Cristología - 6° Parte: Explicación teológica de la Unión Hipostática

P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


2.4. EXPLICACIÓN TEOLÓGICO ESPECULATIVA DE LA UNIÓN HIPOSTÁTICA


En estas tesis hay que destacar el carácter  sobrenatural y absolutamente misterioso de la Unión Hipostática: La Unión Hipostática es el misterio central del dogma y de la fe cristiana, al cual se ordenan todos los demás misterios.

Hemos llegado a la cuestión más profunda y difícil de todo el tratado de la encarnación: su naturaleza íntima, o sea, de qué modo se realizó la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la Persona única y divina del Verbo.

Lo dividiremos en tres partes:
         1°. La unión en sí misma.
         2°. La persona asumente.
         3°. La naturaleza asumida.


2.4.1. LA UNIÓN EN SÍ MISMA

Tesis 10ª. "En virtud de la unión hipostática le fue comunicada a la humanidad de Jesucristo la santidad misma del Verbo y es, por consiguiente, infinitamente santa".


2.4.1.1. Explicación

La Unión Hipostática, dijimos que era: "la unión de dos naturale­zas, la divina y la humana, se realizó en la Persona divina del Verbo; y por lo mismo no hay en Cristo más que una sola Persona, la divina, la del Logos".

Y que esta  unión del Verbo divino (y su naturaleza divina) con la naturaleza humana no se realizó fundiéndose las dos naturalezas en una sola, sino que, después de la unión, las dos naturalezas permanecieron íntegras, indivisas, e inconfu­sas".

Aquí vamos a estudiar la "gracia de unión hipostática" como sustancialmente santificadora de la humanidad de Cristo, o sea, en cuanto que constituye la santidad substancial de la humanidad de Cristo.
       

2.4.1.2. Sagrada Escritura

Jn 17,5: “Ahora Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese”.
Mt 26,63-64: “Díjole entonces el Sumo Sacerdote: “Yo te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” Dícele Jesús: “Sí, tú lo has dicho”.


2.4.1.3. Adversarios
         
Sectas gnósticas: 
Que atribuían a Cristo un cuerpo aparente sin ninguna realidad, o bien lo consideraban como un cuerpo astral.
         
Filosofía platónica: 
Que afirmaba que el verdadero ser era ideal, el ser espiritual, el ser material es un ser de segunda categoría y caduco. Por lo tanto negaban que Cristo hubiera asumido una naturaleza humana como la nuestra, es decir, cuerpo y alma.


2.4.1.4. Argumento teológico
         
La razón es porque, al unirse hipostáticamente al Verbo de Dios, la humanidad santísima de Cristo (toda ella, o sea, no sólo el alma sino también el cuerpo), quedó incorporada, por decirlo así, a la santidad misma del Verbo; no porque el Verbo la "informara" propiamente, sino en virtud de la unión substancial de la naturaleza humana (cuerpo y  alma) con la Persona divina del Verbo. Esto recibe el nombre de gracia de unión hipostática, y constituye, por sí misma, la santidad substancial e infinita de Cristo en cuanto hombre.

Por eso la Iglesia ha podido definir que la carne de Cristo es vivificante, lo cual no sería posible sin la gracia de unión hipostáti­ca, ya que la gracia habitual santifica únicamente el alma de Cristo, no su cuerpo.  La gracia de unión hipostática, en cambio, santifica el cuerpo y el alma de Cristo, o sea, toda su humanidad santísima, comunicán­dole la santidad increada e infinita del mismo Verbo divino.

Esto aparece claro también por el hecho de que la filiación divina natural lleva consigo, necesariamente, la suma santidad objetiva.  Ahora bien, Cristo, aún en cuanto hombre, en virtud de la unión hipostáti­ca, es Hijo natural de Dios, no adoptivo.  Luego esta unión eleva inmediata­mente y por sí misma al sumo grado de santidad, ya que la santidad consiste en la "unión con Dios" y no puede pensarse una unión más íntima con Dios que la unión hipostática.
Por eso concluimos: "La Gracia de unión hipostática se extiende a toda la humanidad de Cristo, o sea, al alma y al cuerpo".

También decimos la gracia de unión hipostática es un misterio.  Es decir, misterio de fe, cuya realidad no podía alcanzarla la razón humana antes de la revelación, y cuya posibilidad intrínseca tampoco se puede demostrar positivamente después de la revelación, sigue requiriendo la fe para entenderlo.  La unión hipostática es una unión singular de una criatura con Dios, de la que no puede haber analogía humana.
       


