5. Pedagogía - Metodología
El MEJ es propuesto como un camino de crecimiento humano y espiritual. Entre los 5 y 25 años, una persona se construye, se descubre, se forma y se transforma. Con la finalidad de ayudar a los jóvenes a vivir estas etapas, el MEJ, fuerte de su larga tradición, se desea como un camino para elegir la vida. Por eso se dice que la pedagogía del MEJ conduce al niño y al joven a un proceso personal de elección.
En la visión educativa del MEJ, el joven es percibido como una persona dotada de libertad, una persona en pie, en equilibrio, feliz con los diversos componentes de su personalidad (física, psicológica, social, afectiva y espiritual), también como una persona en camino, en búsqueda: ser de deseos, en crecimiento hacia una mejor realización de si mismo.
La base pedagógica es la experiencia comunitaria de pequeño grupo, con reuniones semanales, guiadas por un animador quien ha recibido una formación para ello, donde se comparte la vida real y se tratan los temas necesarios a la formación humana y cristiana de los niños y jóvenes.
De esta manera en el MEJ los jóvenes y los niños aprenden a descubrir el mundo como el lugar de encuentro con el Señor, donde aprenden a recibir de él la vida, a agradecerla, a ofrecerla. Pues es en este mundo, Dios mismo se ha encarnado y esta encarnación hace indisociables los dos movimientos, que se viven personalmente y con los demás:
- De búsqueda en este mundo de la presencia de Dios, que es una llamada a la libertad.
- De compromiso en el mundo para construirse, tomando responsabilidades. Es en esta dinámica que se habla de una visión fundada en la Eucaristía vivida y celebrada, pues, siguiendo a Cristo, el cristiano y por lo tanto el joven mejino está llamado a recibir y dar su vida gratuitamente con la finalidad de ser enteramente para y con los demás. Es de esta manera que entra en la actitud de ofrenda con Cristo en la Eucaristía. También tres actitudes, inspiradas de la pedagogía de San Ignacio, son promovidas en el joven:
- Vivir sus relaciones personales, con Dios , con los otros sin separarlas.
- Buscar, con el Espíritu Santo, a parecerse cada vez más a Cristo.
- Progresar, en la identificación con Cristo, caminando según los siguientes ejes:
- Realizarse a si mismo guardando equilibrio en los diversos aspectos de su vida y cultivando el espíritu de alegría.
- Abrirse a Dios y al mundo, sin dejar de estar en búsqueda.
- Hacerse libre y disponible por medio de la dinámica eucarística.
- Elegir comprometerse para y con los otros en vista de construir un mundo más fraterno.
La pedagogía del MEJ: una pedagogía eucarística
Fundamentos espirituales de la pedagogía
La primera Eucaristía sucedió en un solo momento, durante la Ultima Cena, pero la vida de Cristo fue siempre una eucaristía. Su pedagogía con sus apóstoles fue también siempre una eucaristía. Todo en El fue eucarístico o bien, todo se puede interpretar a partir de la eucaristía. Es la pedagogía de la vida entregada. Siempre.
Entonces, en el MEJ deberá también ser así.
La pedagogía de Cristo con los suyos ha sido una pedagogía que parte de su propia vida, de su Corazón, siendo este un testimonio que los apóstoles pudieron ver y seguir. Una pedagogía de amor personal hacia los discípulos, de paciencia y preocupación por cada uno. Una pedagogía de comunidad, acompañando a los apóstoles en las experiencias misioneras y otras. Una pedagogía que incita a los discípulos a aprender a dar su vida. Finalmente, es una pedagogía de la vida entregada por los demás, por amor hacia los suyos. En esto consiste una pedagogía eucarística.
Para comprender bien la eucaristía, se debe conocer lo que pasaba en el corazón de Cristo en el momento de la Ultima Cena:
Un Corazón Eucarístico
Su corazón de Hijo, su docilidad a la voluntad del Padre, es la nueva forma de sacrificio agradable a Dios, el sacrificio espiritual, que consiste en ofrecerse uno mismo en la obediencia. Es el nuevo sacerdocio, que consiste en darse uno mismo.
El Salmo 40 refleja bien esto cuando dice que Dios no se complace ni con sacrificios ni con las ofrendas de cereales, pero más bien en la respuesta del corazón “Heme aquí, mi Dios, para hacer tu voluntad” (7-8). Igualmente, la epístola a los Hebreos comenta, diciendo que Jesucristo “hizo la voluntad de Dios ofreciendo
su propio cuerpo en sacrificio una vez por todas” (He 10. 5-10).
Este sacerdocio y este modo de vida alcanzan su expresión culminante en la Última Cena, donde Jesús abre y entrega de cierta manera su Corazón a sus discípulos (es decir, la totalidad de su vida).
Aquella noche, Jesús traduce en palabras y en gestos aquello que le quema por dentro, es decir, su amor de donación al Padre y la humanidad. El hizo del pan y del vino el signo (sacramento) de su manera de vivir, resumiendo en ello toda su vida: este pan, soy Yo, les dijo; este vino, soy Yo, ofrecido, derramado por ustedes.
El pan y el vino eucarísticos se convierten en un reflejo de lo que había en su Corazón.
Siempre, Jesús fue el pan entregado, siempre fue el vino ofrecido. Por esos gestos, el indicaba también su aceptación, por amor a la humanidad, de la muerte cruel que se le venía encima, muerte injusta y no deseada, pero que serviría para mostrar el amor mas grande.
