Matrimonios: Hacia el Tercer Milenio, 1º Parte





P. Vicente Gallo, S.J.


“Cristo es el Alfa y la Omega”


( Ap 22, 13)



Nosotros creemos en Jesucristo. Creemos que, en Cristo, Dios se hizo hombre y se puso a peregrinar con nosotros. Por eso, nuestra fe nos hace ir caminando por la vida agarrados a la mano de Dios misericordioso, presente en este caminar en el cuál El mismo nos puso, y al que ha venido en su Hijo para ser “el guía y consumador de nuestra fe” (Hb 12,2). Por ello, vivir nuestra fe en ese misterio ha de ser un continuo canto de alabanza a la Trinidad de Dios. Celebrando que “el Padre nos amó tanto que nos ha enviado a su Hijo Unigénito para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). El Hijo, obedeciendo al envío del Padre (Jn 3, 17; etc), realizó la Obra de nuestra Redención. El Espíritu Santo, que encarnó al Verbo de Dios, el Hijo, en María, hace realidad nuestra la Salvación, encarnando a Cristo en nosotros.


Por nuestra fe, y mediante el Bautismo, nos hemos hecho de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; Dios, que es Amor, nos ha hecho suyos como suya es la humanidad de Jesucristo. Vivir, pues, nuestro Bautismo, será vivir, con la fidelidad de Jesús, nuestra entrega a ese Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Lo haremos convirtiéndonos permanentemente, desde nuestra general condición de pecadores, a una verdadera reconciliación con Dios y entre nosotros mismos: con la fe puesta en el Amor de Dios, manteniendo firme nuestra esperanza; siendo de Cristo en su Iglesia, nosotros, los cristianos, esperamos y amamos cuando el mundo no tiene motivos para seguir amando y esperando.

La Buena Noticia que hemos conocido y que debemos transmitirla al mundo entero (Mc 16, 15), desde nuestra fe en ella, es la misma que ya los ángeles anunciaron a aquellos pastores de las cercanías de Belén: “En la Ciudad de David os ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2, 11). Jesucristo es la gran dádiva, el don más perfecto, que nos ha dado Dios a los hombres (ver Rm 8, 28-32). Jesucristo es “el Salvador”, el que, dando su vida por nosotros, nos ha salvado del pecado, del dolor y de la muerte, a lo que estábamos condenados; nos ha salvado por la misma salvación con la que Dios salvó a Jesús. El es “el Mesías”, el descendiente de Abraham, mayor guía y Profeta que Moisés, mejor Rey que David, con un reinado que no tendrá fin. Es el anunciado por los Profetas, el esperado por el Pueblo de Dios, “ el que tenía que venir” (Jn 11, 27). Es el Señor, al que se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 18, 28, Flp 2, 11). “Se le llamará Emmanuel, que significa Dios con nosotros”, nos dice el Evangelio (Mt 1, 23).


Pero ese venir Dios al mundo haciéndose hombre no es algo que “sucedió un día”; ha permanecido con nosotros (Mt 28,20) ya veinte siglos. Y comenzamos el siglo veintiuno, el tercer milenio, haciendo ahora nosotros a Cristo el gran consuelo (Lc 2,25) para los necesitados de su misericordia en este milenio nuevo que comenzamos. Así lo será para todos los pobres hombres hasta el final del mundo.


El momento en que Jesús desde la Cruz dijo “hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23, 43), abrió las puertas de su Reino de los Cielos a aquel delincuente; y sigue siendo el momento, el “hoy”, de la esperanza para todos los convertidos a él aunque sean criminales (Mc 1, 15). Nuestro vivir de cristianos, repito, debe ser un continuo himno de alabanza y de dar gracias a Dios correspondiéndole; debemos ser una carta escrita por Dios para todos los que, viéndonos, puedan leerla (2Co 3, 2-3; 1Ts 1, 7-10). Los creyentes seremos así la Buena Noticia para toda la Humanidad.


En la “Novo Millennio Ineunte” se nos dice en el Nº 4: “El cristianismo es gracia, es la sorpresa de Dios que, satisfecho no sólo con la creación del mundo y de los hombres, se ha puesto del lado de su creatura. Después de haberle hablado muchas veces y de diversos modos, ‘al llegar la plenitud de los tiempos’ (Gál 4, 4), ‘en nuestros días nos ha hablado por medio de su Hijo’ (Hbr 1, 1-2). “La plenitud de los tiempos” significa ese día esperado en el que se ha colmado la medida de las Promesas de Dios (Mc 1, 15; 1Co 10, 11; 1P 1, 20).


Sin fantasías milenaristas, el misterio de Cristo Salvador es el gran horizonte para toda la humanidad; que, además, no tiene otro sino el ser de Cristo, pero vivido de veras. Con Jesucristo, Dios ha entrado en nuestra historia. Ya mucho antes había establecido una Alianza con Abraham y su descendencia. Pero todo alcanzó su plenitud, y también los tiempos de la historia humana, al encarnarse Dios Hijo en María. Pasando por el mundo, desde Belén hasta la Cruz, y hasta el Cielo ya resucitado, enviando desde allí al Espíritu Santo para que nos vaya llevando a donde está él (Jn 14, 16-20), Jesucristo realizó el misterio de su Pascua, su paso desde el Padre al mundo y desde el mundo a su Padre (Jn 16, 28). Y desde entonces, Cristo es de veras el sentido último de todo, la meta del quehacer humano y del universo entero.


En Jesucristo, la historia humana se ha convertido en “Reino de Dios”. La tarea de los creyentes en Cristo no ha de ser otra que hacer del vivir humano ese Reino. De una manera muy especial, los matrimonios cristianos, amándose uno al otro como Dios los ama, y así haciendo un hogar, una familia que sea ya aquí ese Reino de Dios. Es el reto que la Iglesia, mediante el Papa, nos plantea al comenzar nuestro milenio en un mundo, más que nunca marcado por la globalización: lograr que se haga de todos una familia, la familia de Dios.



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Agradecemos al P. Vicente Gallo, S.J. por su colaboración.



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2 comments:

Unknown said...

Buenas tardes.
Pertenezco a un grupo de Pastoral Familiar de nuestra Parroquia en Cd. Juarez, Chih. Mex.
Ya tenemos algun tiempo consultando la informacion que tienen en este sitio y, verdaderamente nos ha sido de gran ayuda para nuestros temas de crecimiento espiritual.
MUCHISIMAS GRACIAS Y QUE DIOS NUESTRO SEN`OR LES SIGA BENDICIENDO.

SALUDOS

Unknown said...

Buenas tardes.
Pertenezco a un grupo de Pastoral Familiar de nuestra Parroquia en Cd. Juarez, Chih. Mex.
Ya tenemos algun tiempo consultando la informacion que tienen en este sitio y, verdaderamente nos ha sido de gran ayuda para nuestros temas de crecimiento espiritual.
MUCHISIMAS GRACIAS Y QUE DIOS NUESTRO SEN`OR LES SIGA BENDICIENDO.

SALUDOS