Fiesta: 30 de agosto
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Fiesta: 30 de agosto
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P. Adolfo
Franco, jesuita.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 1. 7 al 14):
En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los
convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te
conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan
convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al
otro, y te diga:
“Cédele el
puesto a este”.
Entonces,
avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés,
cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga
el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube
más arriba”.
Entonces
quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el
que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que
lo había invitado:
«Cuando des una
comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y
quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y
ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la
resurrección de los justos».
Palabra del Señor
Jesús nos da
una lección de cortesía cristiana: ceder el primer puesto a los demás.
El Señor es invitado a un banquete, y lo convierte en enseñanzas. Todos los acontecimientos que vive Jesús le sirven para trasformarlos en mensajes. Y en este caso Jesús nos va a hablar de la humildad, que no es frecuente en los invitados a los banquetes. Las invitaciones más solemnes ponen de manifiesto muchas veces el orgullo y la soberbia de los invitados: se buscan las preferencias, los sitios de honor, y el círculo de los poderosos.
Jesús está viendo cómo los invitados buscan abierta o disimuladamente los sitios de honor: la cabecera, o quedar junto a alguien importante, para poder obtener algún beneficio. Los sitios donde se puede satisfacer la vanidad y el orgullo, o donde se pueden sacar ventajas personales. Y Jesús invita al despojo, al desprendimiento completo. Vivir la vida sin pretender convertirla en una carrera por prevalecer sobre los demás.
Ante esta enseñanza de los que buscan los primeros puestos, hay varias preguntas que hacerse: ¿cuál es el lugar que me corresponde? ¿qué lugar debo elegir? ¿se opone el Evangelio al deseo humano de progresar?
Empezando por la última: no hace falta discurrir mucho para responderla. El Evangelio no se opone al legítimo deseo de progresar. Con tal de que mi avance en el progreso sea legítimo, sin pisar a nadie, y usando siempre medios lícitos. Y evitando el subproducto del orgullo que a veces acompaña a algunos logros que obtenemos. Pero la enseñanza del evangelio va a algo más profundo que a examinar la casuística que podría derivarse de la consideración del legítimo progreso. La enseñanza de Jesús apunta a una actitud de nuestro espíritu, que tiene que ver con la autenticidad de nuestro ser, y con el respeto al prójimo.
En cuanto a las
otras dos preguntas, el Señor nos responde animándonos a escoger el último
lugar. Y nos lo enseña El que supo ponerse a los pies de los apóstoles, para
lavárselos en
Si en un banquete imaginario nos invitaran con Jesús, y quisiéramos sentarnos cerca de El, tendríamos que escoger el último sitio, pues El nunca estaría en la cabecera.
El que vive así está seguro y en paz, no se estremece con la envidia, ni con el resentimiento. No tiene la fatiga del que siempre corre agitado, para estar por encima de quien sea.
Hay quienes han sabido ceder hasta el heroísmo como Maximilian Kolbe: ceder el puesto de la vida a un condenado a muerte, y sufrir en su lugar una cruel agonía. O una madre heroica, Cristina Cella de 26 años, que prefirió postergar su tratamiento contra el cáncer, para que su hijo naciese bien; aunque esto le acarreó la muerte.
Mirar con serenidad en el banquete de la vida cómo a otros se les da la preferencia, alegrarse de ello, y no precipitarse a ocupar puestos de privilegio, sino alegrarse de las preferencias de los demás sinceramente. Pensando además que ellos se lo merecen bien, y estarse tranquilos en los sitios escondidos. Sacar del corazón la avaricia y la codicia de la importancia. Ser mar tranquilo y no tormenta agitada por el orgullo.
Y por eso también en las invitaciones hacerlas a fondo perdido sin esperar que me lo paguen con la misma moneda. Es dar e invitar por el deseo limpio de entregarse, por el deseo de compartir, sin contabilizar los beneficios que los invitados me puedan devolver. Ser don y no mercancía. Y vivir alegres con la donación de sí, sin buscar retorno.
No hay duda de
que el Evangelio, y este evangelio de hoy nos enseña la forma más bella de ser
persona; y nos lo enseña el que es el “primogénito de toda
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P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
VIII. JESÚS EN PEREA
(Diciembre año 29 - Abril año 30)
186.- PARÁBOLA DE LOS
OBREROS DE LA VIÑA
TEXTO
Mateo 20,1-16
"En efecto,
el Reino de los Cielos es semejante a un propietario, que salió a primera hora
de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los
obreros en un denario al día, los envió a su viña. Luego salió a la hora tercia
y, al ver otros que estaban en la plaza parados, les dijo: Id vosotros también a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos
fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía
salió a la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ¿Por qué estáis aquí todo el día parados?
Dícenle: Es que nadie nos ha contratado.
Díceles: Id también vosotros a mi viña.
Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos
hasta los primeros. Vinieron, pues, los de la hora undécima y recibieron un
denario cada uno.
Cuando les tocó a
los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también recibieron un
denario cada uno. Y al tomarlo murmuraban contra el propietario, diciendo: Estos últimos no han trabajado más que una
hora, y les paga como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor.
