P. Ignacio Garro, jesuita †
Continuación...
10.3.- Formas de Estado y de Gobierno. La Democracia.
El Estado es considerado como
el vértice de la organización política actual y tiene ciertos rasgos
configurativos, como son: el Bien Común como finalidad, el Derecho como organización
y la Autoridad como forma de cohesionar la actividad política.
"A fin de que, por la pluralidad de pareceres,
no perezca la comunidad política, es indispensable una autoridad que dirija la
acción de todos al bien común, no mecánica ni despóticamente, sino obrando principalmente
como una fuerza moral, que se basa en la libertad y en el sentido de
responsabilidad de cada uno", G. et S. Nº 74.
El sentido común y
la experiencia histórica nos indican que en la sociedad política es necesaria
una “autoridad”, que tiene como finalidad
mirar el bien común y el desarrollo de todos los ciudadanos. La sociedad sin
autoridad cae en la anarquía, en el caos social, en la que cada cual hace lo
que le da la gana, y esta forma de convivencia es inviable pues no ayuda a la
convivencia social ni al bien común.
Por lo tanto el Estado
debe de organizar y llevar a cabo la autoridad por medio del buen gobierno del
país. De aquí surgen la diversas formas de “gobiernos”, entre otros,
históricamente destacamos: La monarquía, el totalitarismo y la democracia. De los
tres el más viable en los tiempos modernos es, sin duda, la democracia:
Democracia viene del griego = “demos”
= pueblo; y “cratos” = gobierno. La
“democracia” es la forma de gobierno del pueblo para el pueblo. Para realizar
esta forma de gobierno los ciudadanos eligen libremente a sus representantes,
tiene derecho a voto y a poder elegir un ciudadano que les represente legal y
válidamente en el parlamento.
Hay diversas formas
de gobierno democrático: La República democrática: Perú, Francia, etc; la Monarquía
democrática (Inglaterra, España, etc). Luego existen diversas formas de
pseudodemocracias:
1º.- Democracia real
y efectiva. Es aquella forma de gobierno democrático en la que el ciudadano
toma parte activa en la política, es consultado, acude a su representante político
(diputado) y puede proponer formas de hacer las cosas, leyes, proyectos, etc, o
reclamar defectos en la marcha de la ciudad, de la cosa pública, puede hacer
sugerencias para que el representante las lleve al parlamente y presente mociones
de mejora, a la ley, etc. El ciudadano toma parte activa, siente la política
como parte importante en su quehacer social y se siente realizado y bien
representado. Esta es la forma de democracia ideal.
2º.- Democracia
nominal y poco efectiva: es aquella forma de gobierno en la que se dice que se vive en democracia
pero no se ejerce ni se vive democráticamente. Esto ocurre cuando el pueblo
vota cada 4, o 5 años y durante este tiempo no tiene ninguna participación activa
en la política, no se le conceden ni reconocen el mínimo de sus derechos, a
saber: está sin trabajo, tiene un deficiente acceso a la educación primaria y
secundaria, deficiente acceso a la salud pública, a la vivienda, es un
ciudadano nominal y no efectivo. No interviene en casi nada ni participa activamente
en la buena marcha de la política, deja todo el quehacer político en manos del
representante que eligió en las urnas, confiado en las promesas electorales,
que rara vez se cumplen. Tal vez, por desgracia, esta forma de democracia es la
más común en países con poca tradición democrática o con poca preparación
democrática y la más practicada en diversas partes del mundo, pues, a veces,
los políticos y sus políticas partidistas están más interesados en las ideologías
de los propios partidos democráticos y miran más el interés propio del partido
que los intereses de la ciudadanía.
