P. Fernando Martínez S.J.
Esta carta fue escrita por Pablo, desde Corinto, en un ambiente de tranquilidad y pasada ya la tormenta desatada en aquella comunidad. Esto acontecía durante el invierno del 57 al 58. Añoraba el apóstol por llegar hasta los confines del mundo, hasta España (finis terrae), para proclamar allí el evangelio de Jesucristo; y en ese viaje que estaba proyectando con tanta ilusión, se detendría en Roma para así poder visitar aquella comunidad tan vigorosa y ejemplar en la fe. “Se habla con admiración de vuestra fe” (1,8). Pero antes de este proyectado largo viaje, tenía que acercarse a Jerusalén para hacer entrega de la ayuda económica recolectada en las iglesias de Macedonia y Acaya (Rm 15,25-28).
Estos eran sus planes y proyectos. Lo que Pablo no sabía era que, efectivamente, haría un viaje a la capital del Imperio, pero no enseguida, sino dos años más tarde, después de sufrir la amenaza de los judíos, la prisión en Cesaréa, para embarcar luego encadenado y vigilado por haber apelado a la justicia del César.
La ciudad de Roma tenía entonces cerca de un millón de habitantes, y la comunidad numerosa de origen judío gozaba de bastantes influencias. Algunos de sus miembros se habían hecho cristianos y habían entrado en conflicto con sus hermanos de raza. Es probable que por este motivo de división, el emperador Claudio decretara la expulsión de la ciudad por bien de paz a todos los residentes judíos (Hch 18,2). Pero este edicto de expulsión dejó pronto de tener vigor (año 54) y un buen número de los expulsados judíos, cristianos y no cristianos regresaron a Roma.
Pablo conocía sin duda a varios de ellos. Pero la iglesia cristiana de Roma, aquella a la que se dirige Pablo, cuenta ya con no pocos miembros de origen no judío. Es a esta comunidad, quizás más culta, a la que Pablo desea hacerle llegar “la esencia” de lo que él predica y proclama como “evangelio” con la esperanza de que los cristianos logren tener un solo corazón y un solo sentir en Cristo. “Se trataría de animarnos mutuamente con esa fe de la que tanto vosotros como yo participamos” (1,12).
GUÍA DE LA CARTA A LOS ROMANOS
1,1-15
Saludo efusivo – Acción de gracias – Tengo muchas ganas de visitaros.
1,16-32
Tema central: Dios nos ofrece su amistad por medio de una fe en continuo crecimiento – Partiendo de la creación, la razón humana puede llegar a descubrir las perfecciones invisibles de Dios – En su idolatría los hombres se hacen esclavos de sus pasiones.
2,1-29
Gloria, honor y paz, para los que hacen el bien, tanto si son judíos como si no lo son. La ley se lleva escrita en el corazón, conforme a la propia conciencia. - ¿Y qué decir de ti, judío, que presumes de la ley y no la cumples? – La genuina circuncisión es la interior.
3,1-20
¿Son en algo superiores los judíos? – A ellos, Dios les confió sus promesas – Y Dios es fiel a su promesa – Pero, tanto judíos como no-judíos están sometidos al dominio del pecado – La misión de la ley era hacernos conscientes del pecado.
3,21-31
Pero ahora se ha manifestado la fuerza salvadora de Dios – De la entrega y muerte de Cristo, Dios ha hecho para el que cree, instrumento de perdón – No se salva uno porque cumpla la ley, sino en razón de la fe.
4,1-25
Veamos el caso de Abraham, padre de nuestra raza – La fe le valió el que Dios le concediera su amistad – La circuncisión es posterior – Abraham creyó en la promesa divina de que tendría una descendencia numerosa – Y no vaciló en su fe, a pesar de su edad y de la esterilidad de Sara – Reconoció así la grandeza de Dios – Es un ejemplo para nosotros.
5,1-11
Jesucristo nos mantiene en paz con Dios - ¡Hasta las dificultades nos llenan de alegría! – Cristo murió por nosotros: ¿puede haber mayor prueba del amor que Dios nos tiene? – La muerte de Cristo nos abre el camino de la fe.