Pero él contestó a uno de ellos: Amigo,
no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues
toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a éste último lo mismo que a ti.
¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque
soy bueno? Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos."
INTRODUCCIÓN
La parábola nos
describe una situación real en aquel tiempo de Jesús, y que se repite en el
mundo de hoy. La falta de trabajo y empleo hacía que los hombres saliesen
temprano, por la mañana, a los lugares donde conocían que llegaban
propietarios agrícolas que necesitaban obreros eventuales para las faenas del
campo.
En la parábola el
Señor dice que el dueño de la viña salió cinco veces a contratar los obreros,
al amanecer, a las nueve de la mañana, al mediodía, a las tres de la tarde y a
algo más de una hora antes de la puesta del sol. A todos les invita: "Id a
trabajar a mi viña." A los primeros llamados les promete la paga de un
denario, que solía ser el salario de un día de trabajo; a los otros les dice
que les pagará lo que sea justo.
Lo extraordinario
de la parábola es que el dueño de la viña a todos los obreros paga igual, sin
hacer distinción entre los que fueron más tarde o incluso últimos.
El Señor a través
de esta parábola nos quiere enseñar algunos aspectos del Reino de los Cielos:
"En efecto el Reino de los Cielos es semejante a..."
MÉDITACION
1) El viñador sale a buscar obreros
Aquí el viñador es
el mismo Cristo, quien sale en busca de obreros para su viña. Y sale cinco
veces y va llamando a todos los que quieran trabajar en su viña, sin excluir a
ninguno.
En esta salida y
búsqueda de los obreros se simboliza el llamado que hace Cristo en todos los tiempos
a todos los hombres, de cualquier condición que sean, para que vayan a su viña
y trabajen en ella.
Conocemos que la
viña ya simbolizaba en el Antiguo Testamento el Pueblo de Israel, el Pueblo de
Dios. (Cfr. Is 5,1-4). Y en el Nuevo Testamento, Jesús nos dirá: "Yo soy
la vid, vosotros los sarmientos" (Jn 15,5) indicando con esta metáfora
que todos los hombres están llamados a ser injertados en él y, así, unidos profundamente
a él, formar el Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, comunidad de todos los que
creen en El. A formar parte de esta Iglesia, de este Nuevo Pueblo de Dios,
están llamados todos los pueblos y cada uno de los hombres.
El llamado a los
pueblos se dejará sentir en diversas épocas de la historia de la humanidad. Hoy
día se puede decir que este llamado a través de la Iglesia ha sido escuchado
hasta el último confín de la tierra. A todos los pueblos ha llegado la
Evangelización y hasta las tribus más primitivas están siendo evangelizadas.
El Señor dice:
"Id a trabajar a mi viña. " El llamado del Señor no se limita sólo a
que todos los hombres entren a formar parte del Nuevo Pueblo de Dios. Cada
persona que acepta el llamado de Cristo y entra a formar parte de su Iglesia
debe colaborar a la Evangelización de los demás. Cada uno, según su estado de
vida y según sus posibilidades, está llamado a "trabajar en la viña del Señor".
Todos son llamados a un apostolado activo, a colaborar en la obra misional de
Cristo.
2) A todos los obreros se les da la misma paga
La conducta del
dueño de la viña que manda llamar a los últimos y les da el mismo jornal que a
los primeros que han trabajado todo el día, puede parecer desconcertante.
Dos
interpretaciones, ambas valederas, explican el porqué de esa conducta del dueño
de la viña.
a) La parábola se dirige concretamente a los
fariseos
Según esta primera
interpretación, la enseñanza de la parábola va dirigida muy especialmente a los
fariseos, que creían que la salvación que traería el Mesías sería
exclusivamente para ellos, el pueblo judío, el pueblo escogido. Ellos, el pueblo
judío, están representados en la parábola por aquellos obreros que fueron los
llamados a la primera hora. Ciertamente, el llamado de Cristo se dirigió
primeramente al pueblo judío.
Pero con esta
parábola el Señor manifiesta a los fariseos que la salvación mesiánica será
para todos los pueblos que en diferentes tiempos y circunstancias serán
llamados a participar en ella.
Todos los pueblos
gentiles están representados en los demás obreros que fueron llamados en las
otras horas del día.
Y el Señor no sólo
enseña a los fariseos la verdad del llamado universal a todos los pueblos
paganos, sino que además les hace ver que aun aquellos que sean llamados en los
últimos tiempos de la historia, gozarán de todos los bienes mesiánicos igual
que los que hayan sido llamados en primer lugar; la salvación que se les
brinda a todos los pueblos es la misma que actualmente Cristo está brindando
al pueblo judío, aunque éste desgraciadamente rechace esa salvación. Se terminaron
los privilegios y las discriminaciones.
b) La parábola se dirige a todos y cada uno de
los hombres que acepten el llamado de Cristo
En esta
interpretación no se trata ya de oponer el pueblo judío a los pueblos paganos;
se trata de una verdad fundamental de nuestra fe cristiana: Todos están llamados
a participar de la salvación que trae Cristo, aun aquellos que sólo al final de
su vida se conviertan y acepten el llamado de Cristo. Hasta el último instante
de su existencia humana, toda persona tiene la posibilidad de arrepentirse, de
convertirse sinceramente al Señor y, consiguientemente, recibir como premio
la vida eterna de gloria y felicidad. Acordémonos del Buen Ladrón que justo al
final de su vida, con un acto de profundo arrepentimiento y reconocimiento del
Señor, mereció oír de sus labios: "Hoy estarás conmigo en el
Paraíso."
