P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
5.5. LA MISIÓN REDENTORA DE JESUCRISTO Y SU TRIPLE FUNCIÓN SALVÍFICA
Acabamos de hablar de la función mediadora de Cristo, ahora queremos precisar cómo realizó esta mediación de una triple manera: profética, sacerdotal y real. Evocando a Jesús como Profeta, Sacerdote y Pastor. Triple aspecto que la Iglesia siempre ha distinguido e integrado en la función mediadora y salvífica de Cristo.
5.5.1. Jesucristo Profeta
Hay dos acontecimientos en el N.T. que señalan a Jesús como el Profeta esperado por el pueblo de Israel.
- 1º. En el pasaje del Bautismo en el río Jordán, Mt 3,13-14: Lc 3, 21-23: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco". Es una cita casi literal de Is 42, 1, y una manifiesta alusión a Is 61, 1: " He aquí mi siervo... mi elegido, en quien se complace mi alma. He puesto mi Espíritu sobre él, y el dará la ley a las naciones...". "El espíritu del Señor, Yahvé, descansa sobre mí, pues Yahvé me ha ungido y me ha enviado a predicar la buena nueva...”. Jesús es el profeta, sobre el cual ha descendido el Espíritu de Dios para que anuncie la buena nueva del Reino de Dios como consolación al pueblo de Israel, Mt 11, 5-6. El Espíritu de Dios, que había hecho sentir su presencia en los profetas del A.T. Am 3,8; Jer 20, 7; Is 11,3; Ez 2,1; Zac 7, 12, está también presente en Jesús de una manera especial y le guiará en su predicación y en su acción, Mc 1, 13; Mt, 4,1; Lc 4,1.
- 2º. Escena de la Transfiguración, Mc 9, 2-12; Mt 17, 1-13; Lc 9, 28-36, aparece Jesús como el celestial "Hijo del hombre", descrito por Daniel, Dn 7, 13-14, envuelto en los fulgores de la gloria divina y acompañado de los dos profetas más grandes del pueblo judío: Moisés e Isaías, que habían comunicado a otros su espíritu profético, Num 11, 16-30; 2 Reyes 2, 1-8. La voz divina: "Este es mi Hijo predilecto, escuchadle", hace patente el sentido de la escena: Dios Padre quiere que Jesús, su Hijo, sea escuchado, más que como profeta, como su Hijo predilecto, como el que posee la plenitud de la revelación. Dios en el A.T. había enviado a los profetas para que en su nombre hablaran a Israel: en Jesús enviaba a su propio Hijo predilecto, Mc 12, 1-12; Mt 21, 33-45.
Jesús se aplicó a sí mismo raras veces el titulo de profeta, Mc 6, 4; Mt 13, 57; Lc 4, 24; 13,13, pero en su predicación manifestó claramente la conciencia de que su misión era, al mismo tiempo, semejante y superior a la de los profetas del A.T. Así lo demuestra la parábola de los viñadores, Mt 21, 33-46. Jesús tiene conciencia que su misión está por encima de la de los profetas y del mismo Juan el Bautista, Mt 11, 11; Lc 7, 28: "La ley y los profetas hasta Juan el Bautista; desde entonces es predicado el Reino de Dios", cuyo instaurador es Jesús mismo, Lc 16, 16; con la llegada del Reino ha comenzado a ser realidad lo que los profetas habían deseado ver, Lc 10, 23-24. Jesús es consciente, en su misión profética, que con su persona ha llegado ya el fin de los tiempos, Mc 1, 15; Mt 11, 1- 6: su predicación representa la revelación salvífica definitiva de Dios. En los sinópticos podemos resumir la función de Jesús como profeta diciendo: Que el Reino de Dios está ya instaurado, que está cerca y que está dentro de ustedes. Que hay que convertirse a este Reino, que Dios es Padre misericordioso, bueno, justo y fiel, tiene piedad con el débil, con el pecador, que Dios quiere salvar a todo el género humano. Que todos los hombres son hermanos. Que el Reino es de orden espiritual y no se concreta en riquezas y poder sino en la humildad y en la obediencia a Dios y sus preceptos. Que el pobre, el huérfano y la viuda, son los preferidos de Dios, todo ello en el horizonte de la Bienaventuranzas. Que él es el rey de ese Reino.
