Los Orígenes: El Génesis - Isaac y Jacob



P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.

EL LIBRO DEL GÉNESIS

Continuación

Isaac y Jacob 
(Capítulos 24 al 28,9)

Presintiendo el fin de su vida, Abraham se preocupó de buscar una buena mujer para Isaac, según la costumbre de la época. Eliecer, su criado de toda su confianza, se dirigió a Harán en busca de una buena esposa adecuada para el hijo de su señor. Vuelve con una nieta de Najor, hermano de Abraham, que se llamaba Rebeca y “la joven era muy hermosa” (24,16). Luego de verla, Isaac la tomó como esposa.

Abraham murió con una gran paz interior. Conforme a su expresa voluntad, le enterraron en su heredad de Hebrón, en el mismo campo junto a su esposa Sara. En este mismo lugar tan venerado reposarían más tarde los restos de su hijo Isaac y los de su nieto "Jacob. Incluso, hoy en. día, la dudad de Hebrón es centro de peregrinación de judíos, musulmanes y cristianos.

En la narración del Génesis, la figura de Isaac es una “promesa” y sirve de enlace entre Abraham y Jacob, los dos grandes y admirados personajes patriarcales. Rebeca da a luz a dos hijos gemelos, Esaú y Jacob. Pero el uno del otro son muy diferentes y aunque el padre tiene sus preferencias conforme a las tradiciones, por el mayor (Esaú), su mujer Rebeca prefiere al menor (Jacob). En este relato bíblico ambos hijos representan a dos pueblos muy antagónicos, Edom e Israel. En la Biblia aparecen numerosos conflictos entre los edomitas y los israelitas. La leyenda del trueque de la primogenitura por un plato de lentejas trata de justificar el derecho a la tierra por parte de los israelitas, que a su vuelta de Egipto liberados por Yavéh se encontraron con la oposición de los edomitas a su pretensión de pasar a través de sus tierras radicadas al Sur de Canaán (Nm 20,14-21).

Huyendo de la venganza y odios de su hermano Esaú, y en busca de una esposa de confianza no cananea, Jacob se pone en camino hacia Harán, la tierra de su familia, tal como hizo Eliecer para Isaac.

UNA TARDE (ISAAC) SALIÓ A PASEAR POR EL CAMPO, Y ALZANDO LA VISTA VIÓ ACERCARSE UNOS CAMELLOS. TAMBIÉN REBECA ALZÓ LA VISTA Y AL VER A ISAAC BAJÓ DEL CAMELLO, Y DIJO AL CRIADO: ¿QUIÉN ES AQUEL HOMBRE QUE VIENE EN DIRECCIÓN NUESTRA POR EL CAMPO? RESPONDIÓ EL CRIADO: ES MI AMO. Y ELLA TOMÓ EL VELO Y SE CUBRIÓ. EL CRIADO LE CONTÓ A ISAAC TODO LO QUE HABÍA HECHO. ISAAC LA METIÓ EN LA TIENDA DE SU MADRE SARA, LA TOMÓ POR ESPOSA; Y CON SU AMOR SE CONSOLÓ DE LA MUERTE DE SU MADRE.
(Gn 24.63-67)




La figura de Jacob 
(Capítulos 28,10 al 36)

Jacob se pone en camino y sale de Bersebá (la residencia habitual de su padre Isaac) y se detiene cansado en Betel (“casa de Dios”). Allí tuvo el sueño de una escalera que unía el cielo con la tierra, es decir, tuvo conciencia que el Dios de sus padres estaba presente en esta tierra. “Al despertar, Jacob dijo: —Realmente, el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía” (28,16). Y Jacob hizo entonces una promesa: “Si Dios está conmigo, si me protege en este viaje (...) el Señor será mi Dios” (26,20-22).

En las tierras de Harán al norte, Jacob empezó a trabajar junto a su tío Labán, hermano de su madre Rebeca. Encuentra a la mujer de su vida, su prima Raquel, pero su tío un tanto socarrón le engaña con su otra hija, llamada Lía. El autor sagrado se recrea en presentar a esté Jacob ingenuo que purga su pasado pecado de engaño y fraude a costa de su hermano Esaú.

El caso es que Lía fue fecunda, y la bella y preferida Raquel era estéril. La primera dió a luz a seis hijos (Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón), y de la criada de su esposa Lía, llamada Zilpá, tuvo Jacob otros dos (Gad y Aser). Entonces Raquel que tenía envidia de su hermana, le ofreció a Jacob a su criada Balá, y de ésta nacieron otros dos hijos (Dan y Neftalí). Pero Dios al fin se compadeció de la hermosa Raquel y también ella pudo dar a luz a su primer hijo que le puso por nombre “José”.

Viéndose rodeado de una tan numerosa familia y prosperidad, Jacob se sintió protegido y bendecido por Dios; y con este ánimo decide regresar a su recordada tierra donde había tenido aquella su primera experiencia religiosa de la cercanía de Dios en su propia vida. “Yo estoy contigo. Te protegeré adonde quiera que vayas y haré que vuelvas a esta tierra” (28,15).

