Místico, constructor, hombre de oración, inagotable en la acción. Su principal dedicación pastoral fueron los esclavos africanos. Consejero de muchos, incluido el Virrey, no hizo distinción entre las personas y siempre demostró el arte de hacerse comprender por unos y otros: africanos, indígenas, españoles, criollos o mestizos. Iniciador de varias obras apostólicas, su legado incluye también la tradición del Sermón de las Tres Horas. El sentido de búsqueda y realización de la voluntad de Dios siempre fue el norte consciente y apasionado de su vida, inspirando devoción en muchos peruanos y peruanas hasta nuestros días.
Entregó su alma a Dios a las cuatro y treinta de la tarde del 11 de abril de 1673. Tenía 58 años, 47 de Compañía, 31 de sacerdote y 23 de Últimos Votos. Por ello, cada 11 de mes, en la Iglesia de San Pedro en Lima, Santuario Arquidiocesano del Corazón de Jesús, en la Misa se recuerda su memoria y se pide por su pronta beatificación.
Ministerio sacerdotal en Lima
En 1646 inicia su ministerio sacerdotal con los esclavos africanos, con la gente morena como los llamaba, que constituían dos tercios de la población limeña de aquel entonces. Fue fundador del Hospital San Bartolomé para los esclavos de color y del Hospital San Lázaro para enfermos de lepra.
Dos años después, a partir del 10 de marzo de 1648 inicia lo que va a ser en adelante su ministerio principal, en el barrio de San Lázaro, en la periferia de Lima, donde se encontraba el mercado del Baratillo, al que acudían los negros e indios, los más pobres de la ciudad. Allí había una plaza donde empieza su catequesis dominical anunciándoles el evangelio y enseñándoles la doctrina cristiana, adaptándola con creatividad e ingenio a la población que acudía a su llamado, encarnándose en su realidad pobre, sencilla y humilde. Con la ayuda de un hermano jesuita procuró que la doctrina “se predicase en su misma lengua a los indios, por ser muchos los que allí acuden, así serranos como ladinos, con ocasión de la feria”.
El 2 de marzo de 1653 el Arzobispo de Lima Pedro de Villagómez bendijo una gran cruz en la Iglesia de San Lázaro que luego es llevada en procesión a la plaza del Baratillo y la instalaron en una peana junto a la cual el P. Francisco del Castillo predicaba. Esta cruz es la que se conoce como la Cruz del Baratillo, y que años más tarde fue colocada al lado de los restos del Venerable Padre en la Iglesia de San Pedro, en Lima. La vida y apostolado del P. Francisco del Castillo fue extendiéndose a más personas y asumió nuevos ministerios pastorales. A partir del 10 de enero de 1659 se encarga de la atención de la Capilla de Desamparados. Al año siguiente, en 1660, funda la Escuela del Santísimo Crucifijo de la Agonía conocida también como la Escuela de Cristo. El 11 de enero de 1666 inaugura la Escuela de niños pobres adjunta a la Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados. Un hecho que merece ser subrayado en el ministerio pastoral del P. Francisco del Castillo fue el sermón de protesta que pronunció en la Plaza del Baratillo por la profanación de los cadáveres de ocho indios ejecutados en la plaza de armas, en 1666, por planear un levantamiento. Las autoridades no habían atendido sus ruegos para que los indios reciban una sepultura eclesiástica.
Sermón de las Siete Palabras
El 29 de junio de 1669 coloca la primera piedra de la nueva Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados. Fue allí donde, ante la imagen del Cristo de la Agonía, inició con ocasión de la celebración litúrgica del Viernes Santo, el Sermón de las Tres horas o de las Siete palabras de Cristo en la cruz, con los alumnos de la Escuela de Cristo por él fundada, desde el mediodía hasta las tres de la tarde. Esta tradición continúa hoy y que luego más adelante se hizo extensiva a otras partes del mundo.
Referencia:
https://padredelcastillo.pe/biografia/apostol-de-lima/#muerte
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