Novena a San Ignacio de Loyola



San Ignacio de Loyola
Fundador de la Compañía de Jesús

“Con el nacimiento de la Compañía de Jesús un fuego nuevo se encendió. El fuego que entonces se prendió continúa ardiendo hoy: Un fuego que enciende otros fuegos”
(Congregación General 35, Decreto 2, No. 25)




31 de julio, fiesta de San Ignacio de Loyola

El peregrino, el santo de la inseguridad. De la vida a la intemperie. A cielo descubierto, sin
techo ni otro reparo alguno. Sin certidumbre ninguna. En referencia continua a Dios.
Investigando, discerniendo, buscando sin descanso lo que Dios quiere a través de un método
original: los Ejercicios Espirituales. Una forma novedosa de acercarse al Evangelio.
Cortesano, militar, enfermo, peregrino, estudiante, compañero, religioso, sacerdote,
escritor, gestor…jesuita. Caras de un mismo anhelo, vivir hoy al modo de Jesús. Agradecido
porque intuyó que todo es regalo de Dios. Feliz porque siempre respondió entregando todo.
Hasta que dio con la clave: en todo amar y servir.

Día 1 – Loyola: El Origen 
Día 2 – Pamplona: La Conversión 
Día 3 – Monserrate: Indigente de Dios 
Día 4 – Manresa: Ejercicios Espirituales 
Día 5 – Jerusalén: Peregrino 
Día 6 – En camino: Preso de los Soldados 
Día 7 – Paris: Estudios y Compañeros 
Día 8 – Italia Actividad Apostólica 
Día 9 – Roma: Ite Inflammate Omnia 
Día de San Ignacio


Día 1 – Loyola: El Origen
El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido





1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46.

2. Vida de San Ignacio

Nació Ignacio en 1491, como 13º y último hijo de noble estirpe vasca, en el castillo de Loyola. En su familia, recibió buena formación cristiana y en letras. A los 16 años, Ignacio se encuentra en la corte de los reyes Fernando e Isabel, en Arévalo. En ese ambiente cortesano, pasa varios años aprendiendo las habilidades y maneras propias de un noble caballero.
“Hasta los 26 años de su edad fue hombre dado a las vanidades del mundo y principalmente se deleitaba en ejercicio de armas con un grande y vano deseo de ganar honra. Y así, estando en una fortaleza que los franceses combatían, y siendo todos de parecer que se diesen, salvas las vidas, por ver claramente que no se podían defender, él dio tantas razones al alcaide, que todavía lo persuadió a defenderse, aunque contra parecer de todos los caballeros, los cuales se confortaban con su ánimo y esfuerzo. Y venido el día que se esperaba la batería, él se confesó con uno de aquellos sus compañeros en las armas; y después de durar un buen rato la batería, le acertó a él una bombarda en una pierna, quebrándosela toda; y porque la pelota pasó por entrambas las piernas, también la otra fue mal herida.” (Luis Gonçalvez da Câmara, Autobiogra:ía. n. 1)

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

La vanidad, el orgullo, la soberbia, terrible mal que afecta a todos los mortales. Ni siquiera los más grandes están libres de luchar contra sí mismos… Es el caso de nuestro Peregrino, a quien queremos conocer un poco más en estos días de Novena.
El P. Cámara, al escribir lo que Ignacio le contó sobre su vida, comienza el escrito con una frase emblemática, que encierra en sí misma una manera de entender la vida: “hasta los 26 años de su edad fue hombre dado a las vanidades del mundo.” Las vanidades van a ser muchas… pero, como Dios escribe derecho en renglones torcidos, pudo más la gracia que el pecado. ¿Qué era lo que deseaba Ignacio? ¿Por qué se lo conocerá luego como un “varón de grandes deseos”?
Su gran deseo era triunfar, ganar honra y estima. Dios va a tocarle el corazón y va a invitarlo a abrirse al camino de la donación, de la generosidad, incluso, valiéndose hasta de un accidente severo. Dios siempre es capaz de sacar bien del mal que podamos hacer, no nos deja solos ni siquiera cuando nos sentimos frustrados o alienados.

4. Evangelio

“Jesús entró en Jericó y atravesaba la cuidad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí, Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más». Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombres es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».”
(Lc. 19, 1-10).

5. Meditar

Pasa como con Zaqueo, en el Evangelio: tenía una “etiqueta” de estafador (corrupto) y lo era en verdad…
Pero eso no le impide buscar a Jesús para invitarlo a su casa con mucha alegría y es ahí cuando viene la transformación. ¿Qué es lo que mueve mi vida? ¿Cómo me enfrento ante la vida, ante los desafíos ¿Qué deseos dan sentido a mi existencia?

6. Peticiones

7. Oración final

Terminar con un Padre nuestro y/o un Ave María.




Día 2 – Pamplona: La Conversión
«Vengan y lo verán»


1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46.

