V.P. FRANCISCO DEL CASTILLO SJ |
ORACIÓN
¡Oh Dios, Dador de todo bien!
que diste a tu siervo Francisco los dones de la oración asidua;
la predicación apostólica y entrega generosa a los desamparados.
Si es para tu mayor gloria y para exaltación de tu siervo,
concédenos la gracia, que te pedimos...
Y danos a nosotros el espíritu de oración, de apostolado y
de entrega a los desamparados.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
En una plaza limeña (El Baratillo) cuya cruz preside todo un ambiente de la época: casas, personas, símbolos, despreocupación; yace un esclavo negro, flagelado y maltratado como otro Cristo, por un poderoso patrón. Harapos, suciedad y carencia de alimentos muestran su extrema pobreza.
Al lado, su esposa, más joven, indica al P. Francisco Del Castillo, su estado. Este se acerca a él para asistirlo con la virtud que siempre le caracterizó: su gran caridad para con los negros, simbolizada en los dones que transportan sus benditas manos: manos de sacerdote, con carácter impreso en el sacramento para la cura de almas y cuerpos. De almas simbolizado en el Crucifijo que lleva en una mano para distribuir el alimento espiritual, y de cuerpo representado en la canasta de alimentos que lleva en la otra en actitud de dar.
El niño que acompaña al P. Francisco Del Castillo, plasma, la preocupación del P. Francisco por la niñez. educándolos en la doctrina y caridad cristianas; caridad para con los pobres y necesitados por amor a Cristo, como lo demuestra la actitud del niño, llevando en sus manos ropa para vestir al desnudo y pobre esclavo.
(Con licencia eclesiástica)
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