Carta a los Gálatas

P. Fernando Martínez S.J.



GUÍA DE LA CARTA A LOS GÁLATAS

1,1-5

Saludo breve y solemne.

1,6-24

¡Os habéis pasado a otro evangelio! – Lo que yo os anuncié no era cosa mía.

Jesucristo mismo me lo había revelado – Dios es testigo de que no miento.

2,1-10

Los apóstoles vieron que Dios me había confiado la misión de proclamar el evangelio a los no-judíos – Lo único que me pidieron es que no olvidase a la comunidad pobre de Jerusalén.

2-11-21

Es cierto que Pablo tuvo un enfrentamiento con Pedro en Antioquía, pero todo quedó muy claro: Dios nos restablece en su amistad por la fe en Jesucristo, y no por cumplir la ley.

Mi vida consiste en creer en el Hijo de Dios, que me amó y entregó su vida por mí.

3,1-22

Gálatas, ¿cómo sois tan insensatos? – El Espíritu estuvo en el origen de nuestra fe. – El ejemplo de Abraham y la promesa divina de una descendencia se cumple en Jesucristo, y de ella somos herederos, y así somos tratados como hijos de Dios – Aquel a quien Dios restablece en su amistad, por medio de la fe vivirá.

3,23-4,7

Incorporados a Cristo, os habéis revestido de Cristo – Y prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones.

4,8-31

Inquietud de Pablo por la fe de los gálatas – Abraham tuvo dos hijos: uno de su esclava (Agar) y otro de la libre (Sara) – El de la libre nace en virtud de la promesa de Dios – Es un signo de que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

5,1-26

Estamos llamados a gozar de la libertad cristiana – Lo que cuenta es la fe, que se hace vida en la práctica del amor – Si vivimos gracias al Espíritu, actuemos conforme al Espíritu.

6,1-10

La ayuda mutua como ley de Cristo – En una palabra, aprovechemos cualquier oportunidad para hacer el bien a todos y especialmente a los hermanos en la fe.

6,11-18

Despedida animosa.

“Gálatas, ¿cómo sois tan insensato? ¿quién os engatusó? ¡Y pensar que os puse ante los ojos a Cristo crucificado! Decidme solamente una cosa: ¿en razón de qué recibisteis el Espíritu de Dios? ¿Por cumplir la ley o por haber aceptado la fe? Vuestra insensatez no tiene límites. Si el Espíritu estuvo en el origen de nuestra fe, ¿vais a terminar confiando en lo humano? (Gal 3,1-3)


Carta a los Gálatas

Estando aún en Efeso (a. 55-56), le llegan noticias a Pablo de que las comunidades por él fundadas en la Galacia (zona norte) se encuentran sacudidas por causa de los nostálgicos cristianos “judaizantes”. Según éstos, el auténtico evangelio es el predicado y sostenido por los apóstoles de la iglesia de Jerusalén. Siguen manteniendo la vigencia de la observancia fiel de la ley de Moisés, incluido el rito de la circuncisión. Es, por tanto, un ataque frontal al anuncio evangélico hecho por Pablo.

Se trataba de un planteamiento radical que agitó de forma apasionada a las primerizas comunidades de cristianos. En el llamado concilio de Jerusalén (a. 48-49), Pedro y Pablo presentaron sus puntos de vista convergentes, y se llegó de hecho a una ambigua solución “de compromiso” con el fin de no ofender a la comunidad de Jerusalén dirigida por Santiago “el hermano del Señor”. Era una solución que se prestaba a interpretaciones confusas por parte de los “judaizantes”, de hecho los más intolerantes. (Véase Hch 15,1-31)

Se presupone que bastantes de estos “judaizantes” llegaron a tierras de Galacia (centro de la actual Turquía) y confundieron a los gálatas en el núcleo mismo de su identidad cristiana, sosteniendo que si un gentil quería ser cristiano que primero se hiciera judío. Era algo que Pablo no podía admitir pues contradecía su misión.

Para san Pablo la salvación era obra primordial de la “gracia” proveniente de ese Jesucristo, muerto y resucitado. Todo lo que el hombre podía poner de su parte era el aceptar o el no aceptar el amor que Dios le ofrecía en Cristo. Pero la salvación no se gana, se recibe. Lo esencial no era lo que el hombre podía hacer por Dios, sino lo que Dios había hecho por él y para él, por medio de Jesucristo y con vistas a él. Era en raíz un evangelio liberador.

Pero – argumentaban lo judaizantes – lo más destacado que Dios ha hecho por nuestra nación, era la ley que había entregado de forma directa a Moisés. Cristo era importante, y también la ley lo seguía siendo. A esto, Pablo replica: ¿En quién se funda nuestra nación judía? ¿No es, acaso, en Abraham, nuestro padre en la fe?

En vida y tiempos de Abraham no existía la ley, pero él llegó a alcanzar el favor de Dios, su promesa de concederle una descendencia capaz de formar un pueblo. Y esto lo alcanzó por un acto de fe. Cuando Dios le sugirió que dejara su propia tierra de Ur en Caldea y marchara alentado por la promesa de dar origen a un pueblo para él, Abraham puso entonces toda su confianza en ese Dios y le obedeció con total entrega. Fue la fe la que salvó a Abraham y no la ley; y afirma Pablo, “creyó a Dios, y esto le valió que Dios le concediera su amistad” (4,6). El auténtico hijo de Abraham, cualquiera fuere su raza, país, lengua o cultura, es el que hace su entrega de fe en ese Dios de Jesucristo, el Dios que nos supera y nos penetra más allá de lo más íntimo.

Llegado a este punto crucial, se pregunta Pablo: ¿Cuál puede ser entonces el lugar de la ley? Y responde: En primer término, la ley le descubre al hombre sincero y justo sus pecados personales voluntarios, y sobre todo le ayuda a descubrir “la fuerza del pecado”. Nunca alcanzaremos a cumplir la ley de forma perfecta. Su intento siempre termina en frustración y derrota. En consecuencia, la ley acaba por aplastar la debilidad radical del hombre. Y la única salida razonable que propicia la ley es la de conducirle al hombre a confiar en definitiva en la misericordia de Dios. Esta confianza es lo que constituye el acto de fe, el más radical, el que inicia y mantiene nuestro camino de salvación. En Cristo se nos revela que la salvación sólo es posible para el hombre si confía en la misericordia de Dios como Padre. Esta fe que actúa por medio del amor y desde el amor, es la que nos transforma en “hombres nuevos” y “hombres libres”. ¡Una fe acrisolada!

Y la conducta consecuente y esperanzada de este tal hombre liberado, sería la de superar sus “apetencias desordenadas” gracias a la ayuda del Espíritu. “Habéis sido llamados a gozar de la libertad cristiana. ¡No utilicéis esa libertad como tapadera de apetencias puramente humanas!” (5,13). “Si, pues, vivimos gracias al Espíritu, actuemos conforme al Espíritu” (5,25)

Este sería en síntesis el contenido fundamental de la “Carta a los Gálatas”. Su estilo es a veces apasionado y vehemente. Más adelante, en su Carta a los Romanos”, Pablo desarrollará el tema con una mayor extensión y con una tranquilidad superior. Este es el “evangelio” que pertenece a la “esencia” de la predicación paulina, y es un tema que siempre mantiene su actualidad existencial humana.

¡Qué más da estar circuncidados o no estarlo! Lo que importa es ser hombres nuevos. (Gal 6,15)


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Agradecemos al P. Fernando Martínez S.J. por su colaboración.

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