SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
2. EL LIBRO DEL GÉNESIS
El libro del Génesis es el primer libro del Pentateuco. Este libro está compuesto por las tradiciones: Yahvista (J), Elohista, (E) y Sacerdotal (P).
El
libro del Génesis es una reflexión teológica retrospectivo‑teológica, que va
desde la creación del universo del cosmos hasta la Alianza de Dios con Abraham.
Los redactores de este libro basándose en las tradiciones P y J, emprendieron
la etapa de describir la actividad de Dios en retrospectiva, es decir, hacia
atrás. Desde los tiempos de Abraham hasta los tiempos primigenios del comienzo
del cosmos.
Esto se debe a que la más antigua confesión de fe del pueblo
de Israel no contiene la fórmula:
"Dios creador del cielo y de la tierra", sino: "Yahvé, el Dios de nuestros padres,
condujo a Israel, con mano poderosa, de Egipto y lo introdujo en la tierra que
mana leche y miel", Deut 26, 5‑9. Es decir la primera afirmación de la
fe del pueblo de Israel se basa en el Dios que salva, más que en el Dios que
creó todas las cosas. Se deduce, por lo tanto, que los dos relatos de la
creación, el J y el P, no pertenecen a los más antiguos documentos del
patrimonio de la fe del pueblo de Israel.
La doctrina sobre el Dios creador no se formó sino en un segundo tiempo.
2.1. CONTENIDO DEL LIBRO DEL GÉNESIS
A. Gen. del 1 al 10 La Proto‑Historia, o comienzos del
Universo Cosmos y de la persona humana.
B. Gen. del 11
al 50
: La Historia de los Patriarcas.
2.2. EL RELATO SACERDOTAL (P) DE LA CREACIÓN:
Gen 1, 1 ‑ 2, 4ª.
El relato de la creación contiene dos versiones que
presentan innegables diferencias cronológicas. Un relato es sacerdotal (P):
Narra el comienzo del libro del Génesis. Gen 1, 1,s.s. a 2, 4a. Fue redactado
ciertamente después del destierro de Babilonia (538 . 450 a. d. Cristo), cuando
los sumos sacerdotes fueron deportados junto con las personalidades más
importantes del pueblo judío y fue escrito para dar y fortaleza al pueblo
desterrado que flaqueaba en la fe a Yahvé.
La intención del
autor sagrado es referir todo a la creación en el orden artificial del trabajo
normal de una semana. Este esquema semanal quiere decir dos cosas:
1º. Que Dios creó el mundo conforme a un plan sabio y en el
mejor de los órdenes.
2º. Que esta creación es un proceso temporal e histórico,
ya que la semana era para los hebreos un concepto elemental del tiempo. Este
relato la creación está destinado de modo absoluto a la instrucción del pueblo
hebreo. Todo o que existe en la creación es referido al Dios uno y omnipotente,
que siendo increado y existente antes de todo lo creado, llamó a la existencia
al cosmos entero, sin fatiga, sólo con su palabra.
En contraste con las cosmogonías de los pueblos orientales
vecinos, la Biblia no conoce una materia preexistente, increada y eterna, de la
que salieron también los mismos dioses. Aun las criaturas que el mundo gentil
venera como dioses suyos deben su existencia al Dios uno, que por eso es Señor
de todo el cosmos y no, como los dioses gentiles, sólo una parte del mismo.
El mundo no surgió,
como en la cosmogonía babilónica, de una lucha entre elementos primitivos
rivales. El hombre es la corona y el rey de la creación, creado a imagen y
semejanza de Dios y, por consiguiente,
distinto de todos los seres vivientes. El género literario que está redactado
este capítulo primero es Litúrgico-Cultual. Llamado también, canto etiológico,
o himno de la creación del universo cosmos. Técnicamente es conocido con el
nombre de "Hexamerón".
Este himno litúrgico
que se realizaba probablemente en la liturgia del Templo para dar gracias por
la bondad, belleza y perfección de la Creación, esta dividido en cinco tiempos:
Decreto. Ejecución. Descripción. Alabanza. Sucesión. Veamos más claramente este
himno en el siguiente esquema:
"Así fueron concluidos los cielos y la tierra con todo su aparato y
el día séptimo cesó Dios de toda tarea y bendijo el día séptimo y lo
santificó", Gen 1, 32.
