Los Retos de la Familia - 7° Parte: La exhortación «Amoris laetitia» del Papa Francisco



LOS RETOS DE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO ACTUAL

Mons. Juan Antonio Reig Pla Obispo de Alcalá de Henares Vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia (Sección Española)

Continuación

7. La exhortación «Amoris laetitia» del Papa Francisco

Desde el inicio de su pontificado el Papa Francisco ha querido retomar la importancia del evangelio del matrimonio y de la familia. Para ello convocó dos Sínodos (uno extraordinario y otro ordinario) cuyo desarrollo queda recogido en la Exhortación Postsinodal Amoris laetitia.

Para recibir coherentemente esta Exhortación conviene conocer las mismas intenciones del Papa y los resultados del propio itinerario sinodal. En este sentido es muy significativa la insistencia en que hay que mantener la doctrina sobre el matrimonio y la familia cuya síntesis ofrece en el capítulo tercero y que, salvaguardando la unidad doctrinal y de praxis de la Iglesia, no está en su intención solucionar las discusiones doctrinales, morales, pastorales con una intervención magisterial (AL 3).

En varias ocasiones el papa Francisco ha dicho que la clave para interpretar Amoris laetitia es la vía del amor que expone en el capítulo cuarto comentando el himno de la Caridad (1 Cor 13) y amplía en el capítulo quinto que lleva por título el «Amor que se vuelve fecundo». Es ésta una vía muy desarrollada en el Pontificio Instituto Juan Pablo II en el que, frente a la pandemia del individualismo y emotivismo, se ha profundizado en la verdad del amor humano vinculado a los ejes de la antropología adecuada, a la teología del cuerpo y a la hermenéutica del don.

Otra vía para recibir con coherencia la Exhortación Amoris laetitia son la distintas llamadas que hace el papa en orden a desarrollar una pastoral del vínculo (AL 211, 315) que hay que entender como el don del sacramento del matrimonio que lleva a los esposos a participar del amor indisoluble de Cristo por la Iglesia. Desde esta perspectiva el Papa quiere recoger algunos de los grandes desafíos pastorales (AL 199) sin pretender ofrecer un cuadro completo de la pastoral familiar.

También el Papa Francisco ha querido ofrecer en su exhortación Amoris laetitia una palabra sobre la ideología de género: «Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo»5. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separar»6. Por otra parte, «la revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas»7. Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.»

Del mismo modo, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco ofreció a los obispos polacos unas palabras significativas: «Pero el problema es mundial. La explotación de la creación, y la explotación de las personas. Estamos viviendo un momento de aniquilación del hombre como imagen de Dios.

Quisiera concluir aquí con este aspecto, porque detrás de esto hay ideologías. En Europa, América, América Latina, África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas. Y una de estas —lo digo claramente con «nombre y apellido»— es el gender. Hoy a los niños —a los niños— en la escuela se enseña esto: que cada uno puede elegir el sexo. ¿Por qué enseñan esto? Porque los libros son los de las personas y de las instituciones que dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy influyentes. Y esto es terrible. Hablando con Papa Benedicto, que está bien y tiene un pensamiento claro, me decía: «Santidad, esta es la época del pecado contra Dios creador». Es inteligente. Dios ha creado al hombre y a la mujer; Dios ha creado al mundo así, así, y nosotros estamos haciendo lo contrario. Dios nos dio un estado «inculto» para que nosotros lo transformáramos en cultura; y después, con esta cultura, hacemos cosas que nos devuelven al estado «inculto». Lo que ha dicho el Papa Benedicto tenemos que pensarlo: «Es la época del pecado contra Dios creador». Esto nos ayudará.»

En este sentido, más allá de hacerse cargo de los desafíos del emotivismo, del individualismo, del cambio antropológico-cultural, de la teoría del “gender”, es de justicia reconocer también que los cambios vertiginosos promovidos por el nuevo paradigma global que pretende superar los límites de la naturaleza del hombre con el posthumanismo y el transhumanismo, no han encontrado eco ni en la Exhortación Amoris laetitia ni en los padres sinodales que se han visto sobrepasados por la propia realidad y los avances del tecno-nihilismo.

Finalmente, además de las múltiples indicaciones pastorales, Amoris laetitia es atravesada por lo que el papa Francisco, explicitando la palabra misericordia, describe como un proceso complejo: acompañar, discernir, integrar. Este itinerario viene suscitado por la actitud de salir al encuentro de quienes se encuentran en situaciones difíciles o irregulares para acercarlos a la comunidad cristiana de modo que puedan participar de su vida y acompañamiento.


5. Relación final del Sínodo de los Obispos 2015, 8.
6. Relación final del Sínodo de los Obispos 2015, 58.
7. Relación final del Sínodo de los Obispos 2015, 33.

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