P. Adolfo Franco, S.J.
Marcos 4,26-34
Fundamental lección humana y cristiana: la parábola de lo oculto, la parábola de lo pequeño ¡Cuánta falta nos hace!
Este párrafo del Evangelio de San Marcos nos relata dos
parábolas del Reino de los cielos. Que entre sí tienen una gran afinidad.
La parábola de lo oculto
"La semilla germina y va creciendo, sin que él (el
agricultor) sepa cómo".
Cristo quiere enseñarnos a caminar por la vida
hacia el Reino, con firmeza, aunque muchas veces sea sin conocer el resultado,
sin tener evidencias constatables.
Quisiéramos tener constancia del fruto de nuestras acciones.
Dios actúa en lo oculto en el individuo, en la Iglesia misma, en la sociedad.
Cuando una persona ora ante un problema de un hijo, está realmente echando una
semilla. Muchas veces no se ve que la planta aparezca, el pequeño tallo no
asoma. No se ve ningún resultado. Y hace falta mucha fuerza, para mantener la
esperanza cierta de que la semilla va desarrollándose, y no sabemos ni cómo es.
En el camino cristiano, hay que saber que muchas veces
caminamos a oscuras, en el no saber. Parece que todo es inútil, que no hay
resultados. Pero la semilla sigue el programa de su propio crecimiento y de su
propia fecundidad. Cuando en la Iglesia parece que las cosas no van como uno
quisiera. Cuando parece que el cristianismo (como pasa en algunas regiones)
disminuye en su fuerza, en su fuerza aparente, tenemos la tentación de hacer un
juicio a base de estadísticas, y de resultados tangibles. Pero la semilla actúa
con su fuerza incontenible, pero en el silencio de la noche, y en lo oculto de
la tierra.
La parábola de lo pequeño
"Un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es
la semilla más pequeña..."
Otra lección importante del Reino de los Cielos, y muy
necesaria para que entendamos la forma de actuar de Dios. Este planteamiento
choca con nosotros que tendemos a buscar lo grande, lo que destaca por ser
importante. Este estilo de lo pequeño es el de todo el Evangelio: lo pequeño
que fue la aparición de Dios en el mundo, como un granito de mostaza; lo
pequeño que era el núcleo de los primeros seguidores de Cristo ignorantes e
insignificantes, como un grano de mostaza. Un niño es el más importante en el
Reino de los Cielos. Jesús busca al enfermo más insignificante (el que llevaba
treinta años, sin nadie que lo socorriera), es siempre la misma presencia del
grano de mostaza.
A veces quisiéramos ver las realizaciones de Dios, y los
frutos de nuestras acciones como un espectáculo grandioso, como un "gran
triunfo", y todo resulta tan pequeño (aparentemente) como un grano de
mostaza. Hasta detalles en toda la historia de la Iglesia, como las apariciones
de la Virgen: en Guadalupe al indio Juan Diego (no a uno de los Misioneros),
como el grano de mostaza, y lo mismo en Lourdes y en Fátima. Es siempre lo
mismo: el Reino de los Cielos parece tan pequeño como un grano de mostaza. Pero
en realidad termina haciéndose (si antes ha sido pequeño de verdad) más grande
que los demás arbustos, y puede cobijar a las aves del cielo.
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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
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