P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO PRIMERO
CUESTIONES PRELIMINARES
1. EL APÓSTOL PABLO
1.1. El problema de las fuentes para reconstruir la vida de San Pablo
Tenemos una doble documentación para reconstruir la vida de San Pablo
- Las noticias autobiográficas que el mismo Pablo nos da en sus cartas.
- La narración del libro de los Hechos de los Apóstoles, narrada por S. Lucas.
Entre ambas fuentes existen discrepancias en algunos puntos. Esto origina el problema de la narración mas fidedigna.
- Antiguamente, se le daba igual valor a las informaciones de Lucas, en el conflicto real o aparente, se buscaba poner de acuerdo las dos narraciones, ya que ambas eran consideradas históricas en el sentido moderno de la palabra. De hecho se adoptaban como línea general la presentación de S. Lucas, mientras que las noticias que daba S. Pablo se usaban como complemento.
- Actualmente, en cambio se prefiere como fuente principal al mismo Pablo, a pesar de que él no exponga en forma muy amplia y sistemática toda su biografía. Lucas a pesar de ser un historiador serio, no puede ser considerado un biógrafo de S. Pablo en el sentido moderno de la palabra. Su historia lleva el sello claro de una cierta sistematización y estilización debidas a una visión teológica personal de los acontecimientos. Sirve para enriquecer los datos del mismo Pablo, pero - a excepción de los viajes misioneros - es una fuente secundaria.
- En concreto: Para reconstruir el episodio de la vocación de Pablo y conocer su pensamiento teológico, hay que recurrir en primer lugar a las indicaciones de Pablo y no a las narraciones orientadas y al pensamiento teológico de Lucas en el libro de los Hechos.
En cambio en relación a las grandes líneas de los viajes misioneros, es aceptado unánimemente el panorama histórico de Lucas.
En cuanto al periodo final de la vida de S. Pablo nuestra documentación es casi nula. Debemos contentarnos con algunas indicaciones ocasionales conservadas en las Cartas Pastorales de Pablo.
1.2. Cronología Paulina
Dos hechos dan la clave para la reconstrucción de la cronología paulina:
a. La carestía que hubo en el Imperio Romano durante el reinado de Claudio, Hech 11, 28:
“uno de ellos, llamado Agabo, movido por el Espíritu, se levantó y profetizó que vendrá una gran hambre sobre toda la tierra; es la que hubo en tiempo de Claudio”.
Sabemos, por la historia, que Claudio reinó del: 41-54 y que hacia los años: 49-50 hubo un gran hambre, primero en Grecia y después en Roma. Gracias a esta fecha consignada podemos fijar en el año 49 la celebración del Concilio de Jerusalén.
b. Por una inscripción encontrada en Delfos, Hech 18, 12-17:
“Siendo Galión procónsul de Acaya se echaron los judíos de común acuerdo sobre Pablo y le condujeron ante el tribunal diciendo. “Éste persuade a la gente que adore a Dios de una manera contraria a la Ley”. Iba Pablo a abrir la boca cuando Galión dijo a los judíos: “Si se tratara de algún crimen o mala acción, yo os escucharía, judíos, con calma, como es razón. Pero como se trata de discusiones palabras y nombres y cosas de vuestra Ley, allá vosotros. Yo no quiero ser juez en estos asuntos”. Y los echó del tribunal. Entonces todos ellos agarraron a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y se pusieron a golpearlo ante el tribunal sin que a Galión le diera esto ningún cuidado”. Sabemos que Galión, ante quien compareció Pablo, fue procónsul en Acaya el año 52. En Hech 18,11, se nos dice que Pablo permaneció un año y seis meses en Corinto. La comparecencia de Pablo ante Galión parece haber tenido lugar hacia el fin de su estancia en Corinto, Hech 18, 18: “Pablo se quedó allí todavía bastantes días; después se despidió de los hermanos y se embarcó rumbo a Siria; y con él Priscila y Áquila. En Cancreas se había afeitado la cabeza, porque tenía hecho un voto”. Por tanto, es casi cierto que Pablo estuvo en Corinto del año 50 al 52.
