bajo sus falaces palabras: "No moriréis, (...) seréis como Dios, conocedores del bien y del mal” (3,4-5). La pareja entiende que al comer de aquella fruta serán “iguales” a Dios. El origen del mal, por tanto, y según esta interpretación, estaría en una desviación idolátrica, por la que el hombre se realiza como dios de sí mismo. Esto en la Biblia recibe el nombre de “pecado”. En esta idolatría radical estaría el origen del resto de los pecados de los hombres. El PECADO con mayúscula.

Y ¿por qué el hombre, creado a imagen de Dios, es tan vulnerable y débil ante la tentación idolátrica? La respuesta forma parte del misterio oculto de la persona humana. Esta fue creada en libertad y hecha de barro frágil y escasa de luz suficiente para distinguir bien entre lo que agrada y lo “malo”, entre lo que no gusta y lo “bueno”. La “serpiente” está de algún modo para el autor bíblico dentro de nosotros mismos, y quizás nos induce más por confusión y error que por malicia, aunque ésta también existe y se puede infiltrar en nuestra vida confusa, engañosa y apasionada.

Pero el Señor no se conformó con esta penosa situación y le dijo a la serpiente: “Pondré enemistad entre tí y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, cuando tú hieras su talón” (3,15). Es decir, del mismo linaje humano (humilde como el barro) saldrá un salvador, que podrá superar (borrar) al fin “el pecado del mundo”, el misterio de su iniquidad y de su debilidad colectiva y personal (Jn 1,29).


DIJO DIOS: HAGAMOS AL HOMBRE A IMAGEN NUESTRA, SEGÚN NUESTRA SEMEJANZA, Y DOMINE EN LOS PECES DEL MAR, EN LAS AVES DEL CIELO, EN LOS GANADOS Y EN TODAS LAS ALIMAÑAS, Y EN TODA SIERPE QUE REPTA SOBRE LA TIERRA. Y CREÓ DIOS AL HOMBRE A IMAGEN SUYA; A IMAGEN DE DIOS LO CREÓ; VARÓN Y MUJER LOS CREÓ. Y LOS BENDIJO DIOS Y LES DIJO: SED FECUNDOS Y MULTIPLICAOS, Y LLENAD LA TIERRA Y SOMETEDLA. (Gn 1,26-28)


EL SEÑOR DIOS PLANTÓ UN JARDÍN EN EDÉN, HACIA ORIENTE, Y COLOCÓ EN ÉL AL HOMBRE QUE HABÍA MODELADO. EL SEÑOR DIOS HIZO BROTAR DEL SUELO TODA CLASE DE ÁRBOLES HERMOSOS DE VER Y BUENOS DE COMER; ADEMÁS EL ÁRBOL DE LA VIDA EN MITAD DEL JARDÍN, Y EL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y EL MAL. EL SEÑOR DIOS TOMÓ AL HOMBRE Y LO COLOCÓ EN EL JARDÍN DEL EDÉN, PARA QUE LO GUARDARA Y LO CULTIVARA; EL SEÑOR DIOS DIÓ ESTE MANDATO AL HOMBRE: PUEDES COMER DE TODOS LOS ÁRBOLES DEL JARDÍN; PERO DEL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y EL MAL NO COMAS; PORQUE EL DÍA EN QUE COMAS DE ÉL, TENDRÁS QUE MORIR. (Gn 2,8-17)




El paraíso y la serpiente

Aquellas cuestiones que tocan a los orígenes del bien y del mal en el mundo, la Biblia las plantea por medio de un género literario mítico. Era la forma usual de enfrentarse a los interrogantes ineludibles a cualquier religión. El mito no es historia, pero trata de intuir algo oculto de fondo que marca la vida de los hombres y que hay que tenerlo en cuenta.

Todo lo que existe ha sido creado en origen por Dios y ha sido hecho bueno y para el bien. Pero resulta que el mal se ha introducido en el mundo. ¿Cómo ha sido ésto posible? El relato del drama se presenta en el pasaje del Génesis 2,5-3,24.

