P. José R. Martínez Galdeano, S.J.
1. Primer paso:
Haz un acto de toma de conciencia de que Dios está muy cerca, que te va a hablar y te va a escuchar. (Debe ser breve, pero intenso).
2. Segundo paso:
2.1. (Usando la Biblia, preferentemente los Evangelios)
Leer unas líneas como palabra que Dios te dirige a ti ahora.
Cuando tropiezas con algo que “te toca”, detente, repítelo y saboréalo.
Responde según lo que te ha inspirado: agradecer, reconocer, pedir perdón, proponer, pedir.
Si lees algo de suficiente extensión, sin que nada te haya tocado especialmente, vuelve otra vez a leer lo mismo. Una segunda o tercera lectura es a veces luminosa.
Al irse acabando el tiempo previsto, pide lo necesario para tu vida cristiana, invoca a la Virgen María, Ángel de la Guarda y santos de tu devoción y acabas con un Padrenuestro.
2.2. (Con el texto de una oración, como el Padrenuestro, Ave María o un salmo).
Pronúncialo todo o en parte, cayendo en la cuenta de a quién hablas y de lo que dices.
Si algo te da especial devoción, te detienes y lo repites como en el método anterior.
Al terminar así el texto, volver a recitarlo y hacer lo mismo. A veces expresiones primero desapercibidas se iluminan e inspiran.
2.1. (Usando la Biblia, preferentemente los Evangelios)
Leer unas líneas como palabra que Dios te dirige a ti ahora.
Cuando tropiezas con algo que “te toca”, detente, repítelo y saboréalo.
Responde según lo que te ha inspirado: agradecer, reconocer, pedir perdón, proponer, pedir.
Si lees algo de suficiente extensión, sin que nada te haya tocado especialmente, vuelve otra vez a leer lo mismo. Una segunda o tercera lectura es a veces luminosa.
Al irse acabando el tiempo previsto, pide lo necesario para tu vida cristiana, invoca a la Virgen María, Ángel de la Guarda y santos de tu devoción y acabas con un Padrenuestro.
2.2. (Con el texto de una oración, como el Padrenuestro, Ave María o un salmo).
Pronúncialo todo o en parte, cayendo en la cuenta de a quién hablas y de lo que dices.
Si algo te da especial devoción, te detienes y lo repites como en el método anterior.
Al terminar así el texto, volver a recitarlo y hacer lo mismo. A veces expresiones primero desapercibidas se iluminan e inspiran.
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