La democracia como
forma de gobierno del pueblo y para el pueblo sustenta su gobierno en tres
poderes efectivos: El poder Legislativo (es el poder real del pueblo que por medio
de sus representantes legales (diputados) en el Parlamento trabajan en la
elaboración de leyes para el bien común del pueblo); el poder Ejecutivo, es el
partido político o partidos políticos coligados, que por medio de elecciones libres
ejecutan políticamente para gobernar digna y legalmente el país, está
constituido por el Presidente del Gobierno y sus ministros; el poder Judicial,
es el poder que llevan a cabo los jueces para que por la vía legal judicial
lleven a cabo el cumplimiento las leyes del Estado, las leyes administrativas y
penales; el poder judicial ha de ser totalmente libre e imparcial y ha de verse
libre de las influencias del poder Legislativo y el Ejecutivo, se ha de
caracterizar por su libertad en aplicar las leyes y por la honradez y ejemplaridad
en la ejecución de las mismas.
10.3.1.- Principios
fundamentales de un orden democrático
El derecho de poder acceder a la vida pública permite
realizar el bien común mediante el diálogo y convivencia entre los ciudadanos.
Permite también conocer los medios más aptos para alcanzarlo. Además, el
sistema democrático permite la renovación frecuente de personas públicas, evita
el anquilosamiento y favorece que se acometa un progreso social. Para ello se
tiene que dar los siguientes requisitos:
1º.- La participación
real y efectiva de los ciudadanos en la vida pública. La democracia ha de
dotarse de estructuras jurídico – políticas que permitan a todos tomar parte
activa y libre en la toma de responsabilidades y opciones políticas. En este aspecto
el laico cristiano debe participar activamente para complementar y animar
cristianamente la democracia en las formas, niveles y tareas que sean precisas
para evitar que haya abusos de parte de los políticos y del Gobierno ofreciendo
una información libre y metas comunes de compromiso político.
2º.- Debe haber un
pluralismo social e ideológico. El estado por sí mismo no agota la sociabilidad
de toda la ciudadanía. Los ciudadanos a través de los grupos intermedios, como vimos
anteriormente mantienen su propia autonomía, sin salirse del ámbito del bien
común. La abundancia y el pluralismo de esas organizaciones son útiles si
provocan estímulo social mejoran el ámbito de las libertades personales y sociales.
Todo esto ayuda a que la sociedad sea plural, y a la vez heterogénea, donde
cada ciudadano puede elegir a qué grupo pertenecer, qué actividad concreta
quiere realizar, etc.
3º.- Debe haber un
gran respeto en la promoción de los derechos y deberes humanos. Puesto que la democracia
se fundamenta en el reconocimiento de la persona humana, la promoción y el
cumplimiento de los derechos y deberes entra dentro de su marco principal en la
actividad política. En el magisterio social del papa J. Pablo II ocupan un lugar
destacado. Par él, la mera declaración y la aceptación de la letra no suponen
ya la realización de su espíritu. Incluso el bien común del Estado se plenifica
cuando todos y cada uno de los miembros tienen garantizados todos sus derechos
y deberes.
4º.- La división de
poderes dentro del Estado de Derecho. Es fundamental en la democracia la
independencia y autonomía de los tres poderes legítimos del Estado. La ley, y
no la voluntad arbitraria de los hombres, es la que sostiene y sustenta la
soberanía del Estado de derecho. Para que el poder no pueda absolutizarse y oprimir
a los ciudadanos deben de permanecer perfectamente delimitadas las funciones y
obligaciones de los tres poderes del Estado, que son como hemos dicho: el poder
Legislativo, el poder Ejecutivo; el poder Judicial.
a.- En cuanto al poder
legislativo es vital que los miembros del Parlamento vertebren la democracia en
sus diferentes grupos políticos. Se supone que han de ser personas preparadas
para legislar en bien del pueblo, con carácter dialogante, sabiendo llevar a la
asamblea del parlamento las necesidades e inquietudes del pueblo.
b.- Sobre el poder
ejecutivo conviene señalar que una intervención desproporcionada del Estado
hiere al pueblo e ignora su propia vitalidad, le despreocupa del fruto de su
trabajo y del futuro de su familia.
c.- En el ordenamiento
jurídico debe haber los siguientes requisitos:
- Un Tribunal y un
juez que reciban sus normas directivas de un derecho claramente formulado y
circunscrito. Los jueces deben conocerlo, cumplirlo y respetarlo.