Finaliza el relato con la creación de hombre ‑ mujer, como
la obra más perfecta salida de las manos de Dios y finalmente viene el día del
descanso (Sábado).
Se ha hablado también que los 11 primeros capítulos del
Génesis contienen el género literario mítico. Lo admitimos pero a condición de
que se acepte que el ropaje del lenguaje es mítico, no el contenido, que es
teológico e inspirado, y por lo tanto revelado por Dios como acontecimiento
verdadero. Mítico no significa = falso; mítico, es más bien una forma literaria
primitiva de querer narrar los acontecimientos primeros (cosmogonía), explicar
las realidades primeras a la luz de la
fe ayudado de la inspiración divina.
El ropaje literario sí es mítico, el contenido no es mítico,
es real. Dios nos revela el QUÉ de la revelación; el CÓMO, es secundario. Lo importante para el semita
es que Dios ha creado todo, de la nada, no se pretende decir científicamente el
cómo.
Este relato sacerdotal de la creación se ha formado en la
liturgia del Templo, no ha sido una mera narración y nada más, sino un himno de
glorificación y alabanza a Dios. Todo el contexto literario, la forma de
expresión simétrica, nos ubica en medio de un ambiente cultual de hondo
contenido teológico cantado probablemente en las grandes asambleas sabáticas.
Detrás de este relato se perfila la justificación sacerdotal del sábado.
Puesto que Dios mismo ha celebrado y prescrito el sábado, también el pueblo de
Israel debe de celebrarlo y respetarlo.
Este relato veterotestamentario de la creación presenta, un
triple aspecto:
a. Es un relato de las grandiosas obras del Creador.
b. Es un himno de adoración acción de gracias y de alabanza
c. Contiene una intención pedagógico ‑ religiosa, llamando
la atención de los hombres hacia la observancia
y santificación del día Sábado. Se trata de la glorificación de Dios
mediante la santificación del sábado.
En conjunto la enseñanza
didáctica de estos primeros capítulos
tiene como finalidad teológica una enseñanza sobre DIOS ‑ CREADOR. Lo primero que inculca es la idea de que Dios
y sólo Dios ha creado todas las cosas de la nada. No hay otros principios ni medios de
creación. Dios crea todo por medio de su Palabra y con su Espíritu ha dado vida
a todas las cosas. Esta enseñanza teológica nos señala el monoteísmo absoluto y
monolítico de la tradición sacerdotal en contra del politeísmo babilónico. Con
este himno de la creación, el pueblo de la antigua Alianza quiere adorar y
glorificar a su Dios, defendiéndose contra las concepciones idolátricas y de
los mitos sobre la creación difundidos
entre los pueblos en los cuales tuvo que tener contacto en su agitada historia
(egipcios, babilonios, asirios, cananeos, etc).
Cuando se ensalza a Dios en el cuarto día de la creación,
del sol, la luna y las estrellas (Gen.1,14), esta afirmación sirve para
desenmascarar y anular a las divinidades astrales adoradas en las religiones
babilónicas.
Con todas estas características literarias de contenido
teológico, el sentido "anti‑mitológico" del relato sacerdotal es
definitivo. Igualmente ocurre cuando en
Gen 1. 24 y s.s. describe la Creación, de la mano de
Dios, de todos los animales, la respuesta es la misma no existen divinidades
zoomórficas ni astrales. Sólo Dios y
nadie más que Dios, ha creado todo. De aquí surge el siguiente esquema:
Contra la astrología babilónica
Divinidades
Astrales
Gen 1,14‑19
Relato Sacerdotal de la
Creación
Gen 1 ‑ 2,4a
Contra la zoolatría egipcia
Divinidades Zoomórficas
Gen 1,
20‑25
Después de haber descrito el estilo de la tradición
sacerdotal como un himno litúrgico ‑ religioso con gran contenido teológico
pasamos a otro esquema que nos va a ayudar a comprender mejor la mentalidad
semítica sacerdotal.