2.4.2. LA PERSONA ASUMENTE
      
Tesis 11ª. "La denominación "asumente" conviene propia y primariamente a la Persona divina del Verbo, y sólo secundariamente a la naturaleza divina".


2.4.2.1. Explicación

Después de haber estudiado la gracia de unión hipostática vamos a estudiar en esta segunda parte la Persona divina asumente.

La razón es porque, aunque la naturaleza divina sea el principio de la Encarnación, como acción divina "ad extra" común, por lo tanto, a las tres divinas Personas, el término de la misma fue únicamente la Persona del Verbo.  Fue únicamente la Persona divina del Verbo quien asumió la naturaleza humana, aunque la acción asuntiva corresponda a las tres divinas personas. Luego la expresión "asumente" conviene propia y directamente a la Persona divina del Verbo y sólo secundaria­mente a la naturaleza divina común a las tres Personas divinas.


2.4.2.2. Sagrada Escritura

Jn 1, 14: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”
Filp 2, 6: “El cual, siendo de condición divina, no codició ser igual a Dios”.


2.4.2.3. Adversarios
         
Sectas gnósticas: 
Que atribuían a Cristo un cuerpo aparente sin ninguna realidad, o bien lo consideraban como un cuerpo astral.
         
Filosofía platónica: 
Que afirmaba que el verdadero ser era ideal, el ser espiritual, el ser material es un ser de segunda categoría y caduco. Por lo tanto negaban que Cristo hubiera asumido una naturaleza humana como la nuestra, es decir, cuerpo y alma.


2.4.2.4. Argumento teológico
         
Sto. Tomás dice : "Fue más conveniente que se encarnara el Hijo (Verbo) que el Padre o el Espíritu Santo".
         
Y lo prueba con cuatro argumentos muy bellos:
         
1°. Porque Dios creó al mundo por su Verbo, que es el modelo o causa ejemplar del Universo entero.  Pero el artista, cuando se le rompe la obra que hizo, la restaura según el mismo modelo que empleó para formarla.  Luego era convenientísimo que el Verbo restaurara al género humano, roto por el pecado de Adán.
         
2°. El Verbo es la infinita sabiduría divina, de la cual derivan todas las sabidurías creadas.  Por lo mismo, el hombre progresa en sabiduría, que es su perfección propia en cuanto ser racional, en la medida en que participa del Verbo, como el discípulo va creciendo en sabiduría a medida que recibe las enseñanzas de su maestro. Luego, fue convenientísimo, para la perfección de la naturaleza humana, que fuera el Verbo divino quien se encarnara.
         
3°. El fin de la encarnación fue la redención del Género Humano, o sea, el cumplimiento de la predestinación de los hijos de Dios, devolviendo al hombre su filiación adoptiva por la gracia y su derecho a la herencia del cielo, perdida por el pecado.  Fue convenientísi­mo, por lo mismo, que el Hijo natural de Dios (Cristo) salvara a los hijos adoptivos (todo el género humano) y el heredero natural del Padre devolviese la herencia perdida a los herederos adoptivos.
         
4°. El pecado original cometido por nuestros primeros padres consistió en apetecer una sabiduría, o sea, la ciencia del bien y del mal, que les había prohibido Dios, Gen 2, 1617; 3, 5.  Luego fue conveniente que fuera el Verbo, Sabiduría infinita del Padre, quien redujera al hombre a Dios, comunicándole la verdadera sabiduría, que consiste en someterse totalmente a Dios "hágase tu voluntad", decimos en el Padrenuestro.



2.4.3. LA NATURALEZA ASUMIDA
      
Tesis 12ª. "La naturaleza humana era la más asumible por el Verbo entre todas las naturalezas creadas".


2.4.3.1. Explicación
         
Dijimos anteriormente que en la unión hipostática la Persona del Verbo divino asumió naturaleza humana en unidad de Persona. La naturaleza humana desde el principio fue creada por Dios y es la más apropiada para que fuera asumida por el Verbo. Porque Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Dotándole de aquellas cualidades naturales y dones sobrenaturales y para que viviera en estado de justicia original. No parece conveniente ni lógico que el Verbo hubiera tomado una naturaleza animal irracional, menos una naturaleza vegetal y aún más inconveniente que fuera una naturaleza mineral.
         
La naturaleza humana, desde el principio de la creación fue creada por Dios a su imagen y semejanza, y era lo más conveniente  y normal que fuera la naturaleza humana la que asumiera el Verbo para por medio de ella salvar a todo el Género Humano del pecado y de la muerte.
       