- Unas normas jurídicas
claras, que no puedan ser equivocadas con abusivas apelaciones fuera del
espíritu de la ley.
- El reconocimiento
del principio que afirma que también el Estado, sus funcionarios y las organizaciones
dependientes de él están obligados a la reparación y la revocación de las
medidas lesivas de la libertad, de la propiedad, del honor, del mejoramiento y
de la vida de los ciudadanos.
- Finalmente la
Constitución, como marco de marco de referencia jurídica, define los procedimientos
para designar a los gobernantes, los vínculos que los interrelacionan, sus
ámbitos de competencia y las normas obligatorias para ejercer las funciones.
Ejercer los tres
poderes y relacionar a sus autoridades con los ciudadanos exige una normativa
clara y una responsabilidad jurídica del Estado y de sus funcionarios. En
democracia, las autoridades se nombran y ejercen de acuerdo con la
Constitución. La autoridad democrática debe ser verdadera y efectiva. Así se
evita todo tipo de imposición parcial y/o abusiva.
5.- La vinculación
al derecho. El derecho natural es esencial para la organización de la comunidad
política; constituye una fuente del derecho positivo y un medio de regular la
libertad de los particulares y de la comunidad. A los gobernantes no les es lícito
prescindir de la ley natural, a la que también está sometido el derecho
positivo, que no puede ignorar la ley moral universal.
6.- La autonomía de
los grupos sociales intermediarios. El pluralismo ideológico y social leva
consigo la existencia de instituciones y organismos que expresan el pluralismo
ideológico y social y enriquecen la democracia. Los grupos sociales intermedios
han de ser autónomos y tender a sus fines específicos, colaborando con otros y
teniendo en cuenta el bien común.
10.4.- La Política como práctica
Si bien es cierto
que la política ocupa una de las dimensiones esenciales del hombre, también es
cierto que la traducción histórica y concreta de los valores sociales y
culturales, en términos de coexistencia humana, no sobrevienen por una determinación
fatal, sino que se efectúan en virtud de opciones concretas, responsables y
libres de cada uno; esto es, a través de la "práctica política".
El hombre, con sus
opciones libres o forzosas, erradas o certeras, es quien ha determinado el curso
de la historia y la ha llevado a su lugar actual; es, por tanto, responsable de
la situación histórica existente.
El hombre tiene
derecho y el deber de elaborar una "práctica política", que traduzca
en opciones técnicas, serias y responsables, lo valores y las orientaciones de
la política, entendida como una dimensión sociocultural del hombre en su
búsqueda del bien común.
10.4.1.- Espíritu de la
"práctica política".
La práctica política
ha de ser abordada con espíritu de seriedad, lucidez, rigor e imaginación.
- Seriedad : pues
la acción política ha exigido siempre seriedad, porque siempre ha sido
penetrada por la tragedia de la guerra; y porque, incluso cuando logra eliminar
la violencia desnuda, sigue siendo el lugar preferente de los enfrentamientos colectivos
y de los fenómenos de dominio.
Hoy esta seriedad es
particularmente necesaria. El progreso
técnico, que transforma radicalmente la situación de la especie humana en el
universo, abre a la decisión sociopolítica terrenos nuevos gigantescos (la salvaguarda
del medio ambiente biológicamente susceptible de poder vivir en él), la
supervivencia, la salud y seguridad pública, etc, ).
- Lucidez : La
acción política exige lucidez. Virtud difícil, porque las ilusiones son confortables
pero la lucidez es necesaria para proceder con autenticidad. Esta lucidez
implica clarividencia sobre los motivos y las condiciones de cada opción, a la
vez que reconoce la verdadera naturaleza de la misma acción política, que es
una apuesta, una aventura, un riesgo que inventa lo real y crea los acontecimientos.
La lucidez implica también el sentido de las limitaciones, ya que la acción
política se despliega en los márgenes de lo relativo.
