P. Adolfo Franco, S.J.
PASCUA
Domingo V
Juan 13, 31-35
Toda la vida cristiana centrada por Jesús en el amor; y el amor es el distintivo de los discípulos de Cristo.
Jesús en la Ultima Cena se está
despidiendo de sus apóstoles y les está dando sus últimas recomendaciones para
que cuando El suba al cielo, ellos puedan seguir realizando su misma obra. Y
una de estas últimas enseñanzas y muy importante es el Mandamiento Nuevo: les
doy un mandamiento nuevo que se amen unos a otros como yo les he amado.
En esto se conocen los discípulos de
Jesús, es su marca, el amor. Y esta es la única norma de conducta que El nos
quiere dejar. El amor es la motivación que debemos tener en todas nuestras
acciones, es la guía de toda nuestra conducta. Pero para que no queden
ambigüedades Jesús habla de qué forma hay que amar: amar como El mismo nos ha
amado. Ese es el verdadero amor y esa es la medida: nos debemos amar como El
nos ha amado. Y es muy necesaria esta referencia porque a veces se llama amor a
muchas conductas que en realidad no lo son; la verdad del amor brota de la
llaga abierta de su Corazón.
Para saber cómo es el amor de
Cristo, podemos abrir el Evangelio y descubrir este amor en cada una de sus
páginas. Pero también cada uno de nosotros podría abrir las páginas de su
propia vida; y así al descubrir cómo nos ha amado Cristo aprenderíamos cómo
debemos amar.
Hay algún paralelo entre esta enseñanza,
y la que el mismo Jesús nos dio cuando nos explicaba la conducta del cristiano
en el Sermón del Monte: sean perfectos, como el Padre Celestial es perfecto.
Nuestro modelo de perfección es Dios mismo; y de la misma manera la meta de un
cristiano es imitar a Cristo en el amor, amar como Cristo. Son dos enseñanzas
similares: ser perfectos como el Padre Celestial, amar como ama Cristo. Y es
que en las entrañas de nuestro ser llevamos el sello de Dios mismo: el hombre
fue creado a imagen y semejanza de Dios, por eso, hay que hacer todo de la
manera que Dios lo haría, para no frustrar nuestra semejanza con Dios, nuestra
íntima esencia.
En todo lo que hacemos debemos
intentar parecernos a Dios. Y más aún sabiendo por la revelación de Jesús, que
Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, habitan en nuestros corazones.
Hay otra referencia parecida en San
Pablo, cuando habla del matrimonio cristiano y dice a los esposos, que amen a
sus esposas como Cristo ama a su Iglesia. De nuevo el amor de Cristo como
modelo del amor de un cristiano, en esa situación particular del matrimonio.
¿Y cómo ama Cristo? Volvemos a
preguntarnos. Habría que recorrer cada uno de los momentos de la vida de
Cristo, para descubrir el gran amor con que vivió cada situación de su vida y
cada acción que realizó. Su entrega en la Encarnación , ese
lanzarse al abismo del anonadamiento, para hacerse semejante a nosotros, y
poder así realizar nuestra salvación: y su voluntad de no ahorrarse las etapas
de la infancia desvalida, y de la niñez insignificante. ¿Qué necesidad tenía de
hacerlo? Tenía un amor infinito que le impulsaba en cada momento. Un amor que
se manifiesta en cada milagro, en cada persona que cura. Cuando detiene el
cortejo fúnebre del hijo de la viuda de Naím, cuando llora ante la tumba de
Lázaro, cuando multiplica los panes, porque le da lástima de esa multitud
hambrienta. Todo lo fue desarrollando impulsado por su Corazón.
Y no es necesario detenerse
excesivamente en el amor que derrocha en los últimos momentos de su vida,
porque en cada escena surge la llama de su amor. Cuando hace el milagro de la Eucaristía , y afirma su
voluntad de perpetuarse entre nosotros, de nuevo lo que le mueve es el amor.
Cuando está en el Huerto abrumado por una tremenda responsabilidad por haber
asumido los pecados del mundo; y sufriendo una angustia mortal. Y todo esto por
el amor que me tiene. Así voy poco a poco entendiendo lo que significa eso de les
doy un Mandamiento Nuevo, que se amen unos a otros como yo les he amado. Cuando
muere en la Cruz ,
cuando pasa por la oscuridad del sepulcro. Pero incluso cuando resucita, lo que
manifiesta es su gran amor. En cada una de las apariciones a sus apóstoles está
manifestando ese amor, que lo impulsó siempre. Y que quiere que sea nuestra
motivación para actuar en la vida. Y nos hace ver que todo se reduce a eso:
sólo nos da un mandamiento, que es Nuevo, porque es su amor convertido en ideal
de vida y de conducta, para todo el que quiera seguirle.
Mucho podría cada uno añadir de las
muestras personales de amor que nos ha dado Jesús. Meditando en todo eso
podremos desentrañar este mandamiento nuevo: ámense unos a otros como yo les he
amado.
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Para otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.
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