A partir de estos dos puntos fijos se hace posible seguir la carrera de Pablo en las dos direcciones opuestas: hacia el pasado y hacia el futuro, haciendo el uso de las informaciones del mismo Pablo y del libro de los Hechos de los Apóstoles:
- Nacimiento: hacia los primeros años de la era cristiana: del 1 al 10.
- Perseguidor de la Iglesia: año 34.
- Conversión y llamada al apostolado: año 36-37, Hech 9, 1-19; Gal 1, 13-16.
- Estancia en Damasco y Arabia: años 37-39, Hech 9, 19-25; Gal 1, 17.
- Primera visita a Jerusalén: año 39, Hech 9, 26-28; Gal 1, 18-20.
- Apostolado en Siria y Cilicia: 10 u 11 años a partir del año 39, Gal. 1, 21-23.
- Pablo y Bernabé en Antioquía: hacia el año: 43 – 44 - 45 (?), Hech 11, 25 ss.
1º) Primer viaje misional: primavera 45 - primavera 49, Hech 13-14; 2Tim 3,11.
2°) Segundo viaje misional: año 50 - 52 - Hech 15, 36-18, 22.
- Concilio de Jerusalén, año 49: Hech 15, 1-35; Gal 2, 1-10.
3º) Tercer viaje misional: primavera 53 – primavera 58, Hech 18, 23 – 21, 17.
- 1ª y 2ª Carta a los Tesalonicenses: año 51, Hech 17, 2; 8, 1-5; 1 Tes 3, 6.
4º) Martirio en Roma: año 67
- Estancia en Efeso: otoño 54 - primavera 57 - Hech 19, 10.
- 1ª Carta a los Corintios y Carta a los Gálatas: Durante la permanencia en Efeso
- Viaje a Macedonia, 2ª Carta a los Corintios: fin del año 57, Hech 20, 1.
- Estancia en Corinto, Carta a los Romanos: invierno año 57 - 58 Rom. 16, 23; 1Cor 1, 14.
- Regreso a Filipos y después, por mar, a Cesarea: Pascua año 58, Hech 20, 6.
- Arresto en Jerusalén: Pentecostés 58, Hech 21, 27 ss.
- Cautividad en Cesarea: años 58 – 60, Hech 21, 18-26, 32.
- Viaje a Roma: otoño 60 - primavera 61, Hech 27, 1-28, 15.
- Primera Cautividad Romana: años 61 - 63, Hech 28, 16-31.
- Cartas de la Cautividad: Colosenses - Efesios - Filemón - Filipenses: años 61- 63.
- Pablo es liberado: año 63.
- Viaje a España (?), Viajes a Oriente: Efeso, Creta, Macedonia: años 63 - 67, 1 Tim 1, 3; Tit 1, 5.
- 1ª Carta a Timoteo y carta a Tito: hacia el año 65 (?)
- Segunda cautividad romana, 2ª Carta a Timoteo: años 66 - 67, 2Tim 1, 7 ss; 4, 6 ss.
1.3. Nacimiento, Nombre, Ambiente Originario
Pablo nació de familia judía, Hech 21, 39: “Pablo respondió: yo soy un judío de Tarso de Cilicia,...” y en Filp 3, 5 añade: “Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín, hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo”. En la circuncisión se le puso el nombre de “Sha'ul” = nombre hebreo que significa “implorado de Dios”; “Saulus ” = en griego y/o “Paulus” = en romano.
El apóstol tenía dos nombres, uno hebreo y otro grecorromano. Probablemente los llevó desde la infancia. Los judíos y, en general los orientales de aquella época tenían esa costumbre. Un nombre era el de su lengua propia, sobre todo en el ámbito familiar y el otro servía para ser usado en el mundo mercantil y administrativo grecorromano. Tenemos algunos ejemplos de esto en el libro de los Hechos: Juan-Marcos (12,12); José-Justo (1, 23); Simeon-Niger (13, 1); Tabita-Dorcas (9, 36), etc.
