P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.
EL LIBRO DEL ÉXODO
Regreso a las raíces
Según el criterio judío, la Ley de Yahvéh (la Torá) se encuentra en los cinco primeros escritos de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Para un judío la Torá es el vínculo esencial entre Dios y el hombre.
A partir del fracaso histórico que supuso la caída del reino del Norte, cuya capital era Samaría (721 a.C.); y más tarde la caída del reino del Sur, cuya capital era Jerusalén (587 a.C.), el pueblo judío, inspirado por sus sacerdotes buscó en sus orígenes las raíces de la identidad que necesitaba para sobrevivir como pueblo; y éstas no podían ser otras sino la salida liberadora de Egipto bajo la protección de Yahvéh y el acontecimiento del monte Sinaí (Horeb); en definitiva, en el reencuentro con su Señor, que había actuado en favor de su pueblo y que podía, sin duda, continuar haciéndolo.
El Pentateuco va desde el comienzo del hombre como hombre hasta la muerte de Moisés, el encargado por Dios para dirigir a su pueblo. En esta relación entre Yahvéh y su pueblo está la esencia de las enseñanzas de la Ley (la Torá). Sus relatos y narraciones no son como unos cuentos para niños. La Torá es fundamentalmente “historia sagrada”, una experiencia de fe de unas gentes que se transformaron en un pueblo “elegido” gracias a ella. Esta fe vivida se expone por medio de relatos. Y en estas narraciones hay discursos, textos jurídicos, normas, prescripciones rituales, etc., pero lo importante es que todo lo que conforma a Israel como nación tiene su origen radical en su encuentro con un Dios que es liberador, y que sigue iluminando su camino y su esperanza en medio de sus muchas incertidumbres.
Cuatro tradiciones
Durante siglos se ha venido atribuyendo a Moisés la paternidad del Pentateuco, pero un análisis detallado realizado por expertos en sagrada Escritura ha dejado al descubierto los anacronismos, repeticiones contrarias, nombres distintos, claras diferencias acerca del nombre de Dios, sobre la forma de comunicarse con ese mismo Dios, sobre el culto, e incluso sobre la amplitud de la conciencia moral, etc.
La conclusión es que fueron muchas las manos que participaron en la formación del Pentateuco. El camino de su redacción ha sido bastante complicado. La hipótesis quizás no definitiva pero sí admitida en la actualidad por la mayoría de los estudiosos es que en la Torá se recogen cuatro tradiciones bien diferenciadas: 1° la yahvista; 2° la elohísta; 3° la deuteronomista; y 4° la sacerdotal.
1. Yahvista
Esta tradición recibe tal nombre porque llama a su Dios, “Yahvéh”. Utiliza antropomorfismos para así describir la figura de Dios. Se mantiene con él una relación muy directa y personal. El pecado del hombre consiste en suplantar a este Dios. Pero él siempre está dispuesto a perdonarle. Su visión es más bien optimista. Sus relatos son vivos, concretos y llenos de imágenes. Esta tradición procede del reino de Judá y es marcadamente monárquica. Pasa a documento escrito en tiempos del rey Salomón (950 a.C.) Textos típicos son como ejemplo de esta tradición: la creación del hombre y de la mujer, y la aparición de su pecado de origen (Gn 2-3), el pecado de Sodoma y Gomorra (Gn 18-19); también el encuentro inspirado y romántico entre Isaac y Rebeca (Gn 24,1-66).
2. Elohísta
La redacción de esta tradición se remonta a fines del siglo IX y comienzos del VIII a.C. Procede del reino del Norte (Israel) y manifiesta las preocupaciones proféticas de Elías, Elíseo, Oseas, etc. La llaman tradición elohísta, porque llama a Dios “Elohim”. Ya no concibe a Dios en forma humana; y no se le puede ver de forma sensible e inmediata. Él se revela por medio de los sueños. Ese Dios transcendente merece un respeto (“temor de Dios”). La visión no es tan optimista como la yahvista. Insiste en el fiel cumplimiento de la voluntad de Dios.
3. Deuteronomista
Esta tradición se forma, al parecer, en el reino del Norte y tras la caída de Samaría (721 a.C.) se refugia en Jerusalén, viniendo a cobrar gran importancia en la época de la reforma del rey Josías (622 a.C.) Está recogida particularmente en el libro del Deuteronomio, cuya redacción definitiva y última se realiza durante el exilio en Babilonia y bajo la influencia de aquella experiencia tan dolo- rosa y humillante (587-538 a.C.) Es el libro del nacionalismo judío (judaísmo).
