P. Vicente Gallo, S.J.
Aprender para saber, 1º Parte
“Señor de misericordia, que por tu Palabra lo hiciste todo: Tú, que por tu sabiduría formaste al hombre para que él dominara todas las creaturas de tus manos, y también para que gobernase al mundo con santidad y justicia, y que así mismo pronunciara sentencias con alma recta. Dame esa sabiduría que procede de tu trono y nunca me rechaces del número de tus hijos... Pues el más perfecto de entre los hombres, si le faltara la sabiduría que viene de Ti, Señor, no merece ninguna consideración”.
(Sabiduría 9, 1-4 y 6)
Ir a buena Escuela
I
“Nadie nació sabiendo”, afirma un dicho popular. Ni el leer o escribir; ni aun el hablar siquiera. Todo necesita un aprendizaje. Por eso, todo se nos enseña en base a trabajar en ello; y todo procuramos aprenderlo con el debido esfuerzo. Lo más importante, nos afanamos por aprenderlo mejor. Y para las cosas difíciles, se establecen unas Escuelas a las que se va para aprender.
Sin embargo, para una cosa tan difícil y tan importante como es saber vivir bien la relación de pareja en el matrimonio, no se siente necesidad de Escuela alguna, se piensa que es algo natural que ya se sabe. Pero ni se nace sabiendo convivir en matrimonio, ni es fácil o normal aprenderlo desde lo que se ve en el entorno familiar y social donde uno se cría.
La mayor parte o quizás todos los matrimonios que uno llega a conocer de cerca, aun el matrimonio de los propios papás, viven improvisadamente su relación de pareja y muchas veces mal; porque tampoco a ellos les enseñó nadie a vivirlo adecuadamente. Los amigos, que se casan también, no le sirven a uno de modelo feliz a imitar, ya que ellos igualmente lo improvisan como pueden, y nunca se les enseñó lo que al respecto deberían saber. Leyendo lo que hemos dicho en las publicaciones de esta Etiqueta (Matrimonios y Parejas), pienso que algunos habrán ido diciendo: “¡Qué verdad es esto! Pero nadie me lo había hecho conocer antes”.
Ojalá haya acertado a escribir cosas que de veras interesen a muchos, y que las lean con verdadero gusto al encontrarlas. Personalmente voy hallando muchos matrimonios que tienen frecuentes problemas en su vida de relación en pareja, y que cuando se les dicen estas cosas lo agradecen, porque no las sabían.
Pero estoy convencido de que ni el leerlo repetidas veces, ni el aprenderlo de memoria al encontrarlo aquí, no ya el uno, sino ambos esposos, les servirá demasiado. Necesitan otra cosa: aprenderlo trabajándolo entre los dos, de manera sistemática y guiados por quienes lo saben y lo pueden enseñar. Es la Escuela a la que necesitan acudir. Yo les aseguro que esa Escuela ya existe y funciona muy bien, experimentada ya muchos años, con las mejoras que se han ido incorporando, y con mucho éxito. Tengo la satisfacción de haber “enseñado” en ella muchos años.
Son los Fines de Semana del llamado “Encuentro Matrimonial Mundial”, que desde hace más de treinta años se vienen dando en unos ochenta países del mundo entero, y que los han vivido muchos miles de parejas; sólo en México, por ejemplo, más de ciento veinte mil; y muchísimas en Estados Unidos, en Canadá, en casi todos los países de América Latina, de Europa, de Asia, de Africa, y de las islas de Oceanía. Es un Movimiento Católico, pero que lo han adoptado también en otras que decimos Iglesias o creencias; pues, aun con su enfoque Católico, que lo mantiene, sirve para todos los que creen en el matrimonio y que la salvación urgente de la humanidad pasa por la salvación de las familias.
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Agradecemos al P. Vicente Gallo SJ por su colaboración
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