Por el P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
4.C. EL ENTENDIMIENTO DIVINO EN ORDEN A LA VOLUNTAD DIVINA
Una vez que hemos considerado en Dios lo que pertenece a su entendimiento y a su voluntad por separado, procede tratar de lo que pertenece al entendimiento y a la voluntad conjuntamente. En primer lugar, está la providencia divina respecto a todas las cosas creadas; luego viene la predestinación y la reprobación, y sus consecuencias, respecto a los hombres; especialmente en orden a la salvación eterna.
4.C.1. LA PROVIDENCIA DIVINA EN GENERAL
TESIS 23. "En Dios hay providencia de todas las cosas; a la cual están sometidas todas ellas no sólo en general, sino cada una de ellas en particular"
1. Explicación
La Providencia, lo vamos a ver, es como una prolongación de la sabiduría omnipotente de Dios, “pues abarca fuertemente de un cabo al otro todas las cosas y las ordena todas ellas con suavidad”. Sab 8, 1; 14, 3. Santo Tomás dice: “siendo Dios por la inteligencia (unida a la voluntad), la causa de las cosas, debe tener el conocimiento del orden según las ordena; y precisamente en esa ordenación, que es la razón del orden de la cosas consiste la Providencia”, Iª, q. 22, a, 1.
Santo Tomás observa que en Dios hay Providencia que ordena todas las cosas para el bien del Universo, es decir, para la manifestación de su bondad divina en todos los órdenes, desde los seres inanimados, hasta los ángeles y los santos del cielo. Y por ello Dios desde toda la eternidad quiere primero el fin del universo y luego los medios conducentes al fin que quiso realizar u obtener.
Santo Tomás dice que la Providencia: “es la razón del orden de las cosas a sus fines preexistentes en la mente divina”. La providencia, por tanto, supone:
- Por parte del entendimiento, conocimiento del fin y de los medios, deliberación sobre los medios y mandato de la razón práctica.
- Por parte de la voluntad, la providencia supone intentar el fin y elegir los medios.
Quiere esto decir que la Providencia no consiste solamente en conocer las cosas (entendimiento), sino en ordenarlas y disponerlas en orden a conseguir un fin (voluntad).
Es preciso hacer una aclaración entre: la “providencia” divina se distingue del "gobierno divino".
- “Providencia” es aquello que preexiste desde la eternidad en la mente divina
- “Gobierno divino”, consiste en la ejecución, en el espacio – tiempo, del plan divino y existe sólo desde la creación del mundo.
La Providencia divina, en cuanto ordenación divina, abarca directamente todo lo que hay de real y bueno, hasta la última fibra de los seres, mira y atañe a todas las cosas inmediatamente, sin embargo, el gobierno divino, trata de la ejecución del plan providencial, así, Dios gobierna las criaturas inferiores por medio de las superiores, a las cuales comunica la dignidad de la causalidad, Iª, q. 22, a. 3.
2. Magisterio de la Iglesia
Vaticano I: "Ahora bien, todo lo que Dios creó, con su providencia lo conserva y gobierna “alcanzando de un confín a otro poderosamente y disponiendo todo suavemente”, Sab 8, 1. Denz 3003
3. Adversarios
- Materialistas y racionalistas que niegan la providencia de Dios
- Los deístas, niegan que la providencia de Dios sea universal y, por tanto, no se extiende a las cosas más pequeñas.
- Los fatalistas, que afirman que todos los acontecimientos del mundo suceden por una ley inexorable.
4. Sagrada Escritura
- Sab 8, 1: “alcanzando de un confín a otro poderosamente y disponiendo todo suavemente”,
- Sab 11, 21: "Todo lo dispusiste con medida, número y peso".
- Sab 12,13: "Porque no hay más Dios que Tú, que cuida de todo, para mostrar que no juzgas injustamente".
- Mt 6, 26,s.s.: "Mirad cómo las aves del cielo ni siembran, ni siegan ... y vuestro Padre celestial las alimenta... ¿No hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
- Mt 10, 29-30: “¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos caerá en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. Cuanto a vosotros, aun los cabellos de vuestra cabeza están contados”
- 1 Petr 5,7: "Echad sobre El todos vuestros cuidados, puesto que tiene providencia de vosotros".