2.4.3.2. Adversarios
         
Sectas gnósticas: 
Que atribuían a Cristo un cuerpo aparente sin ninguna realidad, o bien lo consideraban como un cuerpo astral.
         
Filosofía platónica: 
Que afirmaba que el verdadero ser era ideal, el ser espiritual, el ser material es un ser de segunda categoría y caduco. Por lo tanto negaban que Cristo hubiera asumido una naturaleza humana como la nuestra, es decir, cuerpo y alma.


2.4.3.3. Sagrada Escritura
         
Gen 1, 27: "Creó Dios, pues, al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó".


2.4.3.4. Argumento teológico
         
La naturaleza humana es la que reúne mayores perfecciones por dos razones principales:
         
1. Por su dignidad, ya que es una natura­leza racional que puede conocer y amar el Verbo.       
         
2. Por su necesidad ya que, por razón del pecado original, esta naturaleza humana necesita ser redimida. La primera condición falta a las criaturas irracionales, y la segunda a los ángeles que no necesitan redención (ángeles buenos) o son incapaces de ella (ángeles malos).
         
Respecto a la naturaleza humana hay que advertir lo siguiente: "El Verbo divino no asumió una persona humana, sino una naturaleza humana".
         
Esta conclusión, que es de fe, fue expresamente definida contra la herejía nestoriana, como ya vimos.  No pudo la persona divina del Verbo asumir una persona humana, porque la personalidad es absolutamente incomunicable a otra persona, y porque aunque fuera posible tendría­mos en Cristo dos personas, contrario a la doctrina de la fe.  Pues ya vimos que Cristo es una Persona divina (no humana) en dos naturalezas la divina y la humana.
         
Tampoco puede decirse que: "El Verbo asumió un hombre, sino una naturaleza humana".    La razón es la misma de antes.  Habitualmente por la palabra "hombre" entendemos una persona humana, y ya hemos dicho, y es de fe, que el Verbo no asumió ni pudo asumir una persona humana, sino únicamente una naturaleza humana, o por decirlo así, "un hombre desprovisto de su personalidad humana, que fue sustituida por la personalidad divina del Verbo".
         
También hay que añadir: "Fue conveniente que el Hijo de Dios asumiera una naturaleza humana procedente del linaje de Adán".
         


2.4.4.  EL ACTO DE LA UNIÓN HIPOSTÁTICA

Tesis 13ª. "El acto de la unión hipostática fue realizado en común por las tres Divinas Personas". (de fe).


2.4.4.1. Explicación
         
En el tratado de Dios Trino afirmamos que: "las operaciones divinas ad extra son comunes a las tres divinas Personas". Y también decíamos que en dichas operaciones "ad extra", (y la Encarnación es una de ellas), la operación de las tres divinas Personas es una y la misma en la realidad y en el número; quiere esto decir que en las operaciones de Dios "ad extra", es toda la Trinidad un solo principio "quod", de modo que no hay más que una sola acción común.

También afirmábamos que en las operaciones divinas "ad extra", sin embargo, se atribuyen o apropian a las distintas Personas. La apropiación, o "atribución", consiste en que una operación o un atributo esencial, común a las tres divinas Personas, se atribuye a una con preferencia sobre las demás, por cierta afinidad entra la obra realizada "ad extra", o el atributo, y el carácter personal de aquella Persona a la cual se le atribuye. Así afirmamos que a Dios Padre se le atribuye la obra de la Creación; a Dios Hijo la obra de la Redención; y al Espíritu Santo la obra de la Santificación. Y sin embargo las tres Personas intervienen en la Creación, Redención y Santificación, conservando cada Persona divina su propia "atribución".


2.4.4.2. Magisterio de la Iglesia
         
Este tesis es una enseñanza de fe que se expresa en el Símbolo del II Concilio de Toledo: "Sólo el Hijo asumió nuestra naturaleza en la unidad de su Persona. Se ha de creer también que toda la Trinidad realizó la encarnación del Hijo de Dios, pues las obras de la Trinidad son inseparables" Denz 535.

El Concilio XI de Toledo aclara: "Ha de creerse que la encarnación de este Hijo de Dios fue obra de toda la Trinidad, porque las obras de la Trinidad son inseparables. Sin embargo, sólo el Hijo de Dios "tomó la forma de siervo" en la singularidad de la persona, no en la unidad de la naturaleza divina, para aquello que es propio del Hijo, no lo que es común a la Trinidad". Denz  284


2.4.4.3. Sagrada Escritura
         
Se indica la unidad de operación "ad extra" de las tres divinas Personas, atribuyendo la Encarnación bien:
         
1. Al Padre 
Gal 4,4: "Pero al llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, nacido de mujer (María), nacido bajo la Ley".
Jn 3, 16: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga vida eterna".
         