CASUALMENTE LLEGÓ A UN LUGAR Y SE QUEDÓ ALLÍ A PERNOCTAR, PORQUE YA SE HABÍA PUESTO EL SOL. COGIÓ DE ALLÍ MISMO UNA PIEDRA, SE LA COLOCÓ A GUISA DE ALMOHADA Y SE ECHÓ A DORMIR EN AQUEL LUGAR. Y TUVO UN SUEÑO. UNA ESCALINATA APOYADA EN LA TIERRA CON LA CIMA TOCABA EL CIELO. ÁNGELES DE DIOS SUBÍAN Y BAJABAN POR ELLA. EL SEÑOR ESTABA EN PIE SOBRE ELLA Y DIJO: YO SOY EL SEÑOR, EL DIOS DE TU PADRE ABRAHAM Y EL DIOS DE ISAAC. LA TIERRA, SOBRE LA QUE ESTÁS ACOSTADO, TE LA DARÉ A TÍ Y A TU DESCENDENCIA (...) YO ESTOY CONTIGO; YO TE GUARDARÉ DONDE QUIERA QUE VAYAS, Y TE VOLVERÉ A ESTA TIERRA Y NO TE ABANDONARÉ HASTA QUE CUMPLA LO QUE HE PROMETIDO. CUANDO JACOB DESPERTÓ DIJO: REALMENTE EL SEÑOR ESTÁ EN ESTE LUGAR, Y YO NO LO SABÍA (...) JACOB SE LEVANTÓ DE MADRUGADA, TOMÓ LA PIEDRA QUE LE HABÍA SERVIDO DE ALMOHADA, LA LEVANTÓ COMO ESTELA Y DERRAMÓ ACEITE POR ENCIMA. Y LLAMÓ AQUEL LUGAR “CASA DE DIOS”.
(Gn 28,11-19)

Sin decir nada a nadie, ni siquiera a su tío, Jacob trata de volver por la Transjordania a Canaán. Pero, antes de que llegara al Jordán, el enojado Labán y su gente le habían dado alcance. En vez de pelear, tío y sobrino llegan a un acuerdo de paz, y a pesar de que Labán no logra recuperar los “ídolos familiares” que le había despojado de su casa, su propia hija Raquel. (Según la costumbre, la posesión de estos ídolos daba derecho a ser el heredero principal). Jacob no conocía esta acción de su esposa, y al saberlo se enfadó al considerar que la posesión de aquellos ídolos era como una falta de respeto a su Dios (35,2).

En su camino hacia Canaán, como preparación a su esperado encuentro con su hermano Esaú, Jacob se volvió hacia Dios en oración. Le dio gracias por los beneficios recibidos y le solicitó su protección y ayuda, pues sentía una gran angustia y temor de su hermano (32,8-13).

Según una antigua tradición, durante la soledad de una noche muy oscura, Jacob luchó a brazo partido con un personaje poderoso. Fue una extraña experiencia en la cual reconoció que había visto el rostro de Dios. Y desde entonces su nombre fue cambiado por el de Israel (“Dios vence”). A juicio del autor bíblico este significado indicaría que Jacob habría de ser superior a los demás. El lugar de la pelea se llamó Penuel (“rostro de Dios”) (32,23-32). El cambio de nombre para un oriental, no se explica sino por el influjo de un poder y elección superior que procede de lo alto.

A continuación, se narra en el cap. 33, su esperado y tan temido encuentro con su hermano Esaú. Jacob (Israel) se postró siete veces y recibió la certidumbre de su perdón. Luego, en su continuada marcha hacia Hebrón, donde aún vivía su padre Isaac, murió su hermosa y amada esposa Raquel al dar a luz a su segundo y querido hijo, Benjamín. Está enterrada ella junto a Belén, en un lugar llamado Efrata.

AQUELLA NOCHE SE LEVANTÓ (JACOB), TOMÓ A SUS DOS MUJERES CON SUS DOS SIERVAS Y LOS ONCE HIJOS Y CRUZÓ EL VADO DE YABOC; PASÓ CON ELLOS EL TORRENTE Y LES HIZO PASAR CON TODOS SUS BIENES. Y HABIÉNDOSE QUEDADO JACOB SÓLO, ESTUVO LUCHANDO CON ALGUIEN HASTA LA AURORA; Y VIENDO QUE NO LE PODÍA, TOCÓ LA ARTICULACIÓN DEL FÉMUR DE JACOB Y SE LA DEJÓ TIESA MIENTRAS PELEABA CON ÉL. DIJO ENTONCES: SUÉLTAME, QUE LLEGA LA AURORA. RESPONDIÓ JACOB: NO TE SOLTARÉ HASTA QUE ME BENDIGAS. Y EL OTRO LE PREGUNTÓ: ¿CÓMO TE LLAMAS? CONTESTÓ: JACOB. LE REPLICÓ: YA NO TE LLAMARÁS JACOB, SINO ISRAEL, PORQUE HAS LUCHADO CON DIOSES Y CON HOMBRES Y HAS PODIDO. JACOB, A SU VEZ, PREGUNTÓ: DIME TU NOMBRE. RESPONDIÓ: ¿POR QUÉ ME PREGUNTAS MI NOMBRE? Y LE BENDIJO. JACOB LLAMÓ AQUEL LUGAR PENUEL, DICIENDO: HE VISTO A DIOS CARA A CARA Y HE QUEDADO VIVO. (Gn 32,23-31)




Jacob, José y sus hermanos 
(Capítulo 37 al 50)

Jacob (Israel) tuvo doce hijos, pero sus preferidos eran José y Benjamín por ser los más pequeños y haber nacido de Raquel, la esposa hermosa y predilecta.