- Gen 50, 19-20; Salm 36 y 72; Sabiduría 1 – 6; Hech 2, 22; Rom 9, 11. Estos y otros ejemplos muestran cómo, por la providencia divina, lo que parece ser malo, física o moralmente, es el camino del que se vale la sabiduría de Dios en el gobierno del mundo.
5. Argumento teológico
De la universalidad de la Providencia, dice Sto. Tomás: “la causalidad divina se extiende a todos los seres, ora corruptibles, ora incorruptibles, tanto en su generalidad como en su individualidad. De donde se sigue que todas las cosas tienen ser, por cualquier título que sea, están ordenadas por Dios a su fin”, Iª, q. 22, a. 2.
Así lo exige el principio de finalidad: todo agente obra por un fin, y el agente supremo, por un fin supremo, de él conocido, al cual subordina todas las cosas. Este fin como lo hemos visto al tratar del amor de Dios, es la manifestación de su bondad, de su infinita perfección y de sus diversos atributos.
Providencia, en su acepción normal, significa = "proveer". Tener cuidado de las cosas. Sto. Tomás la define como :"la razón del orden de las cosas, con relación a su fines preexistentes en la mente divina". Esta providencia divina supone: tres cosas por parte del entendimiento de Dios y dos cosas por parte de la voluntad de Dios como lo podemos ver a continuación:
Por parte del entendimiento:
- Conocimiento del fin y de los medios
- Consejo o deliberación sobre los medios
- Imperio de la razón practica
Por parte de la voluntad:
A. Intención del fin
B. Elección de los medios
El orden cronológico con que se realiza el acto de la providencia es el siguiente:
a.- Conocimiento
b.- Intención
c.- Consejo
d.- Elección de los medios
e.- Imperio (decisión final) de la razón práctica.
Como se observa, los actos del entendimiento alternan con los de la voluntad hasta llegar al imperio de la razón práctica, disponiendo que se haga tal cosa, con tales medios y en esto consiste, formalmente, la providencia.
Ejemplo de la Providencia de Dios en el orden de la Redención.
1°. Conocimiento del Fin = Salvar al Género Humano; y de los Medios: Hacer Redención.
- Intención del Fin: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”, 1 Tim, 2, 3-4.
2°. Consejo o deliberación de los Medios. Decisión del Padre: que su Hijo, el Verbo, se encarne.
- Elección de los Medios: Elige al Verbo, elige a la Virgen María, envía al ángel Gabriel a María, elige a S. José, etc.
3°. Imperio de la razón práctica (o Ejecución):
- En efecto, “llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer ...”, Gal 4, 4; “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, Jn 1, 1, 14. La Virgen María acepta: “He aquí la esclava del señor, hágase en mí según tu palabra”, Lc 1, 38. Jesús nace en Belén de Judá, “mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito”, Lc 2, 6. “Más la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”, Rom 5, 8.
Nota: En Dios los actos del Entendimiento se alternan con los de la Voluntad hasta llegar a la Decisión última, de esta manera se realiza la Providencia Divina.
Que en Dios existe una providencia perfectísima lo razona Santo Tomás de la siguiente manera: "Es necesario que haya Providencia en Dios. Hemos demostrado que todo el bien que hay en las cosas ha sido creado por Dios. Ahora bien, en las cosas hay bien, no sólo por lo que se refiere a la naturaleza, sino, además, en cuanto al orden que dicen al fin, y especialmente al fin último, que es la divina bondad, según hemos visto. Por tanto, el bien del orden que hay en las criaturas ha sido creado por Dios. Pero como Dios es causa de las cosas por su entendimiento, es preciso que preexista en El la razón de cada uno de sus efectos, de donde hay que concluir que es necesario que preexista en la mente divina la razón del orden que hay en las cosas con respecto a sus fines. Ahora bien, la razón del orden de las cosas a sus fines es, precisamente, la Providencia".