2. Vida de San Ignacio

“…Mas nuestro Señor le fue dando salud; y se fue hallando tan bueno, que en todo lo demás estaba sano, sino que no podía tenerse bien sobre la pierna, y así le era forzado estar en el lecho. Y porque era muy dado a leer libros mundanos y falsos, que suelen llamar de Caballerías, sintiéndose bueno, pidió que le diesen algunos de ellos para pasar el tiempo; mas en aquella casa no se halló ninguno de los que él solía leer, y así le dieron un Vita Christi y un libro de la vida de los Santos en romance. Por los cuales, leyendo muchas veces, algún tanto se aficionaba a lo que allí hallaba escrito. Mas dejándolos de leer, algunas veces se paraba a pensar en las cosas que había leído; otras veces en las cosas del mundo que antes solía pensar… Todavía nuestro Señor le socorría, haciendo que sucediesen a estos pensamientos otros, que nacían de las cosas que leía. Porque, leyendo la vida de nuestro Señor y de los santos, se paraba a pensar, razonando consigo: ¿qué sería, si yo hiciese esto que hizo San Francisco, y esto que hizo Santo Domingo? y así discurría por muchas cosas que hallaba buenas, proponiéndose siempre a sí mismo cosas dificultosas y graves, las cuales cuando proponía, le parecía hallar en sí facilidad de ponerlas en obra. Mas todo su discurso era decir consigo: Santo Domingo hizo esto; pues yo lo tengo de hacer. San Francisco hizo esto; pues yo lo tengo de hacer…"
(Luis Gonçalvez da Câmara, Autobiografía. nn. 5-8).

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

Todo comienza con una convalecencia larga y difícil. Para matar el tiempo y evitar el aburrimiento, desea leer algo que refleje sus búsquedas, anhelos y deseos más profundos pero no hay libro que satisfaga.
Tiene que resignarse a la lectura de una vida de Cristo y de los Santos… Pero lo interesante es la superación de ese estado de aburrimiento vital: aparece una pregunta, una invitación a algo novedoso ¿si yo hiciese lo que estos hicieron? ¿si las cosas son de otra manera?
Todos nos hemos topado en nuestro caminar con situaciones difíciles, más de una vez hemos deseado tirar todo por la borda y cambiar el rumbo de nuestras opciones. A veces no es tanto lo exterior, sino lo interior lo que nos impide cambiar, creer, esperar… y no sólo en Dios, sino en nosotros mismos. En el fondo, es un asunto de deseos vitales.
Es posible que en ese estado de crisis nos surjan preguntas cruciales como a Íñigo. Las preguntas que vienen de lo leído van a confrontar su vida, su ser. Lo mismo que a los discípulos de Jesús: Natanael, debajo de la higuera que es visto por Jesús, por ejemplo. Dios siempre nos busca, incluso a través de nuestras crisis, no pierde la ocasión para encontrarnos.

4. Evangelio del día

“Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo:
«Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?». Ellos le respondieron: «Rabbí –que traducido significa Maestro– ¿dónde vives?». «Vengan y lo verán», les dijo.
(Jn. 1, 35-36).

5. Meditar

En su Autobiografía, el peregrino nos comparte que los pensamientos y deseos de ganar honra y estima lo dejaban “seco y descontento”, mientras que lo relacionado con Jesús y los santos “lo consolaba, y quedaba alegre y contento”. Las lecturas, los pensamientos y sentimientos desencadenan en él un proceso de discernimiento espiritual… Detengámonos un momento en:
• ¿Qué nos enseña el proceso de conversión de Ignacio?
• ¿Cómo los jesuitas entendemos y practicamos la “continua conversión”, a la que nos invita la Congregación General 31 (decreto 8, no.2)?

6. Peticiones

7. Oración final

Terminar con un Padre nuestro y/o un Ave María.




Día 3 – Monserrate: Indigente de Dios
María y las armas del peregrino


1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46.

2. Vida de San Ignacio

“Y fuese su camino de Monserrate, pensando, como siempre solía, en las hazañas que había de hacer por amor de Dios. Y como tenía todo el entendimiento lleno de aquellas cosas, Amadís de Gaula y de semejantes libros, veníanle algunas cosas al pensamiento semejantes a aquellas; y así se determinó de velar sus armas toda una noche, sin sentarse ni acostarse, mas a ratos en pie y a ratos de rodillas, delante el altar de nuestra Señora de Monserrate, adonde tenía determinado dejar sus vestidos y vestirse las armas de Cristo. Pues partido de este lugar, fuese, según su costumbre, pensando en sus propósitos; y llegado a Monserrate, después de hecha oración y concertado con el confesor, se confesó por escrito generalmente, y duró la confesión tres días; y concertó con el confesor que mandase recoger la mula, y que la espada y el puñal colgase en la iglesia en el altar de nuestra Señora. Y este fue el primer hombre a quien descubrió su determinación, porque hasta entonces a ningún confesor lo había descubierto.
La víspera de nuestra Señora de Marzo en la noche, el año de 22, se fue lo más secretamente que pudo a un pobre, y despojándose de todos sus vestidos, los dio a un pobre, y se vistió de su deseado vestido, y se fue a hincar de rodillas delante el altar de nuestra Señora; y unas veces de esta manera, y otras en pie, con su bordón en la mano, pasó toda la noche.”
(Luis Gonçalvez da Câmara, Autobiografía. n. 18).