- Rigor : La acción
política exige rigor. Las sociedades son complicadas. La política es un fenómeno
original, que engloba no sólo la gestión del bien común, sino también el
descubrimiento por los ciudadanos de las razones y de los fines de su vida
común. Está dentro del campo de la palabra, tanto como de la acción. De ahí, la
preocupación candente por un conocimiento riguroso y por la difusión de la
ciencia política.
- Imaginación : La
acción política exige, finalmente, imaginación, es decir, un esfuerzo intenso
de imaginación social, al que invitaba Pablo VI. Es un análisis con esquemas, aceptables
en principio, que exige renovación atrevida de los objetivos.
10.4.2.- El compromiso
político.
Por compromiso
político se entiende la necesaria presencia responsable del ciudadano en la vida
de la comunidad; la participación del hombre en la construcción de su historia.
Las acepciones planteadas del término política evidencian la existencia también
de un doble sentido del concepto "compromiso político".
- Sentido amplio :
especifica el compromiso político como acción destinada a promover la vida
social en el nivel, sobre todo, de los valores y de las costumbres civiles.
- Sentido
restringido : entiende el compromiso político como acción destinada a utilizar
los valores culturales a manera de opciones concretas de "práctica política".
Estas opciones concretas siempre son contingentes, mutables, diversas y
opinables.
Los dos modos
diferentes de compromiso político están estrechamente relacionados: el
compromiso en el plano de los valores y de las costumbres no puede dejar de
influir, directa o indirectamente, la práctica política. El compromiso político
no es lo mismo que la acción partidista, conducente a la conquista del poder.
Así como tampoco es lo mismo política que "politiquería" [1]
.
Cuando se habla de compromiso
político, se hace referencia ética al servicio y a la responsabilidad de la
persona frente a la comunidad, lo mismo que su comportamiento activo y
consciente dentro de la sociedad, incluyendo su participación en las tareas electorales,
partidistas, etc, pero no reduciendo el compromiso político a esas solas
tareas.
La encíclica O. A.
Nº 26, advierte:
"El cristiano que quiere vivir su fe en una
acción política, concebida como servicio, tampoco puede adherirse sin
contradicción a sistemas ideológicos que se oponen radicalmente o en los puntos
sustanciales a su fe y a su concepción del hombre".
10.5.- La práctica cristiana de
la política.
La política es una realidad humana, y por lo
tanto, querida por Dios. El fin de la política es organizar la sociedad civil
de tal manera que sea posible la consecución del bien común. Dios, al querer la
sociedad humana, ha querido también la política, y esto desde siempre, no es
una novedad de última hora.
"La comunidad política nace para buscar el bien
común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido, del que deriva
su legitimidad propia". G et S. Nº 74
Y puesto que el
instrumento del que se sirve la política para organizar la sociedad en orden al
bien común, es el poder, al querer la política, Dios ha querido el poder, la autoridad.
"Es, pues, evidente, que la comunidad política y
la autoridad pública tienen su fundamento en la naturaleza humana, por lo cual
pertenecen al orden preestablecido por Dios", G et S. Nº 74
Así pues, en cuanto
realidades humanas queridas por Dios, la política, el poder, son de suyo,
"cosas buenas", si miran a su fin : el bien común. Si no han llegado
a cumplir su cometido, si se ha deteriorado su realización práctica es por
culpa del hombre, que no ha hecho buen uso de ello.
10.5.1.- La realidad cristiana
y la política.
Si la política es la
definición de un servicio prestado a la comunidad humana en orden al bien común
(G et S, Nº 74; C F L, Nº42), se ha de ver como una forma posible, incluso privilegiada,
de la manifestación de la "caridad cristiana". "La política es un aspecto, aunque no el único, que exige vivir el
compromiso cristiano al servicio de los demás", O A, Nº 46. "la caridad que ama y sirve a la persona
no puede jamás ser separada de la justicia", C F L, Nº 42.
La DSI, al apelar al
bien común y a la justicia como bases fundamentales de todo ordenamiento
social, tiene la convicción de que la caridad evangélica puede y debe de
ejercerse mediante la acción política, O A, Nº 48; C F L, Nº 41, 42. La caridad
está llamada a ser vivida no solamente en el ámbito de las relaciones
interpersonales, sino también en el ámbito de la política (Puebla, Nº 513-518).