"Esta Providencia es la parte principal de la prudencia y a la cual están subordinadas las otras dos, o sea, la memoria de lo pasado y la clara visión de lo presente, ya que, recordando lo pasado y viendo lo presente, tomamos las medidas oportunas para lo que hemos de hacer en lo porvenir. Pues, según Aristóteles, lo propio de la prudencia es ordenar las cosas a sus fines, bien sea respecto a nosotros mismos, y por eso se llama prudente al hombre que ordena sus actos al fin de su propia vida, o bien respecto a los que nos están encomendados en la familia, en la ciudad o en el Estado, que es el modo de prudencia al que se refiere el Evangelio cuando habla del "siervo prudente y fiel a quien el Señor puso al frente de su familia", Mt. 24,25. En este sentido, la prudencia y la Providencia caben perfectamente y pueden predicarse de Dios a pesar de que no hay en El nada ordenado a un fin, puesto que el fin último es El mismo".
Por consiguiente, lo que en Dios se llama Providencia es la razón del orden de las cosas a sus fines. Y por eso dice Boecio que "providencia es la misma razón divina asentada en el príncipe supremo de todas las cosas, que todo lo dispone". Y lo mismo se puede llamar disposición a la razón del orden de las cosas respecto al fin, que al orden de las partes con relación al todo".
Que todas las cosas, no sólo en general, sino cada una en particular, estén sometidas a la divina providencia, lo razona así Santo Tomás:
"Es necesario decir que todos los seres están sometidos a la Providencia divina, y no sólo en el conjunto, sino en también en particular. La razón es porque, como todo agente obra por un fin, la ordenación de los efectos al fin se extiende hasta donde se extiende la causalidad del primer Agente (Dios). El hecho de que en las obras de un agente cualquiera aparezcan cosas no ordenadas al fin, se debe a que tal efecto proviene de una causa distinta, ajena a la intención del agente.
Pero la causalidad de Dios, que es el primer Agente, se extiende en absoluto a todos los seres, y no sólo en cuanto a sus elementos específicos, sino también en cuanto a sus principios individuales, lo mismo si son corruptibles que si son incorruptibles; por lo cual, todo lo que de algún modo participa del ser, necesariamente ha de estar ordenado por Dios a un fin. Si, pues, como hemos dicho, la providencia es la razón del orden de las cosas al fin, es necesario que, en la misma medida en que las cosas participan del ser, estén sometidas a la providencia divina".
I. La Providencia divina general sobrenatural
Como sabemos por el tratado de "Dios creador y enaltecedor", cuando Dios creó al hombre lo ordenó gratuitamente a un fin sobrenatural, que excede la fuerza y exigencia de toda naturaleza creada y creable y que consiste en la bienaventuranza eterna del hombre mediante la visión beatífica celestial de Dios.
En función de esta finalidad sobrenatural, el primer hombre había sido constituido en santidad y justicia, no tenía concupiscencia, si no hubiera pecado no hubiera muerto y no tuvo penas corporales. Esa santidad y justicia del primer hombre eran también para sus descendientes. Ahora bien, el primer hombre, por sugerencia del diablo, pecó transgrediendo el mandamiento de Dios y con ese pecado perdió inmediatamente la justicia original e incurrió en la ira e indignación de Dios, quedando sujeto a la muerte y al señorío del diablo.
El pecado del primer hombre no sólo dañó a él, sino también a su descendencia. Ese pecado se transmite a todos sus descendientes como algo propio de cada ser humano, no por imitación, sino por propagación (vía generación). Ese pecado en la descendencia, llamado pecado original originado, consiste en que, al comenzar a existir cada hombre, está privado de la gracia santificante que por voluntad de Dios hubiera tenido si el primer hombre no hubiera pecado. Como consecuencia de ese pecado, cada hombre nace despojado de los bienes gratuitos (gracia, inmunidad de concupiscencia, e inmortalidad) y herido en cuanto a los bienes naturales (inteligencia y voluntad).
