Las otras cartas de Pablo: a Filemón

P. Fernando Martínez S.J.


Las otras cartas


Hay además de las vistas en las anteriores entregas, dos cartas, que sin duda alguna fueron escritas por san Pablo, la dirigida a su buen amigo Filemón y la enviada a sus queridos Filipenses. Ambas fueron redactadas cuando Pablo estaba en prisión. Es tema de discusión si su redacción última se sitúa en el tiempo de la primera cautividad en Roma (a 61-63) o más bien cuando en otras circunstancias estuvo encarcelado en la ciudad de Efeso hacia los años 56-57.

Respecto de las cartas a los Colosenses, a los Efesios, a las calificadas como “pastorales” (enviadas a Timoteo y Tito), parece oportuno indicar que hay serias dudas de que hubieran sido dictadas en su totalidad por el apóstol. Pero es claro que sus autores son discípulos cercanos suyos, conocedores de sus escritos y de su doctrina. Con razón, por tanto, estas cartas forman parte de los textos y escritos de inspiración paulina (“corpus paulinum”)

La que se presenta como “Carta a los Hebreos” ciertamente no fue escrita por san Pablo. Está pensada y redactada como un sermón para ser leído en las reuniones litúrgicas cristianas. Pero, aún así, en no pocos de sus argumentos e ideas alienta y se translucen las enseñanzas del apóstol.


Única carta privada

Entre las diferentes cartas de Pablo tal como hoy las conocemos, la única que se conserva como “privada” es la enviada a su amigo Filemón. No caben dudas que el apóstol mantuvo correspondencia privada bastante intensa, y esta carta breve es la única que nos queda de toda esa correspondencia. Este hecho singular confiere al escrito un interés muy especial. Es propia de un amigo muy querido en Cristo.

El Onésimo de la carta era un esclavo fugitivo, y lo más probable es que hubiera cometido algún hurto en la casa de su amo Filemón. “Y si en algo te perjudicó o tiene alguna deuda contigo, ponlo en mi cuenta. Yo, Pablo, te la devolveré” (v 18s). Su señor, Filemón residía de ordinario en Colosas, ciudad al parecer no misionada por Pablo. Filemón se habría convertido a la fe cristiana en alguno de sus viajes a Efeso.

Estando Pablo prisionero en la cárcel de esta ciudad (según la hipótesis más probable), acude buscando ayuda y protección el esclavo Onésimo, que era también cristiano. En tales circunstancias tan penosas, el apóstol sintió un gran afecto por Onésimo e incluso llegó a manifestar su claro deseo de mantenerlo junto a sí. Sin embargo, no lo hace pues le parece que lo más justo es devolverle a su amo y señor, acompañado de una carta, que es preciosa por su delicadeza. Le pide a su amigo Filemón que perdone a Onésimo y que le acoja con afecto como a un hermano suyo en Cristo.

Cincuenta años más tarde, san Ignacio de Antioquía, uno de los grandes mártires cristianos, es conducido a Roma. Y durante su viaje escribe bastantes cartas y no pocas de ellas se conservan. En una dirigida a la iglesia de Efeso habla mucho acerca de su obispo tan querido. No faltan quienes opinan que este fiel Onésimo sería el esclavo fugitivo de Filemón; y subrayan que ésta es la razón de que este escrito particular no se haya extraviado como habría sucedido con el resto. Se supone numerosas las cartas privadas del afectivo apóstol Pablo.


Guía de la Carta a Filemón

1-3 Saludo

4-7 En mis oraciones me acuerdo siempre de ti y doy gracias a Dios por tu fe viva.

8-22 Te hago una recomendación a favor de Onésimo – Te lo mando de nuevo como si te enviase mi propio corazón – Te pido que este favor me lo hagas de buen grado – Onésimo es para mí como un hermano muy querido. Si algo te debe cárgalo a mi cuenta – Estoy seguro que harás más de lo que te pido – Espero visitaros.

23-25 Saludos finales.



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Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.

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