Homilía: Domingo 6º de Pascua (C) 09 de Mayo


Lecturas: Hch 15,1-2.22-29; S.66;Ap 21,10-14.22-23; Jn 14,23-29

“Me voy y volveré a ustedes”
P. José R. Martínez Galdeano, S.J.

El evangelio de hoy, lo mismo que el del domingo pasado, pertenece a la larga conversación que Jesús tuvo con sus discípulos acabando la Última Cena. Están muy tristes y muy confusos, porque Jesús les ha dado a entender que les deja, que uno de ellos le ha traicionado y que va a morir. El Maestro trata de fortalecerles para la prueba, que se avecina, de su pasión y muerte. Aunque no puedan comprenderlo todo, les quiere animar con la promesa de los maravillosos frutos de su muerte.

Lo primero es que no los va a abandonar. Si guardan su palabra, esa palabra que tanto maravillaba a la gente y cuyo sentido pedían se les explicase, si la guardan, tendrá la virtud de hacerle presente. Cuando resuene en su corazón, cuando la recuerden para cumplirla, esa palabra le hará presente. Y no solo a ellos; todo aquel que escuche esa palabra y la ponga en práctica va a sentir que se transformar interiormente. Recordemos las garantías de la Biblia sobre su eficacia: “Mi palabra no volverá a mí vacía sin que haya cumplido aquello para que la envié”. Es “como espada de doble filo; escruta los sentimientos y pensamientos del corazón” (Is 55,11; Hb 4,12). Acogiendo la palabra de Dios en cualquiera de sus formas (escuchada en directo de los pastores, leída en la Biblia y en los libros piadosos, meditada y comentada en grupo, etc.), muchas veces la misma experiencia de cada uno garantiza la presencia secreta de Cristo, consolando, iluminando, moviendo al arrepentimiento, fortaleciendo para el bien, haciendo sentir su perdón y su amor y animando para perdonar y amar.

Esa palabra, aunque ellos la habían oído siempre de los labios humanos de Jesús, del hombre Jesús, tenía su origen en Dios, en el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tras la resurrección esa palabra va a hacer presente en los corazones a la misma Trinidad, al Padre, Hijo y Espíritu Santo. Ese Espíritu entonces nos va abriendo su sentido y nos la va recordando en el momento oportuno.
“El justo vive de la fe” (Ro 3,11), hermanos. No nos hace falta ver y oír con nuestros sentidos. Basta la fe. Por la fe llegamos al conocimiento de esta realidad. La Trinidad santa de Dios está presente en nuestra alma, cuando escucha la Palabra y quiere cumplirla: “haremos morada en él” –dice el texto de hoy–.

Teniendo su morada, comunica su vida y, al participar la criatura de la vida divina (la llamada gracia santificante), adquiere la capacidad de ver a Dios por la fe. De este modo podemos conocer a Dios cada vez mejor, podemos entender más a fondo lo que en la Escritura y en la doctrina de la Iglesia se nos dice de Dios y de sus cualidades o atributos, empezando por su misericordia y bondad, y podemos conocerlo y conocer los beneficios que recibimos de Él. Es muy difícil de expresarlo, pero es una realidad que se vive por la fe.

De forma parecida por la comunicación divina de la esperanza sobrenatural experimentamos en el fondo del alma algo de la atracción y la grandeza del amor de Dios con una cierta seguridad y confianza, que sabemos produce Dios en nosotros. Esto hace que el alma se lance imparable hacia Dios plena de gozo y confianza. Es como una ola que empuja maravillosa hacia la playa inmensa y anhelada del amor de Dios, que espera a su hijo con los brazos abiertos. Es sobre todo la experiencia del amor de un Padre, que ha llamado desde siempre, que con palabras, con silencios, de mil formas se le siente creador, amor siempre secretamente añorado, que crea y levanta a realidades plenificadoras.

Escuchemos a Santa Teresa en un momento así cuando canta enamorada:

Véante mis ojos, dulce Jesús bueno;
véante mis ojos, muérame yo luego.

Vea quien quisiere rosas y jazmines,
que si yo te viere, veré mil jardines,
flor de serafines; Jesús Nazareno,
véante mis ojos, muérame yo luego.

Dulce Jesús mío, aquí estáis presente,
las tinieblas huyen, Luz resplandeciente,
oh, Sol refulgente, Jesús Nazareno,
veante mis ojos, muérame yo luego.

Gloria, gloria al Padre, gloria, gloria al Hijo,
gloria para siempre igual al Espíritu.
Gloria de la tierra suba hasta los cielos.
Véante mis ojos, muérame yo luego. Amén

La oración entonces la tenemos muy fácil. Creer no es aquí más que tomar conciencia de esas realidades. Dios está cerca, está dentro de mí. Y está feliz de que yo le ame. Cuando tengas un momento así déjate llevar manifestando tu alegría, dando gracias, pidiendo lo que creas necesitar para ti y otras personas, repitiendo sus palabras conmovedoras, invocando y agradeciendo su perdón, expresando tu confianza, amando y dejándote ser amado, intercediendo y ofreciendo por la Iglesia y la conversión de todos los hombres.

