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Domingo 2° de Cuaresma - Comentario de las lecturas

P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.

DOMINGO 2° CUARESMA (A)
“ESTE ES MI HIJO. ESCÚCHENLE”


Hoy la Iglesia lleva nuestra reflexión al centro esencial de nuestra salvación: Jesucristo. Para salvarse es necesario creer en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, Dios verdadero y hombre verdadero, que fue muerto en la cruz para el perdón de nuestros pecados, resucitó al tercer día, fundó la Iglesia Católica, subió al Cielo, envía el Espíritu Santo por el que recibimos la salvación y nos juzgará un día a todos.

No hay salvación sin creer en Jesucristo. No hay salvación sin amar a Jesucristo. No hay salvación sin la gracia de Dios que nos viene por Jesucristo y de Jesucristo.

Son la fe y el amor a Jesucristo el camino necesario de salvación. La voz de Dios, que escucharon Pedro, Santiago y Juan en el monte Tabor, la consignan tanto Mateo como Marcos y Lucas porque está dicha para todos los discípulos, para todos nosotros: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenle”.
Jesús es “el camino, la verdad y la vida; nadie puede llegar a Dios Padre sino por Él”. Palabras como éstas las encontramos constantemente en la Escritura. Pero el camino puede hacerse más o menos deprisa, la verdad puede verse más o menos claramente, la vida puede ser más o menos vigorosa. La Iglesia, tratando de vigorizar nuestra fe, nos lo recuerda muchas veces y desde luego todos los años en la Cuaresma.

La vida para un creyente en Cristo, como lo somos nosotros, ha de ser un proceso en el que Cristo vaya siendo lo más importante. Conociendo y amando más y más a Cristo nos vamos haciendo más y más hijos de Dios, que es nuestro fin último y felicidad completa, y participamos más y más de la presencia del Espíritu Santo que nos une al Padre y a Jesús.

Cierto que todo esto es un misterio, el misterio del Dios Trino y Uno y los misterios en primer lugar hay que creerlos, pero sobre todo hay que vivirlos. Y a esto nos anima la Iglesia en la Cuaresma: a tomar conciencia de que somos hijos de Dios, a vivir de Cristo y a llenarnos de los dones, luz y fuerza del Espíritu con la oración, la purificación de los pecados y la cruz y sacrificios necesarios para ello. Tiempo de gracia, que culminará resucitando con Cristo y recibiendo con abundancia de la plenitud del Espíritu con toda la Iglesia en Pentecostés.
Todos los dones que Dios nos ha dado, nos da y nos dará se concentran en Jesucristo. De Él nos habla el Antiguo Testamento. Abrahán, saliendo de su casa y la promesa de Dios de hacerle padre de un gran pueblo, es figura de Jesús, saliendo del seno del Padre para hacerse hombre en este mundo y ser el origen de un pueblo nuevo; con su nombre se bendecirán y son bendecidas todos los hombres, formando una sola familia, la Iglesia. Por medio de Él nos ha dado y nos da su gracia el Padre. Él es el predilecto del Padre y nuestra salvación es escucharle y seguirle.

Los grandes misterios de nuestra salvación son misterios de Cristo. Vivir la fe es vivir de Cristo. Todo en la Iglesia nos habla de Cristo. Hemos sido bautizados en Cristo y así hechos con Él hijos de Dios. Venimos a misa a encontrarnos con Cristo, imploramos su misericordia, nos alimentamos con su palabra, recordamos y nos incorporamos a su sacrificio por nosotros, nos alimentamos de su cuerpo, de Él recibimos el Espíritu Santo, Él es quien sentenciará el valor de nuestra vida terrena, siguiéndole a Él esperamos entrar en la gloria eterna, todo lo pedimos al Padre por medio de Cristo.

No lo olvidemos: en Jesús encontramos toda la verdad y toda la gracia que necesitamos para nuestra salvación. Él está vivo, ha resucitado, nos ama y nos acompaña en la vida. Vivamos de esta fe: “El justo vive de la fe”. Si nos parece que no está cerca, la culpa no es de Él, sino nuestra.