Ahora bien, supuesto este estado del hombre, podemos preguntarnos si esta providencia divina general sobrenatural ha ordenado de tal forma las cosas que dé a entender que mantiene su deseo de que todos los hombres puedan alcanzar el fin sobrenatural de la visión beatífica, es decir, si quiere la salvación de todos los hombres con una voluntad sincera y si provee de medios conducentes a esa salvación y a ese último fin.
II. La voluntad salvífica universal de Dios
TESIS 24. "Dios, aun supuesto el pecado original, quiere verdaderamente la salvación de todos los hombres"
1. Explicación
La tesis se refiere sólo a los adultos y afirma que es voluntad de Dios que todos se salven, aunque se salvarán de hecho sólo si ellos, por sus pecados no lo impiden. Por tanto, hay en Dios una voluntad verdadera, no simple veleidad, de la salvación sobrenatural de todos los hombres sin excepción, y esto en el presente estado de naturaleza caída, a la que ha querido reparar en su totalidad mediante la obra redentora universal de Cristo.
En cuestiones complementarias consideraremos cuál es la naturaleza de esa voluntad salvífica divina.
2. Magisterio de La Iglesia
- Símbolo de Nicea I: "Creemos... en un solo Señor....Hijo de Dios... que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se encarnó, se hizo hombre, padeció, resucitó al tercer día". Denz 125.
- Concilio de Trento, 1559-1565: "Creo.. en un solo Señor Jesucristo... que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos, y se encarnó... y se hizo hombre, fue crucificado ...". Denz 1862.
3. Adversarios
- Lúcido (S.V) y Gotescalco (S.IX) que afirmaban que Cristo sólo murió por los predestinados y, por tanto, que Dios quiere únicamente la salvación de éstos.
- Los protestantes: especialmente Calvino, que renovaban el error anterior
- Jansenio y los jansenistas que sostenían igualmente que Cristo solo murió por los predestinados; sólo a ellos otorga Dios gracias eficaces, mientras que a los demás les da gracias insuficientes.
4. Sagrada Escritura
- 1 Jn 2,2: "El (Jesucristo) es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero".
- 1 Tim 2,1-7: "... esto es bueno y grato ante Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Porque uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a si mismo para redención de todos...".
5. Argumento teológico
La voluntad salvífica universal es un hecho positivo que sólo puede conocerse por la Revelación, puesto que depende exclusivamente de Dios. Ahora bien, si se parte del hecho de que Dios elevó al hombre a un fin sobrenatural, cuya obtención exige actos proporcionados a ese fin, la razón puede demostrar esa voluntad salvífica. En efecto, si Dios, para que consigan ese fin sobrenatural, a unos les da medios oportunos y a otros no, no sería bueno, sino cruel; ni sabio, porque en la economía salvífica de Dios no hay término medio entre visión beatífica y condenación, y, por ello, no otorgar a algunas personas los medios proporcionados para obtener ese fin último sobrenatural, supondría prácticamente querer, aunque fuera de modo indirecto, la condenación de las mismas y no es de sabio legislador desear el castigo, sino como consecuencia del delito; finalmente , no sería santo, pues, actuando así, induciría al pecado con voluntad positiva.
Toda esta argumentación es válida teniendo en cuenta los planes de Dios antes de que el hombre introdujera el desorden en este proyecto divino al cometer el pecado original. Dios sigue queriendo esa salvación universal. De nuevo la Revelación nos descubre que Dios, a pesar del pecado original, mantiene su voluntad salvífica universal. Es evidente que no se puede ofrecer una razón teológica sobre algo que depende exclusivamente de la voluntad divina. Pero consta que el Hijo de Dios se ha encarnado y ha muerto por todos los hombres sin excepción: así lo manifiesta la revelación y lo enseña la Iglesia con su magisterio infalible. Quiere esto decir que, en virtud de la voluntad salvífica universal y en atención a los méritos de Cristo, Dios ofrece a todos los hombres sin excepción los auxilios necesarios y suficientes para salvarse.
III. La Predestinación
La predestinación ha sido y es un tema teológico muy debatido aunque en el momento actual no es tema de gran interés.