El escritor veterotestamentario describe el universo según
la concepción geocéntrica, que considera a la tierra como un disco plano
apoyado sobre las columnas de la tierra y rodeado de las aguas inferiores Gen
1,7. Debajo de la tierra, están los infiernos, es decir, el reino de los
muertos. Sobre la tierra se extiende, el
firmamento, en el cual están fijos, a modo de lámparas, destinados a separar el
día de, la noche Gen 1,14. las dos luminarias del cielo: la mayor, el sol, para
presidir el día; la menor, la luna, para presidir la noche, junto con las
estrellas, Gen 1, 16. La obra divina de los seis días está dividida en dos
ternas subordinadas:
OBRA DE
SEPARACIÓN
Día 1º. Creación de la luz y
separación de las tinieblas.
Día 2º. Separación de las
aguas de arriba de las aguas de abajo.
Día 3º. Separación del mar y
de la tierra con la hierba que germina.
OBRA DE
ORNATO
Día 4º. Sol, Luna y Estrellas.
Universo Cosmos o Mundo sideral.
Día 5º. Creación de aves y
peces.
Día 6º. Creación de los
animales de la tierra. Culminación de la creación: la criatura humana: varón
y mujer, como reyes de la creación. Creados a su imagen y semejanza.
2.3. RESUMEN DEL RELATO SACERDOTAL
Hay un orden de descripción de la creación que va de más a
menos. Es una obra de separación de elementos y de ornato de la tierra. Hay un
proceso que va del macrocosmos al microcosmos. El culmen de toda la creación es
la Criatura humana = varón y hembra, creados
a su imagen y semejanza. Hombre y mujer tienen igualdad en dignidad,
diferencia de sexualidad, complementariedad existencial. Y les dio un mandato: "Creced y multiplicaos y dominad todo
lo creado". Dios crea, por medio de su Palabra y con su Espíritu dio
vida a todo lo creado. Y lo creó todo de la nada. Bondad y belleza de la creación: "Y vio Dios que todo era bueno".
2.4. RELATO YAHVISTA (Gen. 2,4b ‑ 25). (J)
Este relato es más antiguo que el relato Sacerdotal. Está escrito
hacia el S. X a. d. Cristo. Es de composición literaria más sencilla e ingenua,
esta marcada por el uso de antropomorfismos y de la imaginación. La obra de
creación se realiza en un solo día. Toda la creación aparece edificada en torno
a la criatura humana que es su centro. Este relato describe la obra de Dios en
varias fases y no recurre a una
particular subdivisión.
2.4.1. Elementos literarios de este relato
“El día en que hizo
Yahvé la tierra y el cielo, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo,
y ninguna hierba en el campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había
hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un
manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces
Yahvé Dios formó al hombre con polvo del cuelo, e insufló en sus narices
aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
Luego plantó Yahvé Dios un
jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yahvé
Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos
para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia
del bien y del mal.
De Edén salía un río que
regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos...
Tomó, pues, Yahvé Dios al
hombre y lo dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Y Dios
impuso al hombre este mandamiento: “De cualquier árbol del jardín puedes comer,
pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que
comieres de él, morirás, sin remedio”.
Dijo luego Yahvé Dios: “no
es bueno que el hombre esté solo”. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Y Yahvé
Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y
los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser
viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombre a
todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, pero
para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Yahvé Dios hizo caer en
un sueño profundo sobre el hombre, que se durmió. Y le quitó una de las
costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahvé Dios había
tomado del hombre formó una mujer. Y la llevó ante el hombre. Entonces el
hombre exclamó: “esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne.
Ésta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada”. Por eso el hombre
deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del
otro”. Gen 2, 4 b - 25.
2.4.2. Creación del hombre
- Manantial: Gen 2, 6: “Pero un manantial
brotaba sobre la tierra". Manantial = Símbolo de fecundidad y de
vida. Medio para elaborar con la tierra
y fabricar el barro. Aspecto mítico
tomado posiblemente de la cultura asirio ‑ babilonia.
- Formó: Gen 2, 7:
“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con
polvo del suelo”. Formar, modelar, el texto sagrado dice que Dios formó,
modeló, al hombre del polvo del suelo. La materia escogida es la tierra,
arcilla, o barro, si está húmeda. Polvo si está seca. Esta imagen nos muestra a
Dios como si fuera el alfarero del hombre y nos enseña el cuidado que tiene con
su imagen y criatura predilecta; tenemos que
darnos cuenta de esto, pues es necesario, ver hasta qué punto la persona
humana es digna de todo respeto.