Gran medio para vivir esta verdad es la devoción al Sagrado Corazón, medio dado por Él a la Iglesia y que ha renovado en la devoción al Señor de los Milagros.

¡Qué maravilla es amar a Jesucristo! ¡Qué fantástico es tener fe!




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La Transfiguración del Señor


P. Adolfo Franco, S.J.

CUARESMA
Domingo II

Mateo 17 1-9

La reflexión sobre la transfiguración puede ser también una imagen de lo que debe ser nuestra conversión.


Esta narración de la Transfiguración del Señor en el monte Tabor, nos hace reflexionar sobre varios aspectos de la figura de Jesús, y de su plan de salvación.

La primera pregunta que nos suscita esta narración de la transfiguración, es por qué la Iglesia la propone dentro de la Cuaresma, tiempo de penitencia, tiempo de preparación para la Pasión; aunque es verdad que, como si estuviera arrepentida de haberla metido dentro de la cuaresma, le dedica después en el mes de agosto, una fiesta especial. No deja de producir un contraste lo resplandeciente de los vestidos de Jesús transfigurado, con el color intensamente morado de los ornamentos litúrgicos que se usan en la Cuaresma. Quiere con esto decirnos la Iglesia que no perdamos de vista el sentido total y completo de la Cuaresma y de todo el Misterio cristiano: detrás del sufrimiento, y de la austeridad, lo fundamental es el triunfo y la alegría; el color más cristiano es el del resplandor.

Además hay que seguir preguntando por qué un asunto tan significativo en la vida de Jesús, de tanta fuerza (que contrasta con todas sus actuaciones ordinarias, tan alejadas de lo fantástico) se haga casi a escondidas: tiene lugar en un cerro apartado, y quedan excluidos de participar en la experiencia casi todos los apóstoles; sólo acompañan a Jesús tres de ellos. Y además hay al final de la narración una indicación terminante de Jesús: “no cuenten a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos”.

La razón de esto ¿cuál es? Podemos suponer que Jesús, por una parte no quería dejar su realidad de hombre entre los hombres, viviendo con todas nuestras limitaciones, pero por otra parte dentro del proceso lento y progresivo de revelar su divinidad al mundo, y especialmente a los apóstoles, quería manifestar un poco más de su misterio (¡qué maravilla es el misterio interior de Jesús!).Pero aún siendo un avance en la revelación de su misterio, en este momento debe entenderse como una excepción. Pero una excepción llena de significado.

Además, en este acontecimiento seguramente Jesús quiere adelantarse al derrumbe que van a sufrir sus apóstoles, cuando vean al querido Maestro preso, condenado y crucificado. Al  menos a tres de ellos quiso darles un testimonio anticipado de lo que sería la misma resurrección; aunque, como sabemos, cuando llegó el momento, ni los tres testigos de la transfiguración mantuvieron la fe cuando Jesús muere en la cruz.

Otro aspecto importante de la transfiguración, es la aparición de los dos personajes centrales del Antiguo Testamento, a los lados de Jesús,: Moisés y Elías. Estos representan los dos momentos más importantes de la religión judía, del Antiguo Testamento: Moisés representa la Ley de Dios, el Pacto del Sinaí, y Elías representa a los  profetas, la voz de Dios que guió personalmente a su pueblo, durante toda su existencia como pueblo establecido ya en Palestina. Cuando los judíos hablaban de sus escritos santos, de lo que era la esencia de su religión, hablaban de la Ley y los Profetas (Moisés y Elías). Aparece Jesús en el lugar de preferencia, en el centro, para subrayar claramente que tanto la Ley, como los Profetas, estuvieron en función de El. Que todo lo dicho y hecho en el A.T. viene a tener a Jesús como centro y cumplimiento.

Finalmente este pasaje, que está conectado con el hecho de la Redención misma (San Lucas especifica que Jesús conversaba con Moisés y Elías de su Pascua). Es un signo que ayuda a descubrir el sentido mismo de la Pasión. Por eso mismo lo pone la Iglesia como lectura en plena Cuaresma (que es el camino hacia la Semana Santa). Para que sepamos que la Pasión y la Muerte de Jesús, tienen un significado luminoso, porque desde ahí aparecerá la gloria del Señor en todo el esplendor de la Resurrección. La muerte del Señor es la fiesta de la Vida, la llave que abre las fuentes de la Vida. Y por eso la Transfiguración nos ayuda a entender de verdad la Cuaresma.