El Evangelio es anuncio y realización de un misterio de comunión de Dios con
los hombres y de los hombres entre sí, L G, Nº 1. Aquí estriba la profunda dimensión
política del Evangelio; crea y consolida, desde la caridad, el ser auténtico
del hombre.
La misión de
predicar el Evangelio ha sido confiada a la Iglesia y requiere : "en el tiempo presente que nos empeñemos
en la liberación integral del hombre, ya desde ahora, en su existencia terrena.
En efecto, si el mensaje cristiano sobre el amor y la justicia no manifiesta su
eficacia en la acción por la justicia en el mundo, muy difícilmente obtendrá
credibilidad entre los hombres de nuestro tiempo", (Sínodo de Obispos
sobre la Justicia en el Mundo, 1971).
Sin embargo, hay que
aclarar que, la misión específica confiada por Cristo a la Iglesia no es de
orden político, económico o social, sino
de orden religioso: "Es precisamente
de esta misión religiosa de donde emergen una función, una luz, una fuerza, que
pueden contribuir a constituir y a consolidar la comunidad de los hombres,
según la ley divina", G et S, Nº 42.
10.5.2.- Realidad eclesial y política.
Según estos principios,
la Iglesia no está llamada a convertirse nunca en una alternativa de poder
político, según el significado que tiene el término política en sentido
estricto, como ya lo hemos visto anteriormente.
"Pero, la Iglesia, persiguiendo su propio fin salvífico,
no sólo comunica al hombre la vida divina, sino que, en cierto modo, también
difunde el reflejo de su luz sobre el universo mundo, sobre todo por el hecho
de que sana y eleva la dignidad de la persona humana, consolida la cohesión de
la sociedad, y llena de más profundo sentido la actividad cotidiana de los
hombres. Cree la Iglesia que de esta manera, por medio de sus hijos y por medio
de su entera comunidad, puede ofrecer una gran ayuda para hacer más humana la
familia de los hombres y su historia". C F L; Nº
36; G et S, Nº 40.
Por medio de la
Jerarquía, la Iglesia interviene en la acción política, señalando valores,
principios y juicios éticos, para orientar las opciones concretas de los
cristianos y para prestar un servicio de "conciencia crítica" a la sociedad,
(O A, Nº 42; P P, Nº 81).
10.5.3.- Papel específico de
los laicos cristianos.
Los laicos
cristianos, en cambio, tienen el derecho y el deber de participar activa y
directamente en la "práctica política". A los laicos corresponde propiamente,
en palabras del Concilio Vaticano II y del Magisterio postconciliar, la función
de animar cristianamente la realidad temporal y actuar directamente en ella.
"El carácter secular es propio y peculiar de los laicos ... A ellos pertenece, por propia vocación, buscar el Reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales", L G, Nº 31; P P, Nº 81; O A, Nº 48; C F L, Nº 36. "Los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política", C F L, Nº 42. "La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio", G et S. Nº 75.
Los laicos que trabajan en
la política, han de respetar la autonomía de las realidades temporales, tal como
lo expresa G et S, Nº36 y la O A, Nº 46. Veamos qué dice C F L. Nº 42 al
respecto:
"Al mismo tiempo, y esto se advierte hay como una urgencia y como
una responsabilidad, los fieles laicos han de testificar aquellos valores
humanos y evangélicos, que están íntimamente relacionados con la misma actividad
política; como son la libertad y la justicia, la solidaridad, la dedicación
leal y desinteresada al bien de todos, el sencillo estilo de vida, el amor
preferencial por los pobres y los últimos".
[1] "Politiquería", es el uso incorrecto de la política.
No tiene como fin mirar al bien común de la sociedad sino que mira al bien
personal o del partido político al que se pertenece. Esta politiquería es la
que ha defraudado a tanta gente, pues busca el interés personal o grupal antes
que el bien común. La politiquería ha llevado al desprestigio de los políticos
poco competentes y demagogos.
...
Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.
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