Visión de conjunto
Vamos a insinuar ahora, los elementos que constituyen el Apocalipsis. Y aunque sea un libro difícil de "entender", no es un libro sólo para iniciados, sino para ser leído despacio, con sencillez, por supuesto con algo de imaginación, con el fin de llegar a percibir el significado "actual" de los símbolos que en él se plasman.
Introducción (1,1-3)
Se trata de una revelación importante del Dios de Jesucristo a la comunidad de los cristianos que sufren persecución por "ser cristianos".
Cartas a las Iglesias (1,4-3,22)
Son siete cartas, y cada una de ellas es enviada por el mismo Cristo a las diversas iglesias radicadas en la zona oeste del Asia Menor. En ellas se resaltan virtudes y defectos, y se las invita a la conversión. Todas concluyen con la misma fórmula: "El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".
El trono y el libro (4-5)
Dios es el creador de todo y, en definitiva, también es Señor absoluto de la historia humana, al menos en su desenlace. Jesucristo, muerto y resucitado ("el cordero" en pie), tiene el poder y la potencia para abrir el libro de la historia en su instancia última y mostrarnos su marcha hacia el futuro absoluto.
Fuerzas históricas (6,1-7,17)
Los cuatro primeros sellos desatan las fuerzas del caos, la violencia, injusticia y muerte. El testimonio de los innumerables mártires (sello 5°) reclama una nueva era. Con un cataclismo se inicia "la revolución" del triunfo del Dios (sello 6°). Muchos, provenientes de las doce tribus de Israel accederán a su reinado definitivo porque le fueron fieles. Los mártires que dieron el testimonio de su fe en Cristo están, como una gran muchedumbre, ante el trono de Dios. El enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá más luto, ni llanto.
Fuerzas enfrentadas (12,1-14,5)
El dragón poderoso se enfrentan a una mujer bendita (12,1-6). La fortaleza del maligno pretende destrozar y acabar con la Iglesia (la mujer), el pueblo de Dios. Su hijo es Cristo, la verdad de Dios, que brota de la Iglesia al manifestar esa misma verdad. En el cielo se baten el arcángel Miguel y el dragón (12,7-18). Y sobre la tierra emergen además "las dos bestias" (13,1-18). La primera representa a Roma y la otra a unos falsos profetas de la época. Frente a estas bestias está el cordero de pie, salvador y quienes le siguen, sus fieles.
Anuncio de victoria (14,6-16,21)
El juicio de Dios será irrevocable y definitivo. Quienes siguen al Cordero invicto, le rodean ya junto al lugar donde se dará sentencia. Quienes adoran a la bestia ya postrada recibirán su propia condenación y el castigo merecidos. Las imágenes de la vendimia y de la siega significan el final de la edad primera. La ira de Dios se derrama sobre la tierra y hace justicia. Se aproxima el juicio de Dios. Se escucha el cántico de los vencedores. "Sólo tú eres santo".
Condenación y salvación (17-20)
Es condenada la idolatría de Babilonia (la gran prostituta), que personifica a la Roma imperial. Ésta marcha hacia la perdición y hacia su caída definitiva. Y en todo este escenario, la comunidad cristiana alcanza ya su anhelo de salvación en Dios. El libro presenta a Cristo como juez y vencedor de todas las fuerzas del mal. La derrota del dragón (el maligno) es ya absoluta.
Un cielo nuevo y ... (21,1-22,5)
Es el lugar del encuentro entre Dios y los justos. En la Jerusalén celestial sólo viven los inscritos "en el libro de la vida". "Una ciudad sin noches y sin necesidad de antorchas ni de sol, porque el Señor Dios será la luz que alumbre a sus habitantes".
Conclusión (22,6-21)
Es como una exhortación litúrgica a escuchar el contenido de este libro profético: "Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin". Y termina con las palabras plenas de esperanza, ¡ven, Señor Jesús! El libro del Apocalipsis supera así al miedo.
MILENARISMO: Del latín "milennium" (los mil años), la palabra recoge la visión de un tiempo futuro de mil años, prometedor y feliz. Por eso, la fecha del cambio de milenio se presta siempre al surgimiento de movimientos apocalípticos que auguran grandes crisis que dejarán paso a la construcción de un mundo utópico de abundancia y libertad. Dentro de la cultura occidental, la idea del milenarismo se inspira en buena parte, en la cifra simbólica de "los mil años" que aparece en el libro del Apocalipsis: "Todos ellos revivieron y reinaron con Cristo mil años" (Ap 20,4). Su autor sagrado conoce las tradiciones apocalípticas de origen judío. El significado de "los mil años" sería el de un tiempo largo (imposible de contar) cuya precisión pertenece sólo a Dios. Sería el tiempo de la Iglesia. Durante ese período quienes mueren en Cristo, en él continúan viviendo. Pero "el tiempo absoluto" acontecerá al final de la historia terrena. "Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Habían desaparecido el primer cielo y la primera tierra y el mar ya no existía" (Ap 21,1)
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Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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