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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
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DOMINGO 1° DE CUARESMA - COMENTARIO SOBRE LAS LECTURAS


P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.



El evangelio nos revela que humanidad de Jesús, investido en el bautismo con la fuerza del Espíritu, lo primero que hace es ir al desierto y consagrarse a la oración y la penitencia durante un tiempo larguísimo, 40 días.

Nosotros, presencia de Cristo hoy en el mundo, que hemos recibido su Espíritu de Él y como Él y que tenemos la obligación de continuar su labor en el mundo, también necesitamos orar y ayunar (es decir llevar una vida austera y de sacrificio).

La Iglesia nos lo recuerda desde el comienzo de la Cuaresma. Trabajamos mucho, empleamos todos los medios que podemos, pero me parece que oramos poco y nos sacrificamos menos de los debiéramos.

Oramos poco. Poco por nosotros mismos. Porque para corregir nuestros defectos y pecados, que a veces persisten sin disminución, para alcanzar virtudes que nos faltan, para que nuestros esfuerzos apostólicos tengan eficacia, para comprender y gustar la palabra de Dios, necesitamos de la gracia sobrenatural. Pero la gracia viene de solo Dios y Dios la da normalmente si la pedimos en la oración.

Oramos poco por la Iglesia y por eso hay escasez de vocaciones. Las llamadas de Dios tienen que vencer hoy muchos más obstáculos; por eso hay que orar más. Hoy hacen falta más cristianos comprometidos en la política, en los medios, en la educación y enseñanza…  Sin mucha oración no los tendremos.
Y si no oramos por los hermanos separados y por los no bautizados, ni habrá quienes les hablen de Jesús y su Iglesia, ni la llamada de la Verdad les llegará con la debida fuerza.

Y se ora poco en la familia. Y ¿entonces? No nos extrañen las muchas cosas que suceden. Dios no está ni actúa, como quisiera, en esa familia.


Hay que orar, hay que orar más. Porque es de lo más necesario, la Iglesia empieza siempre la Cuaresma con este ejemplo de Jesús, que nos pide que oremos más. Tendremos entonces a Dios más de cerca, en la nube de las actividades diarias nos hablará y en la noche nos iluminará. 



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ESPECIAL DE CUARESMA: 1° DOMINGO



1º DOMINGO DE CUARESMA

"No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que 
sale de la boca de Dios" (Mt 4,4). 



COMIENZA LA CUARESMA. Vivir de Cristo y con Cristo, eso es vivir la fe. Así lo hacemos presente y actuante en el mundo.
En estas semanas la Iglesia nos alienta a que oremos más, nos esforcemos más en corregir defectos y perfeccionar virtudes que nos son más necesarias en nuestra relación con Dios y los demás. Dios actúa en la Iglesia y nos ayudará con gracia más abundante.
Es tiempo de orar más y mejor, de esforzarse más en corregir los defectos que nos hacen más difícil la relación con los demás y con Dios.

Porque esto es lo único que queda, lo más importante. Acordémonos de que somos polvo y en polvo vamos a terminar; pero quedará lo que hayamos asimilado de Jesús.

P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.








Vía Crucis









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Las tentaciones de Cristo

P. Adolfo Franco, S.J.

CUARESMA
Domingo I

Mateo 4, 1-11

Empieza la cuaresma recordándonos que estamos en la lucha contra la tentación


Hoy empezamos el camino de la Cuaresma. Un camino espléndido que nos lleva hasta el misterio central de Cristo: la Pascua de Salvación. Y, siendo éstos los misterios centrales de la Vida de Cristo y de nuestra Salvación, la Iglesia nos prepara con estos largos días de la Cuaresma.