- Insufló: Gen 2, 7: “e insufló en sus narices aliento de vida,
y resultó el hombre un ser viviente”. Soplar, echar aire, dar vida. El "ruah" = (soplo) de Dios, da
vida al hombre, dándole un alma espiritual, le hizo participar de su divinidad.
- El Edén o el Paraíso: Gen 2, 8: “Luego plantó Yahvé
Dios un jardín en el Edén”. Lugar, o
estado existencial agradable, pacífico, lleno de felicidad, simbolizado con
imágenes orientales como un lugar alegre, fresco, agradable, lleno de paz y de
vida. Simboliza la eterna presencia de
Dios y la participación del hombre de sus dones.
- Árbol de la vida: Gen 2, 9a: “Yahvé Dios hizo
brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para
comer; y en medio del jardín, el árbol de la vida”. Árbol de la vida, es el símbolo de la
inmortalidad, quien come del Árbol de la
Vida, no morirá, será inmortal.
- Árbol del bien y del mal: Gen 2, 9b: “y el árbol de la
ciencia del bien y del mal”. Conocer el bien y el mal no significa querer
saber todo. Tampoco significa negar el poder discernir en una ocasión
particular entre el bien y el mal: Dios no puede negar semejante conocimiento a
una criatura razonable. “Conocer del
árbol de la ciencia del bien y del mal”, significa ser capaz de decidir por
sí mismo sin ayuda de nada ni de nadie, lo que es bueno y lo que es malo, según
el parecer propio. Esto sólo a Dios corresponde. Por eso desobedecer el mandato
de Dios es como querer ser igual a Dios. Significa no aceptar en la vida un
camino de dependencia confiada en la sabiduría de Dios y corresponder con una
obediencia amorosa y humilde, o lo que es lo mismo es rechazar alimentarse
del “árbol
de la vida” que une constantemente a
la criatura con su Creador.
- Laboriosidad y cuidado: Gen 2, 15: “Tomó, pues, Yahvé
Dios al hombre y lo dejó en el jardín del edén, para que lo labrase y cuidase”.
Dios llama al hombre para que sea su colaborador en la obra de la
creación. Dios no es ocioso, ni quiere
que el hombre sea ocioso, sino su colaborador.
- Mandato y obediencia: Gen 2, 16: “Y Dios impuso al hombre este mandamiento: “de cualquier
árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal
no comerás, porque el día que comieres de él, morirás si remedio”. Dios no
deja al hombre en el paraíso para que haga lo que quiera sino que le impone un
mandato a cumplir: que no coma del Árbol de la Vida, ni del Árbol del Bien y
del Mal.
- Creación de la mujer: Gen 2 18: “Dijo luego Yahvé Dios:
“No es bueno que le hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. El hombre no ha sido creado para vivir solo, como una isla, requiere comunicación
existencial, alguien que le entienda, que le comprenda, con quien pueda
dialogar y compartir. Gen 2, 22: “De la
costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante
el hombre. Entonces éste exclamó: “esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. La mujer creada de
la costilla del hombre. El autor sagrado no nos enseña de qué manera creó Dios
a la mujer. El hombre no encuentra en los animales ninguno igual a él, y
reconoce como “otro yo” al ser que ha sido formado de su cuerpo.
La imagen del costado del hombre nos da a entender la unidad
de la humanidad y, al mismo tiempo nos explica la compenetración,
complementariedad y atractivo mutuo de
los sexos. Hombre y mujer son iguales en dignidad, complementarios en su
sexualidad. Es un simbolismo en el que señala la igualdad y dignidad de la
mujer en relación con el hombre, es igual a él, es compañera (no esclava, ni
sierva), creada para tener ayuda mutua y compenetración en el amor.
- Unión del hombre y de la mujer: Gen 2, 24:
“Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen
una sola carne”. Institución del matrimonio querida por Dios desde el
comienzo de la existencia del género humano. Unión única e indisoluble: "y serán los dos una sola carne".
