P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
VIII. JESÚS EN PEREA
(Diciembre año 29 - Abril año 30)
182.- "DEJAD QUE
LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ"
TEXTOS
Mateo 19, 13-15
Entonces le
presentaron unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos
les reñían. Mas Jesús les dijo: "Dejad a los niños y no les impidáis que
vengan a mí, porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos."
Después les impuso las manos y se fue de allí.
Marcos 10,13-16
Le presentaban unos
niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver
esto, se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños vengan a mí, no se lo
impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro:
el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él." Y abrazaba
a los niños, y los bendecía imponiendo las manos sobre ellos.
Lucas 18,15-17
Le presentaban
también los niños pequeños para que los tocara, y al verlos los discípulos, les
reñían. Mas Jesús les llamó, diciendo: "Dejad que los niños vengan a mí y
no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os
aseguro; el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él."
INTRODUCCIÓN
Era costumbre en
aquellos tiempos que las madres llevasen a sus hijos pequeños donde hombres
tenidos por santos para que les impusiesen las manos, orasen sobre ellos y
los bendijeran. En los documentos talmúdicos encontramos algunas fórmulas
que los rabinos usaban para bendecir a los niños. Esta es la escena que nos presenta
el Evangelista; las madres que han sentido la bondad de Jesús, que quizá hasta
han presenciado algún milagro suyo, acuden con sus niños para que el Señor los
bendiga. Los apóstoles creyeron que esas madres importunaban a Jesús y que no
merecía la pena que el Señor atendiese a sus ruegos y dedicase su tiempo a esos
niños; y por tanto, con palabras de recriminación procuran alejar a las madres
y a sus niños de la presencia del Señor.
¡Qué mal conocían
los apóstoles el corazón de Cristo! La reacción de Cristo fue rápida y una
reacción de enfado contra los apóstoles.
Una de sus grandes
preferencias eran los niños, y manda que se acerquen a él, los abraza y
bendice; y contemplando el rostro de esos niños da una lección para todos los que
quieran ser sus discípulos.
MEDITACIÓN
"Porque de los que son como éstos es el
Reino de Dios"
Es lo mismo que el
Señor había pronunciado en otra oportunidad: "Si no cambiáis y os hacéis
como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3; Cfr. medit.
123)
El niño es símbolo
de pureza e inocencia; en su alma no ha entrado todavía la malicia consciente
del pecado. El Señor se gozaba en esa inocencia y pureza de sus almas; por eso
tendrá palabras tan duras para los que escandalicen a los niños: "más le
vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los
asnos, y le hundan en lo profundo del mar." (Mt 18, 6)
Y la
característica más profunda del niño es su total confianza en sus padres; vive
en completa dependencia de ellos y vive completamente abandonado a sus
cuidados. El niño en brazos de su madre o su padre se siente plenamente seguro
y feliz. Es carencia total de orgullo y autosuficiencia; es plena apertura al
amor de sus padres y se siente feliz en la dependencia que experimenta con respecto
a ellos.
A estas
características de los niños se refiere Jesús cuando dice: "Porque de los
que son como éstos es el Reino de Dios."
El cristiano
verdadero es el que está en continua lucha por mantener la pureza de su alma;
y es el que vive en profundidad su filiación divina. Sentirse hijo de Dios,
experimentar el amor que su Padre Dios le tiene, y vivir en una total confianza
y abandono en su Divina Providencia, sin autosuficiencias y en completa
dependencia alegre y feliz con respecto a su Padre Dios, es la vida del verdadero
cristiano y lo que le abrirá de par en par las puertas del Reino de Dios. Esta
es la enseñanza que nos quiere dar Cristo.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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