4. Sacerdotal
Procede esta tradición de los sacerdotes, los cuales se hacen responsables durante el exilio de mantener la fe del pueblo en Yahvéh, a pesar de su gran fracaso como nación. Ya, los judíos desterrados no son identificados por su tierra, sino por su raza y sus instituciones religiosas. Muestran éstas un gran interés por las genealogías, el culto y la Ley. Su estilo es sobrio y preciso. Pertenece a esta tradición sacerdotal, el Levítico, casi toda la segunda mitad del Éxodo y los primeros y últimos capítulos del libro de los Números.
Núcleo histórico del Éxodo
Las familias judías han celebrado “la pascua”, es decir, el tránsito del pueblo hebreo desde la esclavitud a la libertad. Su memoria recuerda un relato que lleva el nombre de “éxodo” (la salida de Egipto). Este gran acontecimiento ha sido obra sin duda de Yahvéh. Y por eso, por lo que ello significa, está en el corazón del pueblo de Israel. Aquella liberación memorable tiene vigencia hoy también entre nosotros cristianos y su sentido es nuevo y fecundo en la alianza de Jesucristo, el Señor.
Es cierto que lo esencial del éxodo es su alcance religioso, pero uno se pregunta para empezar ¿qué es lo que sucedió en realidad? La respuesta no es sencilla, pero parece conveniente dar algunas indicaciones, ya que apuntamos con frecuencia que Dios nos habla mediante los acontecimientos y hechos de nuestra historia concreta.
No parece haber duda alguna de la presencia de tribus de etnia semita en Egipto sobre todo en el segundo milenio a.C. Es más, los faraones que llegaron a dominar Egipto del 1730 al 1550 a.C. tuvieron ese origen racial. Por tanto, no es inverosímil el que varios clanes patriarcales nómadas procedentes de las secas tierras de Canaán emigraran hacia las fértiles y prósperas del Nilo en búsqueda de pastos.
Según un documento de la época, el faraón Ramsés II (1290-1224 a.C.) acometió numerosas obras de construcción y en ellas empleó a la fuerza a muchos israelitas. A esta situación de explotación hace referencia el libro del Éxodo (1,11). Una pintura mural hallada en Tebas, la capital del bajo Egipto durante el segundo milenio, muestra la importancia y dureza del trabajo de la construcción.
MOISÉS PASTOREABA EL REBAÑO DE SU SUEGRO JETRÓ, SACERDOTE DE MADIÁN; LLEVÓ EL REBAÑO TRASHUMANDO POR EL DESIERTO HASTA LLEGAR A HOREB, EL MONTE DE DIOS.
EL ÁNGEL DE YAHVEH SE LE APARECIÓ EN UNA LLAMARADA ENTRE LAS ZARZAS. MOISÉS SE FIJÓ: LA ZARZA ARDÍA SIN CONSUMIRSE. MOISÉS DIJO: VOY A ACERCARME A MIRAR ESTE ESPECTÁCULO ADMIRABLE, A VER CÓMO ES QUE NO SE QUEMA LA ZARZA. VIENDO YAHVÉH QUE MOISÉS SE ACERCABA A MIRAR, LO LLAMÓ DESDE LA ZARZA: MOISÉS, MOISÉS. RESPONDIÓ ÉL: AQUÍ ESTOY. DIJO YAHVÉH: NO TE ACERQUES, QUÍTATE LAS SANDALIAS DE LOS PIES, PUES EL SITIO QUE PISAS ES TERRENO SAGRADO. Y AÑADIÓ: YO SOY EL DIOS DE TUS PADRES, EL DIOS DE ABRAHAM, EL DIOS DE ISAAC, EL DIOS DE JACOB. MOISÉS SE TAPÓ LA CARA TEMEROSO DE VER A DIOS,
(Ex 3,1-6)
Por otra parte, en tierras de Jordania se descubre una pieza arqueológica de indudable valor, la estela que data del faraón Merneptá (1224-1216 a.C.), sucesor de Ramsés II, en la que se nombra a “Israel” como Israel, por primera vez en un documento egipcio: “...Israel está desolada, su linaje no existe”. Este faraón se enfrentó al pueblo de Israel hacia el año 1220 a.C. Teniendo en cuenta estos datos arqueológicos, la fecha de salida de grupos judíos de tierras egipcias para formar una nación propia suele fijarse hacia el año 1250 a.C.
Dentro de la mentalidad judía respecto de la formación de su pueblo como nación, no hay duda de que algunos de aquellos grupos fugitivos más numerosos fueron perseguidos hasta el mar, y que pudieron escapar de una forma tan inesperada que ella sólo pudo deberse a una intervención misteriosa del Dios de su padre Abraham. En adelante este Dios llevará un nombre inefable: El nombre de “Yahvéh”. Su sentido etimológico no es claro. Se suele traducir como: “Yo soy el que soy” (Ex 3,14), que viene a indicar que el auténtico Dios no tiene nombre humano. Y su significado actual podría ser el de una presencia activa que se descubre caminando con nosotros. Este tal nombre se descubre a Moisés en el episodio de la zarza ardiente (Ex 3,2).