“Que no tiemble su corazón ni se acobarde. Me han oído decir: Me voy y vuelvo a su lado”. Se está refiriendo Jesús a su pasión y muerte y también a su resurrección y tiempo posterior. “Se lo he dicho ahora, antes de que suceda (antes de la pasión), para que, cuando suceda, sigan creyendo”.

Jesús es el camino, la verdad y la vida. Y nadie va al Padre sino por él (Jn 14,6 ). Y como él ha ido por la cruz, el que quiera seguirle por la cruz tendrá que hacerlo (Lc 9,23). En ese caminar contamos con su presencia y también con la fuerza del Espíritu. El Espíritu actúa desde los sacramentos, el Espíritu obra también desde nuestro interior. “Les conviene que yo me vaya. Porque si no me voy, no les vendrá el Espíritu; pero si me voy, se lo enviaré. Y el Espíritu nos guía a la verdad plena, nos dice con certeza lo que nos espera y nos sigue comunicando lo que Cristo ha recibido del Padre (Jn 16,7.13s).

Como hemos pedido en la oración primera: “que los misterios, que estamos recordando, transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras”.
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2 comments:

Juan said...

Hola amigos del blog. Esta noche antes de acostarme (aquí son las 0014), me voy a tomar unos minutos para comentarles este pasaje.
Un abrazo en Jesús y gracias por el blog……!!!!



1-Hacer presente a Jesús-Mensaje-
Bueno, como ya ha indicado José Ramón, aquí Jesús se despide (discurso de despedida de Juan).

Según yo hay tres puntos clave:

1ro) 23. Jesús le respondió y dijo: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada

Seguir a Jesús, es cumplir su palabra. Por eso debemos leer y meditar la Biblia. Por eso vale la pena ahondar en los evangelios.

2do 24. El que no me ama no guardará mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió"

Hacer la voluntad de Jesús, creemos los cristianos, es hacer la voluntad de Dios. De allí que hay que cumplir y hacer presente su evangelio (aunque cueste y no siempre sea fácil). Seguir a Jesús es seguir a Dios. No es solo seguir buenas ideas. Es seguir “las” ideas.

26. Pero el intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho.

Pero claro. A los discípulos les va a costar recordar todo, y más aún, les va a faltar fuerza para entenderlo (primero) y luego practicarlo. De allí la asistencia del Espíritu Santo. A nosotros nos pasa lo mismo, necesitamos del Espíritu, de la oración, como suele subrayar José Ramón.

3- Bajando a tierra al evangelio
En palabras sencillas: hay que hacer presente el mensaje de Jesús, para hacer presente a Dios entre los hombres. Y esto, lo logramos con la asistencia del Espíritu Santo.

El problema es que, nosotros los cristianos, muchas veces nos olvidamos de concentrarnos en lo más importante: Jesús. De su palabra….

Veamos un ejemplo de esto en mi realidad particular (si es que todavía me leen…).

A- Introducción al ejemplo
Este año les dije a mis amigos de la capilla salesiana de mi barrio que no iba a ser catequista. Si los iba a ayudar. Pero no hacerme cargo de un curso. Los catequistas no abundan. Pero designado para Segundo de Confirmación “se cayó”.

Yo hice de “apaga fuegos” y me comprometí hasta que “den” con alguien. Ese alguien todavía no aparece. Soy el responsable del curso. Tengo una excelente ayudante.

Pero hay algo peculiar: puedo hacer mi propio plan de estudios (a eso quiero llegar).

B- Ejemplo
Este año en catequesis, por problemas económicos no pudimos imprimir los manuales. Entonces damos una fotocopia por encuentro. Eso hace que armemos los encuentros directamente.

Para orientarme pedí algunos libros de confirmación. Ahí -y es aquí donde viene a cuento este ejemplo- vi un grave error:

Hablaban de Pablo, de sus viajes, de Pentecostés, pero no de Jesús ( o muy poco). Lo que recordaban de años anteriores era muy vago.

Para concretar:

A los confirmandos se les hacia marcar en mapas las rutas de Pablo, pero no les hablaron de la parábola del hijo prodigo.


Sabían que Pablo era romano, pero no sabían la Parábola del Buen Samaritano.

Podían saber todos dones del Espíritu Santo, pero no recordaban el mandamiento del amor de la última cena.

En síntesis, perdían aquello que debían anunciar: a Jesús.

Por eso, por ahora, el programa es solo Jesús.

Que conozcan su palabra.
Que aprendan a guardarla.
Que así, practiquen a Dios.

Una vez establecido esto.
Pidamos si, ayuda al Espíritu Santo y salgamos a misionar.

Con nuestra palabra, pero sobre todo, con nuestro ejemplo.


Saludos desde Córdoba, Argentina.

Juan, catequista

Pd: a los padres de los chicos si les interesa aprender teología, sobre la iglesia. Pero no tienen donde. En nuestro blog pusimos un enlace a este…..esperemos lo visiten.

Juan said...

Donde dice "editor" debe decir Juan. Diculpen. Pero es el nombre de mi cuenta en otro blog.