Rey Salomón y el libro de los Proverbios |
P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.
Su título en la lengua hebrea es masal” que se traduce por proverbios. Y se complementa al señalar que son “proverbios de Salomón”. En 1 Re 5,12 se dice que “Salomón pronunció tres mil proverbios y sus poemas llegaron a cinco mil". Si bien es cierto que los proverbios más antiguos se remontan hasta el reinado del rey sabio y más allá, ésto no significa que él personalmente haya sido su autor. Fueron sus escribas y doctos consejeros quienes recopilaron los refranes populares, breves y concisos, y se inspiraron en este arte de decir y enseñar, para crear otros nuevos que captaran el buen criterio de quienes ponderan y meditan las cosas en su corazón: “La mente perspicaz adquiere el saber, el oído de los sabios busca el conocer” (18,15).
La colección más antigua
De todos los proverbios, la colección que se encuentra entre los capítulos 10-22 (ambos inclusive) es la más antigua. En ellos se resaltan las actitudes contrapuestas entre los sabios y los necios, los justos y los malvados, los rectos y los impíos, los humildes y los soberbios, los honrados y los falsos, los discretos y los chismosos, los compasivos y los crueles, los desprendidos y los tacaños... etc. En el capoló nos encontramos con una serie de proverbios que hacen referencia a Dios como Señor y origen de la sabiduría. En el fondo recuerdan nuestro refrán castellano: “El hombre propone y Dios dispone”. También aparece la figura del rey como fuente de sabiduría, según la tradición salomónica (16,10.12-15). En los versículos 16,16-32 se presentan proverbios que exaltan sobre todo los diversos y positivos actos del hombre virtuoso. Se repiten y vuelven de nuevo los paralelismos contrastados entre lo bueno y lo malo. A partir del cap. 18 toma protagonismo el tema de las riñas y pleitos incluso judiciales. Y se presentan de nuevo referencias a Dios y al rey, en los cap. 20,1-22,16. Es muy citado por su elocuencia y permanente actualidad, el proverbio siguiente: “Practicar la justicia y el derecho agrada al Señor más que los sacrificios” (21,3). La escritura no proclama el sacrificio por el sacrificio, sino el vivir teniendo a Dios presente y según su voluntad.
De inspiración egipcia
A las colecciones de tiempos del rey Salomón se les añadió posteriormente otra inspirada, según parece, en la instrucción del egipcio Amenemopé (1000-600 a.C.) Esta notable colección de “las palabras de los sabios” (22,17-24,22) emplea la segunda persona como forma gramatical, acentuando así el tono de consejo y proximidad. Hace referencia a una serie de aspectos sobre todo humanos, pero desde la creencia en un Dios al que debemos un respeto. Son enseñanzas prácticas, que a veces evocan la sencillez que solemos adjetivar como sencillez evangélica. Los versículos siguientes (24,23-34) forman una colección menor y ésta se presenta en nuestras biblias bajo algún subtítulo que indica la diferencia con la colección precedente.
La colección de tiempos de Ezequías
Otra de las colecciones (cap. 25-29), ya bastante reciente, fue recogida y escrita en tiempos del rey Ezequías que ocupó el trono de Judá desde el 715 hasta el 687 a.C. En ella se dan consejos a reyes y súbditos. Recalca que en las oportunidades que ofrece la existencia, el necio exhibe su necedad, mientras que el hombre sabio desvela en su conducta práctica los reflejos de su sabiduría. Necedad y sabiduría se contrastan, y la sabiduría viene a ser como una luz de Dios.
Otras más recientes
En los dos últimos capítulos (30,1-31,9) hay dos colecciones procedentes de unos sabios extranjeros. Los nombres de sus autores (Agur y Lemuel) corresponden a personajes ignotos y desconocidos. Entre las colecciones, las más recientes (s. V a.C.), tenemos tanto la colección inicial del libro (1,1-9,18) como la que lo cierra (31,10-31). Se alaba y destaca en esta última, en forma de poema, a la mujer, ama de casa, consagrada a su hogar y a sus hijos: “Una mujer de valía, ¿quién la encontrará? Es más preciosa que las perlas” (31,10). La colección introductoria (1,2-9,18) hace una exhortación a lograr la sabiduría; una sabiduría que se manifiesta en las decisiones de la vida ordinaria, pero que tiene su origen en Dios. Una sabiduría que viene a ser, en definitiva, un don de Dios. En este prólogo aparece la sabiduría “personificada”, es decir, muestra a la sabiduría hablando y actuando como si fuera una persona: “El Señor me creó al principio de sus tareas, antes de sus obras más antiguas” (8,22). Desde la fe cristiana no pocos de sus versículos adquieren valor mesiánico.