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

Va a Montserrat con la fe de los peregrinos y ante la moreneta se despoja de sus armas, de su ropaje noble. Hay aún algo de una suerte de ensoñación romántica, mucho Amadís de Gaula en su sentir y desear: aún está la mirada caballeresca, de hacer grandes hazañas… por las hazañas mismas. Pero Dios se vale de su generosidad y María recibe en su altar las armas del peregrino, quien da un paso: se hace pobre.
Pone los medios para sentirse y saberse necesitado sólo de Dios y vivir acorde a la intensidad de los más profundos deseos de su corazón.

4. Evangelio

"... Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.»" (Jn 2,1-5)

5. Meditar

María es la primera testigo, es testigo de la hora de Jesús. Ignacio la hace testigo de sus propósitos y de su naciente compromiso. Pone los medios delante de ella despojándose. ¿Reconozco las cosas me distraen y obstaculizan mi amor a Dios? ¿Pongo los medios para no perder conciencia de que soy verdadero necesitado de su Amor?

6. Peticiones.

7. Oración final.

Terminar con un Padre nuestro y/o un Ave María.



Día 4 – Manresa: Ejercicios Espirituales
“¿Qué nueva vida es esta que agora comenzamos?”


1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46.

2. Vida de San Ignacio

“Mas luego después de la susodicha tentación empezó a tener grandes variedades en su alma, hallándose unas veces tan desabrido, que ni hallaba gusto en el rezar, ni en el oír la misa, ni en otra oración ninguna que hiciese; y otras veces viniéndole tanto al contrario de esto, y tan súbitamente, que parecía habérsele quitado la tristeza y desolación, como quien quita una capa de los hombros a uno. Y aquí se empezó a espantar de estas variedades, que nunca antes había probado, y a decir consigo: « ¿qué nueva vida es esta, que agora comenzamos?» en este tiempo conversaba todavía algunas veces con personas espirituales, las cuales le tenían crédito y deseaban conversarle; porque, aunque no tenía conocimiento de cosas espirituales, todavía en su hablar mostraba mucho hervor y mucha voluntad de ir adelante en el servicio de Dios.”
(Luis Gonçalvez da Câmara, Autobiografía. n. 21).

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

Nueva vida, nuevas emociones: Ignacio se siente sediento de Dios, y comienza a toparse con su mundo interior, en el cual suele haber algunos terremotos: “empezó a tener grandes variedades en su alma” nos dice el texto de su Autobiografía. Ve que, en su querer seguir el camino de Dios va a encontrar dificultades interiores: a veces parece que Dios no está.
¿Cómo es esto? Ignacio va a parecerse al sordomudo del Evangelio al que Jesús va a curar luego de tocar sus oídos, poner su saliva en la lengua del impedido de comunicación y pronunciar una exclamación casi como un suspiro: “Efatá”… Y este “Efatá” va a tomar fuerza a medida que va descubriendo el paso de Dios y de lo que no es de Dios, de todo lo cual saca cuentas y experiencias: “¿qué nueva vida es esta, que agora comenzamos?” Algo nuevo, maravilloso comienza a surgir: una diversidad de movimientos interiores. Esto va a exigir de uno “examinar las varias mociones que en la ánima se causan”, dirá él mismo luego en los Ejercicios Espirituales.

4. Evangelio

“Cuando Jesús volvía de al región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y dijo: «Efatá», que significa: «Ábrete». Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».” (Mc. 7, 31-37).

5. Meditar

Podríamos hoy preguntarnos como Ignacio, pero situados en nuestro propio contexto particular: ¿De dónde viene y adónde me lleva esto que siento, que veo, que percibo en mi interior? ¿Qué hago con todo esto que me pasa? ¿Qué hay de Dios en todo esto que me mueve por dentro?

6. Peticiones

7. Oración final

Terminar con un Padre nuestro y/o un Ave María.




Día 5 – Jerusalén: Peregrino
Tierra Santa



1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46.

2. Vida de San Ignacio

“Y pareciendo bien a todos, se empezó cada uno a recoger; y un poco antes de llegar al lugar donde se veía, se apearon, porque vieron los frailes con la cruz, que los estaban esperando. Y viendo la ciudad tuvo el pelegrino grande consolación; y según los otros decían, fue universal en todos, con una alegría que no parecía natural; y la misma devoción sintió siempre en las visitaciones de los lugares santos. Su firme propósito era quedarse en Jerusalén, visitando siempre aquellos lugares santos; y también tenía propósito, ultra de esta devoción, de ayudar las ánimas; y para este efecto traía cartas de encomienda para el guardián, las cuales le dio y le dijo su intención de quedar allí por su devoción; mas no la segunda parte, de querer aprovechar las ánimas, porque esto a ninguno lo decía, y la primera había muchas veces publicado.”
(Luis Gonçalvez da Câmara, Autobiografía. n. 45).