Cuando S. Esteban fue martirizado, Pablo es presentado por Lucas como "neanias" = "un joven", Hech 7, 58: “le arrastraron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos depusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo”; es, decir, un hombre entre los 20 y 30 años. Si colocamos este episodio alrededor del año 34, tenemos como resultado que Pablo nació hacia el año 10 de nuestra era.
Según una tradición, que nos transmite Lucas, nació en Tarso, Hech 9, 11: “Y el Señor: “Levántate y vete a la calle Recta y pregunta en casa de Judas por uno de Tarso llamado Saulo; mira, está en oración”. Hech 21, 39: “Pablo respondió: “Yo soy un judío, de Tarso de Cilicia, una ciudad no insignificante. Te ruego que me permitas hablar al pueblo”. No tenemos ningún motivo para dudar de esta afirmación. Tarso era una ciudad situada en la llanura de Cilicia y era la capital de la provincia del mismo nombre. Ciudad "no oscura"; Tarso estaba colocada en un cruce de caminos que unían a la Siria semítica con el Asia menor helenista. Era, por eso, un punto de encuentro de la civilización griega y de la oriental.
En Tarso se escuchaban todas las lenguas de los "bárbaros" de Asia Menor, pero se hablaba también el griego, especialmente entre las clases cultas y los hombres de negocios. Los judíos de la ciudad eran helenistas y debían leer ciertamente la Biblia en la traducción griega de los LXX. Como otras comunidades judías de la Diáspora, la de Tarso, potente y próspera, había asimilado parte de la cultura y del espíritu griego y, por consiguiente, no tenía la actitud intransigente de los judíos de Palestina hacia los valores no judíos.
1.4. Formación del joven Pablo
Pablo nació pues en Tarso de Cilicia, aquí pasó su infancia y su adolescencia. Su educación se dio en las costumbres judías, en el ámbito familiar y también en la influencia helenística del ámbito mercantil urbano en el que desarrolló sus primeros años, tal vez hasta los 15 o 16; a esa edad fue a Jerusalén para aprender todo lo referente a la Ley en la escuela del maestro Gamaliel, Hech 22, 3.
Su educación fue prevalentemente judía. En Tarso aprendió el oficio de su padre, un arte manual, como es costumbre en la mayoría de los judíos, aprendió a fabricar tiendas de piel de cabra Hech 18, 3: “y como era del mismo oficio, se quedó a trabajar en su casa. El oficio de ellos era fabricar tiendas”. Y al mismo tiempo, al menos eso era el uso común, fue iniciado por su padres y parientes en el cumplimiento y uso primario de la Ley.
Creció en un ambiente urbano, pluralista, mercantil; como hijo de judíos de la diáspora, no sólo tuvo contacto, desde la infancia, con personas de otras razas y pueblos, sino que, además, pudo experimentar diariamente en esta metrópoli comercial la apertura al mundo. Personas de otras culturas y mentalidades no eran un fenómeno extraño para él, sino que estuvo en contacto con ellas desde su juventud y pudo observar sus hábitos y costumbres. No es casual, pues, que el futuro gran misionero y evangelizador no proviniera de la Palestina judía, sino de la comunidad judía de la diáspora. Esta influencia se nota en su lenguaje metafórico.
En Pablo no encontramos parábolas de tipo semítico como las de Jesús de Nazaret, éste creció en un entorno rural. En Tarso, dos culturas marcaron a Pablo: la judía en el ámbito familiar y doméstico; y la griega como cultura dominante en la ciudad en la que habitaba y a la que él no podía sustraerse. Pablo era un hombre, un peregrino, que andaba siempre cabalgando entre dos mundos, el judío y el griego. Bajo este doble influjo, más tarde dará una fisonomía propia e inconfundible a su actividad apostólica y literaria.