La mujer y el hombre tienen la misma vida, la misma carne y, unidos en
matrimonio, comparten equitativamente un mismo amor para un destino común. El
varón no debe de considerar como inferior a la mujer, pues los dos son una
misma carne y S. Pablo nos enseña: “que
nadie odia su propia carne”, Efes 5, 29.
- Desnudez: Gen 2,
25: “Estaban ambos desnudos, el hombre y
su mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro”. El estado de desnudez simboliza una
situación de pureza e inocencia. No se avergonzaban de sus cuerpos. Todo era
transparencia, claridad entre sí y ante Dios.
Contra la idolatría del
cuerpo y del sexo
Dios
creó a la criatura humana
a
su imagen y semejanza, Gen 1,27
Contra el desprecio del cuerpo y del sexo
La duplicidad de los sexos hace a los hombres colaboradores
y representantes del Creador de la manera más auténtica, porque los hace
capaces de cooperar, en lugar de Dios y con su bendición a la "creación
continua", es decir, a la creación que se perpetúa y no tiene fin todavía,
que es: la propagación de la vida
humana. El sexo y la propagación de la
vida han sido dispuestos por Dios y, en consecuencia, son buenos: "Procread y multiplicaos y llenad la
tierra", Gen 1, 28.
- El matrimonio: “Por eso deja el hombre a su padre y a su
madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”, Gen 2, 24. Es la
institución creada y querida por Dios para que varón y mujer se comuniquen y
crezcan en el amor y procreen hijos. Esta institución matrimonial es santa, por
eso dijo Jesús: “lo que ha unido Dios que
no lo separe el hombre”, Mt 19, 5. Cualquier forma de desprecio del sexo, o
práctica del sexo fuera del matrimonio es pecado grave, sexto mandamiento, y
evidentemente, es contraria al plan de Dios.
En este relato se esboza también una toma de posición contra
dos concepciones de la sexualidad perceptibles en el ambiente en que vivía el
pueblo de Israel, puesto que la sexualidad deriva de Dios, es buena, pero
habiendo sido creada, no puede ser adorada como una divinidad en los cultos y
orgías sexuales.
2.4.3. Conclusión general de los 2 primeros
capítulos del Génesis
El mensaje religioso encerrado en este pasaje de la creación
es muy rico en enseñanza doctrinal. He aquí algunos aspectos más importantes:
1. La Palabra poderosa de Dios: ordena, pone paz y armonía, luz y bondad en el Universo Cosmos. Hace surgir los
seres con su palabra creadora. Hace vivir: “llamando
a las cosas por su nombre, las cosas que no son para que sean”. Este es su
poder, su victoria. Esto quiere decir que todo cuanto existe lo ha hecho por
medio de su Palabra. Dios es el Dios Creador del mundo y el Señor de la
historia. así lo creemos los cristianos.
2. La afirmación: “y vio Dios que todo lo que había hecho era
bueno”, Gen 1, 31, es una confirmación que Dios es el Único Bueno, y lo ha
hecho todo para que participáramos de su obra buena. También porque Dios ama a
sus criaturas quiere la vida y no la destrucción. El Señor Dios ha encomendado al ser humano la creación para
que la cuide y la perfeccione.
3. El ser humano (hombre y mujer) es el rey de la creación. En esta parte
del relato hay un marcado interés por la creación del ser humano y su destino,
el mensaje religioso de la narración contiene los siguientes elementos:
a. Si en el primer relato de la creación del ser humano (de tradición
Sacerdotal): Gen 1, 26-27, insistía en la grandeza del ser humano como “imagen y semejanza”, y como “rey de la creación”:
- Es imagen de Dios: hay un abismo entre el ser humano y todas las demás cosas creadas. El ser humano conoce, ama, es consciente de sus propios actos y sobre todo es consciente de su relación trascendente con Dios que le ama, le habla y puede responder. Esa es su dignidad y también su responsabilidad. Quien trabaja para que sean eficazmente reconocidos los derechos del ser humano trabaja y colabora a la mayor gloria a Dios.
- Es imagen de Dios: “Varón y mujer”, la pareja humana es imagen de Dios, por su amor y entrega fecunda; la familia puede reflejar algo del misterio de amor que hay en Dios como Trinidad que son una comunidad de personas unidas en el amor.