2. Ora al Hijo
Filp 2, 6- 7: "El cual siendo de condición divina no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomado condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre".
         
3. Ora al Espíritu Santo
Lc 1, 35: "El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios".

2.4.4.4. Argumento teológico
         
En el tratado de Dios Trino afirmamos que en todas las operaciones "ad extra", la operación de las tres divinas Personas es Una y la misma en la realidad y en el número. Quiere esto decir que en las operaciones de Dios "ad extra", es toda la Trinidad un solo principio "quod", de modo que no hay más que una sola acción común.
         
Suele atribuirse al Padre la obra de la Creación, por una muy razonable "apropiación", como un atributo de su omnipotencia, pero no porque le corresponda únicamente a él como algo propio ya que Dios creó todas las cosas por medio de su Palabra (2ª Persona) y con la sabiduría de su Espíritu Santo (3ª Persona) le dio vida.
         
Al hijo se atribuye la Redención (comienza en la Encarnación y acaba con la Resurrección), como un atributo propio de él por su obediencia, por dar su vida en favor de los hombres, pero fue el Padre quien lo envió y el Espíritu Santo colaboró activamente en la obra de la salvación.
         
Y la Santificación es propia del Espíritu Santo, el Espíritu Santo fue enviado por el Padre y el Hijo (Pentecostés), para continuar la obra de Cristo en la tierra hasta el final de los tiempos y así los hombres poder cumplir en todo la voluntad del Padre.
         
Luego el acto de la Unión Hipostática fue realizado en común por las tres divinas Personas.



2.4.5. EL TÉRMINO DE LA UNIÓN HIPOSTÁTICA

Tesis 14ª. "La segunda Persona de la Trinidad es la única que se hizo hombre". (de fe).


2.4.5.1. Explicación
         
En esta tesis afirmamos que sólo la Segunda Persona de la Trinidad se encarnó, es decir se hizo hombre, asumió naturaleza humana completa, es decir, cuerpo y alma. 
         
Los símbolos de la fe siempre lo han proclamado: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". A pesar de la consubstancialidad de las tres divinas Personas, la unión de la naturaleza humana con una persona divina (el Verbo) no tiene como consecuencia que tal naturaleza (humana) tuviera que unirse también con las otras dos personas divinas (el Padre y el Espíritu Santo). Pues la unión no tuvo lugar en la naturaleza divina de la Trinidad, que es igual a las tres personas divinas, sino en la Persona divina del Verbo. Y las personas divinas son realmente distintas entre sí. La naturaleza divina está unida tan sólo indirectamente con la naturaleza humana mediante la persona del Verbo, realmente idéntica con la mencionada naturaleza divina.


2.4.5.2. Magisterio de la Iglesia
         
El Credo del II Concilio de Toledo dice: "Sólo el Hijo asumió nuestra naturaleza en la unidad de su Persona. Se ha de creer también que toda la Trinidad realizó la encarnación del Hijo de Dios, pues las obras de la Trinidad son inseparables".  (Denz 535).


2.4.5.3. Sagrada Escritura
         
Jn 1, 14: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".
Jn 3, 16-17: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él".


2.4.5.4. Argumento teológico
         
La causa eficiente de la Encarnación es toda la Trinidad. En efecto, la Encarnación es una operación "ad extra" en la Trinidad, y toda operación "ad extra" tiene por principio la actividad divina común a las tres divinas personas.
         
Por consiguiente esta obra de la Encarnación, realizada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es una, si se la considera en su principio (la Trinidad); no es compleja si se la considera en su término (la Encarnación del Verbo). Si bien el acto de "asumir la naturaleza humana" proviene del poder divino común a las tres divinas personas, su término final es la segunda persona divina del Verbo (Hijo). Sto. Tomás dice en III, q. 3, a. 4: "las tres Personas hicieron que la naturaleza humana se uniera a la persona del Hijo".
         
Esta doctrina confirma un aspecto importante del dogma cristológico de la Encarnación: La unión del Verbo a la naturaleza humana tuvo lugar en la Persona divina (del Verbo) y no en su naturaleza divina. Sto Tomás en III, q. 2, a. 2, (insiste): "Si la naturaleza humana no está unida en la Persona al Verbo de Dios, no le está unida de ninguna manera. Y así la fe en la encarnación queda totalmente anulada".




Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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