En el tema de la predestinación hay tres aspectos que tratar: La gracia salvífica de Dios, el mérito de la criatura humana que colabora con dicha gracia o la rechaza, y la gloria eterna o la visión beatífica.
Dios es la Causa Primera que mueve las causas segundas, las criaturas humanas, de tal forma que sus libres decisiones son a la postre efecto de una causalidad suprema de Dios, y esta causalidad tiene por objeto el conjunto de una vida de salvación (o de condenación, si se rechaza la gracia), no menos que de las opciones particulares; y sin embargo, la criatura humana permanece libre bajo la acción de la gracia divina, bien sea para colaborar en su salvación, o para condenarse.
La predestinación es, pues, un acto divino, gracias al cual los elegidos llegan a la bienaventuranza eterna. Toda gracia, toda bienaventuranza vienen de Dios. Es, sin embargo un error antropomórfico representarse la predestinación como si el hombre fuera una cosa en manos de Dios, sin inteligencia, ni voluntad ni libertad, o como si Dios previera de antemano arbitrariamente con su voluntad explícita quién se va salvar o condenar.
La predestinación divina es una aplicación de la providencia particular de Dios en el orden sobrenatural y, por eso, no se refiere a todas las criaturas (a las que sí afecta la providencia general), sino sólo a las racionales, ángeles y hombres, a los que ha querido elevar al orden sobrenatural. Nosotros nos ocuparemos únicamente de la predestinación de los hombres.
Trataremos, en primer lugar, aquello que todos los católicos han de sostener como doctrina cierta y después lo que puede discutirse libremente en teología. Lo que hay que sostener como doctrina cierta.
TESIS 25. "Dios ha predestinado desde la eternidad a todos los que obtienen la vida eterna"
1. Explicación
"Predestinación": es un término que viene del latín "praedestinatio", es decir, destinación previa, y significa ordenar en la mente alguna cosa, antes de que exista, a un fin. Por eso, en sentido teológico amplio, es todo designio eterno de la voluntad de Dios, y así puede afirmarse que todo lo que cae bajo la divina providencia ha sido predestinado a un fin. En sentido teológico estricto, es el designio de la voluntad eterna de Dios en relación al fin sobrenatural último de las criaturas racionales, bien se logre de hecho esa eterna bienaventuranza, bien se quede excluido de la misma. En sentido teológico estrictísimo, la predestinación es el designio eterno de la voluntad de Dios de que las criaturas racionales logren de hecho la bienaventuranza eterna.
El acto divino de la predestinación implica al entendimiento y a la voluntad: con el entendimiento conoce Dios la vida eterna y los medios que a ella conducen, y además prevé (presciencia) la eficacia de dichos medios; con la voluntad predestina y otorga de hecho esos medios y la vida eterna.
San Agustín define la predestinación como "la presciencia y preparación de los beneficios de Dios con los que ciertamente se salvan cuantos se salvan". Sto. Tomás, por su parte, la define como "el plan de transmisión de la criatura racional al fin de la vida eterna preexistente en la mente divina".
Todas estas definiciones clásicas muestran que la predestinación no está en el predestinado, sino en el que predestina. Ahora bien, la predestinación puede considerarse en relación a la divina providencia o absolutamente en sí misma. En el primer caso, la predestinación es una parte objetiva de la providencia, no una especie distinta de la misma. En efecto, mientras que la providencia afecta a todas las criaturas, la predestinación afecta a las criaturas racionales en orden a la salvación eterna. Santo Tomás explica que la predestinación consiste formalmente en el entendimiento práctico imperativo, pues se trata de una ordenación de los medios al fin; aunque esto presupone la voluntad de tal fin, el acto de la voluntad no pertenece formalmente ni a la predestinación, ni tampoco a la providencia.
Aunque hemos dicho que la predestinación no está en el predestinado, sino sólo en el que predestina, y aunque la predestinación consista formalmente en un acto del entendimiento divino, lo cierto es que la voluntad divina absoluta es la que lleva a determinadas personas a la vida eterna, lo que explica que normalmente se identifica la predestinación con la voluntad absoluta divina de conducir a la vida eterna. Y, por eso, dicha voluntad recibe también el nombre de elección, y los predestinados se llaman también elegidos.
