P. Adolfo Franco, S.J.
Lucas, 5, 1-11
Los apóstoles dirigidos por Jesús hacen una pesca milagrosa y Jesús de esa manera hace la "pesca" de sus primeros discípulos.
En esta narración del milagro de la
pesca milagrosa el evangelista San Lucas quiere destacar la vocación de los
primeros apóstoles, como fruto del milagro. La intención de San Lucas va más a
señalar la vocación y el seguimiento a Jesús que el hecho milagroso en sí. Una
cosa que conviene destacar de manera especial y en la que es importante
profundizar, porque nosotros tendemos más a fijarnos en lo prodigioso que en su
significado y sus consecuencias; que es como si uno se fijase en un libro más
en la encuadernación, que en lo que tiene escrito dentro.
Así
que Jesús hace el milagro para que los apóstoles crezcan en la convicción de
seguirle, seguirle como Maestro. Y para llegar a este seguimiento incondicional,
Jesús hará el milagro de la pesca milagrosa. Lucas estructura el milagro con
una progresión de pasos: forma una especie de escalera ascendente, para que al
llegar arriba quedemos deslumbrados por el mensaje, el llamamiento; todo va
preparado con cuidado y gradualmente.
El
primer peldaño de este milagro es una noche infructuosa de pesca: "nos
hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada". La experiencia de
impotencia, de una carencia y de una indigencia total con frecuencia es una
preparación para un llamamiento. Así está uno preparado para percibir el
milagro como una acción de Dios. Y muchas veces todos hemos experimentado esta
total impotencia en algunas situaciones, momentos llenos de problemas,
situaciones hostiles, que no podemos dominar. Y cuando tenemos esta experiencia
de nuestra impotencia, y de la necesidad absoluta que tenemos de Dios, entonces
es cuando mejor preparados estamos para recibir sus dones.
El
segundo peldaño es el mandato de Jesús, y la obediencia de los apóstoles a ese
mandato: "por tu palabra, echaré las redes". Hay que notar que este
mandato de Jesús no parecía muy lógico: unos pescadores ¿cómo iban a recibir un
consejo de alguien que no entendía de pesca? Además, se han pasado la noche (el
mejor tiempo para pescar) sin éxito y ahora Alguien les dice que tienen que
echar las redes cuando es de día (momento menos apropiado). Pero es verdad que
cuando la situación se nos escapa de las manos, después de muchos intentos
infructuosos, es cuando estamos dispuestos a escuchar y hacer la voluntad de
Dios. Es imprescindible ser dóciles, aunque esta docilidad venga como resultado
de nuestra derrota o de nuestro fracaso. En cuántos milagros de Jesús, el
destinatario tiene que sufrir primero su total impotencia ante la situación.
Para que quede claro que el poder es de Dios.
El
tercer peldaño, es que ocurre algo inesperado y desmesurado: "hicieron una
redada de peces tan grande, que reventaba la red". La abundancia enorme
sustituye ahora a la indigencia anterior; y es tan grande o mayor la
abundancia, de lo que fue la indigencia. Lo cual produce en el beneficiario una
sorpresa, un asombro, un gran sentido de indignidad, a través de la cual se
descubre la nueva realidad: la fe. Esta fe es el cuarto peldaño de esta
ascensión. Y cuando se da este cuarto paso, ya la persona está preparada para
la transformación.
Esta
transformación es la meta del Señor en este signo: el llamamiento de los
apóstoles es una transformación: de pescadores, en pescadores de hombres. Su
oficio es tocado por el Señor y convertido en oficio del Reino. Es también una
constante en toda la predicación de Jesús la transformación de las realidades
humanas: la transformación del pan, del agua, de la levadura, de la siembra.
Por la acción de Jesús las realidades de este mundo quedan transformadas en
mensaje.
Los
apóstoles lo dejan todo para seguir a Jesús. Ya los peces, que era la intención
inicial de los pescadores, han quedado atrás. Lo dejan todo porque su corazón
se ha llenado de nuevos deseos y de nuevos intereses.
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