En esta
interpretación, el "denario" de la paga que se da a los obreros tiene
un sentido muy especial. Notemos que el denario era la paga mínima del jornal
de un día para poder garantizar al obrero y su familia satisfacer las
necesidades fundamentales de la vida. El denario en la parábola se interpreta
como el premio esencial de la vida eterna que se concede a toda persona, por
pecadora que haya sido, con tal que se haya arrepentido. Dios es infinitamente
generoso con todos los pecadores, y no puede permitir que ninguno de ellos se
condene, si en su corazón hay arrepentimiento y conversión. Sólo de esta
salvación, de entrar en la gloria eterna, trata la parábola.
La parábola, por
lo tanto, nada nos dice sobre los distintos grados de gloria que cada
bienaventurado pueda alcanzar. Por otros contextos del Nuevo Testamento
conocemos que cada cual recibirá su premio según sus obras.
"El Hijo del
hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus Ángeles y entonces dará a
cada uno según sus obras." (Mt 16, 27)
"Fíjense que
vengo pronto, llevando el pago que daré a cada uno conforme a su trabajo. Yo
soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin."
(Apoc. 22, 12-13)
"Es preciso que
todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba lo
que haya merecido durante su vida, por sus obras buenas o malas." (2 Cor
5,10; Cfr. Rom 14, 11-12)
El denario, pues,
representa solamente la entrada en el Reino de Dios, la salvación, la vida eterna,
el premio que el Señor concede a todos los que mueran en su gracia y en su
amor. Pero, supuesta la salvación, la entrada en ese Reino Glorioso de Dios,
cada uno de los bienaventurados, según hayan sido sus obras y sus méritos, recibirá
una menor o mayor plenitud en esa gloria y felicidad.
Todos recibirán la
gloria de la vida eterna y todos serán felices; no habrá celos ni envidias
entre los bienaventurados. Cada uno recibirá el grado de gloria de que es capaz
y quedará plenamente saciado. Pero esa capacidad es diversa en unos y otros de
acuerdo a la entrega que hayan tenido al Señor durante la vida.
3) "¿Por qué miras con malos ojos que yo sea
bueno?"
El Señor pronuncia
esta sentencia contra los fariseos que criticaban a Jesús porque andaba con pecadores
y publicanos, y mostraba su gran misericordia perdonando a los que se arrepentían.
Los primeros
obreros, que se quejan al dueño de la viña porque da el denario también a los
obreros de última hora, representan a estos fariseos que con todo egoísmo
querían que la salvación mesiánica fuese exclusivamente para ellos. Aquel
dueño de la viña no fue arbitrario en su decisión de dar el denario a todos.
Fue un amo compasivo que no quiso que ninguno de sus obreros se quedase sin lo
que era esencial para su subsistencia. Así obra el Señor con todos. Nadie
quedará privado de la salvación eterna, nadie que haya acogido al Señor, aunque
sea en el último momento de su vida.
Es la generosidad
de Dios la que se pone aquí de manifiesto y que condena la mezquindad de los
fariseos que querían sólo para ellos la salvación. Y además se pone de
manifiesto la gratuidad de la salvación. Nadie tiene derecho a ella. Dios la
concede porque es bueno y no quiere que se pierda ni uno solo de sus hijos. Y la
salvación es don inmenso que se concede por iniciativa del mismo Dios.
Es Dios mismo
quien sale en busca de los hombres, el que los invita a entrar en su viña y a
trabajar en ella. Sin la iniciativa de Dios nadie podrá salvarse.
4) "Los últimos serán los primeros y los primeros,
últimos."
De ninguna manera
quiere decir el Señor que los más fervorosos, los que más se han esforzado en
trabajar por el Reino de Dios, serán considerados los últimos. El Señor tenía
presente en esta parábola la futura suerte de los pueblos gentiles y de los judíos.
Y esta sentencia del Señor se refiere exclusivamente a los judíos. El pueblo
judío por haber despreciado al verdadero Mesías y el llamado a la salvación,
serán pospuestos a todos los pueblos paganos.