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

El peregrino puso todo de sí tras lo que tanto deseaba: llegar a la tierra de Jesús. Antes de su llegada a
Jerusalén tuvo los pormenores de un viaje en barco ajetreado, pero no fue impedimento para ponerse
manos a la obra en lo que tanto deseaba: estar y vivir en Jerusalén para visitar los lugares santos y
dedicarse al provecho espiritual de las personas que allí lo tratasen. Sin embargo, su deseo de
permanecer en ella no será del todo posible.
Independiente a los impedimentos, destaca mucho su carácter emprendedor y persistente, porque va
directo a buscar lo que desea y no se permite detenerse a considerar pormenores. Pero, a pesar de su
carácter, será obediente cuando se trata de las cosas de Dios. Cuando es devuelto a Europa, le vuelve la
pregunta sobre el “decidir qué hacer con su vida”… Esta etapa es importante porque retoma el
discernimiento para descubrir la voluntad de Dios para sí… En el fondo, Jerusalén va a ser una
experiencia fracasada porque no puede llevar a cabo su anhelo y deseo, teniendo que volver a Europa sin posibilidad de quedarse en la Ciudad Santa. Pero eso no frustra su vida, sino que la pone en marcha
nuevamente.

4. Evangelio

“Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: « ¡Si tú también hubieras comprendido en ese día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios». Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones». Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.”
(Lc. 19, 41-48).

5. Meditar

El peregrino concuerda con la frustración que Jesús vivió cuando se lamenta llorando que Jerusalén no ha comprendido el mensaje de paz. Sin embargo, en ambos se puede encontrar una actitud que nos debe iluminar ante la frustración, porque ambos no se quedan ensimismados o replegados en su desolación, sino que ambos se ponen en acción después de haber discernido que es lo mejor.
En nuestras vidas debe suceder algo semejante cuando en nuestro caminar saltan pormenores que impiden que nuestros deseos se realicen. Una frustración no puede marcar o determinar el rumbo de nuestras vidas, sino que, en sintonía con la voluntad de Dios, debemos buscar cuál es la mejor forma de nuestra libertad, mi memoria, mi entendimiento y voluntad en marcha para seguir construyendo el Reino de Dios.

6. Peticiones

7. Oración final

Terminar con un Padre nuestro y/o un Ave María.



Día 6 – En camino: Preso de los Soldados
“¿Qué haría Cristo en mi lugar?


1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46

2. Vida de San Ignacio

“Y así se partió de Ferrara para Génova. Halló en el camino unos soldados españoles, que aquella noche le hicieron buen tratamiento; y se espantaron mucho cómo hacía aquel camino, porque era menester pasar cuasi por medio de entrambos los ejércitos, franceses y imperiales, y le rogaban que dejase la vía real, y que tomase otra segura que le enseñaban. Mas él no tomó su consejo; sino caminando su camino derecho, topó con un pueblo quemado y destruido, y así hasta la noche no halló quien le diese nada para comer. Mas cuando fue a puesta de sol, llegó a un pueblo cercado, y las guardas le cogieron luego, pensando que fuese espía; y metiéndole en una casilla junto a la puerta, le empezaron a examinar, como se suele hacer cuando hay sospecha; y respondiendo a todas las preguntas que no sabía nada. Y le desnudaron, y hasta los zapatos le escudriñaron, y todas las partes del cuerpo, para ver si llevaba alguna letra. Y no pudiendo saber nada por ninguna vía, trabaron de él para que viniese al capitán; que él le haría decir. Y diciendo él que le llevasen cubierto con su ropilla, no quisieron dársela, y lleváronle así con los zaragüelles y jubón arriba dichos… En esta ida tuvo el pelegrino como una representación de cuando llevaban a Cristo, aunque no fue visión como las otras. Y fue llevado por tres grandes calles; y él iba sin ninguna tristeza, antes con alegría y contentamiento. El tenía por costumbre de hablar, a cualquiera persona que fuese, por vos, teniendo esta devoción, que así hablaba Cristo y los apóstoles etc. Yendo así por estas calles, le pasó por la fantasía que sería bueno dejar aquella costumbre en aquel trance y hablar por señoría al capitán, y esto con algunos temores de tormentos que le podían dar etc. Mas como conoció que era tentación: pues así es, dice, yo no le hablaré por señoría, ni le haré reverencia, ni le quitaré caperuza.”
(Luis Gonçalvez da Câmara, Autobiografía. nn. 51-52).