Este camino empieza con la meditación de las tentaciones de Cristo, esa dramatización que hacen los Evangelios de la lucha entre Cristo y el demonio. También para Cristo su vida fue un camino que se dirigía a la Pascua. Vivía pendiente de que llegase este momento, pues para eso había venido. Y este su camino hacia la Pasión y la Resurrección también fue una continua lucha contra la tentación. La Vida Pública de Jesús fue una lucha continua contra el mal. En este episodio que meditamos hoy el tentador fue el demonio. En otros momentos serán los fariseos y las autoridades, que quisieran otro Mesías. En oportunidades serán las multitudes que lo seguían, que querían hacerlo rey. Y hasta sus apóstoles fueron tentación, tanto que a San Pedro, cuando quiere apartarle del camino de la salvación por la cruz, le dirá: “Apártate de mí, Satanás”.

Sus luchas contra el diablo serán también constantes a través de los innumerables endemoniados que curó durante toda su vida; curaciones milagrosas que son especialmente numerosas en la vida de Cristo.

Las tentaciones de Jesús se reducen a una, ser otra clase de Mesías, apartarse del plan de salvación establecido por el Padre. Pero esa única tentación, en el desierto se presenta de tres formas: convertir las piedras en pan, para satisfacer su hambre; echarse desde lo alto del templo, para que todos lo vieran bajar acompañado de ángeles; y ser dueño de todo el mundo poniéndose a los pies de Satanás.

¿Por qué es tentación hacer un milagro para satisfacer su hambre? Se podría discutir mucho sobre eso, y hacer varias hipótesis para explicarlo; quizá la tentación consistiría en utilizar su poder milagroso en provecho propio, alguna forma de egoísmo; o darle excesiva importancia a lo material y al cuerpo. Pero está presentada como una verdadera tentación y Jesús la rechaza en forma tajante. ¿Qué clase de Jesús sería el que hiciese milagros para su propia satisfacción?

No podemos ni imaginar tampoco a un Jesús que utiliza su poder milagroso para hacer espectáculo: bajar en forma milagrosa desde las alturas, todo rodeado de ángeles. El entonces sería tan lejano de nosotros... a un Jesús así no lo podríamos sentir compañero de camino, no le veríamos cansado y lleno de polvo por el camino, no sería nuestro amigo. ¡Qué sería de nosotros si Jesús fuera el dueño del mundo, en sentido político! Tendríamos un Jefe Político, no un Buen Pastor que da su vida por las ovejas.

Las tentaciones que tuvo que superar Jesús, son las tentaciones que lo apartaban de nosotros. El quiso ser uno de nosotros (excepto en el pecado) y no podía permitir nada que lo alejase de los hombres, especialmente de los más necesitados. Si los hombres padecen hambre, El quería padecer nuestra misma hambre, y no hacer milagros que lo convirtiesen en un ser con el estómago satisfecho. No quería que su divinidad brillase tanto con su majestad, que nosotros no nos atreviésemos a mirarle al rostro. El no quería ser Señor (cuántas veces rechazó la tentación de los que querían hacerlo Rey), sino quería poder arrodillarse a los pies de sus apóstoles. El quiso ser uno de nosotros, para que lo tuviéramos cercano y estuviera a nuestro alcance. ¡Qué triste habría sido nuestra vida si Jesús hubiera sido un ser lejano! Para Jesús era tentación todo lo que le apartase de nosotros; como para nosotros es tentación todo lo que nos aparta de El.

Todo Cristiano que quiere caminar al lado de Cristo, y llegar a su Pascua, con una entrega total, como fue la de Cristo, también tiene que pasar por las tentaciones. Esa especie de espejismo que nos quiere hacer ver lo malo como bueno. Porque la tentación no es más que una falsificación del bien, y que además es ayudada por tendencias oscuras de nuestro interior que organizan un complot para derrotarnos.


En este comienzo de la Cuaresma, nosotros que caminamos hacia la Pascua, debemos saber que también somos sometidos a las tentaciones del egoísmo, y de la sensualidad, de la soberbia, la vanidad y el poder. Debemos luchar contra todo eso, para ser como Jesús, porque Jesús quiso ser como nosotros.



