Contemplación Ignaciana


P. Miguel Girón, S.J.


Contemplar es ponerse en contacto con Jesús, que por mí se ha hecho hombre. Sólo hay que entrar en la contemplación “con gran ánimo y liberalidad con su creador y Señor”. Sabiendo que “no el mucho saber harta y satisface el alma, sino gustar las cosas internamente” (S. Ignacio)

“Entrarás en la contemplación, si experimentas ánimo, fuerza, consolación, lágrimas, inspiraciones y quietud”

Los ejercicios espirituales te llevarán a conocer y a seguir a Jesucristo discurriendo y contemplando.

Contemplación: Según los grandes místicos (Sta. Teresa, S. Juan De la Cruz) es llegar al culmen de la experiencia mística, despojándose de las imágenes para llegar a la unión con Dios.

S. Ignacio ofrece la contemplación a los que desean conocer a Jesucristo y al Dios de Jesucristo. La contemplación la centra por medio de la humanidad, en los relatos del Evangelio, va más allá del discurrir y de nuestras consideraciones. Es sencillamente. Mirar, dejarse tocar, asombrarse, dejarse afectar por lo que se contempla. Es dejar que el corazón se sorprenda como algo inesperado y querido, como don gratuito del amor de Dios, que se nos comunica, como un amigo se comunica con su amigo (Sta. Teresa)

“Tratar de amistad con aquel que me ama estando a solas con Él”

El Diccionario de Espiritualidad dice que Contemplación es la oración del corazón, distinta de la vocal centrada en los labios y la mental centrada en la mente. Supera a ambas porque nadie se contenta en conocer solo nombrando y pensando en Dios, sino en amarlo de corazón.

La contemplación no es especulación, moralismo ni discurso conceptual. Crea imágenes de gran dinamismo, construye a la persona. Contemplar es mirar, gustar internamente, abrir los ojos del corazón para que el Dios de la vida entre y se quede con nosotros a cenar (Ap. 3,20), es mirar con el corazón a Jesús. Lo que vemos desde el corazón es lo que nos mueve a actuar. Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos. Ejemplo: Perdón del hijo pródigo… el amor del Padre.

Para contemplar hay que poner en juego mente, imaginación, sentidos, afectos. Jesucristo se deja tocar, ver, escuchar.

“Conocerles para más amarle y seguirle”. “Felipe, quien me ve a mi, ve al Padre”

La Imagen es importantísima. Hoy ha invadido el mundo. Es la forma de representar la realidad que no se ve, ni se toca. Frente a la Palabra que ha perdido fuerza, la Imagen tiene un poder inmenso. Será un instrumento válido para la unión con Dios en la oración (Ejemplo Vida de Cristo de Van Hole – Iglesias y claustros de monasterios antiguos. Capilla de la Penitencia). Gran importancia de la “Composición del lugar y mirar las personas, oír lo que dicen y ver lo que hacen” en los Ejercicios Espirituales.

La imaginación es ambivalente (Sta. Teresa la llama la loca de la casa) No se trata de fantasear con ella, sino de hacer que por medio de ella se centre y encauce nuestra afectividad. Con la imaginación podré conectar con el misterio: sentimientos y actitudes de Jesús. Al final, lo que queda no es tanto lo imaginativo, sino lo que se ve con sincero corazón, con corazón limpio.

La contemplación es una experiencia de amor gratuito. Lo que se pide es abrirse al Espíritu Santo, con disponibilidad, dejándose hacer para que el Espíritu actúe. Es gustar la Palabra internamente como María, que saboreaba los misterios de la vida de Jesús en el silencio del corazón.

Los puntos de a contemplación según los Ejercicios Espirituales de S. Ignacio son:

  1. Ver: Mirar las personas, lugares.
  2. Mirar: Caer en la cuenta, interpretarlo – comprender lo que conecte conmigo, con mi historia.
  3. Reflexionar: Para sacra algún provecho – algo que genere en mí alguna actitud: la misma actitud de Cristo Jesús. Por ejemplo Humildad.

La primera anotación del libro de los Ejercicios dice así “Quitar de mí todos los afectos desordenados para buscar y hallar la voluntad de Dios en mi vida”. Condición para entrar en Ejercicios.

Las peticiones que señala S. Ignacio según las semanas de Ejercicios son:

2º Semana: Conocimiento interno de Cristo para más amarlo y seguirlo.

3º Semana: Dolor con Cristo doloroso y quebranto con Cristo quebrantado.

4º Semana: Alegrarme y gozarme intensamente de la alegría y gozo de Cristo resucitado.

Final: Conocimiento interno de tanto bien recibido, para que yo enteramente reconociendo pueda en todo amar y servir a su Divina Majestad (Contemplación para alcanzar Amor)

Contemplar es entrar en el silencio interior

Para que el misterio se contemple es necesario acallar miedos, voces, afectos desordenados, poseer la humildad, capacidad de acoger, de perdonar, de amar en la dimensión de la Cruz.

Fruto de la contemplación es el discernimiento, deseo de buscar y hallar la voluntad de Dios en todas las cosas. Llegar a discernir supone conocer su modo de sanar, perdonar, amar y salvar a todos.

El discernimiento ayuda a conocer los engaños del demonio y luces del Espíritu Santo y sus mociones. Cfr. Reglas de S. Ignacio para conocer espíritus.


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Agradecemos al P. Miguel Girón S.J. por su colaboración.

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