P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
TEOLOGÍA DE SAN PABLO - 11° ENTREGA
13. LA RESPUESTA DEL HOMBRE A LA INICIATIVA DE DIOS
Continuación
13.3. LA LIBERTAD CRISTIANA
Cuando Pablo habla de libertad lo hace en el sentido bíblico: un don de Dios, un paso de la servidumbre del egoísmo y del pecado al servicio de Dios y del prójimo en el amor, Lev 26, 12-13: “Me pasearé en medio de vosotros, y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. Yo soy Yahvé vuestro Dios, que os saqué del país de Egipto, para que no fueseis sus esclavos; rompí las coyundas de vuestro yugo y os hice andar con la cabeza alta”; y en Gal 5, 1–6: “Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud. Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os circuncidáis, Cristo no os aprovechará para nada ... porque siendo de Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen eficacia, sino la fe que actúa por la caridad”.
El origen de la libertad cristiana esta en el nacimiento nuevo y en la presencia del Espíritu.
Continuación
13.3. LA LIBERTAD CRISTIANA
Cuando Pablo habla de libertad lo hace en el sentido bíblico: un don de Dios, un paso de la servidumbre del egoísmo y del pecado al servicio de Dios y del prójimo en el amor, Lev 26, 12-13: “Me pasearé en medio de vosotros, y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. Yo soy Yahvé vuestro Dios, que os saqué del país de Egipto, para que no fueseis sus esclavos; rompí las coyundas de vuestro yugo y os hice andar con la cabeza alta”; y en Gal 5, 1–6: “Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud. Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os circuncidáis, Cristo no os aprovechará para nada ... porque siendo de Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen eficacia, sino la fe que actúa por la caridad”.
El origen de la libertad cristiana esta en el nacimiento nuevo y en la presencia del Espíritu.
- Esta libertad no puede ser destruida porque radica en Cristo. Por este motivo Pablo entona en Rom 8, 31-37: “Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, e intercede por nosotros? Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación? ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: “Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero”. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a Aquél que nos amó”. Es un himno al amor de Dios que nos ha liberado en Cristo y del cual nada ni nadie nos puede separar.
- La acción salvífica de Cristo nos ha comunicado la: "gloriosa libertad de los hijos de Dios", Rom 8, 21. Hemos sido "comprados a buen precio", 1 Cor 7, 23, en el sentido de una liberación redentora de la esclavitud entendida como una adquisición a semejanza de la que Dios hace de su pueblo en el A.T, Ex 6, 6-7: “Por eso di a los israelitas: Yo soy Yahvé; Yo os sacaré de los duros trabajos de los egipcios, os libraré de la esclavitud y os redimiré con brazo tenso y juicios solemnes. Yo os haré mi pueblo, y seré vuestro Dios; y sabréis que yo soy Yahvé, vuestro Dios, que os sacaré de la esclavitud de Egipto”.
- La libertad cristiana para Pablo se manifiesta en:
- La liberación del pecado: Rom 6, 18-22: “y liberados del pecado os habéis hecho esclavos de la justicia, ..., pues si ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad por la iniquidad, ofrecedlos igualmente a ahora a la justicia para la santidad”. Gal 5, 13: “Vosotros hermanos habéis sido llamados a la libertad; pero no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos unos a otros por el amor”.
- La liberación de la muerte física y espiritual: Rom 6, 22-23: “pero al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; cuyo fin es la vida eterna. Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús señor nuestro”. Y en 1 Cor 15, 26: “El último enemigo en ser destruido será la Muerte”.
- La liberación de los aliados del pecado:
- Demonio: Ef 6, 11: “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien denunciadlas”. Y en Col 1, 13-14: “Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo querido, en quien tenemos la redención de los pecados”.
- La carne: Gal 5, 16-25: “Os digo esto: proceded según el Espíritu, y no deis satisfacción a las apetencias de la carne. Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí tan opuestos que no hacéis lo que queréis. Pero, si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría hechicería, odios, discordias, celos, iras, ambición, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, comilonas y cosas semejantes, sobre las cuales les prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí, contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y apetencias. Si vivimos por el Espíritu, sigamos también al Espíritu. No seamos vanidosos provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente”.