EL HOMBRE MEDITA EN SU CORAZÓN, PERO DIOS LE PONE LA RESPUESTA EN LOS LABIOS. EL HOMBRE PIENSA QUE SU CONDUCTA ES LIMPIA, PERO ES DIOS QUIEN PESA LOS CORAZONES. ENCOMIENDA A DIOS TUS TAREAS, Y TE SALDRÁN BIEN TUS PLANES. EL SEÑOR DA A CADA COSA SU DESTINO: AL MALVADO EL DÍA FUNESTO. EL SEÑOR ABORRECE AL ARROGANTE, TARDE O TEMPRANO NO QUEDARÁ IMPUNE. BONDAD Y VERDAD REPARAN LA CULPA, EL TEMOR DE DIOS APARTA DEL MAL. CUANDO DIOS APRUEBA LA CONDUCTA DE UN HOMBRE, LO RECONCILIA CON SUS ENEMIGOS. MÁS VALE POCO CON JUSTICIA QUE MUCHAS GANANCIAS INJUSTAS. EL HOMBRE PLANEA SU CAMINO, EL SEÑOR DIRIGE SUS PASOS.
(Prov 10,1-9)
Guía del Libro de los Proverbios
(1,1-7)
• Prólogo.
(1 8-9 18)
• Las malas compañías. • Llamada a la sabiduría. • Cómo adquirirla. • Alegría del sabio • Exhortación a ser sabio. • Su amor hacia la mujer. • Sobre el salir fiador el ser perezoso y el ser malvado. • Lo que el Señor aborrece. • Cuidado con el adulterio y la seducción. • Invitación a la sabiduría. • Advertencia a los arrogantes y necios.
(10,1-22,16)
• Colección de proverbios de Salomón sobre la vida y la conducta moral.
(22 17-24,34)
• Colección de las palabras de los sabios. • Introducción. • Sensibilidad a la justicia. • Aprender a ser sabio. • Contra la prostitución y la borrachera. • Mas vale ser sabio que fuerte. • Sentencias y exhortaciones. • Acerca de la pereza.
(25,1-29,27)
• Más proverbios de Salomón.
(30,1-31.31)
• Sentencias del sabio Agur. • Proverbios numéricos. • Palabras de Lemuel. • La mujer “fuerte”.
EL SEÑOR ME ESTABLECIÓ AL PRINCIPIO DE SUS TAREAS, AL COMIENZO DE SUS OBRAS ANTIQUÍSIMAS. EN UN TIEMPO REMOTÍSIMO FUÍ FORMADA, ANTES DE COMENZAR LA TIERRA. ANTES DE LOS ABISMOS FUÍ ENGENDRADA, ANTES DE LOS MANANTIALES DE LAS AGUAS. TODAVÍA NO ESTABAN APLOMADOS LOS MONTES, ANTES DE LAS MONTAÑAS FUÍ ENGENDRADA. NO HABÍA HECHO AÚN LA TIERRA Y LA HIERBA, NI LOS PRIMEROS TERRONES DEL ORBE. CUANDO COLOCABA LOS CIELOS, ALLÍ ESTABA YO; CUANDO TRAZABA LA BÓVEDA SOBRE LA FAZ DEL ABISMO; CUANDO SUJETABA EL CIELO EN LA ALTURA, Y FIJABA LAS FUENTES ABISMALES. CUANDO PONÍA UN LÍMITE AL MAR; Y LAS AGUAS NO TRASPASABAN SU MANDATO; CUANDO ASENTABA LOS CIMIENTOS DE LA TIERRA, YO ESTABA JUNTO A ÉL, COMO APRENDIZ, YO ERA SU ENCANTO COTIDIANO, TODO EL TIEMPO JUGABA EN SU PRESENCIA; JUGABA CON LA BOLA DE LA TIERRA, GOZABA CON LOS HIJOS DE LOS HOMBRES.
(Prov 8,22-31)
SABIDURÍA PARA ANDAR POR CASA
Consideramos como sabios a personas bien formadas, cuyos conocimientos son amplios y profundos, y conocidos por sus escritos o resultados científicos. Son admirados por todo ésto, y de ordinario por su honestidad mental y personal, por su vocación para el trabajo constante y sin desmayo. Su quehacer es riguroso y realista; no se engañan a sí mismos sino que buscan siempre la verdad posible de las cosas. Ellos sobresalen de los demás para bien de todos.
Pero en los libros sapienciales de la Biblia no se recogen reflexiones y discursos particularmente innovadores, de personajes extraordinarios. Los autores de los libros no reflejan sino lo que dice la experiencia lúcida y a veces errónea del reflexivo hombre de la calle, como si Dios se manifestara por "el sentido común'.' En realidad, la sabiduría del pueblo de Israel busca a Dios en todo, también en la vida sencilla y cotidiana. Los autores de estos libros son una especie de "coleccionistas".
El conocimiento que brota de nuestra experiencia personal suele ser una verdad discutible y provisoria. Lo poseemos "a título de inventario" pero si lo iluminamos con la presencia de Dios, entonces lo asumimos como valor práctico, como valor estimulante de vida. La educación en los valores se transforma en permanente y la sabiduría como don de Dios se cruza en nuestro camino y nos confiere una nueva dimensión y apertura hacia lo alto, porque "si con dificultad captamos las cosas de la tierra, y con trabajo descubrimos lo que está a nuestro alcance, ¿quién podrá rastrear las cosas celestiales?" (Sab. 9,16).
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Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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