1.4.1. Influjos helenistas
Es un hecho indiscutible el que Pablo recibió en su formación humana el influjo de la cultura helenista. Esta realidad se interpreta, sin embargo, de dos maneras:
El Influjo de las revelaciones gnósticas y de las relaciones mistéricas fue tan grande que no solo explica algunos conceptos o fórmulas propias de Pablo, sino que separa a Pablo de los demás escritores del N.T. Pablo sería - es la opinión de los historiadores - el fundador de nuestro cristianismo actual, diverso del de Jesús. No podemos admitir esta teoría que desconoce radicalmente el hecho cristiano y el mismo mensaje de San Pablo.
El influjo que Pablo recibió consiste en elementos helenísticos que llegaron a él no directamente, sino a través de la lectura de la literatura judía apocalíptica y sapiencial, donde estos elementos ya habían tomado un significado típicamente bíblico o judío. Así, las fórmulas helenísticas que encontramos en Pablo no expresan un pensamiento filosófico o religioso propio del helenismo. Son solo palabras - ya revestidas del sentido bíblico y judío - que San Pablo usa para presentar en una forma adaptada a la mentalidad de los paganos convertidos, los valores originales de la Buena Nueva de Cristo, como él la comprendía.
Tal vez el influjo más importante que recibió Pablo del ambiente helenista de su juventud fue el "liberalismo" que él manifestará en relación con los paganos; "liberalismo" al que los judeocristianos de Jerusalén no estaban preparados mentalmente. El universalismo de Pablo al defender los derechos de los grecocristianos no fue solo un milagro de la gracia divina, sino también el fruto de su formación cultural amplia, que lo preparó para su misión de Apóstol de los Gentiles.
1.4.2. Educación judía
Si Pablo recibió educación griega, no es menos cierto que no se descuidó en su formación judía. Él era: “hebreo e hijo de hebreo”, Filip 3, 5, es decir, nacido en una familia donde se hablaba el hebreo y cuyos miembros eran llamados, "hebreos" en oposición a los judíos helenistas, los cuales habitualmente hablaban el griego. Pablo debió hablar el arameo y podía leer la Biblia en el texto hebreo.
Todo esto fue una buena preparación cuando aproximadamente a la edad de 15 o 16 años acudió a la ciudad de Jerusalén, para perfeccionar su formación en la Ley en la escuela del maestro Gamaliel, Hech 22, 3: “Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy”. Este Gamaliel "doctor de la Ley, con prestigio ante todo el pueblo", Hech 5, 34, enseñó en Jerusalén en los años 25-50 d.C. Gamaliel era discípulo de Hillel y representaba la tendencia más amplia y más humana en la interpretación de la Ley. ¿Hasta cuándo permaneció Pablo en Jerusalén en la escuela de Gamaliel? No lo sabemos. Sí sabemos que estuvo presente en el martirio de S. Esteban el primer mártir del cristianismo, Hech, 7, 58 – 8, 1: “Le arrastraron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos depusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo... Y Saulo aprobaba su muerte”.
Pablo, hablando de la época en que fue buen judío, nos dice en Gal 1, 4: “y como superaba en el judaísmo a muchos compatriotas de mi generación, aventajándoles en el celo por las tradiciones de mis padres". Este celo fue lo que lo llevó a perseguir a la naciente comunidad cristiana, Gal 1, 13: “Pues habéis oído hablar de mi conducta, cuán encarnizadamente perseguía a la iglesia de Dios para destruirla”. Antes de su conversión, Pablo era un fariseo observante de la Ley, Filip. 3, 6: “en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable”. Él sabía que la circuncisión obligaba a observar todas las prescripciones de la Ley, Gal 5, 3: “De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley”; y él conocía perfectamente el peso de una tal obligación para un buen judío. No hay que concluir, sin embargo, que Pablo fue un judío legalista, como los que nos presenta el Evangelio. Uno podía ser observante de la Ley y, al mismo tiempo, ser un hombre espiritual. Las enseñanzas recibidas, "a los pies de Gamaliel", orientaban a Pablo hacia esa dirección más amplia y más humana.
...
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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