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

En general, este episodio de la vida de Ignacio no se cita, quizá por no darle preeminencia a sus muchas persecuciones por parte de la Inquisición, las cuales lo llevan a la cárcel en alguna que otra ocasión, pero saliendo siempre con sentencia a su favor…
Esta escena nos puede revelar algo muy rico de la forma de vivir de Ignacio. En su vuelta de Jerusalén a España, la experiencia de ser detenido por los soldados, y por poco torturado al verlo como un espía, no
le hace retroceder a su discernimiento y forma de proceder, todo lo contrario, deposita su vida y sus asuntos en las manos de Dios, quien va a favorecerlo. Pero hay más, en medio de esta situación tan difícil, va a contemplar a Cristo llevado a la Pasión. Siguiendo su consolación, Él hablará con los soldados, que lo están maltratando y llevándolo prácticamente desnudo a ser interrogado, como hablaría Cristo a sus contemporáneos.

4. Evangelio del día

“Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor". Jesús  cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. 
Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían:
«¿No es este el hijo de José?». Pero él les respondió: «Sin duda ustedes me citarán el refrán: "Médico, cúrate a ti mismo".
Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm». Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra…». Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.”
(Lc. 4, 16-30).

5. Meditar

En el Evangelio vemos a Jesús con esa situación crítica con sus compueblanos nazarenos, quienes se sorprenden de sus milagros y no creen en Él por conocer “su procedencia”… y comienzan a perseguirlo con sus acusaciones y luego de que el Señor quiera “reposicionar” las cosas sin ser comprendido, van a querer despeñarlo… En el fondo, es el problema de siempre: el problema de la Fe, el confiar que Dios está con nosotros incluso en las circunstancias más complejas.
En nuestra vida hay situaciones donde tendremos que preguntarnos continuamente la pregunta de Alberto Hurtado: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? ¿Cómo sería el proceder de Jesús en esto que me toca vivir? En general, nuestras respuestas suelen ser pobres en el obrar, pero Dios nunca nos deja solos, nos cuida y perdona… incluso cuando procedemos bajamente… Pero esto no quita el valor de la pregunta, y mucho menos que pongamos de nuestra parte el esfuerzo –Dios nos da su gracia- por configurarnos con el proceder del Señor.

6. Peticiones

7. Oración final

Terminar con un Padre nuestro y/o un Ave María.



Día 7 – París: Estudios y Compañeros
Los amigos que ganó para el servicio de Dios por medio de los Ejercicios Espirituales


1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46

2. Vida de San Ignacio

“Y así se partió para París solo y a pie, y llegó a París por el mes de febrero, poco más o menos; y según me cuenta, esto fue el año de 1528 o de 27. Púsose en una casa con algunos españoles, y iba a estudiar humanidad a Monteagudo. Y la causa fue, porque, como le habían hecho pasar adelante en los estudios con tanta priesa, hallábase muy falto de fundamentos; y estudiaba con los niños, pasando por la orden y manera de París. Por una cédula de Barcelona le dio un mercader, luego que llegó a París, veinte y cinco escudos, y estos dio a guardar a uno de los españoles de aquella posada, el cual en poco tiempo lo gastó, y no tenía con qué pagarle. Así que, pasada la cuaresma, ya el peregrino no tenía nada de ellos, así por haber él gastado, como por la causa arriba dicha; y fue constreñido a mendigar, y aun a dejar la casa en que estaba… En este tiempo conversaba con Maestro Pedro Fabro con Maestro Francisco Javier, los cuales después ganó para el servicio de Dios por medio de los Ejercicios. Ya por este tiempo habían decidido todos lo que tenían que hacer, esto es: ir a Venecia y a Jerusalén y gastar su vida en provecho de las almas; y si no consiguiesen permiso para quedarse en Jerusalén, volver a Roma y presentarse al Vicario de Cristo, para que los emplease en lo que Juzgase ser de más gloria de Dios y utilidad de las almas. Habían propuesto también esperar un año la embarcación en Venecia y si no hubiese aquel año embarcación para Levante, quedarían libres del voto de Jerusalén y acudirían al Papa, etc.”
(Gonçalvez da Câmara, Luis. Autobiografía. n. 73, 82 y 85).

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

Ignacio viene de dos experiencias difíciles tanto en Alcalá como en Salamanca, con sus estudios, su predicar “a la apostólica”, las persecuciones y las cárceles. Pero no se da por vencido y Dios lo asiste. Es aquí, en París donde va a conocerse con los compañeros, con quienes luego fundará la Compañía de Jesús: Fabro, Javier, Laínez, etc. Curiosamente, en Ignacio hay más calma: se queda quieto, no predica, se dedica a estudiar. Se toma su tiempo y esto precisamente en atención a su deseo de ayudar a los demás a acercarse a Dios.
Aparece un proyecto común, que habla de generosidad, de cercanía de Dios, de deseos grandes: ir todos juntos a Jerusalén y gastar su vida en provecho de las almas o ofrecerse al Papa para ser enviados donde él juzgue que sea de mayor necesidad para la Iglesia. Esta vez el Señor va a decidir el rumbo de sus apóstoles. Hay deseos de servir, de poner toda la vida al servicio del Reino, lo que explica que todos hagan sus votos en Montmartre de quedar libres del mismo en caso de no poder ir a Jerusalén y ofrecerse entonces al Papa.
Lo que no se dice y que está de fondo, es que nuestro Peregrino sabe de fracasos, y no sólo el del primer viaje a Jerusalén, sino de su primer proyecto apostólico: sus primeros compañeros en España no lo acompañan más, desaparecen de escena. Pero Dios provee nuevos amigos…ya no lo hará solo sino con otros: amigos en el Señor.