También podía referirse
el Señor, de manera especial, a los fariseos que por su soberbia se creían los
primeros en el Reino de Dios. Ellos se verían pospuestos a los pecadores y
prostitutas arrepentidos: "En verdad, los publicanos y las prostitutas
entrarán antes que ustedes en el Reino de los Cielos." (Mt 21,31)
También puede
tener aplicación la sentencia del Señor a aquellos que durante toda su vida
han sido cristianos pero han llevado una vida poco fervorosa, en contraste con
aquellos que habiendo sido incluso grandes pecadores se han convertido y
después de su conversión, aunque haya sido tardía, se han entregado en cuerpo
y alma al servicio del Señor. Aquéllos serán pospuestos a éstos.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
VIII. JESÚS EN PEREA
(Diciembre año 29 - Abril año 30)
185.- RECOMPENSA A
LOS QUE SIGUEN LOS CONSEJOS EVANGÉLICOS
TEXTOS
Mateo 19, 27-30
Entonces Pedro,
tomando la palabra, le dijo: "Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y
te hemos seguido: ¿Qué recibiremos entonces?" Jesús les dijo: "Yo os
aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo
del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en
doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya
dejado casas, hermanos, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá
el ciento por uno y heredará vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos
últimos primeros."
Marcos 10, 28-31
Pedro se puso a decir:
"Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús
respondió: "Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas,
madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir
el ciento por uno; ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos
y hacienda, con persecuciones; y en el tiempo venidero, vida eterna. Y muchos
primeros serán últimos y los últimos, primeros."
Lucas 18, 28-30
Dijo entonces
Pedro, "Ya lo ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos
seguido." El les dijo: "Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa,
mujer, hermanos, padres, hijos por el Reino de Dios, quedará sin recibir mucho
más al presente y, en el tiempo venidero, vida eterna."
INTRODUCCIÓN
San Pedro, hablando
en nombre de todos los demás apóstoles, hace confiadamente a Cristo una
pregunta, ciertamente interesada. Ellos, poco o mucho, habían renunciado a todo
lo que tenían para seguir a Jesús. El Señor había prometido un gran tesoro al
joven rico si renunciaba a sus riquezas y le seguía. Pedro en su pregunta hace
alusión a esta promesa del Señor. ¿Qué tesoro era ése que a ellos se les iba a
conceder por haber seguido el consejo de renunciar a todo, que aquel joven
desechó?
El Señor
condesciende a la pregunta de Pedro y anuncia a los apóstoles el premio
singular que les está reservado. La respuesta de Cristo encierra varias
promesas. La primera va dirigida exclusivamente al grupo de los Doce; las otras
van dirigidas a todos aquellos que en el transcurso de los tiempos dejarán todo
y seguirán a Cristo en celibato y en pobreza voluntaria.
MEDITACIÓN
1) Participarán en el poder de Cristo Juez
Esta promesa, como
hemos indicado, se refiere exclusivamente al grupo de los apóstoles, de los
Doce.
Cuando el Señor describe
el Juicio Final comienza diciendo: "Cuando el Hijo del hombre venga en su
gloria acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria."
Y desde ese trono de gloria llevará a cabo el Juicio Universal de toda la humanidad.
(Cfr. Mt 25,31-46)
El Señor usa la
imagen de "trono de gloria" para señalar su poder de Rey Universal, y
aquí de manera especial será ejercido como poder judicial sobre todo los
pueblos y personas.
Lo que promete a
los apóstoles es que ellos también compartirán ese poder glorioso de Jesús,
Juez de vivos y muertos.
"En la
regeneración" se refiere a la segunda venida de Cristo como Juez al final
de los tiempos; y fruto de esa venida del Señor y de su Juicio Universal será
la purificación del universo entero, la purificación plena de todos los
elegidos, la renovación completa de un mundo donde ya no existirá el pecado, ni
habrá poderes demoníacos.
"Vosotros os
sentaréis en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel". Es
clara promesa de una especial participación de los doce apóstoles en el poder
de Cristo Juez, al final de los tiempos. Las "doce tribus de Israel"
hay que entenderlas como el Nuevo Pueblo de Dios en toda su amplitud, el Nuevo
Israel, que fundamentalmente será la Iglesia, pero en el que todos los pueblos y
todos los hombres están llamados a participar; por tanto, se refiere a
participar con Cristo en el juicio universal de toda la humanidad.
En qué consiste
esta participación de los apóstoles no se nos explica en las palabras del
Señor. Cristo fundó el Nuevo Pueblo de Israel sobre el fundamento de los
apóstoles. Así nos dice San Pablo: "Sois edificados sobre el cimiento de
los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo." (Efes 2,20)
Al juzgar Cristo a
la humanidad ha querido que sus apóstoles, a los que constituyó cimiento del
Nuevo Pueblo fundado por él, tengan una posición relevante y le acompañen en su
misión de Juez. No conocemos más en concreto sobre esta participación de los
apóstoles en el Juicio Universal.
2) "Recibirá el ciento por uno y heredará
vida eterna"
"Con persecuciones"
Estas promesas van
dirigidas no sólo a los apóstoles, sino a todos los que sigan a Cristo con el
renunciamiento a los bienes de este mundo.