En el evangelista San Juan, Jesucristo es el profeta revelador del misterio del Padre, Jn 17, 4, y s.s: "Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste... He manifestado tu nombre a los hombres... Yo les he dado tu palabra... Yo les he dado tu gloria... Yo les he dado a conocer tu nombre". No es casual que este sea el tema fundamental de todo el cuarto evangelio. Los milagros de Jesús, no son sino signos de esa misión salvífico-profética que el Padre le ha encomendado. Por eso las "palabras" de Jesús dicen relación con sus "obras", es decir, los milagros (semeia) como signos salvíficos, Jn 8, 28; 14, 10-12. Así como Jesús no hace sino lo que ve que el Padre hace, Jn 5, 19-20; 8, 28. Asimismo no dice sino lo que ve en el Padre, lo que oye al Padre, lo que el Padre le encarga decir; él habla las palabras del Padre, Jn 3, 32-34; 8, 26-28; 12, 49-50. Por eso, creer a Jesús es creer al Padre; conocerle y verle (por la fe) es conocer y ver al Padre, Jn 5, 24, s.s.; 146,12. Así pues, la filiación divina de Jesús, su misión por el Padre y su íntima comunión de vida con el Padre son la razón por la cual sus palabras son palabras del Padre, Jn 8, 26-30; 12, 44-50.
Jesús en su misión profética nos enseñó y dio a conocer lo siguiente:
- Que él era verdadero Dios: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre", Jn 14, 8-10. Así nos daba a conocer quién es el Padre y cómo era una misma cosa con él y con el Espíritu, así Cristo nos introdujo en el gran misterio de la vida divina
- Nos reveló que además era verdadero hombre: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros", Jn 1, 14. "Nacido de mujer bajo la ley", Gal, 4,4,
- Nos dio a conocer el designio salvífico del Padre: "Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar el mundo, sino para que el mundo se salve por él", Jn 3, 17
5.5.2. Jesucristo Sacerdote y Víctima
No fue Sumo Sacerdote según el orden de Aarón, sino según el orden sacerdotal de Melquisedec. En la carta a los Hebreos 5, 1-4, leemos: "Porque todo sumo sacerdote es, tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo. Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón".
Por su misma definición el oficio sacerdotal es oficio principal de mediación. Cristo puesto que era verdadero Dios y verdadero hombre podía mediar perfectamente entre Dios, su Padre, y los hombres, sus hermanos. Cristo ejerció de manera perfecta esa doble mediación sacerdotal: ascendente (anábasís), y descendente (katábasís). De esta manera Cristo, comunicó a los hombres los dones de Dios haciéndonos hijos de Dios, y por otra parte, ofreció al Padre en nombre nuestro el homenaje y reparación que nosotros le debíamos. La carta a los Hebreos, 2, 17; 4, 15; 5, 7; 7, 24, muestra que Cristo era sacerdote según su naturaleza humana, y cómo el fundamento de su sacerdocio era la unión hipostática. Juan dice: "Y por ellos me santifico, para que ellos sean santificados de verdad", Jn 10, 17-18.
Esta misión sacerdotal la realizó Cristo ofreciéndose al Padre como víctima propiciatoria y expiatoria en el altar de la cruz en favor de los hombres. Sacrificio Pascual en el que Cristo pasa de este mundo al Padre por medio de la Resurrección, trayéndonos una nueva vida. Cristo es el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza que se ofrece a sí mismo en favor de los hombres, otorgándonos a nosotros la condición de verdaderos hijos de Dios
5.5.3. Jesucristo Rey o Pastor
La palabra Rey viene de "regere" = conducir, dirigir, se trata aquí de ayudar a los hombres para que encuentren su verdadera vida, vida de hijos de Dios, vida que lleva a la verdadera Vida: la salvación eterna.
La base bíblica está expresada en la imagen más familiar y bucólica de Jesucristo el Buen Pastor, Jn 10 1, s.s. Jesucristo cumple su misión real no de manera despótica sino humilde y servicial, como la imagen del buen Pastor que cuida cariñosamente sus ovejas, las lleva a verdes praderas y las hace descansar, acoge a la oveja perdida y cuida de las que están heridas, y finalmente está dispuesto a dar su vida por ellas.
Jesucristo cumple su función real recordándonos la importancia del cumplimiento de los 10 mandamientos y sobre el gran mandamiento que él nos dejó: "de amarnos los unos a los otros como él nos amó". Cristo se presenta como un rey-pastor legislador que nos da unos mandamientos y leyes que nos llevan a la verdadera vida fraterna a reconocer a Dios como Padre de todos los hombres, así nos lo enseña el apóstol San Juan en su Primera Carta 1 Jn 5, 3-4-: "Pues ésta es la caridad de Dios, que guardemos sus preceptos. Sus preceptos no son pesados, porque todo el engendrado de Dios vence al mundo".
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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