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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
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Dios y el dinero

P. Adolfo Franco, S.J.

DOMINGO VIII
DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt. 6, 24-34

Tres afirmaciones: primera, si servimos al dinero, no servimos a Dios; segunda, confiar en la Providencia y no dejarnos agobiar por las preocupaciones; y tercera, lo prioritario en nuestra vida es buscar el Reino de Dios y su justicia.

Comenzamos la explicación por esta tercera, porque las otras dos ven unidas a ésta. Jesús en este párrafo del Evangelio de San Mateo, que es parte del llamado sermón del monte, nos dice cuál debe ser la principal meta de la vida. Lo principal es buscar el Reino de Dios y su justicia. O sea se trata de que lo fundamental en nuestra vida es buscar a Dios, relacionarse con El, entregarse a Dios, llenarse de su amor y entregarle todo el nuestro.  Todo lo demás vendrá como una consecuencia, como una añadidura. Es necesario señalar que no se trata de que si buscamos a Dios, después estaremos inundados por todos los bienes materiales, incluso que obtendremos todos nuestros caprichos. Evidentemente no es ése el sentido de la frase de Jesús “que todo lo demás se nos dará como añadidura”. Lo que quiere decir el Señor es que todo lo demás que es secundario, se nos concederá en la medida que nos sea necesario.

El ser humano tiene muchas metas en la vida y no siempre escogemos como central para nuestra existencia lo que es realmente central. Para muchas personas el enriquecerse es la meta a la cual subordina todo lo demás, y es la meta que consume todas sus energías. Esto es demasiado frecuente. Pero hay otras metas que se escogen como prioritarias por encima de lo que es escoger a Dios como  fundamental. También el saber en las ciencias se puede escoger como lo prioritario, y a eso se dedican las noches y los días. Todo lo demás queda subordinado a eso. En otros casos es el afán de poder. Y además a veces esa meta central la vamos cambiando en las distintas etapas de la vida. Pero en todos esos casos se busca primero la añadidura como si fuera lo fundamental, y en cambio el que queda como añadidura es Dios.

Jesús corrige ese planteamiento de la existencia y nos orienta: “Busca primero a Dios”. De hecho es una forma diferente de lo mismo que nos dice también el primer mandamiento: “amar a Dios sobre todas las cosas.

El párrafo del Evangelio que vamos comentando nos añade otras enseñanzas que se relacionan con ésta que es la central. No podemos servir a Dios y al dinero. No se puede tener dos amos. Y una vez más nos da la alerta del peligro que tiene el dinero para el corazón humano. Muy fácilmente el hombre puede convertirse en servidor del dinero, y entonces se hace esclavo. La necesidad del dinero se puede convertir fácilmente en avaricia. El afán de seguridad puede llevarnos a la obsesión de ganar y ganar más, aunque a ello se sacrifiquen muchos valores, como la rectitud, la solidaridad, la justicia, y con frecuencia la misma familia. Algunas veces, por el dinero, se puede llegar a una cosa que es lamentable y es la venta de la propia conciencia para conseguir más y más.

Y en esos casos no sólo se pierde a Dios, y por tanto lo fundamental, sino que al final se pierde uno a sí mismo. Se pretendía obtener la máxima seguridad, el egoísmo que era como salvar la propia persona, y en cambio se arruina la propia vida.

Muchas veces la búsqueda del dinero se persigue por tener la seguridad del mañana.  La previsión es una necesidad del ser humano, dada su fragilidad. Por eso el Señor nos habla de la seguridad, y de los temores. Y nos dice Jesús, por eso, que no estemos agobiados por la vida pensando en lo que vamos a comer o en lo que vamos a beber. Y también nos añade que no nos angustiemos por el mañana. Y todo esto lo motiva con una lección fundamental: que Dios tiene Providencia de sus hijos, y que se preocupa de ellos, que se preocupa de nosotros. Y nos pone el ejemplo de cómo Dios cuida a los pájaros.


Creer en la Providencia es fundamental, y es lo mismo que creer en Dios. Dios nos cuida porque somos sus hijos. Y eso es lo que de verdad nos quita todos los afanes y todos los temores. Saber que estamos en las manos de Dios, como en realidad lo estamos es lo único que nos da seguridad. Y además le añade una afirmación que completa toda esta enseñanza: “¿quién a fuerza de preocuparse puede añadir una hora a su vida?” Descansar en Dios, confiarse a sus brazos y creer en sus designios, que nos guían con seguridad. Como nos dice ese bello salmo: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tu estás conmigo”.


