Vida después de la muerte - 3º Parte




P. Ignacio Garro, S.J.
Seminario Arquidiocesano de Arequipa


La Muerte


1. El hecho y el concepto de la muerte

Hablamos de muerte en el sentido corporal o físico, que consiste en que toda vida orgánica perece antes o después. Esta muerte se produce en todo ser viviente. En el ser humano la muerte consiste en la separación del alma (inmortal) del cuerpo (mortal). Nos referimos, por tanto, a la muerte corporal o física, que es el más propio y que la Sagrada escritura describe como la vuelta a ser polvo, Gen 3,19, la disolución, Filp 1,23; 2 Tes 4,6, abandono de la morada terrestre, 1 Petr 1,14; 2 Cor 5,1.4,  o dormición, Mt 9,24, o de descenso, Apoc 14,13.
Está de más decir que la muerte corporal de la raza humana, en el sentido explicado, es un hecho real, natural que lo da la experiencia diaria, tan evidente, que no necesita demostración.


2. Origen de la muerte

"La muerte en el actual orden de la salvación, naturaleza caída y reparada, es consecuencia punitiva del pecado original originante"


Explicación

El hombre es mortal por naturaleza toda vez que consta de cuerpo y alma. El alma es inmortal, el cuerpo es biológico y de suyo tiende a descomponerse. Sin embargo sabemos por la Revelación, que Dios otorgó a nuestros primeros padres (Adán y Eva) el don preternatural de la inmortalidad corporal, es decir, que si no hubiesen pecado, ni ellos ni sus descendientes habrían muerto. Ahora bien, esa misma Revelación sobrenatural nos enseña que nuestros primeros padres, de hecho, desobedecieron al mandato que Dios les había impuesto para probarlos, con lo cual cometieron el pecado original originante. A consecuencia de ello, el Señor le infringió la muerte, según les había prevenido: "porque el día que comieres de él, morirás sin remedio", Gen 2,7. Así pues, la muerte adquiere el carácter de castigo o pena, en el sentido de que, a partir del pecado original originante, toda naturaleza humana queda despojada del don preternatural de la inmortalidad.

Magisterio de la Iglesia

Concilio de Trento: "Si alguno no confiesa que el primer hombre Adán, después de haber transgredido el mandamiento de Dios en el paraíso, perdió inmediatamente la santidad y justicia en  que había sido constituido e incurrió por la ofensa de esta prevaricación en la cólera e indignación de Dios y, por tanto, en la muerte con que Dios antes les había amenazado... sea anatema". Denz 1511. 

Adversarios
 
Pelagianos y Racionalistas: que afirman que Adán no tuvo el don de la inmortalidad y por tanto la muerte es sólo consecuencia de la naturaleza corruptible del cuerpo humano.

Sagrada Escritura
Gen 2,17: "Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él morirás sin remedio"
Gen 3,19: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado. Porque eres polvo y polvo tornarás".
Sab 1,13: "Dios no hizo la muerte"
Rom 5,12: "Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres".

Argumento teológico

Sto. Tomás advierte que el cuerpo humano, como es un compuesto, se corrompe naturalmente por la muerte. Vamos a señalar con toda precisión teológica las cuatro causas productoras de la muerte: material, formal, eficiente y final:

a. Causa material: La causa material de la muerte es la corruptibilidad intrínseca del cuerpo humano. Todo lo que se compone de elementos contrarios es naturalmente corruptible, pues lleva en sí mismo la causa de su corrupción. Pero tal es la condición del cuerpo humano formado de  elementos contrarios que luchan entre sí para conservarse en la existencia. Luego, tarde o temprano, esos elementos tendrán que disgregarse produciendo el fenómeno de la muerte.

b. Causa formal: La causa formal de la muerte del hombre es la separación del alma de su propio cuerpo, dejando de ser forma sustancial o principio vital. Hemos explicado que el alma es la que da la vida al cuerpo con el que está unido sustancialmente como forma sustancial del mismo. El cuerpo vive mientras el lama siga informándole; si el alma se separa, sobreviene inmediatamente la muerte del cuerpo, que se convierte en cadáver. 

c. Causa eficiente: La causa eficiente primara, remota y trascendente de la muerte del hombre es el mismo Dios, que ha condenado a ella al género humano en castigo del pecado original. “De todos los árboles del paraíso puedes comer; pero del árbol de la ciencia de bien y del mal no comas, porque el día que comieres ciertamente morirás”, Gen2, 17. “Por haber comido del árbol del que te prohibí comer . . .  eres polvo y al polvo volverás”, Gen 3, 17-19.
La causa eficiente secundaria, próxima y natural de la muerte del hombre es una enfermedad o un accidente que le arrebata la vida.

d. Causa final: la causa final siendo la muerte una privación, no tiene en sí misma, propiamente hablando causa final. Pero teológicamente hablando, podemos considerar como causa final de la muerte al  hombre su estado de hombre viador (homo viator) hombre pasajero, haciéndole llegar al estado de término donde ya no puede merecer ni pecar.




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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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