4. Evangelio del día

“En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.”
(Lc. 5, 1-11).

5. Meditar

Volvemos a nuestra vida: ¿cómo me tocan mis deseos?, ¿pongo mi persona al servicio de la causa del Reino? El “ofrecerse” de los primeros compañeros: ¿cómo es mi entrega al Señor en mis hermanos, en la comunidad?
Además, del texto del Evangelio ver en especial que Jesús llama a los primeros discípulos cuando ya están cansados, e incluso frustrados por una pesca sin pescados… y en ese instante, cuando hay generosidad para volver a tirar las redes ante el pedido de Jesús, es cuando se produce el milagro…

6. Peticiones

7. Oración final

Terminar con un Padre nuestro y/o un Ave María.



Día 8 – Italia Actividad Apostólica
Tuvo muchas visiones espirituales


1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46.

2. Vida de San Ignacio

“En Venecia por aquel tiempo se ejercitaba en dar los ejercicios y en otras conversaciones espirituales…
Los nueve compañeros llegaron a Venecia a principio del 37. Allí se dividieron para servir en diversos hospitales. Después de dos o tres meses se fueron todos a Roma para tomar la bendición para pasar a Jerusalén. El peregrino no fue por causa del doctor Ortiz, y también del nuevo cardenal Teatino… En Venecia se ordenaron de misa los que no estaban ordenados, y les dio licencia el nuncio que estaba entonces en Venecia, (…). Se ordenaron a título de pobreza, haciendo todos votos de castidad y pobreza. Aquel año no había naves que fuesen a Levante, porque los venecianos habían roto con los turcos. Y así ellos, viendo que se alejaba la esperanza de pasar a Jerusalén, se dividieron por el Véneto con intención de esperar el año que habían determinado, y si después de cumplido no hubiese pasaje, se irían a Roma. Al peregrino tocó ir con Fabro y Laínez a Vicenza. Allí encontraron una cierta casa fuera de la ciudad, que no tenía ni puertas ni ventanas, en la cual dormían sobre un poco de paja que habían llevado. Dos de ellos iban siempre a pedir limosna en la ciudad dos veces al día, y era tan poco lo que traían, que casi no podían sustentarse. Ordinariamente comían un poco de pan cocido, cuando lo tenían, y cuidaba de cocerlo el que quedaba en casa. De este modo pasaron cuarenta días, no atendiendo más que a la oración… Pasados los cuarenta días, llegó el Maestro Juan Coduri, y los cuatro decidieron empezar a predicar, y dirigiéndose los cuatro a diversas plazas, en el mismo día y a la misma hora comenzaron su sermón, gritando primero fuerte y llamando a la gente con el bonete. Con estos sermones se hizo mucho ruido en la ciudad, y muchas personas se movieron a devoción, y ellos tenían con más abundancia las cosas necesarias para la vida. En el tiempo que estuvo en Vicenza tuvo muchas visiones espirituales, y muchas, casi ordinarias, consolaciones; y lo contrario le sucedió en París. Principalmente, cuando comenzó a prepararse para ser sacerdote en Venecia, y cuando se preparaba para decir la misa, durante todos aquellos viajes tuvo grandes visitaciones sobrenaturales de aquellas que solía tener cuando estaba en Manresa…”
(Luis Gonçalvez da Câmara, Autobiografía. nn. 92-95).

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

Ignacio es ordenado Sacerdote, con algunos de sus compañeros. El Peregrino no se aboca a la tarea pastoral, como sería lo esperable en él con su profundo deseo de ayudar a los demás a encontrarse con Dios (siendo Sacerdote, no tenía impedimentos para predicar), sino que se queda retirado durante cuarenta días en Vicenza, con Fabro y Laínez con la única preocupación de rezar. Asombra la extrema pobreza con la que viven. Pero el motivo les preocupa más que el propio sustento: prepararse para decir la primera Misa y lanzarse de lleno a la actividad apostólica.
Ignacio va a mostrarnos así que no es partidario de las prisas, sobre todo cuando llega lo deseado. Las cosas tienen que ponerse primero delante de Dios, viene a decirnos, y mirar los motivos que me mueven a obrar de una manera o bien de otra…
Luego de este tiempo, vendrá el inicio de la actividad pastoral y la estima del pueblo, tal como lo vemos en el relato. Pero de este tiempo en la vida de Ignacio interesa su vida interior: es consolado, “visitado” por el Señor con mucha frecuencia a la altura de lo vivido en Manresa (Dios no deja cabo suelto en la trama de nuestra vida). Ahora se añade su preparación para celebrar su primera Misa.

