P. Adolfo Franco, S.J.
PASCUA
Domingo IV
Juan 10, 27-30
Jesús el Buen Pastor; hay que seguir los pasos del Buen Pastor y dejarse cuidar de Él
Jesús se llama
a sí mismo el Buen Pastor, y con esto nos dice la relación que tiene con
nosotros, lo que El es para nosotros. Jesús nos cuida, nos protege, nos
defiende, nos da la vida, nos da seguridad; y todo esto mientras estemos cerca
de El y oigamos su voz y sigamos sus pasos.
La enseñanza de Jesús es clara, y supone una
relación mutua, relación de ambas partes. En el párrafo de hoy se nos dice: Mis
ovejas escuchan mi voz. Aquí se nos está diciendo cómo debe ser nuestra actitud
con el Buen Pastor. Escuchar su voz significa más que obedecer a la voz del
pastor. Por supuesto que eso también; pero además supone un conocimiento de la
misma persona del Pastor que guía a las ovejas. El sonido de la voz del Pastor
les da seguridad y alegría porque les hace sentir su presencia y las
características de su persona. Saben que las cuida y que las alimenta. Se fían
de El porque les ha dado muestras de mucho amor. Incluso a veces las ha
defendido arriesgando su propia vida, cuando ha venido el lobo a atacarlas. Por
eso escuchan su voz, esa voz tiene el sonido del amor y así le prestan
atención. Y obedecen a lo que esa voz les enseña. El seguimiento de Jesús es
eso: no se trata solo de obedecer sus mandamientos, lo que El nos ha enseñado,
sino conocerlo a El mismo con mucho amor, porque de El brota un manantial de
vida que son sus enseñanzas, que nos manifiestan también lo que El nos ama. Es
importante esto: escuchar sus enseñanzas nos debe llevar a conocer que todo en
El es amor: conocer el amor que hay en su enseñanza.
Por eso
continúa diciendo: Yo las conozco y ellas me siguen. Qué importante es saber
esto; que somos conocidos por el Señor. El me conoce personalmente. Y nos
conoce amorosamente: es la forma de conocer que tiene Jesús: su conocimiento es
a la vez amistad, comprensión y acogida. Y esto dirigido inequívocamente a mi
propia persona. Me conoce personalmente a mí como soy, me acepta así, y se
alegra de tenerme cerca como se alegran los amigos de estar cerca el uno del
otro. Y por eso sus ovejas le siguen: no se pueden desprender de El: hay una
corriente interior que surge en las ovejas, y que las arrastra para que nunca
se separen del Buen Pastor. Ese es el seguimiento: saber que sin El no podemos
hacer nada, que sin El estamos perdidos. Seguirlo a El es la única manera que
esas ovejas encuentran de vivir. Y seguirlo es también imitarlo: recorrer sus
mismos caminos interiores: el camino del servicio, el camino de la entrega, el
camino del perdón, de la pureza y de la confianza en Dios. Escuchar su voz es
seguirlo a El, es vivir su propia vida y tener sus mismos sentimientos.
Y así El les
da la vida eterna. y así no perecerán jamás. El nos da la vida: significa
muchas cosas: primero que dio su propia vida por nosotros: amar hasta la
muerte, amar con toda la sangre. Ese es el amor y la vida que El nos da. Y así
nos hace participar de su propia vida. Hasta lo máximo, porque El se convierte
en el alimento de nuestra vida. Y nos da una vida diferente, que se le llama la
vida eterna, pero que no es sólo para después de la muerte, sino que es una
vida ya desde ahora plena y cabal: todo lo que se puede desear de vida, de
vitalidad, de paz, de esperanza y de elevación, de ideales, está encerrado en
el don vital que nos da. Este don maravilloso es la vida de la gracia que es
una vida que no termina, y por eso se añade que sus ovejas no perecerán jamás.
Tienen una vida que no se extingue; además con su protección, la del Buen
Pastor, nadie las puede hacer perecer.
Y así nadie
las arrebatará de su mano. No habrá fuerza capaz de arrebatarle a Jesús ni una
sola de sus ovejas, de las que le siguen y que conocen su voz. Y esto porque el
Padre está con Jesús (son uno y mismo Dios), y el Padre es más fuerte que todo,
y El es el que ha dado a Jesús estas ovejas, entre las que esperamos contarnos
nosotros. Que nadie las pueda arrebatar de Jesús, quiere decir que nadie hay
más fuerte, nadie es más poderoso. Que no hay ni enemigos externos, ni
circunstancias, que puedan arrebatarlas de sus poderosas manos. Y también
quiere decir que no nos separaremos nunca de El. Que nunca nos separemos de
este Buen Pastor. Y esto se debe, no a nuestra debilidad, sino a su fuerza. El
deseo de seguir siempre a este Buen Pastor, produce en nosotros una adhesión
irrompible, porque es la fuerza de la atracción del Corazón del Señor, la que
nos mantendrá unidos, si escuchamos siempre su voz.
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