La historia de José reviste un encanto especial y se lee de un tirón como si fuera una novela. Su género literario es diferente al precedente. En esta narración se puede descubrir un buen guión con un final feliz. El héroe, José, es un modelo de sabiduría y acierto. Es todo un símbolo evidente del perdón fraterno. Vendido por sus hermanos que le tenían envidia, cayó en la corte del Faraón de Egipto, donde fue difamado y hasta llevado a prisión y encarcelado. Al interpretar de modo acertado unos sueños del Faraón, no sólo es liberado sino ascendido hasta el puesto de administrador.

Cuando en circunstancias de sequía y escasez, sus hermanos se vieron obligados a trasladarse a Egipto en solicitud de ayuda, José les descubrió quién era, y les forzó a regresar con su padre Jacob (Israel), dándoles la zona de Goshén, al N.E. del Nilo.

Después de haber vivido muchos años en aquellas tierras, Jacob llamó a José y le dijo ante los hijos de éste, Efraín y Manasés, que ellos habían sido adoptados incluso como hijos suyos (48,5): “Yo estoy a punto de morir; pero Dios estará con vosotros y os llevará de nuevo a la tierra de vuestros padres” (48,21). Hizo venir a su presencia a los demás hijos y les fue bendiciendo con palabras cariñosas, pero al dirigirse a Judá le bendijo de forma muy especial: “A tí, Judá te alabarán tus hermanos, someterás a tus enemigos, los hijos de tu padre se someterán ante ti. (...) No se apartará de Judá el cetro ni el bastón de mando (...) hasta que venga aquel a quien pertenece, y a quien los pueblos obedecerán” (49,8.10). De la descendencia de Judá nacerá el rey David, y de la familia de éste y de su linaje habría de brotar el Mesías esperado como salvador y futuro liberador.

Después de enterrar a su padre Jacob en el campo donde antes habían sido sepultados Abraham y Sara, regresaron José y todos sus hermanos a las tierras cedidas de Goshén en Egipto, donde los hijos de Israel se fueron multiplicando. A la hora de su muerte, José llamó a sus hermanos y les dijo: “Dios vendrá a buscaros y os llevará de este país a la tierra que prometió a Abraham, Isaac y Jacob” (50,24). Con esta prospectiva termina el libro del Génesis.

JOSÉ FUE LLEVADO A EGIPTO, Y FUE COMPRADO POR UN EGIPCIO, DE NOMBRE PUTIFAR, EUNUCO DEL FARAÓN Y JEFE DE LA GUARDIA; ESTE LE COMPRÓ A LOS ISMAELITAS QUE LE HABÍAN LLEVADO ALLÁ. YAHVÉH ASISTIÓ A JOSÉ, QUE LLEGÓ A SER UN HOMBRE AFORTUNADO, MIENTRAS ESTABA EN CASA DE SU SEÑOR EGIPCIO, (Gn 39,1-2)

JOSÉ NO PUDO CONTENERSE EN PRESENCIA DE SU CORTE Y ORDENÓ: SALID TODOS DE MI PRESENCIA. Y NO HABÍA NADIE CUANDO SE DIÓ A CONOCER A SUS HERMANOS. ROMPIÓ A LLORAR FUERTE, DE MODO QUE LOS EGIPCIOS LO OYERON Y LA NOTICIA LLEGÓ A CASA DEL FARAÓN. JOSÉ DIJO A SUS HERMANOS: YO SOY JOSÉ; ¿VIVE TODAVÍA MI PADRE? SUS HERMANOS SE QUEDARON SIN RESPUESTA DEL ESPANTO. JOSÉ DIJO A SUS HERMANOS: ACERCAOS A MÍ. SE ACERCARON, Y LES REPITIÓ: YO SOY JOSÉ VUESTRO HERMANO, EL QUE VENDISTEIS A LOS EGIPCIOS. PERO AHORA NO OS PREOCUPÉIS, NI OS PESE EL HABERLO HECHO; (...) DIOS ME ENVIÓ POR DELANTE PARA PROCURAROS LA SUPERVIVENCIA EN EL PAÍS Y PARA SALVAR VUESTRAS VIDAS DE MODO ADMIRABLE. POR ESO NO FUISTEIS VOSOTROS QUIENES ME ENVIASTEIS ACÁ, SINO DIOS. (Gn 45,1-8)



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Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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