- Dominar la creación: El dominio de los hombres sobre los animales y la tierra manifiesta también que es un ser superior al resto de las cosas creadas. El ser humano debe aprovechar los recursos de la naturaleza. El Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática sobre: “La Iglesia en el mundo” dice: “Creyentes y no creyentes, están generalmente de acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del ser humano, centro y cima de todos ellos”. El desarrollo de las ciencias, la conquista del espacio, los avances tecnológicos de toda índole pueden y deben de orientarse en esta línea de colaborar y perfeccionar la obra de la creación.
En el relato de la creación del ser
humano (de tradición Yahvista): Gen 2, 4-25 se nos dicen dos cosas:
- El hombre es frágil, (está hecho de tierra)
- El hombre depende totalmente de su Creador (Dios lo “modela” como un alfarero y “le pone nombre”).
b. En la Biblia, poner nombre a una cosa es dominarla, tener poder sobre
ella. Si el hombre “pone nombre a los animales” por mandato de Dios, eso quiere
decir que tiene dominio sobre ellos. Israel, el pueblo elegido y formado por
Dios, vecino de otros pueblos que adoran a los animales, necesita comprender en
profundidad el abismo que separa un hombre de un animal.
c. El ser humano: hombre y mujer, tienen un mismo origen y un mismo fin:
caminan juntos hacia un mismo destino. Que históricamente la mujer sea
considerada con frecuencia como inferior al hombre o como su esclava más que
como compañera, es una consecuencia del pecado. Ella ha sufrido a lo largo de
la historia más que el hombre la falta de reconocimiento de su dignidad. El
autor sagrado señala el gran misterio de las relaciones entre el hombre y la
mujer como una ley natural, fundada en la igualdad, en el amor y en la
sabiduría del Creador. La diversidad de características: masculinidad y
feminidad ponen de relieve la belleza y complementariedad del amor que los une.
Resumiendo, podemos sintetizar
diciendo: en la creación del ser humano hay que distinguir dos niveles: uno, de
orden natural y otro, de orden sobrenatural
1. A nivel natural, Dios les
otorgó:
- Inteligencia racional
humana para entender y vivir en la verdad
- Voluntad para desear ordenadamente lo que la
inteligencia presenta como el bien
- Libertad para realizar y
decidir su vida en el horizonte de la verdad, uso de la inteligencia, y del
bien, uso de la voluntad (cuya máxima expresión de la Verdad y del Bien es:
DIOS), por eso el ser humano siente una gran atracción hacia Dios.
- Finalmente, Dios les
otorgó un alma humana espiritual, con la que el hombre quedaba elevado a la
categoría de persona humana y se diferenciaba esencialmente de los demás
animales. Con el alma humana el ser humano puede tener una relación filial con
Dios, ayudado con la gracia santificante.
2. A nivel sobrenatural, Dios
les otorgó:
- La Gracia santificante
sobrenatural para vivir su condición de hijos de Dios, es decir, este nivel
sobrenatural es el que potencia, ilumina, el nivel natural de la creación
humana y lo eleva a la condición sobrenatural y trascendente para poder vivir
en la presencia de Dios y disfrutar de la trascendencia divina, es decir, vivir
como verdaderos hijos de Dios. En este estado de gracia divina es donde se puede
afirmar que la filiación divina que Dios otorgó al ser humano fue para que
viviera felizmente en la Suma Verdad que es Dios, en el Sumo Bien que es Dios y
así poder realizar y dirigir sus vidas humanas libremente hacia Dios Padre.
- Como consecuencia del don de la
gracia santificante, que es gracia de filiación divina, Dios les otorgó los
dones preternaturales; debido a esta integración de la gracia sobrenatural en
la naturaleza humana, antes del Pecado original, Adán y Eva podían vivir
inteligente, voluntaria y libremente como verdaderos hijos de Dios. A este
situación de plenitud, de paz y felicidad se le llama “el estado paradisíaco”.
Esto quiere decir que Dios creó a la
pareja humana y los hizo inteligentes para vivir en la verdad, les otorgó voluntad
para vivir practicando el bien y finalmente les hizo libres, con capacidad de
amar, para poder participar del amor y presencia de Dios y colaborar en la obra
de la creación.