No queremos dejar de advertir que estas nociones precisas del concepto de predestinación son el fruto de una elaboración teológica a lo largo de los siglos y que hoy admite la generalidad de los teólogos.
2. Magisterio de la Iglesia
Concilio de Trento: "Nadie, tampoco, mientras vive en esta mortalidad, debe hasta tal punto presumir del oculto misterio de la divina predestinación, que asiente como cierto hallarse indudablemente en el número de los predestinados... En efecto, a no ser por revelación especial, no puede saberse a quiénes haya Dios elegido para Sí". Denz 1540.
3. Adversarios
Los marcionitas y los valentinianos: quienes sostenían que cada persona nace buena o mala, y por tanto, predestinada o reprobada por su propia naturaleza y no por Dios.
Los pelagianos y semipelagianos: que afirmaban que cada persona nace buena y se salva o se condena por su propio esfuerzo, y no por gracia eficaz divina, o por una especial elección divina.
4. Sagrada Escritura
- Mt 25,34: "Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo"
- Lc 10,20: "Alegraos porque vuestros nombres están escritos en el cielo"
- Rom 8,29-30: "A los que de antes conoció, a esos los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo... Y a los que predestinó, a esos también llamó, y a los que llamó, a esos los justificó, y a los que justificó, a esos también los glorificó".
5. Argumento teológico
Para S. Pablo “predestinación” indica un designio salvífico de salvación de Dios en Cristo que abarca en bloque toda la salvación cristiana del género humano, Rom 8, 1,s.s.; Efes 1,1,s.s. Cuando S. Pablo habla de “predestinados” no entiende con ello una categoría privilegiada de cristianos, de llamados, en contraposición a los llamados no elegidos. S. Pablo entiende la predestinación como la determinación divina en orden a conceder un beneficio sobrenatural. El beneficio al que Dios los ha “predestinado” es el ser conformes con la imagen de su Hijo, este es el fin que busca la predestinación. La predestinación es una parte del plan eterno de la providencia divina, Santo Tomás razona así:
“Compete a Dios predestinar a los hombres. Como ya dijimos, todos los seres están sujetos a la providencia divina, y a la providencia pertenece ordenar las cosas al fin, como ya hemos dicho. Pero las criaturas están ordenadas por Dios a un doble fin. Uno, que excede en absoluto la capacidad y las fuerzas de la naturaleza creada, y este fin es la vida eterna, que consiste en la visión de Dios, lo cual está por encima de toda criatura, como ya hemos explicado. El otro fin, es proporcionado a la naturaleza creada, o sea un fin que la naturaleza puede alcanzar con sus propias fuerzas”.
“Ahora bien, para que alguien llegue a donde no puede alcanzar con la fuerza de su naturaleza, es necesario que sea transmitido por otro, como lo es la flecha por el arquero que la dispara al blanco; y por eso, hablando con propiedad, la criatura racional - única capaz de vida eterna - llega a ella como si fuera transmitida por Dios”.
“Pero la razón de esta transmisión preexiste en Dios como preexiste en El la razón del orden de todas las cosas a sus fines, en lo que hemos dicho que consiste la providencia, y como la razón que el autor de una obra tiene de lo que se propone hacer es una suerte de preexistencia en él de la obra que va a realizar, síguese que la razón de la antedicha transmisión de la criatura racional al fin de la vida eterna debe llamarse "predestinación", pues "destinar" es enviar; y de este modo se comprende que la predestinación, en cuanto a sus objetos, es parte de la providencia"
TESIS 26. "Dios, de hecho, reprueba a algunos hombres"
1. Explicación
Sto. Tomás afirma que "la reprobación es una parte de la providencia respecto a los que no han de alcanzar la salvación eterna", lo mismo que la predestinación es una parte de la providencia respecto a los que están ordenados por Dios a la salvación eterna.