Los que por amor a
Cristo y por causa del Evangelio se hayan despojado de toda riqueza y hayan
renunciado incluso al tesoro de la familia, mujer, hijos, padres, recibirán una
doble recompensa: Una ya en esta vida, la recompensa de recibir el ciento por
uno de lo que dejaron. La experiencia continua de las personas consagradas al
Señor confirma esta promesa de Cristo. En primer lugar, los bienes espirituales
que se reciben son infinitamente superiores a todos los bienes materiales que
se han dejado; pero aun en el aspecto de bienes materiales, el religioso encuentra
casa, comida, en todas partes del mundo donde vaya y esté establecida su congregación
religiosa. Renuncia a sus bienes materiales, y los bienes materiales de su
congregación están a su servicio, para bien de su salud, de su formación, para
satisfacer todas las necesidades que pueda tener. Su seguridad material es
mayor que la de la gran mayoría de los hombres. Y en lo que se refiere a dejar
la familia, es completamente cierto que la paternidad espiritual de los
consagrados al Señor es "céntuplo por uno" en esta tierra.
La otra recompensa
es el otro don, que encierra todos los demás dones: La vida eterna.
Ciertamente, la garantía de la vida eterna es una recompensa admirable, y ante
esta recompensa no queda sino agradecer infinitamente la generosidad del Señor.
Realmente que es muy poco, casi nada lo que se abandona, y ¡qué infinito tesoro
es el que se obtiene!
"Con
persecuciones". El Señor no oculta lo que ha de ser ley general para
aquellos que se entregan totalmente a su servicio. El mundo no lo puede soportar
y procurará acosarles siempre y perseguirles.
Pero el ser
perseguido por Cristo es otra de las bienaventuranzas que el Señor proclamó en
el Sermón del Monte: "Bienaventurados seréis cuando os injurien y digan
con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos." (Mt 5,
11-12)
Los apóstoles
experimentaron esta alegría cuando fueron azotados y humillados por mandato
del Sanedrín: "Ellos marcharon de la presencia del Sanedrín contentos por
haber sido considerados dignos de recibir ultrajes por el Nombre (de
Jesús)." (Hech.5, 41)
Y a los
Filipenses, que habían sufrido muchas tribulaciones, les escribe Pablo: "A
vosotros se os ha concedido la gracia de que por Cristo, no sólo creáis en él,
sino también que padezcáis por él." (1, 29)
Las persecuciones
son, pues, otra recompensa del seguimiento a Cristo.
3) "Muchos primeros serán últimos y muchos
últimos, primeros"
Esta sentencia la dijo el Señor en diversas
circunstancias y en diversos contextos, y no siempre puede interpretarse de la
misma manera. Con frecuencia esta frase la refiere el Señor a los judíos y
gentiles, dando a entender que los judíos que eran entonces los primeros, los
elegidos del pueblo de Dios, por su rechazo a Cristo, vendrán a ser los
últimos; y en cambio, los paganos que eran los últimos, vendrán a ser los
primeros. Distinta interpretación también cuando nos dice el Señor que las
prostitutas y los publicanos entrarán en el Reino de los Cielos antes que los fariseos.
(Cfr. Lc 13, 28-30; Mt 21, 31)
Aquí la
interpretación es distinta: se refiere el Señor a que, con mucha frecuencia,
los que viven consagrados a Cristo serán despreciados en este mundo y
considerados los últimos en la jerarquía de valores que tienen los hombres;
pero ellos serán los primeros y más considerados en el Reino de los Cielos.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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VIII. JESÚS EN PEREA
(Diciembre año 29 - Abril año 30)
182.- "DEJAD QUE
LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ"
TEXTOS
Mateo 19, 13-15
Entonces le
presentaron unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos
les reñían. Mas Jesús les dijo: "Dejad a los niños y no les impidáis que
vengan a mí, porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos."
Después les impuso las manos y se fue de allí.
Marcos 10,13-16
Le presentaban unos
niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver
esto, se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños vengan a mí, no se lo
impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro:
el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él." Y abrazaba
a los niños, y los bendecía imponiendo las manos sobre ellos.
Lucas 18,15-17
Le presentaban
también los niños pequeños para que los tocara, y al verlos los discípulos, les
reñían. Mas Jesús les llamó, diciendo: "Dejad que los niños vengan a mí y
no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os
aseguro; el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él."
INTRODUCCIÓN
Era costumbre en
aquellos tiempos que las madres llevasen a sus hijos pequeños donde hombres
tenidos por santos para que les impusiesen las manos, orasen sobre ellos y
los bendijeran. En los documentos talmúdicos encontramos algunas fórmulas
que los rabinos usaban para bendecir a los niños. Esta es la escena que nos presenta
el Evangelista; las madres que han sentido la bondad de Jesús, que quizá hasta
han presenciado algún milagro suyo, acuden con sus niños para que el Señor los
bendiga. Los apóstoles creyeron que esas madres importunaban a Jesús y que no
merecía la pena que el Señor atendiese a sus ruegos y dedicase su tiempo a esos
niños; y por tanto, con palabras de recriminación procuran alejar a las madres
y a sus niños de la presencia del Señor.
¡Qué mal conocían
los apóstoles el corazón de Cristo! La reacción de Cristo fue rápida y una
reacción de enfado contra los apóstoles.