MOISÉS BAJO Y CONTÓ AL PUEBLO TODO LO QUE HABÍA DICHO EL SEÑOR Y TODOS SUS MANDATOS; Y EL PUEBLO CONTESTÓ A UNA: HAREMOS TODO LO QUE DICE EL SEÑOR. MOISÉS PUSO POR ESCRITO TODAS LAS PALABRAS DEL SEÑOR.
SE LEVANTÓ TEMPRANO Y EDIFICÓ UN ALTAR EN LA FALDA DEL MONTE, Y DOCE ESTELAS, POR LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL.
Y MANDÓ A ALGUNOS JÓVENES ISRAELITAS OFRECER AL SEÑOR HOLOCAUSTOS Y VACAS COMO SACRIFICIO DE COMUNIÓN.
(Ex 24,3-5)
—SOY EL QUE SOY; ÉSTO DIRÁS A LOS ISRAELITAS, (Ex. 3,14)
(1,1-7,7)
• De la prosperidad al estar oprimidos. • Nacimiento y juventud de Moisés.
• Huida a Madián. • La zarza ardiente. • Misión de Moisés. • Regreso a Egipto.
• Visita al faraón. • Quejas del pueblo. • Renovación de la misión.
• Aarón, intérprete de Moisés.'
(7,8-11,10)
• El cayado se transforma en serpiente. • Primera plaga: el agua convertida en sangre.
• Segunda plaga: las ranas. • Tercera plaga: los mosquitos. • Cuarta plaga: los tábanos. • Quinta plaga: la peste sobre el ganado. • Sexta plaga: las úlceras. • Séptima plaga: el granizo. • Octava plaga: la langosta. • Novena plaga: las tinieblas.
• Anuncio de la décima y última plaga.
(12,1-15,21)
• Institución de la Pascua. • Los panes ácimos. • Sacrificio del cordero.
• Décima plaga: muerte de los primogénitos. • Salida de Egipto. • Normas sobre la celebración de la Pascua. • Prosigue la marcha. • Persecución del faraón.
• Paso del mar. • Cántico de Moisés.
(15,22-18,27)
• Las aguas de Mará. • Las codornices y el maná. • El agua de la roca.
• Victoria sobre los amalecitas. • Encuentro con Jetró, suegro de Moisés.
• Institución de los jueces.
(19,1-20,21)
• Llegada al Sinaí. • Manifestación divina. • El decálogo. • Moisés, mediador.
(20,22-24,18)
• Ley acerca del altar. • Leyes sobre los esclavos, homicidio, propiedad y costumbres varias. • La equidad en los juicios. • Fiestas. • Promesa de bendición. • Ratificación de la Alianza. • Moisés, de nuevo en el Sinaí.
(25,1-27,21)
• Aportaciones para el santuario. • El arca de la Alianza. • La mesa de los panes y el candelabro. *• El tabernáculo o “tienda de la presencia”. • El velo de separación.
• El altar de los holocaustos. • El atrio y el alumbrado.
(28,1-31,18)
• Las vestiduras sacerdotales. • El “efod”. • El “hosén”. • Manto, túnica y tiara.
• Consagración de Aarón y sus hijos. • Ritual e investidura. • Banquete sagrado.
• El sacrificio cotidiano. • El altar del incienso. • Impuesto del culto. • La pila de bronce. • El óleo de la unción. • El incienso sagrado. • Los artistas del santuario.
• Respeto del sábado.
(32,1-34,35)
• El becerro de oro. • Ira de Yahvéh y súplica de Moisés. • Este rompe las tablas de la Ley. • Celo de los hijos de Leví. • Orden de partida. • La “tienda del encuentro”. • Petición de Moisés. • Renovación de la Alianza. • Nuevas tablas de la Ley.
• La gloria del Señor reflejada en la cara de Moisés.
(35,1-39,32)
• Ley del sábado. • Construcción del santuario: materiales, ofrendas y artistas.
• El tabernáculo. • El armazón. • El velo. • El arca. • La mesa de los panes.
• El candelabro. • El altar del incienso, el óleo de la unción y el incienso perfumado.
• El altar de los holocaustos y el atrio. • Recuento de gastos. • Ornamentos sacerdotales: “efod”, pectoral, manto y otros vestidos, y la tiara.
(39,33-40,38)
• Entrega a Moisés de la obra realizada. • Consagración del santuario.
• Toma de posesión. • La “nube” como guía.
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Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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