La reprobación es, pues, una predestinación para la eterna condenación. Sin embargo, hay que señalar la diferencia entre la predestinación a la gloria y la predestinación al infierno o reprobación. La razón diferencial estriba en la causalidad en relación a sus diversos términos: la predestinación a la gloria es causa del fin (la gloria eterna) y de los medios (las gracias), y la reprobación es causa del fin (la pena eterna), pero no de la culpa (que es sólo del hombre). Sto. Tomás lo explica así:
"La reprobación, en cuanto causa, no obra lo mismo que la predestinación; porque la predestinación es causa de lo que los predestinados esperan en la vida futura, o sea, la gloria, y de lo que reciben en la vida presente, o sea, la gracia. Pero la reprobación no es causa de lo que (los pecadores) tienen en la vida presente, que es la culpa, y, en cambio, es causa de lo que se aplicará en el futuro, esto es, del castigo eterno. Pero la culpa proviene del libre albedrío (libertad) del que es reprobado y abandonado por la gracia, y, por tanto, se cumplen las palabras del profeta Os 13,9: "de ti , Israel, viene tu perdición".
2. Magisterio de la Iglesia
Concilio de Valence (año 855), dice: “De la multitud de los fieles y redimidos, unos se salvan con la salvación eterna, porque por la gracia de Dios permanecen en su redención ...; otros, en cambio, no llegan a la plenitud de la salvación y a la percepción de la eterna bienaventuranza, porque no quisieron permanecer en la salvación de la fe que recibieron al principio y eligieron hacer nula la gracia de la redención con su depravada doctrina y su mala vida antes de guardarla” Denz 632.
Este concilio enseña que la predestinación de los elegidos es gratuita y que, sin embargo, nadie se condena si no lo quiere gratuitamente.
3. Adversarios
Los pelagianos y semipelagianos que afirmaban que no era Dios quien predestinaba ni para la vida eterna, ni para la condenación; cada persona, por sus propias y solas fuerzas naturales, se predestina a sí misma a la vida eterna, si hace el bien, o al infierno si hace el mal.
4. Sagrada Escritura
- Mt 25.41-42: "Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles"
- Jn 17. 12: "Y ninguno de ellos se ha perdido, sino el que era hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura".
Por los textos aducidos aparece claro que algunos hombres se condenan. Hay que admitir, por tanto, que Dios intervienen en esa condenación con su voluntad, al menos permisiva, ya que nada puede ocurrir al margen de la voluntad divina. Pero además, en el texto primero aparece una voluntad reprobatoria, no sólo permisiva, sino causativa de la pena inferida.
5. Argumento teológico
Santo Tomás razona así: "Dios reprueba a algunos. Hemos dicho que la predestinación es una parte de la providencia, y a la providencia pertenece "permitir" algún defecto en las cosas que le están sometidas. Ahora bien, como los hombres están ordenados por la providencia divina a la vida eterna, a la providencia divina pertenece también "permitir" que algunos no alcancen ese fin, y a eso llamamos reprobar".
"Así, pues, lo mismo que la predestinación es una parte de la providencia respecto a los que están ordenados por Dios a la salvación eterna, la reprobación es un aparte de la providencia respecto a los que no han de alcanzar ese fin. Por consiguiente, la reprobación no incluye solamente la presciencia, sino que, según nuestro modo de entender, le añade algo, como lo añade la providencia, según hemos visto, pues así como la predestinación incluye la voluntad de dar la gracia y la gloria, la reprobación incluye la voluntad de permitir que alguien caiga en la culpa, y por la culpa aplicarle la pena de condenación eterna".
TESIS 27. "Dios no reprueba positivamente a nadie antes de prever sus pecados"
1. Explicación
La reprobación puede entenderse como positiva y negativa. La negativa se daría si Dios lo que quisiera fuera no directamente la condenación o aplicación de la pena, sino la exclusión de la gloria por ser un beneficio indebido. La positiva se da si Dios quiere la pena misma, es decir, la condenación. Aunque esta distinción no afecta al fondo del problema, ya que, no existiendo más que cielo e infierno, una y otra reprobación serían en la práctica equivalentes, hay que estar, pues, por una reprobación divina positiva. En efecto, el texto de Mt. 25,41-42, expresa no una voluntad de excluir de la gloria, sino de enviar al castigo eterno merecido; y, por su parte, Sto. Tomás explica que la reprobación divina implica a la voluntad de Dios, que quiere la condenación misma de algunos, si bien porque permite sus pecados.