4. Evangelio del día

“Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.”
(Mt. 10, 1. 5-15).

5. Meditar

El inicio de la actividad apostólica de Ignacio y sus compañeros tocan como de fondo al envío que Jesús hace de los discípulos y las consignas para la misión.
Con todo esto, podríamos preguntarnos: ¿cómo dedico tiempo para encontrarme con el Señor en mi vida diaria? ¿Cómo vivo mi compromiso cristiano, nacido de mi encuentro con el Maestro?

6. Peticiones

7. Oración final

Terminar con un Padre nuestro y/o un Ave María.



Día 9 – Roma: Ite Inflammate Omnia
Yo les seré propicio en Roma


1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46

2. Vida de San Ignacio

“Después, acabado el año, y no encontrándose pasaje, decidieron ir a Roma, y también quiso ir el peregrino, porque la otra vez, cuando fueron a Roma los compañeros, aquellos dos de los cuales él dudaba, se mostraron muy benévolos. Se dirigieron a Roma, divididos en tres o cuatro grupos, y el peregrino con Fabro y Laínez; y en este viaje fue muy especialmente visitado del Señor. Había determinado, después que fuese sacerdote, estar un año sin decir misa, preparándose y rogando a la Virgen que le quisiese poner con su Hijo. Y estando un día, algunas millas antes de llegar a Roma, en una iglesia, y haciendo oración, sintió tal mutación en su alma y vio tan claramente que Dios Padre le ponía con Cristo, su Hijo, que no tendría ánimo para dudar de esto, sino que Dios Padre le ponía con su Hijo…
Después, viniendo a Roma, dijo a los compañeros que veía las ventanas cerradas, queriendo decir que habían de tener allí muchas contradicciones... Yo, después de contadas estas cosas, a 20 de octubre pregunté al peregrino sobre los Ejercicios y las Constituciones, deseando saber cómo las había hecho. El me dijo que los Ejercicios no los había hecho todos de una sola vez, sino que algunas cosas que observaba en su alma y las encontraba útiles, le parecía que podrían ser útiles también a otros, y así las ponía por escrito…”
(Luis Gonçalvez da Câmara, Autobiografía. nn. 96 y 99).

3. Reflexionar sobre el camino que nos enseña San Ignacio

Ignacio va a pasar el resto de sus años en Roma, el incansable peregrino, a quien tanto tiraban los caminos, deberá quedarse a consolidar la naciente Compañía, que ya comienza a crecer con mucha generosidad. Pero antes sucede un evento con el que Ignacio ve confirmado su camino: es la famosa visión de la Storta.
Ignacio, en su preparación para decir su primera Misa emprende el viaje hacia Roma, quizá con algo de temor a causa de los problemas que podría tener con el Dr. Ortiz y con el Cardenal Caraffa (futuro Pablo IV) que vienen de vieja data. El hecho es que ambos –como se lee arriba- se muestran benévolos con Ignacio, de hecho, Ortiz llegará a hacer los Ejercicios.
Volvamos a la Storta: Ignacio venía pidiendo a María que lo pusiese con su Hijo, y es lo que se le confirma con esta experiencia espiritual que vive aquí: su camino es confirmado.
En Roma van a tener muchos conflictos de acusaciones e incomprensiones. Ignacio exigirá claridad y que se dicte sentencia: el buen nombre del grupo es necesario para el Apostolado, en el fondo, porque sabe que lo que se pone en juego es el Reino y para ello la transparencia es esencial. Esto va a iniciar una serie de proyectos apostólicos que Ignacio irá desarrollando en la Ciudad Eterna: su preocupación por el prójimo es enorme: va a abrir, por ejemplo, la casa de Santa Marta, buscando recuperar a las mujeres que viven en la prostitución. Irá consolidando a la incipiente Compañía, dará Ejercicios, su gran pasión.
Tenemos, de los Ejercicios este testimonio final que nos deja el P. Cámara de que Ignacio le contó que no los escribió de un tirón, como si fuese un tratado espiritual, sino todo lo contrario: tomaba notas de lo que le pasaba interiormente a él y que creía que podía ayudar a los demás. Ignacio es un apasionado por comunicar su vivencia en tanto que pueda ayudar a los demás.

4. Evangelio del día

“Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos». Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». El le respondió: «Sí, Señor, saber que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas». Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras». De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme».”
(Jn. 21, 15-19).