Una de sus grandes
preferencias eran los niños, y manda que se acerquen a él, los abraza y
bendice; y contemplando el rostro de esos niños da una lección para todos los que
quieran ser sus discípulos.
MEDITACIÓN
"Porque de los que son como éstos es el
Reino de Dios"
Es lo mismo que el
Señor había pronunciado en otra oportunidad: "Si no cambiáis y os hacéis
como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3; Cfr. medit.
123)
El niño es símbolo
de pureza e inocencia; en su alma no ha entrado todavía la malicia consciente
del pecado. El Señor se gozaba en esa inocencia y pureza de sus almas; por eso
tendrá palabras tan duras para los que escandalicen a los niños: "más le
vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los
asnos, y le hundan en lo profundo del mar." (Mt 18, 6)
Y la
característica más profunda del niño es su total confianza en sus padres; vive
en completa dependencia de ellos y vive completamente abandonado a sus
cuidados. El niño en brazos de su madre o su padre se siente plenamente seguro
y feliz. Es carencia total de orgullo y autosuficiencia; es plena apertura al
amor de sus padres y se siente feliz en la dependencia que experimenta con respecto
a ellos.
A estas
características de los niños se refiere Jesús cuando dice: "Porque de los
que son como éstos es el Reino de Dios."
El cristiano
verdadero es el que está en continua lucha por mantener la pureza de su alma;
y es el que vive en profundidad su filiación divina. Sentirse hijo de Dios,
experimentar el amor que su Padre Dios le tiene, y vivir en una total confianza
y abandono en su Divina Providencia, sin autosuficiencias y en completa
dependencia alegre y feliz con respecto a su Padre Dios, es la vida del verdadero
cristiano y lo que le abrirá de par en par las puertas del Reino de Dios. Esta
es la enseñanza que nos quiere dar Cristo.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
VIII. JESÚS EN PEREA
(Diciembre año 29 - Abril año 30)
184.- PELIGRO DE LAS
RIQUEZAS
TEXTOS
Mateo 19, 23-26
Entonces dijo
Jesús a sus discípulos: "Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará
en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por
el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos."
Al oír esto, los discípulos se asombraban mucho y decían: "Entonces,
¿quién se podrá salvar?" Jesús mirándoles fijamente, dijo: "Para los
hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible."
Marcos 10, 23-27
Entonces Jesús,
mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: "¡Qué difícil será que los
que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!" Los discípulos quedaron
sorprendidos al oírle estas palabras. Más Jesús tomando de nuevo la palabra,
les dijo: "Hijos, ¡que difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil
que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el
Reino de Dios." Pero ellos se asombraron aún más y se decían: "Pues,
¿quién se podrá salvar?" Jesús, mirándoles fijamente, dijo: "Para los
hombres es imposible, más no para Dios, porque todo es posible para Dios."
Lucas 18, 24-27
Viéndole Jesús,
dijo: "¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de
Dios! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un
rico entre en el Reino de Dios." Los que oyeron, dijeron: "Pues,
¿quién se podrá salvar?" Respondió: "Lo imposible para los hombres,
es posible para Dios."
INTRODUCCIÓN
El pasaje anterior
del Evangelio, donde el joven rico abandona al Señor y desprecia la invitación
que le hace, para que le siga en pobreza voluntaria, por el apego que tenía a
sus riquezas, da ocasión al Señor para que hable de los peligros de las
riquezas.
La comparación que
hace el Señor "es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja,
que el que un rico entre en el Reino de los Cielos" no hay que entenderla
al pie de la letra. Es una imagen que se repite en la literatura oriental y
que lo que significa es la gran dificultad de una cosa.
MEDITACIÓN
Ciertamente el Señor
ha propuesto antes la pobreza voluntaria como un consejo evangélico para los
que aspiran a una entrega total a su persona y a su Reino; no la propone como
un mandamiento que hay que seguir.
Con todo, hay una
pobreza a la que son llamados todos los que quieran entrar en el Reino de
Dios, en la vida eterna. Es la pobreza en espíritu, es decir, el desapego del
corazón humano de todas las riquezas, el estar dispuesto a perderlas todas
antes que ofender a Dios. Esta pobreza espiritual sí es un mandato del Señor.
El apego indebido a las riquezas es lo que hace que se conviertan esas riquezas
en ocasión próxima de pecado. Y el no tener apego a las riquezas supone que se
utilicen de acuerdo a la voluntad de Dios, en ayuda sincera y eficaz de los
más pobres y necesitados, para bien de la comunidad humana.
Pero qué difícil
es que el que abunda en riquezas tenga un corazón despegado de ellas. Qué
difícil es que el que tenga riquezas haga un uso recto de ellas. Cristo muestra
esta dificultad por medio de la imagen del camello que no puede entrar por el
ojo de una aguja.
Los bienes
terrenos arrastran el corazón del hombre, lo convierten en auto-suficiente,
soberbio: Las riquezas llegan a constituir para él una especie de idolatría,
como nos dirá San Pablo (Cfr. Col 3,5) Más aún, es fuente de otros muchos
pecados, sobre todo del pecado de la injusticia, de la falta de caridad sincera
y efectiva con el prójimo. Es, por tanto, bien difícil poseer muchas riquezas y
entrar en el Reino de Dios.
