VÍA PACIS - Segunda Contemplación: Subió José y María a Belén para empadronarse



SEGUNDA CONTEMPLACIÓN

SUBIÓ JOSÉ Y MARÍA A BELÉN PARA EMPADRONARSE 

(Lucas 2, 3 - 4)


Canto de adviento:

Lector: En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.

Todos: Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.

Lector: Del evangelio según San Lucas (2, 4-5)

Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.


LECTURA BÍBLICA: del Profeta Isaías, 7, 10 – 16

“Volvió Yahvéh a hablar a Ajaz diciendo: Pide para ti una señal de Yahvéh tu Dios en lo profundo del seol o en lo más alto. Dijo Ajaz: No la pediré, no tentaré a Yahvéh. Dijo Isaías: Escuchen, pues, casa de David. ¿Les parece poco cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?. Pues bien, el Señor mismo va a darles una señal: He aquí que una joven recién casada ha concebido y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno”.


LECTURA ESPIRITUAL: 

Thomas Merton: (1915-1968), monje trapense, escritor y poeta religioso. Nació en Prades, Francia. En 1941, luego de convertirse al catolicismo, y experimentar una creciente conversión, ingresó en el monasterio trapense de Getsemaní, en Kentucky, Estados Unidos. Se ordenó sacerdote en 1949. Murió en Tailandia, mientras asistía a una conferencia de abades benedictinos. Todos sus escritos conforman un valioso testimonio espiritual para estos tiempos.

"El misterio de Adviento es un misterio de vaciamiento, de pobreza, de limitación. Debe ser así. De otro modo no podría ser un misterio de esperanza. El misterio de Adviento es un misterio de comienzo: pero también es el misterio de un fin. La plenitud del tiempo es el final de todo lo que todavía estaba incompleto, todo lo que todavía era parcial. Es el cumplimiento en unidad de todo lo que era fragmentario.

El misterio de Adviento en nuestras vidas es el comienzo del fin de todo lo que en nosotros no es todavía Cristo. Es el comienzo del fin de la irrealidad. Y eso, sin duda, es motivo de alegría. Pero por desgracia nos aferramos a nuestra irrealidad, preferimos la parte al todo, continuamos siendo fragmentos, no queremos ser ”un solo hombre en Cristo”.

Adviento, para nosotros, significa aceptación de ese comienzo totalmente nuevo. Significa una disposición para hacer que la eternidad y el tiempo se encuentren no sólo en Cristo sino en nosotros, en el Hombre, en nuestra vida, en nuestro mundo, en nuestro tiempo. Si hemos de entrar en el comienzo de lo nuevo, debemos aceptar la muerte de lo viejo. El comienzo, pues, es el fin. Hemos de aceptar el fin, antes de poder empezar. O más bien, para ser más fieles a la complejidad de la vida, hemos de aceptar el final en el comienzo, ambos juntos".


ORACIÓN DE LOS FIELES:

Lector: Dios nuestro, has elegido a la Virgen María para que sea Madre de tu Hijo, cuida con bondad a todos aquellos que esperan la salvación.

Todos: Señor, danos tu gracia.

Lector: Dios nuestro, por medio del ángel haz anunciado a María la alegría y la paz, dona al mundo la alegría y la paz de tu Reino.

Todos: Señor, danos tu gracia

Lector: Dios nuestro, por obra del Espíritu Santo y con la aceptación de María Virgen, Tú hiciste vivir entre nosotros tu Palabra eterna, danos tu gracia para disponernos a acoger a Cristo como lo acogió la Virgen María.

Todos: Señor, danos tu gracia.


ORACIÓN: 

Tú has querido, Padre nuestro, que, al anuncio del ángel, la Virgen Inmaculada concibiera tu Palabra eterna y, envuelta en la luz del Espíritu Santo, se convirtiera en templo de la nueva alianza; concédenos adherirnos humildemente a tu voluntad, como la Virgen se encomendó a tu Palabra. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Todos: Bendita eres María entre todas las mujeres y bendito sea el fruto de tu vientre, Jesús.


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