Itinerario Temático del Centenario de las Apariciones de Fátima - 3° Ciclo
Compartimos las Oraciones que se utilizaron en el Itinerario para los peregrinos al Santuario de la Virgen de Fátima, para poder rezarlas a manera de preparación al Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima.
No tengáis miedo
Tercer ciclo del itinerario temático del Centenario de las Apariciones de Fátima, en el año pastoral 2012-2013
El tercer ciclo del septenario conmemorativo del Centenario de las Apariciones de Fátima evoca la aparición de junio de la Virgen Madre, en 1917, centrándose en la actitud creyente de la confianza.
V. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amen.
En Cova de Iria, el 13 de mayo de 1917, tres niños de 7, 9 y 10 años de edad recibieron la visita de la Virgen María, revestida de la Luz de Dios. Tal como prometiera, Nuestra Señora les apareció nuevamente al mes siguiente, día 13 de junio de 1917, después de rezar el rosario con otras personas que estaban presentes.
En esta segunda aparición, Nuestra Señora dijo a Lucía:
“Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”.
Como peregrino(a) de Fátima, soy hoy invitado(a) a escuchar las palabras que Nuestra Señora dirigió a Lucía en aquel 13 de junio y a entenderlas como dirigidas también a mi y a mi historia personal (“Yo nunca te dejaré” dijo Nuestra Señora a Lucía).
Y para ayudarme en esta identificación, el Santuario me coloca en las manos este itinerario espiritual que es una invitación a hacer un proyecto de vida y a avanzar hasta el encuentro con la Madre del Cielo y, a través de ella, con Dios.
1. QUERÍA PEDIRLE LLEVARNOS A NOSOTROS EL CIELO - COMO JESUCRISTO, QUE SE HACE HOMBRE, APRENDEMOS EL CAMINO DEL CIELO.
Pienso cómo la vida de cada uno(a) de nosotros está constituida por muchas y diferentes experiencias. Unas dan paz interior, otras traen consigo la inquietud o incluso el miedo. Cuando Jesús Se hace hombre se enciende, entre tanto, una luz de esperanza. ¿Por qué el miedo aún entra en nuestras vidas?
Imaginándome una Cruz, voy rezando y meditando las Bienaventuranzas (Mt 5,1-20):
Felices los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Felices los que lloran, porque serán consolados.
Felices los que tiene hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
Felices los puros de corazón, porque verán a Dios.
Felices los constructores de la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
2. ¿QUEDO AQUÍ SOLITO(A)? ESTAR CON JESÚS ESCONDIDO, EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO.
Nuestra primera vocación es la felicidad. Pero, entre los que somos y aquello a donde queremos llegar, el miedo se atraviesa en nuestro camino.
Leo y medito el Evangelio de S. Lucas (18,35-43):
Un día cuando Jesús caminaba hacia Jericó,
Estaba un ciego sentado al lado del camino pidiendo limosna [...].
Jesús [...] le preguntó: ¿Qué quieres que te haga?
El respondió: Señor, que yo pueda ver.
Entonces Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado.
Después de leer y reflexionar sobre el evangelio, intento dar nombre a sus miedos.
“¿Qué quieres que haga?”
Fue lo que Jesús preguntó a aquel ciego. El pidió la visión. ¿Y nosotros qué pedimos? Puedo reflexionar en varios ámbitos: vida personal (la que solo yo conozco)…; familia…; la vida cotidiana, con amigos, en el trabajo, en la sociedad…; los proyectos…; la vida de la Iglesia y de mi comunidad…; la oración… la capacidad de confiar… ¿de qué tengo miedo? ¿Qué es lo que me asusta y desanima?
Si me siento llamado a la celebración sacramental del perdón de Dios, me traslado a la Capilla de la Reconciliación. Después recorro el recinto hasta la Capilla de las Apariciones. Y, durante el camino, puedo ir recuperando la historia de los Pastorcitos: “Me gusta tanto Dios” exclamaba Francisco.
3 . NO TENGÁIS MIEDO. NO DESANIMES. YO NUNCA TE DEJARÉ. MI INMACULADO CORAZÓN SERÁ TU REFUGIO.
El día 13 de junio de 1917 los Pastorcitos de Fátima vieron a Nuestra Señora. Y voy a tener la felicidad de recordar aquí, a través de las palabras de la Hermana Lucía, esa experiencia luminosa.
De la Cuarta Memoria de la Hermana Lucía:
Después de rezar el rosario con Jacinta y Francisco y más personas que estaban presentes [...] Nuestra Señora apareció sobre la carrasqueira.
- ¿Usted qué es lo que me quiere? - pregunté.
- Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que recéis el rosario todos los días y que aprendan a leer. Después, diré lo que quiero.
[...]
- Quería pedirle para que nos llevara al Cielo - dijo Lucía.
- Si; a Jacinta y a Francisco los llevo en breve. Pero tú quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar.
El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.
- ¿Quedo aquí solita? - pregunté, con pena.
- No, hija. ¿Y tú sufres mucho? No desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios.
Fijo mi mirada en la Imagen de Nuestra Señora, y reflexiono sobre el texto de la Hermana Lucía que
acabo de leer. En silencio, tengo ahora la oportunidad de asumir algunos compromisos que grabo en mi corazón.
Después me consagro a la Madre del Cielo:
¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía!
Yo me ofrezco enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto
te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo
Oh Madre de bondad,
guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya.
Al final de este itinerario, rezo:
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!
Como era en el principio ahora y siempre.
Amen.
Fuente:
http://www.fatima.pt/es/pages/tercer-ciclo
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