Los apóstoles conocían
muy bien que la mayor parte de los hombres está dominada por la sed de
riquezas. De ahí su asombro ante esta doctrina de Cristo, según la cual parecía
que muy pocos se podrían salvar.
La naturaleza
humana, abandonada a sus propias fuerzas naturales, no puede superar los
obstáculos que las riquezas ponen en el camino de la salvación del alma. Pero
la gracia de Dios lo puede todo. Es un principio fundamental del Evangelio: La
observancia de los mandamientos y de los consejos evangélicos es superior a la capacidad
natural del hombre, pero no a las fuerzas sobrenaturales que nos comunica Dios
con su gracia. Este es el sentido de la respuesta del Señor a sus discípulos:
"Para los hombres esto es imposible: pero todo es posible para Dios."
(Cfr. Medit. sobre
la primera Bienaventuranza de "los pobres en espíritu". Medit. 27)
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
VIII. JESÚS EN PEREA
(Diciembre año 29 - Abril año 30)
183.- EL JOVEN RICO -
LA POBREZA VOLUNTARIA
TEXTOS
Mateo 19, 16-22
En esto se le acercó
uno y le dijo: "Maestro, ¿qué he de hacer yo de bueno para conseguir la
vida eterna?" Respondióle: "¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno?
Uno solo es el Bueno. Más si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos." "¿Cuáles?", replicó él. Y Jesús le dijo: "No
matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás testimonio falso,
honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo."
Díceles, entonces, el joven: "Todo esto lo he guardado, ¿qué más me
falta?" Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que
tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y
sígueme." Al oír estas palabras, el joven se marchó apenado, porque tenía
muchos bienes.
Marcos 10, 17-22
Se ponía ya en
camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida
eterna?" Jesús le respondió: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es
bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio,
honra a tu padre y a tu madre:" El, entonces, le contestó: "Maestro,
todo eso lo he guardado desde mi juventud" Jesús, fijando en él su mirada,
le amó y le dijo: "Sólo una cosa te falta: vete, vende lo que tienes y
dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y
sígueme." Pero él, al oír estas palabras, se entristeció y se marchó apenado,
porque tenía muchos bienes.
Lucas 18,18-23
Uno de los
principales le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia
la vida eterna?" Respondióle Jesús: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie
es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no
mates, no robes, no levantes testimonio falso, honra a tu padre y a tu
madre." El le dijo: "Todo eso lo he guardado desde mi juventud."
Oyendo esto Jesús, le dijo: "Aún te falta una cosa. Vende cuanto tienes y
repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos: luego, ven y
sígueme." Oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.
INTRODUCCIÓN
La persona que se
acerca a Jesús es un joven, como señala Mateo, que reconoce en Jesús a un
Maestro excepcional y acude a él para hacerle la pregunta más transcendental de
toda la vida: Cómo conseguir la vida eterna. Notemos que la palabra
"bueno" aplicada a Jesús como maestro, no solía usarse entre los
judíos; estaba reservada para sólo Dios y la Ley. Si la usa aquí este joven es
porque advertía algo muy excepcional en Jesús.
Lucas nos dice que
quien acudió a Jesús era "uno de los principales." No hay que entenderlo
como si se tratara de una autoridad judía o de un miembro del Sanedrín. Lucas
se refería a que el joven pertenecía a una familia distinguida y conocida por
sus riquezas.
MEDITACIÓN
1) "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno
sino sólo Dios."
Antes de responder
Jesús a la pregunta del joven sobre lo que hay que hacer para heredar la vida
eterna, le hace reflexionar sobre el calificativo de "bueno" que le
ha atribuido, que como hemos indicado sólo solía predicarse de Dios o de la Ley
de Dios.
Juan Pablo II comenta
así las palabras del Señor:
"Cristo
quiere decir: sólo Dios es el último fundamento de todos los valores; sólo él
da sentido definitivo a nuestra existencia humana. Sólo Dios es bueno, lo cual
significa: en El y sólo en El todos los valores tienen su primera fuente y su
cumplimiento final; en El, 'el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin' (Apoc 21,6).
Solamente en El hallan su autenticidad y confirmación definitiva. Sin El -sin
referencia a Dios- todo el mundo de los valores creados queda como suspendido
en un vacío absoluto, pierde su transparencia y expresividad. El mal se
presenta como bien y el bien es descartado." (Carta Apostólica a los
Jóvenes del Mundo, 1985; n. 4)
Y con referencia a
la pregunta del Señor: "¿Por qué me llamas bueno?", no hay que
entenderla como si negase Cristo ese atributo referido a su persona. Cristo
quiere que el joven profundice en el conocimiento de su persona. El joven ha
mostrado admiración por Jesús y ha visto tal bondad y sabiduría en él, que le
califica como se calificaba al mismo Dios: Maestro "bueno".
