P. Manuel Mosquero Martin S.J. †
Undécima Promesa del Sagrado Corazón de Jesús
"Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi corazón y jamás será borrado"
Composición del lugar: Imagínate a Jesucristo, que te
enseña su Corazón, y en Él, escrito tu nombre.
Petición: Dame trabajo, para extender el reinado de tu
Corazón Divino.
Introducción: Lo refiere el P. Junquera: Visitando un día
Luis IX de Francia las plazas fuertes de su reino, llegó un día a Dornix,
fortaleza de Flandes, donde los habitantes le habían preparado un curioso
recibimiento.
Habían escogido a la joven más agraciada del pueblo, y
vestida de gala y con un precioso estuche en la mano, la enviaron al encuentro
de su Majestad, en nombre de la población entera.
El rey la recibió con singulares muestras de agrado,
abrió con curiosidad el estuche, y ¡cuál no sería su sorpresa!, al encontrar en
él un corazón de oro, en el que iba incrustado un hermosísimo lirio, formado
con riquísimos diamantes, en cuyos pétalos había grabada esta preciosa leyenda:
“Así ama el pueblo a su rey y lo encierra en su corazón”.
Conmovido el soberano por tan delicadísima muestra de
amor, apretó el corazón de oro contra su corazón real, exclamando: “Y así ama y
encierra el rey a su pueblo en su corazón”.
Bellísima representación del amor de un Rey a sus
vasallos, sólo superado por el amor del Corazón de Jesús a sus apóstoles.
RECOMPENSA ESPLÉNDIDA
Nos ofrece la salvación eterna y con una condición tan
fácil y sencilla. Dice S. Margarita: “Me parece que me ha hecho ver (es Señor),
que muchos estaban allí escritos (en su Corazón) a causa del deseo, que tienen
de hacerle honrar, y que por eso no permitirá jamás que sean borrados”. (Lettre
40 a la M. Greifié Vie et oeuvres. Edit. Ganthey, 1925. T. 2, pág. 303).
El P. Bernanrdo de Hoyos se consagraba al Sagrado Corazón
de Jesús el 12 de junio de 1733, primer viernes después de la octava del
Corpus, con la devota fórmula del P. Claudio de la Colombière, en la Iglesia de
San Ambrosio de Valladolid, ante Jesús Sacramentado, y firmaba después la
consagración con estas palabras: “El amado y amantísimo discípulo del Sacratísimo
Corazón de Jesús, Bernardo Francisco de Hoyos”. Al firmar, dice: “conocí por un
modo suavísimo, no tanto de visión cuanto de tacto o experiencia palpable, que
Jesús escribía mi nombre en su Corazón”.
TENDRÁN ESCRITO SU NOMBRE EN MI CORAZÓN
¿Qué quiere decir esto?
Si interpretamos estas palabras en el sentido del lenguaje
humano, quiere decir que Jesucristo promete una amistad entrañable y eterna.
Y, si se interpretan en el lenguaje divino de las
Sagradas Escrituras, hemos de deducir la misma conclusión. La Sagrada Escritura
nos habla de un libro, que llama “de la vida”. Libro, donde están escritos los
nombres de los predestinados. Y ¿qué libro es ése? “Mi Corazón es el Libro de
la Vida?, dijo a Santa Margarita Nuestro Señor que en su vida mortal había
asegurado: “Yo soy la vida”.
La sociedad perpetúa la memoria de sus grandes
bienhechores, poniendo sus nombres en monumentos, estatuas…
Jesucristo no es menos agradecido y quiere recompensar a
los que le ayudan en propagar su reinado de amor por el mundo. El no promete
escribirlos en mármol, o en bronce; los grabará en su propio Corazón.
Llevar a una persona en el Corazón es la mayor prueba de
cariño. Sentirse amado por otra persona produce satisfacción muy honda.
RECOMPENSA PERDURABLE NO BORRARÁ SU NOMBRE DEL LIBRO DE
LA VIDA (Ap. 3,5)
No sólo nos asegura Jesucristo que escribirá en su
Corazón el nombre de sus apóstoles, sino que se realza la promesa con la
indelebilidad.
El corazón de los hombres es voluble y lo que escribe en
él es inestable. Es como la arena de la playa. Escribes un nombre en la arena y
qué poco dura. Una racha de viento, unas gotas de agua bastan para borrarlo.
Así es el corazón humano. Se escribe en él un nombre; y
pronto desaparece. Las gotitas de agua de un disgusto bastan para hacer
deshacer la amistad, que se creía eterna. El viento frío de una separación, un
poco prolongada, apaga la llama del amor. Mal libro es el corazón humano, para
conservar los nombres escritos en él.
Pero el Corazón de Jesús es todo lo contrario. Los
nombres que Jesucristo escribe en su Corazón, ahí quedan para la eternidad, si
el hombre no se empeña en borrarlo.
PROMESA FÁCIL
¿Qué condición nos exige? Solamente la de propagar su
devoción. ¿Cómo? De cualquier manera.
Con la oración. Con la palabra, hablada o escrita. Con el
dinero. Con el sufrimiento. Con el ejemplo…
Hasta recompensa a los que sólo tienen deseos de propagar
su reinado. Santa Teresa del Niño Jesús se consumía en ansias de ser sacerdote,
para llevar el reinado de Cristo a todas las almas. Y ese deseo incontenible le
ha valido que la Iglesia le nombre Patrona de todas las Misiones de Infieles y
que Cristo tenga su nombre escrito en su Corazón y eternamente. Y es de fe.
Está canonizada.
Y ¿cómo lo cumplirá? Él o sabe muy bien. Nosotros estamos
seguros que tiene su Omnipotencia a disposición de su misericordia infinita.
Puede ser por ejemplo:
Apartando de nosotros las tentaciones.
Comunicándonos gracias especiales más eficaces.
COLOQUIO
¡Jesús haz que yo cuide de Ti, y de tus cosas, para que
Tú cuides de mí y de las mías; y escribe mi nombre en tu Corazón Divino!
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