El culto al Corazón de Jesús es otro de los elementos principales de la espiritualidad del Apostolado de la Oración desde sus orígenes.
La Iglesia nos enseña a ver representado en el Corazón Humano de Jesús el Amor de Dios a los hombres. El Papa Juan Pablo II nos decía:
«La Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús nos recuerda, sobre todo, los momentos en los cuales este Corazón fue “traspasado por la lanza” y mediante esto, abierto de forma “visible” al hombre y al mundo… Venerado el Corazón Divino aprendemos el misterio de la redención en toda su divina y, al mismo tiempo, humana profundidad. A la vez nos hacemos sensibles a la necesidad de reparación. Cristo abre hacia nosotros su Corazón para que en su reparación nos unamos con Él para la salvación del mundo» (Angelus, 27.6.82)
Juan Pablo II se une con estas palabras a las enseñanzas de tantos otros Papas, que animaron a los fieles a venerar al Corazón de Jesús según el espíritu de Santa Margarita María. Ella vio al Corazón de Cristo rodeado de llamas, abierto por la llaga, coronado de espinas y adornado con una cruz, y oyó decir al Salvador: «He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres… Y en reconocimiento no recibe sino ingratitudes de la mayor parte de ellos».
Los estatutos del Apostolado de la Oración animan a todos los miembros del Apostolado de la Oración a imbuirse de la espiritualidad y a cultivar las prácticas del culto al Sagrado Corazón. Y por esta razón dicen:
«Los socios se consagran a Él en respuesta del amor del Señor, y le ofrecen reparación por sus pecados y los de todo el mundo y practican y fomentan las diversas formas de este culto, aprobadas por la Iglesia» (II, 2)
Consagración quiere decir dedicación total al Señor en respuesta a su amor. El bautismo es nuestra “consagración” fundamental, en la que somos consagrados a la Trinidad y unidos místicamente con Jesús muriendo y resucitando (Mt. 28, 19, Rom 6, 3). En el culto y en la consagración al Corazón de Jesús tomamos conciencia de lo que somos y procuramos vivirlo con el mayor amor posible.
El mejor indicador de una consagración sincera al Corazón de Jesús será siempre el exacto cumplimiento de los mandamientos divinos. Pues el mismo Señor nos dijo: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Jn 14, 15)
La Reparación brota de una amarga experiencia nuestra, pues a pesar de haber conocido el amor de Cristo, muchas veces lo hemos traicionado, negado y ofendido como lo hizo San Pedro. Sólo nos queda el arrepentimiento, el deseo de deshacer en lo posible la ofensa a Dios, el rechazo del amor. Nuestro corazón arrepentido nos lleva necesariamente a la reparación.
Y para que sea eficaz nuestra reparación nos unimos a la reparación ofrecida por Cristo al Padre, en la cruz y hecha presente en la celebración Eucarística.
El socio del Apostolado de la Oración se anima a reparar también a Dios por los pecados, olvidos y ultrajes de todos los pecadores. Y de esta manera la reparación, según el Papa Pío XI, se convierte en un acto misterioso de amor al Redentor:
«Si a causa de nuestros pecados futuros, pero previsto se entristeció el alma de Cristo hasta la muerte, sin duda ninguna que ya entonces se consolaría un tanto por nuestra reparación futura, pero prevista también, cuando se le apareció un Ángel del cielo para consolar su Corazón oprimido por el tedio y la angustia» (Miserentissimus Redemptor, 45)
Según el mismo Papa Pío XI las dos principales prácticas reparadoras son la Comunión Reparadora de los Primeros Viernes y la Hora Santa.
El Apostolado de la Oración ha escogido como el gran día de su reunión mensual el Primer Viernes de cada mes. Esta práctica tiene su origen en las revelaciones hechas por el Señor a Santa Margarita María:
«He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres… y en agradecimiento no recibe de la mayor parte sino ingratitudes… Tú al menos dame el gusto de suplir su ingratitud cuando puedas… Te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos los que comulguen nueves primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; mi divino Corazón será su asilo seguro en los últimos momentos»
De estas enseñanzas de Santa Margarita María han brotado en la Iglesia dos prácticas piadosas en los primeros viernes; ellas son la Comunión Reparadora y la Hora Santa.
La Comunión de los Primeros Viernes adquiere su dimensión más honda para los miembros del Apostolado de la Oración, si comulgamos para reparar al amor del Señor por las ofensas nuestras y de otros, uniendo a su sacrificio los nuestros del mes que comienza (aceptar su voluntad en todo, cumplir con nuestras obligaciones, ejercer la caridad fraterna…)
Lo que quiere el Señor es que participemos los primeros viernes con amor agradecido en su sacrificio. Lo que nos promete es la perseverancia final, la salvación eterna. Y lo que nos pide es la comunión hecha con la intención reparadora de ofrecer a Jesús amor y agradecimiento por tantas personas, que le ofenden y lo olvidan.