Juan Pablo II
continúa su explicación del texto diciendo: "Es como si dijera: el hecho
que yo sea bueno, da testimonio de Dios. 'El que me ha visto a mi ha visto al
Padre' (Jn 14,9)."
Es una invitación
implícita al joven para que pueda llegar al misterio más profundo de la persona
de Cristo, a la fe sobrenatural en él, que es también condición necesaria para
alcanzar la vida eterna.
2) "Si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos"
Jesús responde al
joven que en la observancia de todos los mandamientos de la Ley de Dios está el
camino cierto para entrar en la herencia de la vida eterna.
Es la enseñanza
que continuamente repite el Señor en su predicación. "No todo el que me
diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la
voluntad de mi Padre Celestial." (Mt 7,21). "Si ustedes me aman,
guardarán mis mandamientos."(Jn 14,15)."Si guardan mis mandamientos,
permanecerán en mi amor" (Jn 15,10).
El joven responde
con sinceridad que siempre se ha esforzado por cumplirlos; y decimos que su
respuesta fue sincera, porque el Señor corresponde a esta confesión del joven
con una mirada llena de amor: "Jesús, fijando en él su mirada, le
amó."
Es el premio que
el Señor concede a todos los que viven en la observancia de sus mandamientos:
"Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará y vendremos
a él para hacer nuestra morada en él." (Jn 14, 23)
El alma en gracia,
el alma convertida por la gracia en Templo del Espíritu Santo, es contemplada
por el Padre y el Hijo con infinita complacencia, y vienen a hacer su morada en
ella.
3) "Si quieres ser perfecto, vete, vende lo
que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los Cielos; luego, ven
y sígueme"
En la mirada de
amor del Señor hacia el joven había una especial predilección por él. Es
cierto que para conseguir la vida eterna es suficiente observar los
mandamientos, pero existe un camino de perfección más alto al que Dios llama a
los que quiere y que es un don inapreciable de su bondad. A este camino de
perfección llama el Señor a este joven.
Cristo llama a
este joven a un seguimiento radical para que, renunciando a todo, le acompañe
en su misión apostólica y redentora. La renuncia a todos los bienes supone un
gran sacrificio, pero como recompensa valiosa encontrará al Señor siempre a su
lado, vivirá con él, le seguirá a todas partes: y, además, se encontrará con
un ingente tesoro en la vida eterna.
Anteriormente
meditamos cómo el Señor proponía también a sus apóstoles el camino del
celibato, como un camino de suma perfección en su seguimiento y para colaborar
al Reino de Dios. (Cfr. med. 181) Ahora el Señor propone el camino de la
pobreza voluntaria, de la renuncia a todos los bienes materiales, como el camino
de mayor perfección para la entrega total a Cristo y a su Reino.
Este llamado de
Cristo al celibato y a la pobreza voluntaria persiste en la Iglesia a través de
todos los siglos. Es lo que llamamos la vocación sacerdotal o religiosa. Y la
correspondencia a esta vocación y la fidelidad en ella es fuente de los mayores
beneficios del Señor, fuente de inmensa paz y alegría. No existe en la tierra
vocación más sublime que la vocación a seguir este camino de perfección, que
necesariamente lleva a una entrega en plenitud de amor a Cristo, a una
colaboración verdaderamente divina a la obra misional de Cristo, a la
instauración del Reino de Dios en este mundo.
4) "Al oír estas palabras, el joven se
marchó apenado, porque tenía muchas riquezas"
El joven, al oír la invitación del Señor,
debió sentir una emoción negativa n su corazón. Su corazón estaba muy apegado a
sus riquezas; y esas riquezas le aseguraban una vida fácil, cómoda, muy
regalada, y, por supuesto, tener abiertas las puertas en todas partes. El Señor
le pedía la renuncia a todo eso, no como cosa estrictamente necesaria para
conseguir la vida eterna, sino como acto de generosidad en el servicio a Dios.
Hasta allí no llegaba la generosidad del joven, ni podía llegar teniendo el corazón
al servicio de las riquezas. Pero como sentía esa admiración por el
"Maestro Bueno", sintió tanta tristeza y pena de dar la negativa al
Señor, que ni si9uiera se atrevió a comunicársela de palabra, sino que se la
dio a entender dejándole rápidamente, marchando dese de su lado. Aquel joven
perdió la oportunidad de haber sido uno de los apóstoles de Cristo al comienzo
de la Iglesia y de que hoy fuera venerado por todos los cristianos. Pero lo más
importante es que despreció el don extraordinario que el Señor le ofrecía, que
le traería una mucha mayor felicidad, incluso aquí en la tierra, y un aumento
de gloria indescriptible.
Cada vez son más
los jóvenes de hoy día que repiten la historia de este evangelio. Tal es el
ansia de riquezas, comodidades y atracciones que el mundo ofrece, que el
llamado de Cristo a este seguimiento radical de los consejos evangélicos es
inmediatamente acallado y hasta despreciado por muchos jóvenes. Y, sin embargo,
hoy más que nunca necesita el Señor de vocaciones sacerdotales y religiosas.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.