Sintetizando podemos resumir que los
creó para estas tras cosas: Amar, Obedecer y Servir a Dios.
1. AMAR: Dios es Amor. El Dios – Amor, crea a la criatura humana a su imagen y semejanza, es decir con capacidad de amar y
de ser amada. En definitiva este horizonte es el mismo que el primer
mandamiento de la ley de Dios: “Amarás Al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu,
sobre todas las cosas...”. Deut 6,5; Mt 22, 37.
2. OBEDECER: El Dios - Amor, no es un Dios anárquico o que vive
en el vacío. Quiere el orden y la sabiduría de las cosas creadas. Es el orden y
la perfección de la creación. Quiere también el orden y la obediencia entre el
ser humano y Él. La criatura humana debe de aceptar los mandatos de Dios y así
serle grato cumpliendo la voluntad de Dios, por eso el mandato de Gen 2,16-17, debe
de cumplirse, pues en su cumplimiento halla el ser humano el máximo de su
realización: obedeciendo, halla su plenitud; de no cumplirse este mandato de
Dios la criatura humana (desobediencia, como rebeldía), hallará la muerte. Por
eso, en el Génesis, vemos que la obediencia al mandato de Dios es vital.
Olvidar el mandato de Dios es causa de muerte. Por eso el mandato de Dios es
bendición, sabiduría de Dios, ordena la vida de la criatura humana y la protege
del caos, el desorden y la muerte.
3. COLABORAR - SERVIR: El Dios Creador quiere que la criatura humana
inteligente, voluntaria y libremente, colabore en actitud de servicio en la
obra de la creación, y de hecho esta colaboración, excepto en las obras de
pecado e injusticia, ha sido excelente. Dios no quiere que el ser humano viva
ocioso o caóticamente, quiere y pide su colaboración y así mostrar su
creatividad y posibilidades humanas. En efecto, vemos cómo, a través de los
siglos, las criaturas humanas han colaborado en tantas obras de civilización y
avance científico y cultural. El hombre ha sido llamado a ser un colaborador
servicial de Dios, llevando a la perfección la obra que Dios comenzó. El Dios
Creador quiere una humanidad trabajadora, servicial, colaboradora en el orden
de su creación. Y que esta colaboración y perfección sea para bien del ser
humano. También en Cristo quiere su colaboración en el orden de la redención.
Por lo tanto podemos afirmar que la
condición de la criatura humana, significa que el hombre, de acuerdo con su
realidad total, en su existencia y en la consumación de su naturaleza
corpóreo-espiritual, está constituido exclusiva y globalmente por una relación
trascendental que comienza en Dios y acaba y finaliza en Dios, (nivel
sobrenatural), como su origen y como su fin: este es el horizonte de la
filiación divina. En Adán y Eva Dios realizó su proyecto primero y principal de
crear al ser humano para vivir en una relación trascendente de filiación
divina, los creó como verdaderos hijos de Dios, para que vivieran en suma paz y
felicidad.
Finalmente y como síntesis teológica
hemos de decir que el Dios Creador lo creó todo de la nada. Dios es el Dios
Único y Absoluto. La criatura humana es obra de Dios, es limitada y
contingente, ha sido creada para vivir en un horizonte de filiación divina. Se
crea así una relación de dependencia saludable y vivificante. Si la criatura
humana vive, acepta y respeta la relación filial, que es relación de criatura
aceptando y obedeciendo a su Creador, cumple la voluntad de Dios, observa sus
mandatos, se realiza el plan de Dios en
la dimensión Creador – criatura. Si vive
de esta manera Dios le bendecirá y le
protegerá.
Si el hombre respeta y acepta esta relación de Creador ‑ creatura y acepta
la voluntad de Dios y el plan de Dios, será feliz y participará de la bondad,
sabiduría y belleza de Dios = don de su presencia. Si el hombre no acepta esta
relación Creador ‑ creatura y se independiza de la voluntad de Dios y de su
plan de amor, el hombre automáticamente se perderá y se dará cuenta que sin
Dios no es nada. Este es el Pecado original.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
Para acceder a las otras publicaciones de esta serie acceda AQUÍ.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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