Comentario del Papa Francisco a la intención del mes
Es importante reiterarlo: «La inteligencia artificial, la robótica y otras innovaciones tecnológicas deben emplearse de tal manera que contribuyan al servicio de la humanidad y a la protección de nuestra casa común, en lugar de lo contrario, como algunos análisis, lamentablemente, prevén.»
(Mensaje al Foro Económico Mundial en Davos, 12 de enero de 2018).
La dignidad inherente de cada ser humano debe colocarse firmemente en el centro de nuestra reflexión y de nuestra acción. A este respecto, conviene señalar que la denominación de “inteligencia artificial”, aunque ciertamente de efecto, puede ser engañosa. Los términos ocultan el hecho de que ―a pesar del útil cumplimiento de las tareas serviles (es el significado original del término “robot”)―, los automatismos funcionales siguen estando cualitativamente distantes de las prerrogativas humanas del saber y del actuar. Y por lo tanto pueden llegar a ser socialmente peligrosos. Además, el riesgo de que el hombre sea ‘tecnologizado’, en lugar de la técnica humanizada, ya es real: a las llamadas “máquinas inteligentes” se atribuyen apresuradamente las capacidades que son propiamente humanas.
Necesitamos entender mejor qué significan, en este contexto, la inteligencia, la conciencia, la emocionalidad, la intencionalidad afectiva y la autonomía de la acción moral. Los dispositivos artificiales que simulan las capacidades humanas, en realidad, carecen de calidad humana. Hay que tenerlo en cuenta para orientar su regulación de uso y la investigación misma, hacia una interacción constructiva y equitativa entre los seres humanos y las últimas versiones de las máquinas. Las máquinas, de hecho, se propagan en nuestro mundo y transforman radicalmente el escenario de nuestra existencia. Si conseguimos tener en cuenta estas referencias también en los hechos, el extraordinario potencial de los nuevos descubrimientos puede irradiar sus beneficios a cada persona y a toda la humanidad.
Actitudes del mes para encarnar en nuestra vida
Las intenciones de oración del Papa nacen de la compasión por el mundo y, por lo tanto, expresan desafíos para la humanidad y para la misión de la Iglesia. Cuando Francisco nos confía sus intenciones de oración, nos ayuda a acercarnos al corazón de Cristo, a contemplar el mundo con sus propios ojos: «El corazón de Cristo es tan grande que desea acogernos a todos en la revolución de la ternura.
La cercanía al Corazón del Señor insta a nuestro corazón a acercarse a nuestro hermano con amor, y nos ayuda a entrar en esta compasión por el mundo»
Francisco.
Cada intención puede ser desplegada en actitudes concretas que ayudan a encarnarla en la propia vida. Estas actitudes constituyen “una bajada” a la vida concreta y por tanto orientan el diseño de contenidos en los diversos proyectos de la RMOP, las instancias de formación, oración y actividades apostólicas en las comunidades cuyo tema sea la intención de oración mensual. Las actitudes orientan el modo de concretar en la propia vida, la intención de oración.
La actitud que aparece en el centro es la actitud global mensual, la cual es desplegada en actitudes concretas a trabajar durante el mes.
Humanizar la tecnología
El Papa Francisco en Laudato Si, nos dice que el paradigma tecnocrático está muy arraigado en nuestras vidas y muchas veces sin darnos cuenta obramos sosteniendo y apuntalando dicho paradigma, en la falsa creencia de que todo progreso tecnológico, es siempre bueno como si el bien y la verdad pudieran brotar espontáneamente de la tecnología.
Es cierto que, gracias a un ordenador, podemos analizar los problemas de la humanidad a través de estadísticas, obtener informes rápidos, y facilitar la búsqueda de soluciones. Pero es también cierto que ningún ordenador puede dar solución a estos problemas y que estos problemas no son datos.
Los problemas que padece la humanidad, hambre, guerra, desempleo, los sufren personas, hombres y mujeres concretos, con nombre e historia propia, y otros tantos hombres y mujeres son quienes están llamados a compadecerse y atender estos desafíos.
Todo avance y desarrollo tecnológico debe ser un servicio al bien común, concretar la fraternidad y tener por centro a la persona. No debemos caer en la trampa de la ausencia de límites y del progreso indefinido. El progreso que daña la herencia de la casa común, descarta personas, deja sin trabajo a gran número de personas y hace un ídolo de la eficiencia y la eficacia, no es progreso, sino abuso de poder.
Al progreso tecnológico se le debe imponer el límite del bien común y el bienestar de las personas como valor inalienable.
Cada uno, en nuestras pequeñas decisiones diarias, al encender el ordenador o smartphone, al atender una video llamada, o al analizar un problema estamos llamados a colocar en el centro a las personas amándolas y a usar las cosas poniéndolas al servicio de ellas.
Del amor que vuelque en mis decisiones, depende que la tecnología se humanice o que tecnologicemos al ser humano.
Recemos este mes para que el progreso de la robótica y de la inteligencia artificial esté siempre al servicio del ser humano.
FERNANDO IANCHINA
EQUIPO NACIONAL
RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA
ARGENTINA - URUGUAY
Material extraído de:
https://www.popesprayer.va/wp-content/uploads/2020/05/Oracion-y-Servicio-2020-2.pdf
DISCURSO A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA PLENARIA DE LA ACADEMIA PONTIFICIA PARA LA VIDA.
FRANCISCO
25 DE FEBRERO DE 2019
VER EL TEXTO COMPLETO:
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20190225_PLENARIA‐ACCADEMIA‐VITA.HTML
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FUENTE: REVISTA DIGITAL, RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA, NOVIEMBRE 2020 - Nº48
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