Itinerario de la Misericordia - 12° Mes



Décima tercera recomendación

Llegamos al final de nuestro itinerario, en este Jubileo de la Misericordia que el Papa Francisco aperturó. El primer error que podríamos cometer es ya no seguir practicando las obras de misericordia, o dejar de estar atentos a las oportunidades que Dios nos brinda para ser misericordiosos con nuestros hermanos y hermanas. El Jubileo nos ofrece la gracia de vivir la misericordia, de asumir el estilo de vida del misericordioso, de ser consciente que Dios siempre lo es con nosotros, Él nos ofrece su misericordia y siempre espera nuestro regreso cada vez que nos alejamos de Él, como en la parábola del hijo pródigo Él es un Padre misericordioso, recordémoslo siempre y acerquémonos al sacramento de la reconciliación a confesarnos cada vez que lo necesitemos.

Mantengamos nuestra comunión con Dios a través de nuestra oración diaria y, a través de ésta, pidamos la gracia de que así como recibimos la misericordia de Dios, nosotros podamos ser puente de la misericordia de Dios practicándola con los demás.

Pregúntate a ti mismo en humilde plegaria cuál de estas obras de misericordia crees que el Espíritu Santo te está inspirando a emprender.

Mira a tu condición de vida concreta y seguramente el Espíritu Santo va a localizar personas y áreas donde serás capaz de poner en práctica con gran generosidad de alma una o más de estas obras de misericordia.

Nunca olvides las palabras inspiradoras y desafiantes de Jesús: “Cualquier cosa que hagas al menor de mis hermanos me la haces a mí” (Mt. 25: 31-46)

El final del Jubileo debe ser el punto de inicio para asumir la práctica de la misericordia como parte de nuestro estilo de vida cristiana.

Terminamos este itinerario reflexionando sobre las dos siguientes obras de misericordia.


Consolar al triste o dolorido

Esto es extremadamente importante. San Ignacio de Loyola, en sus reglas para el discernimiento, resume la estrategia sobre cómo actuar cuando estamos en un estado de desolación. En la desolación nos sentimos tristes, deprimidos, que en realidad nadie se preocupa por nosotros, la vida parece inútil y sin sentido. Todos pasamos por este estado a veces; es parte del ser humano.

Sin embargo, cuando te des cuenta de que alguien pasa por este estado, haz todo lo que pueda para ser una fuente de aliento.

¿Cómo?
En primer lugar, orando por la persona.
En segundo lugar, una cálida sonrisa puede recorrer un largo camino.
En tercer lugar, decir una o dos palabras de aliento.
En cuarto lugar, ofrecer un cumplido en algunos puntos de alta calidad que tiene la persona.
En quinto lugar, puedes incluso contar una historia o anécdota humorística para sacar a esta persona fuera del hoyo.

Esto es muy agradable a Dios. Y podemos llegar a ser como Simón de Cirene, que ayudó a Jesús a llevar la cruz.


Sufrir con paciencia los defectos de los demás

Una vez más, es más fácil decirlo que hacerlo. Para ello, necesitamos la gracia y mucha gracia. Pongamos también un ejemplo.

Tal vez en el trabajo hemos estado siendo perjudicados por un jefe o un compañero de trabajo. Cambiar de trabajo es impensable debido a la situación económica. Del mismo modo el jefe y compañero de trabajo no van a ninguna parte.

La actitud más agradable a los ojos de Dios es simplemente volver a trabajar con gran humildad y con confianza en la Divina Providencia. ¡Confía en Dios! Él estará allí contigo para ayudarte a llevar con paciencia la cruz.

De gran ayuda podría ser meditar sobre Jesús cargando su cruz en dirección a su crucifixión. A pesar de que Jesús cayó tres veces, Él se levantó con el peso de los pecados del mundo sobre sus hombros sangrientos, cansados y golpeados. Siempre debemos tener a Jesús ante nuestros ojos como nuestro modelo y ejemplo, de hecho Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida.




Referencia: http://forosdelavirgen.org/99133/misericordia-corporal/







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