Cristología II - 3° Parte: El Misterio de la Encarnación



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


3. EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN EN SU REALIZACIÓN HISTÓRICA

3.1. EL DESIGNIO DEL PADRE
3.1.1. La iniciativa del Padre
         
La revelación nos da el dato siguiente: "Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios Padre a su Hijo ...", Gal 4, 4. La iniciativa de la Redención (que comienza con el misterio de la encarna­ción y culmina con la Resurrección - Ascensión), viene de Dios-Padre. En el tratado "De Deo Trino", veíamos cómo todas las obras divinas tienen en el Padre el punto de partida primero y absoluto. De hecho, en la vida de Cristo, el Padre aparece como el agente principal: El unge a Jesús y le aprueba y cualifica para la obra de redención, le da poder de hacer milagros, y él mismo los ejecuta a través de Jesús, Mc l, l; Jn 5, 19.36. El Padre le enseña la doctrina que ha de predicar Jn 7, 1 16; 8, 26 y 38, él le destina y entrega a la pasión poniéndolo como propiciación por el mundo, Jn 10, 18; 2 Cor 5, 18-19. El, en fin, lo resucita y exalta sobre todas las cosas, Rom  10, 9; Filp 2, 9.

3.1.2. Iniciativa libre
         
La iniciativa del Padre, en cuanto Padre, puesto que se dirige al Hijo y tiene por finalidad el extender su paternidad  a sus hijos, es, por esencia, una iniciativa personal y libre. La fe nos enseña que Dios es libre en todas sus obras "ad extra", o sea, respecto a sus creaturas. La creación es una acto plenamente libre para Dios, Denz 3002, con más razón es Dios Padre libre con relación a la redención; porque si fue libre para dar a las criaturas el ser de criaturas más ha de serlo para darles una participación en la vida del mismo Dios, y si Dios es libre al hacer al hombre de la nada, más aún lo es en hacerse él hombre para hacer a los hombres hijos de Dios.
         
Uno de los pasajes bíblicos en que con más énfasis se enuncia la plena libertad de Dios en toda la economía de la salvación es el comienzo de la epístola a los Efesios: "Dios Padre... "nos ha escogido en Jesucristo por amor, habiéndonos predestinado a ser hijos suyos... conforme al beneplácito de su voluntad, según la riqueza de su gracia... dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su benevolencia..., predestinados por designio del que es eficaz en todas las cosas, según el consejo de su voluntad", Efes l, 4-11. Pablo se maravilla ante el misterio que Dios, creador de todas las cosas, conservaba oculto desde el principio de los tiempos hasta descubrirlo ahora en su Hijo Jesucristo, l Cor 2, 7. Por lo tanto es un designio libre de Dios; libre en su decisión y libre también en su ejecución.

3.1.3. Iniciativa gratuita
         
La iniciativa del Padre además de libre, es gratuita, es decir, inmerecida de nuestra parte. En efecto, cuando aún estábamos esclavizados por el pecado y sometidos a una Ley que, lejos de rescatarnos, nos retenía en él, Rom 6, 17.20; Dios quiso mostrar con nosotros su misericordia, Rom 11, 32; porque: "aún cuando éramos pecadores", Rom 5, 8: "cuando aún estábamos muertos a causa de nuestras culpas, Dios, rico en misericordia, por el inmenso amor con que nos amó", quiso redimirnos, y "nos dio la vida con Cristo, para patentizar la ... extraordinaria abundancia de su gracia con su bondad hacia nosotros, en Cristo Jesús...".  La salvación no viene de nosotros sino de Dios, Efes 2, 4-10. Así pues, "no somos nosotros los que nos hemos adelantado a amar a Dios, ¡al contrario!, El fue quien se adelantó a amarnos, y nos envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados"...de modo que "por él tengamos vida", 1 Jn 4, 10-19­
         
La Sagrada Escritura es bien explícita en afirmar que la gratuidad de la redención es iniciativa absoluta divina y manifiesta plenamente la incapacidad radical del hombre para redimirse: la salvación sólo viene de Dios.

3.1.4. Iniciativa de amor 
         
Dios Padre, que es AMOR, quiso otorgarnos el don de la filiación divina por medio de su Hijo. La gracia de redención (justifi­cación), es decir, la gracia santificante, es precisamente gracia de filiación divina. Esta gracia se nos otorgó por medio de los méritos de Jesucristo para ello nos libró del obstáculo del pecado, para reincorporarnos en Cristo al Padre, por la acción de su Espíritu. Así nuestra relación personal de criaturas con el Dios Uno y Trino sólo puede entenderse como la respuesta a una llamada gratuita de Dios, de quien es la iniciativa, y como Dios uno y tripersonal, quiere comunicarse con el hombre. (La nueva creación de S. Pablo).

         
En conclusión: la iniciativa de la redención es un acto soberanamente libre y gratuito fue una iniciativa de amor. El Dios AMOR no puede hacer las cosas sino por amor (ya sea amor de creación o amor de redención). Y donde se muestra más infinitamente el amor de Dios a los hombres fue, al enviar a su Hijo único al mundo y entregarlo a la muerte para acoger de nuevo como hijos a los hombres subyugados por el pecado. Así, en verdad, Dios no escatimó a su Hijo sino que por amor al mundo lo envió para salvar a los hombres del pecado y de la muerte eterna. Rom 8, 32; Jn 3, 16-­17.



Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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