P. Ignacio Garro, jesuita
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
3.3. NOCIÓN DE MISTERIO Y DOGMA
3.3.1. Los misterios
1º. Misterio en general es una verdad que no podemos comprender, por trascender a nuestro entendimiento.
La naturaleza está llena de misterios y vivimos rodeados de realidades que no podemos comprender.
Nadie sabe a ciencia cierta - al menos hoy en día qué es exactamente la fuerza gravitacional y mucho menos si es susceptible de control. Aún hay muchos "misterios" en el organismo humano y no digamos en las realidades que están físicamente muy alejadas de nosotros, por ejemplo: ¿qué habrá en Aldebarán, que está a 55 años luz de la tierra y es 40 veces mayor que nuestro sol?
2º. Misterio en sentido estricto es una verdad que no podemos comprender, pero que conocemos y creemos porque Dios nos la ha revelado. Por ejemplo, el de la Santísima Trinidad.
No debe extrañarnos que en la Religión haya misterios, porque si a cada paso los encontramos en los seres limitados de la naturaleza, con mayor razón en Dios, Ser infinito, que sobrepasa inmensamente la capacidad de nuestro entendimiento.
"Nunca creería en la divinidad de una religión que no tiene misterios", dijo un célebre pensador. En efecto, un Dios que cabe dentro de mi entendimiento ya no es Dios; y una religión que en todo está al alcance de los hombres, no es divina.
Los misterios no son contrarios a la razón humana, sino que únicamente están por encima de ella.
Por ejemplo, las leyes de la electricidad, que son conocidas por un buen físico, son un misterio para el ignorante. Mas esto no quiere decir que vaya contra su razón,
sino que le son superiores.
No puede haber contradicción entre la razón y los misterios revelados, porque siendo Dios a la vez autor de la razón y de la Revelación, cualquier contradicción entre la razón y los misterios revelados implicaría contradicción en el mismo Dios; lo que no es dado suponer.
3.3.2. Dogmas
Dogma en sentido amplio, es una verdad contenida en la Revelación divina.
Dogma en sentido estricto, son las verdades reveladas por Dios y propuestas como tales por el Magisterio de la Iglesia a los fieles, con la obligación de creer en ellas.
La palabra dogma tiene dos sentidos: unas veces significa una verdad determinada y definida, por ejemplo, el dogma de la Asunción de la Virgen; otras, el conjunto de las verdades reveladas, como cuando decimos: el dogma católico.
El dogma en sentido estricto es objeto de fe divina y católica. Es de fe divina por proceder de una revelación divina, y es objeto de fe católica por ser una verdad propuesta por el Magisterio infalible de la Iglesia. Quien niega opone en duda de un modo pertinaz las verdades que han de ser creídas, comete el pecado de herejía.
Como puede observarse en el dogma hay dos elementos:
1º. Es una verdad revelada por Dios y se halla por tanto contenida ya en la Sagrada Escritura, ya en la Tradición o en ambas.
2º. Es una verdad propuesta por el Magisterio de la Iglesia con obligación de creer en ella. Esa propuesta puede hacerla la Iglesia, bien de forma extraordinaria, por una solemne definición del Papa o de un Concilio Universal de acuerdo con el Papa, o por el magisterio ordinario y universal de toda la Iglesia.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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