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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
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Ofrecimiento Diario - Intenciones para el mes de MARZO





APOSTOLADO
DE LA
ORACIÓN

INTENCIONES PARA EL 
MES DE MARZO



Ofrecimiento Diario

Ven Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con él, por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío Jesucristo:

Por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar; con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.

Te pido en especial por las intenciones encomendadas al Apostolado de la Oración.




Por las Intenciones del Papa


Intención General

Para que todas las culturas respeten los derechos y la dignidad de la mujer.




Intención Misional

Para que muchos jóvenes acojan la invitación del Señor a consagrar sus vidas al anuncio del Evangelio.




Por la Conferencia Episcopal Peruana

Para que el mundo digital se ponga también al servicio de la fe y de la moral católica, como instrumento válido de la nueva evangelización.





DERECHOS Y DIGNIDAD DE LA MUJER

"... ¿Cómo podía el hombre solo ser imagen y semejante de Dios, que es uno y trino, de Dios que es comunión? (Génesis 2,18-20). Dios... creó la ayuda que faltaba de forma privilegiada, la mujer... introduciendo el orden del amor... que pertenece a la vida íntima de Dios, siendo el Espíritu Santo la hipóstasis personal del amor... Son las mujeres las que mantienen intacta la dignidad humana, defienden la familia y tutelan los valores culturales y religiosos..." (Benedicto XVI, 22.3.2009. Extracto)


CONSAGRAR SUS VIDAS AL ANUNCIO DEL EVANGELIO

"La vocación al sacerdocio y a la vida consagrada constituye un especial don divino, que se sitúa en el amplio proyecto de amor y de salvación que Dios tiene para cada hombre y la humanidad entera... Nuestro deber, por tanto, han de ser mantener viva con oración incesante esa invocación de la iniciativa divina... que no deja de pedir a algunos... la aceptación y participación del proyecto que Dios tiene sobre cada uno... en comunión con quien nos hace capaces de dar fruto abundante..." (Benedicto XVI - XLVI Jornada Mundial de Oración por las vocaciones. 20.1.2009. Extracto)


APARECIDA, MISIÓN CONTINENTAL

Las mujeres constituyen, en general, la mayoría de nuestras comunidades, son las primeras transmisoras de la fe y colaboradores de los pastores, quienes deben atenderlas, valorarlas y respetarlas. 455.


Eucaristía
Misa por la unidad de las Iglesias. (Misal romano)

Palabra de Dios
Marcos 10,1-10. Jesús dignifica el matrimonio en defensa de la mujer.
Juan 8,2-11. Mujer adúltera.
Mateo 5,27-28. Respeto por la mujer.

Reflexionemos
¿Dónde y de qué manera hemos conocido que la sociedad discrimina o falta al respeto debido a las mujeres?
¿Qué significa que las mujeres han de tener los mismos derechos que los hombres?
¿Qué opinión merecen los movimientos e iniciativas de liberación femenina?
¿Qué puedo hacer en concreto para que en mi entorno las mujeres sean más respetadas?


P. Antonio González Callizo, S.J. Director Nacional del Apostolado de la Oración.


Invitación

A participar de la Misa dominical de 11:00 AM en la Parroquia de San Pedro y a acompañarnos en las reuniones semanales a las 12:00 M en el claustro de la parroquia, todos los domingos. 

Asimismo, invitamos a la Misa de los primeros viernes de cada mes en Honor al Sagrado Corazón de Jesús, a las 7:30 PM en San Pedro.


Para conocer más acerca del Apostolado de la Oración y sus actividades acceda AQUÍ



Visítenos en:

http://www.apostlesshipofprayer.net Elegir idioma ESPAÑOL, hacer clic en ventana “Oración y Servicio”
www.jesuitasperu.org Apostolado parroquial
www.sanpedrodelima.org


¡ADVENIAT REGNUM TUUM!
¡Venga a nosotros tu reino!




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