Diciéndoles “Hagan esto en memoria mía”, él invitaba a sus discípulos a asociarse a su propia vida ofrecida por amor a sus hermanos y a hacer lo mismo. No les invitaba únicamente a celebrar la Eucaristía en memoria suya, sino les invitaba sobre todo a dar sus vidas (dar sus corazones!). El sentido del Evangelio de Juan que narra el lavado de los pies en el contexto de la Última Cena no es distinto, puesto que expresa la misma lógica eucarística de la ofrenda de una vida al servicio de los hermanos y hermanas. Ser discípulo, es tener el mismo Corazón de Jesús, es decir, el mismo modo de vida ofrecida por amor hacia los otros.
El cristiano está llamado a identificar en esta actitud de vida ofrecida la nota más característica y permanente del Corazón de Jesús. Es esto que lo que podemos llamar el Corazón Eucarístico de Jesús. Es esta actitud de su Corazón que queremos imitar cuando pedimos “Has nuestro corazón semejante al tuyo”, o
cuando cada mañana hacemos la ofrenda de la vida al Padre.
El MEJ fue fundado para poner en práctica esta pedagogía eucarística. La vida en el MEJ enseña a los jóvenes a vivir con Jesús y según su estilo (es decir, según el Corazón de Jesús, el corazón eucarístico, entregado por la humanidad)
En el MEJ se hacen diversas actividades, se viven experiencias muy ricas e importantes, se encuentran nuevos amigos … pero lo principal y lo más importante es el encuentro y el conocimiento de Cristo. Todas las actividades que el MEJ desarrolla y propone, como los encuentros, campamentos, juegos, etc., son para
invitar al mejino a descubrir a Jesús, a conocer su alegría, su amistad, y los desafíos que El propone en la vida del joven de hoy. Según las palabras del Padre General de la Compañía y Director General del MEJ, P. Adolfo Nicolás, al MEJ de Francia en el 2009:
Es justamente el sentido de su espiritualidad Eucarística. Ustedes son invitados a dejar modelar sus vidas por la Eucaristía. Son las palabras del Papa Juan Pablo II en su comunicado a los responsables mundiales del Apostolado de la Oración en 1985:
“Ustedes deben además esforzarse en formar cristianos que sean interiormente modelados por la Eucaristía, que tenga la fuerza de comprometerse generosamente movilizando todas las dimensiones de
sus vidas en un espíritu de servicio hacia los hermanos, como el Cuerpo de Cristo ofrecido y su Sangre derramada”.
¿Cómo puede ser esto posible?
La Eucaristía es una fuente de inspiración para la vida. Incluso si la participación a la Misa, de una manera regular, es esencial para entrar a nuestro turno, siempre aún más, en esta ofrenda de nuestras vidas, lo que es más importante es que toda nuestra vida se deje impulsar por este dinamismo eucarístico. La Eucaristía es para el mejino una manera de vivir.
En todo, siempre, en “todas las dimensiones de su vida”, es vivir “el servicio hacia los hermanos”. Es vivir una vida eucarística durante la semana, incluso cuando no estoy en la iglesia. Es una espiritualidad que nos enseña a acoger y a agradecer el regalo de la vida, para darla, como consecuencia, en el
servicio de los demás.
Esta manera de vivir es la manera de vivir de Cristo. Y encontramos todo el sentido de la vida de Cristo, como un verdadero resumen, durante la Última Cena. El revela por sus gestos y sus palabras el significado último de su vida entregada por nosotros.
Se puede comprender la misa si se comprende el sentido que Jesús dio a sus gestos y palabras durante la Última Cena.
Otra citación del Papa, esta vez de Benito XVI, nos ayuda a comprender el sentido profundo de los gestos de la Eucaristía por Cristo, él mismo:
“¿Qué está sucediendo? ¿Cómo Jesús puede repartir su Cuerpo y su Sangre? Haciendo del pan su Cuerpo y del vino su Sangre, anticipa su muerte, la acepta en lo más íntimo y la transforma en una acción de
amor. Lo que desde el exterior es violencia brutal ―la crucifixión―, desde el interior se transforma en un acto de un amor que se entrega totalmente. Esta es la transformación sustancial que se realizó en el
Cenáculo y que estaba destinada a suscitar un proceso de transformaciones cuyo último fin es la transformación del mundo hasta que Dios sea todo en todos (cf. 1 Co 15, 28). Desde siempre todos los hombres esperan en su corazón, de algún modo, un cambio, una transformación del mundo. Este es, ahora, el acto central de transformación capaz de renovar verdaderamente el mundo: la violencia se transforma en amor y, por tanto, la muerte en vida”. (XX JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD, Colonia – Marienfeld, 21 agosto 2005) »
En conclusión, vivir una espiritualidad eucarística compromete toda la vida del cristiano. Es el gran desafío del MEJ, y de todos aquellos que toman seriamente su propuesta espiritual. Es un programa de vida al servicio de la transformación del mundo, que inicia con la transformación de nuestros
corazones.
Entonces, vivir la espiritualidad y la pedagogía del MEJ es una relación constante con la eucaristía, como una fuente de inspiración por la vida, de alimento para el espíritu y de compromiso al servicio del mundo. Una espiritualidad eucarística que nos impulsa a vivir una vida eucarística en todas las cosas.
Enlaces:
Movimiento Eucarístico Juvenil - 5º Parte - Pedagogía del MEJ Fundamentos Educativos
Movimiento Eucarístico Juvenil - 4º Parte - Pedagogía del MEJ Fundamentos Espirituales
Movimiento Eucarístico Juvenil - 3º Parte - Espiritualidad del MEJ
Movimiento Eucarístico Juvenil - 2º Parte - El MEJ y el Apostolado de la Oración
Movimiento Eucarístico Juvenil - 1º Parte - Historia
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Agradecemos al P. Antonio González Callizo, S.J. por su colaboración.
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