5. Meditar

En la vida de los santos, Ignacio encontró un estímulo para su conversión y el seguimiento de Jesús. A partir de entonces, el móvil de su vida será exclusivamente el Amor y su constante búsqueda de la
voluntad de Dios.
Dejándose conducir por el Espíritu, Ignacio tomó las decisiones de consagrarse a Dios por votos, ir a Tierra Santa, estudiar Teología, reunir compañeros, ordenarse de presbítero y fundar una nueva orden religiosa. Incluso acepta el servicio de ser Superior General de la Compañía de Jesús, de ofrecerla al Santo Padre, de acudir a los pobres y necesitados de Roma, de fundar colegios… Suena casi de trasfondo el Evangelio, con la triple interrogación de Jesús a Pedro sobre el Amor. Ignacio se sabe en las manos de Dios, lo siente, lo percibe. Su vida se ha vuelto una continua gratitud a Dios por todo el bien recibido.

6. Peticiones

7. Oración final

Tomad, Señor y recibid; toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo mi haber y mi poseer, vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed a toda vuestra voluntad, dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta.
AMÉN



Día de San Ignacio

1. Oración preparatoria

«Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean
puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.» EE 46


2. Vida de San Ignacio

Nació en Loyola (Guipúzcoa) el año 1491. Primero vivió en la corte y después siguió la milicia. Convaleciente de una herida recibida en la defensa de Pamplona, en 1521, se encendió en deseos de seguir las huellas de Cristo. Retirándose a Manresa, vivió una experiencia espiritual cuya esencia consignó en el libro de los Ejercicios Espirituales. En Paris estudió teología y echó los primeros cimientos de la Compañía de Jesús. Se ordenó de sacerdote en Venecia el año 1537 y aquel mismo año se dirigió a Roma, donde tres años después fundó la Compañía de Jesús y el siguiente, 1541, fue elegido su primer Prepósito General. Con toda clase de obras apostólicas contribuyó muchísimo en la restauración católica del siglo XVI y y la renovación de la actividad misionera de la iglesia. Murió en Roma el año 1556 y en 1622 Gregorio XV lo puso en el catálogo de los santos.

3. Evangelio

“En aquel tiempo: mientras iban de camino, le dijo uno: "te seguiré adondequiera que vayas". Jesús le respondió: "las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.
A otro le dijo: “sígueme”. Él respondió: “Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre”. Le contestó: “deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”. Otro le dijo: “te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa”. Jesús le contestó: “nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el Reino de Dios””.
(Lc. 9, 57-62).

4. Meditar

El camino de Ignacio
“San Ignacio, mientras se restablecía en su lecho de Loyola, comenzó una profunda peregrinación interior. Gradualmente vino a caer en la cuenta de que aquellas cosas en las cuales encontraba deleite no tenían ningún valor duradero, mientras que la respuesta a la invitación de Cristo llenaba su alma de paz y de un deseo de conocer mejor al Señor. Pero, como comprendería más tarde, este conocimiento sólo podía ganarse enfrentándose a la false-dad de los deseos que le habían movido. Fue en Manresa donde tuvo lugar esta confrontación. Allí el Señor, que le enseñaba como a un muchacho de escuela, suavemente le preparó para comprender que se podía ver el mundo de otra manera: libre de afectos desordenados y abierto a un amor ordenado de Dios y de todas las cosas en Dios. Estando en Manresa, Ignacio tuvo una experiencia junto al río Cardoner que abrió sus ojos de tal modo que le parecían nuevas todas las cosas porque comenzó a verlas con ojos nuevos. La realidad se le hizo transparente, haciéndole capaz de ver a Dios que trabaja en lo profundo de la realidad e invitándole a ayudar a las almas. Esta nueva visión de la realidad condujo a Ignacio a buscar y hallar a Dios en todas las cosas. Este entendimiento que Ignacio recibió le enseñó una manera contemplativa de situarse en el mundo, de contemplar a Dios que actúa en lo hondo de la realidad, de gustar «la infinita suavidad y dulzura de la divinidad, del alma y de sus virtudes y de todo». Ignacio tuvo que aprenderlo a través de muchas experiencias dolorosas. San Ignacio tuvo la experiencia más significativa para la fundación de la Compañía en la pequeña capilla de La Storta en su camino hacia Roma. Allí, «puesto» con el Hijo de Dios, cargando con la cruz y Jesús lo aceptaba diciendo: «Quiero que tú nos sirvas». Ignacio y los primeros compañeros respondieron ofreciéndose al Papa para el servicio de la fe. Desde el centro, en Roma, Ignacio envió jesuitas a las fronteras, al nuevo mundo, a anunciar al Señor. Envió a Javier a las Indias: «Ve, inflama todas las cosas»”
(Congregación General 35, Decreto 2: Un fuego que enciende otros fuegos)

5. Peticiones

6. Oración final

Tomad, Señor y recibid; toda mi libertad, mi
memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad.
Todo mi haber y mi poseer, vos me lo disteis, a
vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro.
Disponed a toda vuestra voluntad, dadme
vuestro amor y gracia que ésta me basta.
AMÉN








Reconocimientos
Ilustraciones de Ignasi Flores
Compilación de textos de novenas anteriores, meditaciones, Autobiografía y Evangelio por el Teologado Interprovincial Jesuita “San Pedro Fabro” en Santiago de Chile.



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