5,12-21
Adán es figura de aquel que había de venir – Si la desobediencia de uno trajo consecuencias en todos, también la obediencia de uno ha traído la amistad de Dios – Cuanto más creció el pecado, más abundante fue la gracia de Dios.
6,1-23
Resucitados a una vida nueva – Si hemos muerto con Cristo, debemos confiar en que también viviremos con él – Sois muertos que habéis vuelto a la vida – Estamos bajo la acción de la gracia – Estamos al servicio del bien.
7,1-6
Una persona sólo está bajo la ley durante la vida – Al estar injertados en Cristo es como si hubiéramos muerto al pecado – Libres y abiertos a la nueva vida del Espíritu.
7,7-25
Pero, ¡la ley no es pecado! – Los mandamientos son santos, justos y buenos – Pero la ley deja al descubierto la perversidad del pecado – No soy más que un pobre hombre vendido como esclavo al pecado – Hago el mal que detesto – Mis desordenadas apetencias me tiene esclavizado.
8,1-17
Bajo la acción del Espíritu estamos en condiciones de realizar el ideal que entraña la ley – El sentir conforme al Espíritu conduce a la vida y a la paz – Habéis recibido un Espíritu que nos transforma en hijos y que nos permite exclamar: ¡Padre nuestro!
8,18-39
Los sufrimientos presentes no son comparables a la gloria que nos espera – Salvados ya lo estamos, aunque sólo en esperanza – Somos débiles pero el Espíritu viene en ayuda nuestra – Todo se encamina hacia el bien de quienes aman a Dios – Nada ni nadie puede arrebatarnos el amor de Dios que nos ha mostrado en Jesucristo.
9,1-33
Como judío, Pablo siente el drama de Israel – Los verdaderos descendientes de Abraham son los que nacen en virtud de la promesa – Dios tiene sus preferencias - ¿Es Dios acaso injusto? – Pero ¿quién eres tú, pobre hombre para exigir cuentas a Dios? – Por su misericordia los no-judíos han encontrado su amistad – Y para los judíos sus propias acciones han sido su piedra de tropiezo.
10,1-21
Soy testigo de que los judíos buscan a Dios, pero a ciegas – Se precisa la fe interior del corazón y su pública manifestación – La fe se despierta por la proclamación del mensaje y el mensaje es Cristo - ¿Es que no entienden el mensaje?
11,1-36
Dios ha escogido libremente un resto de Israel – Su fracaso al menos ha servido para que los gentiles se abran al evangelio – Y no presumáis los no-judíos, pues Dios es bueno siempre que vuestra vida responda a esa bondad – Pienso que al final, la salvación alcanzará también a Israel - ¿Y quién puede pretender conocer las ideas del Señor en esto?
12,1-13,14
Hacerse ofrenda viva y santa a Dios. Este es el auténtico culto – Pero vosotros dejaos transformar; renovad vuestro interior – Que cada uno se estime en lo justo – La nueva vida en Cristo – Venced el mal a fuerza de bien – Dad a cada uno lo que le corresponda – El que ama no hace mal al prójimo – Revestidos de Jesucristo y no fomentéis las desordenadas apetencias de la humana naturaleza.
14,1-15,13
Hay quienes tiene una fe poco formada – Actúe cada uno conforme a su propia conciencia – En vida o en muerte, del Señor somos – El es el único juez – Convivencia en paz y armonía entre los cristianos. ¿Dichoso el que puede tomar una decisión sin angustias de conciencia! – Procuremos agradar a los demás, buscando su bien y su crecimiento en la fe.
15,14-32
Pablo está contento con la tarea realizada y expresa una vez más su deseo de ir a Roma, de paso para España – Ahora viaja a Jerusalén y manifiesta su temor.
16,1-27
Recomendaciones, saludos y final solemne.
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Agradecemos al P. Fernando Martínez Galdeano, S.J. por su colaboración.
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