Que esta reparación sea urgente en nuestros días nos lo hace ver el hecho de que hoy se cometen tantas maldades contra las imágenes vivas de Dios, las personas humanas y de que la oración y el culto a Dios son abandonados por tantos hombres aun católicos.
La Hora Santa tuvo un gran auge en el Perú hace todavía pocos años, pues su gran protagonista fue el sacerdote peruano Mateo Crawely.
El Señor pidió a Santa Margarita María le acompañase en su agonía una hora todas las noches del jueves al viernes de 11 PM a 12 AM. La Hora Santa es un ejercicio destinado a preparar a los devotos del Corazón de Jesús para celebrar con piedad el Primer Viernes del mes, tiene como finalidad el recordarles la Institución de la Eucaristía, la Pasión y la Muerte del Salvador, y se puede hacer en el templo o en la casa. Durante esta Hora Santa está aconsejando hacer el Viacrucis, rezar el Rosario, leer algún libro o meditar en la agonía del Señor en el huerto.
Pío XI, aceptando plenamente el mensaje de Santa Margarita María, escribía allá por el año 1928:
«Al aparecerse Cristo a Margarita María… se quejaba entristecido de tantas y tan grandes injurias como recibe de los hombres ingratos… Para reparar estos ultrajes, recomendó principalmente… el comulgar con intención de reparar – a lo que llaman comunión reparadora – , y a las preces y oraciones de reparación por espacio de una hora – a lo que propiamente se llama Hora Santa – . Ejercicios piadosos que la Iglesia no solamente ha aprobado, sino que los ha enriquecido con abundantes favores espirituales» (miserentissimus Redemtor, 39-40)
Y en 1980 el Papa Juan Pablo II nos habló de su visita a la basílica del Sagrado Corazón de Jesús en París, en donde según él perdura la adoración al Santísimo Sacramento y en donde siempre hay personas, que «con el espíritu de Santa Margarita María ofrecen reparación a ese Corazón, que tanto ha amado al mundo y al hombre en este mundo y que tantos ultrajes y olvidos recibe de él» (Angelus 8, Junio, 1980)
Los socios del Apostolado de la Oración no deberíamos nunca olvidar ese «espíritu de Santa Margarita», tan recomendado por los Papas, pues con él ofrecemos al Señor un obsequio de conversión y reparación.
El domingo 13 de junio se realizó la procesión de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús por las calles del Cercado de Lima, saliendo de la Parroquia San Pedro, Santuario Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús en dirección a la Catedral de Lima. Presidieron la procesión el P. Antonio González Callizo, S.J. Director Nacional del Apostolado de la Oración, el P. Enrique Rodríguez, S.J. Párroco de la Iglesia de San Pedro, el P. Guillermo Villalobos, S.J. y el P. Alfredo Ruska, S.J. Acompañaron la procesión el Apostolado de la Oración y todos los grupos parroquiales, asociaciones y cofradías, además de los fieles en general.
A su retorno al templo de la Iglesia de San Pedro, se celebró la Eucaristía de Acción de Gracias, presidida por el P. Guillermo Villalobos, S.J. y concelebrada por el Párroco P. Enrique Rodríguez, S.J. y el P. Alfredo Ruska, S.J.
La organización estuvo a cargo de los hermanos del Apostolado de la Oración, quienes año tras año se encargan de esta celebración.
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Fotos: De arriba hacia abajo
1º Procesión por las calles del Cercado de Lima, presiden la procesión de izquierda a derecha: P. Alfredo Ruska S.J.; P. Enrique Rodríguez S.J. Párroco; P. Guillermo Villalobos S.J. y P. Antonio González Callizo S.J. Director Nacional del Apostolado de la Oración.
2º Procesión haciendo su ingreso a la Plaza Mayor de Lima, Perú.
3º Imagen de Nuestra Señora de los Remedios en la Plaza Mayor de Lima, que antecedía a la imagen del Sagrado Corazón.
4º Imagen del Sagrado Corazón de Jesús en la Plaza Mayor de Lima.
5º Recibimiento en la Parroquia del Sagrario, Plaza Mayor de Lima, por parte del párroco P. Martín Arenas. De espaldas de izquierda a derecha P. Enrique Rodríguez S.J., P. Antonio González Callizo S.J. y P. Guillermo Villalobos S.J.
6º Palabras de Monseñor Guillermo Abanto en la Plaza Mayor.
7º y 8º Imagen del Sagrado Corazón en la Plaza Mayor de Lima.
9º Imagen del Sagrado Corazón frente al Palacio de Gobierno.
10º Imagen del Sagrado Corazón luego de la procesión, ingresando al templo de la Iglesia de San Pedro, Santuario Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús.
11º Imagen del Sagrado Corazón luego de terminar la Eucaristía de Acción de Gracias, presidida por el P. Guillermo Villalobos S.J. y concelebrada por el Párroco P. Enrique Rodríguez y el P. Alfredo Ruska S.J. En primer plano integrantes del Coro del Apostolado de la Oración.
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