- Los "elementos del mundo”, Gal 4, 3 -10: “De igual manera, también nosotros mientras éramos menores de edad, éramos esclavos de los elementos del mundo. Pero al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la condición de hijos. Y, como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡ ABBA, Padre!. De modo, que ya no eres esclavo, sino hijo, y si hijo también heredero por voluntad de Dios. Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que en realidad no son dioses. Mas ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que Él os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos elementos sin valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo?”. Y en Col 2, 8-20: “Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo. Porque en Él reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en Él, que es la cabeza de todo principado, y de toda potestad, en Él también fuisteis circuncidados no con circuncisión quirúrgica, sino mediante le despojo del cuerpo carnal, por la circuncisión en Cristo. Sepultados con Él en el bautismo, con Él también habéis resucitado por la fe en la fuerza de Dios que resucitó de entre los muertos. Y a vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y en vuestra carne incircuncisa, os vivificó juntamente con Él y nos perdonó todos nuestros delitos, ... Por tanto que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados. Todo esto es sombra de lo venidero; pero la realidad es el cuerpo de Cristo ... Una vez que habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo ¿por qué sujetaros, como si aún estuvierais en el mundo, a preceptos como “no toques”, “no pruebes” “no acaricies, cosas destinadas a perecer con el uso conforme a preceptos y doctrinas puramente humanas?”.
- “Mundo”, en griego clásico: significaba la parte de una línea o serie; los primeros rudimentos o elementos de una lengua; los cuatro elementos que - según los antiguos - componían el cosmos: tierra, agua, aire y fuego; los primeros elementos de una ciencia.
- En griego helenístico: los cuatro elementos; los astros; los espíritus celestes que, según se creía, habitaban los astros y regulaban su curso.
- Aquí la liberación de los elementos del mundo significa liberación de la Ley mosaica en su parte ritual: fiestas que estaban en relación con el movimiento de los astros. También la astrología de los paganos.
- Liberación, sobre todo, de este siglo presente y malvado: “Gracia, para todos vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nuestros pecados, para librarnos de este mundo perverso según la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”, Gal. 1, 3-4.
- En el lenguaje profético: "siglo presente", es el tiempo que antecede a la venida del Mesías; "siglo futuro", el tiempo que Él inicia. También significa el modo de ser del hombre: liberado o no liberado por Cristo. Quienes vivimos después de Cristo, tenemos la posibilidad de volver a vivir en la esclavitud. De ahí las recomendaciones de Pablo: Rom 12, 2: “Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto”. Y en Gal 6, 14: “En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!”; y en 1 Cor 7, 29-31: “Os digo pues, hermanos: El tiempo apremia. Por tanto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen. Los que lloran, como si no llorasen. Los que están alegres, como si no lo estuviesen. Los que compran como si no poseyesen. Los que disfrutan del mundo, como si no lo disfrutasen. Porque la representación de este mundo pasa”.
- La liberación del fatalismo. En él estaban sumergidos los paganos y también los judíos hasta el S. III a.C., con la creencia de que no había una vida mas allá de este mundo. Cristo, al liberar del fatalismo, libera de la tristeza, del desaliento, de la monotonía. Estamos proyectados a lo nuevo; podemos progresar.
- La Ley era también otro aliado del pecado. Cristo nos ha liberado de
ella, Rom 8, 1-2: “Por consiguiente,
ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús. Porque la ley
del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de
la muerte”.
- La nueva Ley es el Espíritu que lleva a la plenitud de la caridad, Rom 13, 10: “La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud”.
- La íntima relación que tiene la libertad cristiana con el amor aparece ya en Rom 8, 31-39: “Ante todo ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? ... ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ... ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ... Pues estoy seguro que ni la muerte ni la vida, ... podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro”.
- Este himno, que puede ser llamado un himno a la libertad cristiana, concluye afirmando que nada nos puede separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Por otra parte en Gal 5, 13-26: “Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad, pero no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario servios unos a otros por amor. ... Os digo esto: proceded según el Espíritu, y no deis satisfacción a las apetencias de la carne. Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí tan opuestos que no hacéis lo que queréis. Pero, si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría hechicería, odios, discordias, celos, iras, ambición, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, comilonas y cosas semejantes, sobre las cuales les prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí, contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y apetencias. Si vivimos por el Espíritu, sigamos también al Espíritu. No seamos vanidosos provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente”.
- De muchas maneras se insiste en que hemos sido llamados a la libertad; en que el amor es el meollo de esa libertad; en que nuestra vida es una vida en el Espíritu, cuyo primer fruto es el amor.
- Quién está movido por el Espíritu ya no está bajo la Ley, Gal 5, 18: “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley”; sino que es hijo libre de Dios Rom 8, 14: “En efecto, todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”; y el fruto del Espíritu es el amor, Gal 5, 22: “En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí”; y demás virtudes que lo expresan.
- Mediante el hombre, Cristo libera el universo, Rom 8, 20-22: “La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto”.
- De aquí brota el valor del progreso. La redención del hombre y la del mundo están íntimamente unidas. La segunda esta ordenada a la primera (Cfr. Gaudium et Spes nn. 33-39).
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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