La reprobación, tanto negativa como positiva, puede ser antecedente y consiguiente. La antecedente sería la voluntad divina de excluir de la gloria (negativa) o de condenar (positiva) a una persona antes de haber previsto sus pecados. Esta reprobación, como veremos, no existe y quienes la han propugnado han sido declarados herejes por la Iglesia. La reprobación consiguiente es la voluntad divina de permitir el pecado y, en vistas de él, excluir de la gloria (negativa) o de condenar (positiva) eternamente a una persona que muera sin arrepentirse.
Ateniéndonos a estas nociones que acabamos de explicar, la tesis significa que Dios no reprueba a nadie con reprobación positiva antecedente.
2. Magisterio de la Iglesia
Concilio de Trento: "Si alguno dijere que la gracia de justificación no se da sino en los predestinados a la vida (eterna), y que todos los demás son llamados, son ciertamente llamados, pero no reciben la gracia, como predestinados al mal por el poder divino, sea anatema". Denz 1567.
3. Adversarios
- Los predestinacionistas: que afirmaban que Dios predestinaba al bien y a la gloria, y a otros los predestinaba al mal y a la pena eterna, antes de prever sus méritos.
- Los calvinistas: que reinciden en las posturas predestinacionistas.
- Los jansenistas: que repiten los mismos errores al defender que Dios reprueba a algunos con reprobación positiva, antes de prever sus pecados personales y, a causa de ello, por éstos ni Cristo murió, ni Dios les da gracias suficientes para que alcancen la vida eterna.
4. Sagrada Escritura
- Sab 11,24-25: "Pero tienes piedad de todos porque todo lo puedes, y disimulas los pecados de los hombres para traerlos a la penitencia, pues amas todo cuanto existe y nada aborreces de cuanto has hecho, que no hiciste por odio cosa alguna".
- Mt 23,37: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados, ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos a la manera que la gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no quisiste !.
Por estos textos y otros más que hay en la Escritura queda claro que no se da en Dios una reprobación positiva antecedente, es decir, que Dios no rechaza a nadie " a priori", lo cual, además de oponerse a la voluntad salvífica universal testimoniada en la Escritura, haría a Dios un embustero, injusto y cruel.
5. Argumento teológico
El predestinacionismo contradice la voluntad salvífica universal de Dios, 1 Tim 2,3-4, a quien como hemos dicho al aducir los textos bíblicos, hace embustero, injusto y cruel. En cuanto a Sto. Tomás, valgan las palabras que ya hemos citado en la tesis 36ª.
La reprobación, en cuanto causa, no obra lo mismo que la predestinación. Porque la predestinación es causa de lo que los predestinados esperan en la vida futura, o sea, la gloria eterna, y de lo que reciben en la vida presente, que es la gracia. Pero la reprobación no es causa de lo que los pecadores tienen en la vida presente, que es la culpa, aunque sí es causa de que Dios los abandone por su culpa. Es causa, en cambio, de lo que se les aplicará en la vida futura, esto es, del castigo eterno. Pero la culpa proviene del libre albedrío del que es reprobado y abandonado por la gracia, y, por lo tanto, se cumplen las palabras de Os 13,9: "De tí, Israel, viene tu perdición".
Digamos para terminar esta tesis que tanto el Magisterio de la Iglesia, como los textos de la Sagrada Escritura, y la argumentación teológica, son válidos si se refieren si se refieren a la reprobación positiva antecedente antelapsaria (antes de prever incluso el pecado original), como si se refiere a la postlapsaria (como si Dios, una vez previsto el pecado original, pudiera condenar a algunos positivamente y dejarlos en su pecado). Efectivamente, Dios, ni antes ni después de previsto el pecado original, puede querer con voluntad causativa el pecado como medio para obtener algún fin.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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