En el jardín hay un árbol de vida (inmortalidad) y un árbol del bien y del mal (comer de su fruto es malo para el hombre y esta acción lleva a la muerte, aunque la apariencia del fruto sea buena). Adán y Eva no deben comer de él, pero son libres de hacerlo. Aparece una serpiente a ras de tierra y les induce a comer y no hacer caso de la prohibición, porque "Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses" (3,5). La serpiente no es un dios del Mal enfrentado al Dios del Bien; es también un ser creado por Dios. ¿Entonces? El autor sagrado de este relato subraya la debilidad radical del ser humano: "Yahvéh Dios formó al hombre con polvo del suelo" (2,7); vivirás "hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado, porque eres polvo y al polvo tornarás" (3,19). La serpiente es criatura y la tentación de ser como dios puede surgir de uno mismo, de los demás, de las cosas... etc., y con frecuencia bajo apariencia de bien. ¿Cómo se explica ésto?

El autor del relato no lo hace, probablemente porque no sabe la solución. Pero el autor sagrado pone en boca de Yahvéh una severa maldición sobre la serpiente al tiempo que vislumbra a una mujer cuyo linaje superará de forma definitiva al mal (3,14-15). No olvidemos que el mal pasa por cada uno de nosotros. Es algo experimentable en lo personal y también un hecho palmario y terco en lo social; es "el misterio de iniquidad" que penetra la apariencia de este mundo que ha sido creado bueno. "En realidad, el misterio de iniquidad ya está en acción" (2Tes 2,7).

LA SERPIENTE ERA EL MÁS ASTUTO DE LOS ANIMALES DEL CAMPO QUE EL SEÑOR DIOS HABÍA HECHO. Y DIJO A LA MUJER: ¿CÓMO ES QUE OS HA DICHO DIOS QUE NO COMÁIS DE NINGÚN ÁRBOL DEL JARDÍN? LA MUJER RESPONDIÓ A LA SERPIENTE: PODEMOS COMER LOS FRUTOS DE LOS ÁRBOLES DEL JARDÍN; SOLAMENTE DEL FRUTO DEL ÁRBOL QUE ESTÁ EN MEDIO DEL JARDÍN NOS HA DICHO DIOS: NO COMÁIS DE ÉL NI LO TOQUÉIS, BAJO PENA DE MUERTE. LA SERPIENTE REPLICÓ A LA MUJER: NO MORIRÉIS. BIEN SABE DIOS QUE CUANDO COMÁIS DE ÉL SE OS ABRIRÁN LOS OJOS Y SERÉIS COMO DIOS EN EL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL. (Gn 3,1-5)




La fuerza del mal

Y es en los siguientes capítulos (4-11), cuando el libro del Génesis presenta una humanidad dominada y arrastrada por el mal, contra la cual se rebela la misma naturaleza (diluvio), aunque siempre sobrevive una esperanza que se aviva en unos pocos (un resto) que son los justos (los “temerosos”) del Dios viviente, paciente y fiel.

Caín y Abel (cap. 4): Son nombres de origen sumerio y simbolizan a las dos culturas enfrentadas: la de la ciudad (Caín como el herrero, artesano) y la del campo (Abel como el agricultor, pastor). Sin embargo, la descripción no se detiene en este aspecto sociológico, y más bien destaca el mal obrar de Caín (3,7), que al parecer le brota desde dentro. Su pecado, su ídolo y la pasión serían la envidia, la fuerza, la falsa religiosidad de un dios que se la está buscando y que no aprecia lo que él hace. Esto le arrastra a la violencia contra su hermano. Para los orientales, el mal es como una fuerza física que, puesta en marcha, se acrecienta mediante la venganza y el odio sin límites. Lamec, rabioso cual Caín dice: “Escuchadme, mujeres de Lamec, prestad oído a mis palabras; por una herida (que reciba) mataré a un hombre; a un muchacho por un golpe; si a Caín se le venga siete veces, a Lamec, setenta y siete” (4,23s).

YAHVÉH DIJO A CAÍN: —¿POR QUÉ ANDAS IRRITADO, Y POR QUÉ SE HA ABATIDO TU ROSTRO? ¿NO ES CIERTO QUE SI OBRAS BIEN PODRÁS ALZARLO? (Gn 4,6-7)






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Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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