Mensaje del Papa Benedicto XVI


Jornada Mundial de la Paz

Solemnidad de la Circuncisión del Señor y de la Maternidad Divina de María

1 de enero del 2011
(Resumen)




Comienza el Papa lamentando el hecho de que el año 2010 quede marcado por la intolerancia religiosa en diversas partes del planeta. Es un hecho negativo, pues la libertad religiosa forma parte de los derechos que vienen de la dignidad de la persona humana.


Persona humana y libertad religiosa. Porque la persona humana, dada su condición espiritual —además de corporal— tiene por naturaleza la necesidad de relacionarse con su Dios so pena de no alcanzar su plenitud ni felicidad. Al mismo tiempo también su libertad moral exige de constitutivo para la bondad de sus actos, también los de índole religiosa, el que sean hechos con libertad plena no solo interior sino también social. Por fin la especial dignidad humana viene de su apertura y búsqueda natural de la verdad y del bien, que no se sacian sino con el encuentro con Dios, un encuentro que la sociedad no debe estorbar ni menos impedir, sino propiciar.


Por eso es necesario reconocer la doble dimensión de la libertad religiosa y social. Y dado que es una condición necesaria de la vida social, la falta de libertad religiosa es un factor negativo para la convivencia social, pues manifiesta y es fruto de una falta del respeto al otro.


Así es necesario reconocer la doble dimensión de la libertad para la persona humana: su libertad en la sociedad y su libertad en el ámbito religioso. Por eso el relativismo moral que supone que, siendo la religión un asunto puramente personal no debe manifestarse al exterior ni socialmente, carece de validez. Es inconcebible que un creyente para actuar en sociedad tenga que suprimir una parte de sí mismo —y tan importante como para él es su fe— para poder ser ciudadano activo.


Familia y libertad religiosa. La primera escuela de educación para la vida, también la social, es la familia. De ahí la responsabilidad y por tanto el derecho de los padres a transmitir su patrimonio de valores, cultura y fe religiosa. Más aún esta es una función primordial de la familia. Es en y por medio de la familia como se forman los hijos de modo que asuman luego en la vida sus responsabilidades gozando y promoviendo una sociedad libre y donde todos se respeten y sean respetados.


Pero, entre el conjunto de derechos y libertades fundamentales que se basan en la dignidad de la persona, la libertad religiosa goza de un estatuto especial. Si se respeta, se refuerzan la moral social y las instituciones. Por el contrario, cuando se niega o se intenta impedir la profesión de la propia religión o fe, la pérdida de moral y valores sociales que acarrea deteriora gravemente la justicia y la paz, que se fundan en el recto orden social, construido a la luz de la Suma Verdad y Sumo Bien.


Por eso la libertad religiosa forma parte del progreso político y jurídico de una sociedad. Más aún: es un bien esencial poder ejercer libremente el derecho a profesar y manifestar individualmente y en común la propia religión. No debería haber obstáculos.


Y lo dicho se confirma cuando el mismo ordenamiento internacional reconoce que el derecho a la libertad religiosa en el estado de derecho tiene el mismo status y está dentro del núcleo central de derechos que el mismo derecho a la vida.


En efecto el derecho a la libertad es patrimonio no solo de creyentes sino de toda la familia humana. En verdad que viene a ser imprescindible. Por eso Indicador de grado de perfección una sociedad. Crea condiciones necesarias para la realización de un desarrollo integral.


Pero como libertades sociales no tienen sentido en las relaciones con los demás, la libertad religiosa ha de realizarse también en la relación con los demás. Por eso es normal que la misma cultura tenga una carga fuerte religiosa. Las comunidades religiosas aportan a la sociedad valores importantes. Basta, para comprobarlo, su contribución a la ética.


La libertad religiosa es fuerza de libertad y de civilización; pero tiene peligros. No se impone por la violencia sino por la fuerza de la misma verdad. Por eso los cristianos deben dar testimonio de fe no sólo con la conducta sino también con el testimonio. También la vida pública debe estar abierta a transcendencia y no hay razón válida que propicie su amputación. Incluso sería difícil sin ella orientar la sociedad hacia principios éticos universales y ordenamientos reconocidos por todos. Tanto el fundamentalismo religioso como el laicismo son paradójicamente formas espectaculares y extremas de rechazo del legítimo pluralismo y del principio de laicidad. La sociedad que quiere imponer o negar la religión con la violencia, es injusta con la persona y con Dios, pero también consigo misma. Las leyes no pueden organizarse ignorando la dimensión religiosa. Esto a nivel nacional e internacional. Lo hace necesario la promoción de la justicia aceptable y aceptada por todos.


De aquí la necesidad en cualquier tipo de sociedad del dialogo entre autoridades civiles y religiosas. La religiosidad es un valor. Hay que vivir en el amor y en la verdad. Por eso es de gran valor que los cristianos vivan conforme a su fe, manifestando que la vida tiene sentido y que el amor mutuo es un bien mejor y posible, además de colaborar en la obligación común a todo hombre de construir la ciudad.


Termina el mensaje con unas breves pinceladas sobre aspectos relacionados. Ve en el diálogo de las diferentes religiones un medio muy bueno para colaborar por el bien común. Anota el Papa que la Iglesia no rechaza nada santo y verdadero de otros credos; aunque hay que evitar caer en el relativismo o el sincretismo. Porque además la Iglesia tiene que evangelizar a Cristo, que es camino, verdad y vida. Pero, como dice Santo Tomás, toda verdad viene del Espíritu Santo.

Renueva la petición de la oración por la paz. Que la verdad moral juegue su papel, ha de tenerse en cuenta en la política y en la diplomacia. Para ello deben desarticularse ideologías políticas que suplantan la verdad y la dignidad humana. Hay que superar odios y prejuicios, hay que perdonar. La libertad religiosa es por fin camino para la paz. Hay que dar a la paz armas distintas del matar y exterminar.


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