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147. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Parábola del Buen Pastor


 

P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


V. JESÚS EN JERUSALÉN

(Fines de Septiembre - comienzos de Octubre, año 29)

147.- LA PARÁBOLA DEL BUEN PASTOR

TEXTO

Juan 10,1-21

"En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado sus ovejas, va delante de ellas, y sus ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús dijo:

"En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucha­ron. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, -el lobo hace presa en ellas y las espanta- porque es asala­riado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo a él, y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; también a ésas tengo que llevarlas y escucharán mi voz; habrá un solo rebaño, un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; ésa es la orden que he recibido de mi Padre."

Se produjo una disensión entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: "Tiene un demonio y está loco. ¿Por qué le escucháis?" Pero otros decían: "Estas cosas no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de un ciego?"

INTRODUCCIÓN

El Evangelista narra esta parábola a continuación de la curación del ciego de nacimiento. Debió pronunciarla Jesús durante su permanencia en Jeru­salén, después de terminada la fiesta de los Tabernáculos. Al final de la es­cena se menciona el milagro de la curación del ciego, como algo reciente y conocido por todos a los que Jesús se dirigía.

Jesús vuelve a utilizar el género parabólico para darnos enseñanzas pro­fundas y sublimes sobre su misión redentora y sobre su relación personal e íntima con todos y cada uno de los que creen en él y le siguen.

Como toda parábola, sus elementos están tomados de la vida real de Pa­lestina, y, concretamente, de Galilea, país de agricultores y pastores. Era la costumbre que hubiera un redil grande, muy amplio, que diese cabida a varios rebaños de diversos pastores.

El redil se dividía en compartimientos, y cada pastor tenía asignado uno de esos compartimientos. Un cerco protegía todo el redil y había una sola puerta por la que iban entrando las ovejas, una a una, o de dos en dos, para que fácilmente pudiesen ser contadas por el pastor que las traía, y estar cierto de que no faltaba ninguna. Cuando temprano, a la mañana siguiente, volvían los pastores para sacarlas a sus pastos, cada pastor con sus silbi­dos y voces llamaba a las suyas, y éstas, que conocían su voz, salían a su encuentro, y el pastor iba delante de ellas guiándolas hacia los mejores pastos. Y casi siempre los pastores eran los mismos dueños de sus reba­ños; por eso, el cuidado y cariño con que las trataban. Todas y cada una de ellas suponía un gran valor para el pastor.

Al terminar Jesús de exponer la parábola se nos dice que sus oyentes no la comprendieron. Sin embargo, si conocían las profecías donde se describía al Mesías como el Buen Pastor, deberían haber comprendido que el Señor quería aplicarse a sí mismo esas profecías, que el Señor daba a entender que esas profecías tenían cumplimiento en su persona, y que por lo tanto era el verdadero Mesías.

El Señor, al igual que hizo con la parábola del Sembrador, explicará en forma alegórica la parábola del Buen Pastor.

MEDITACIÓN

1) Jesús es la puerta del redil

La explicación alegórica que Cristo nos da de la parábola encierra dos ale­gorías distintas que se complementan mutuamente. El es la Puerta del Re­dil y él es el Buen Pastor. Siguiendo el mismo orden que siguió Jesús en su explicación, meditaremos primero la primera alegoría.

¿Qué nos quiere decir Cristo al llamarse a sí mismo "la Puerta del Redil"? El redil es la Iglesia, la comunidad de los redimidos, la comunidad de los que esperan la salvación que él nos ha traído. Nadie puede formar parte de esta comunidad, sino aquellos que han entrado en ella a través de Cristo, es decir, a través de la fe en Cristo, del seguimiento a Cristo. Sólo acep­tando a Cristo y sus enseñanzas se puede entrar en la comunidad de salva­ción, destinada a la vida eterna. Es lo que Cristo nos dirá más adelante: "Nadie va al Padre, sino por mí" (Jn 14.6). "Si alguno no permane­ce en mí será echado fuera." (Jn 15.6).

Los ladrones, los salteadores, los que no son los verdaderos pastores, no entran por la puerta, sino que saltan el cerco y pretenden robar a las ovejas y engañarlas. Jesús está haciendo alusión clara a los escribas y fariseos y en general, a todos los jefes judíos. Todos ellos se unieron en el rechazo a Cristo, intentaron por todos los medios posibles apartar de Cristo a las ovejas y a la gente sencilla del pueblo judío. Las ovejas que les sigan a ellos no encontrarán sino ruina y muerte. En cambio, las ovejas que son de Cristo, no siguen a los escribas y fariseos, y encontrarán en Cristo una vida abundante y plena.

"Yo he venido para que tengan vida y una vida en abundancia." Esta es la misión de Cristo: traer a los hombres una vida nueva, vida sobrenatural, vida de gracia, vida de hijos de Dios. Y una vida que tendrá su plenitud en la bienaventuranza, de la gloria eterna. Sólo en Cristo está la salvación: "Si uno entra por mí, estará a salvo."

2) Jesucristo, el Buen Pastor

Jesucristo hace una segunda alegoría. Antes nos ha dicho que es la Puerta de las ovejas; ahora se identifica con el buen pastor que cuida fielmente de sus ovejas.

Y la primera característica de este buen pastor es el amor profundo a sus ovejas, hasta el extremo de llegar al sacrificio de dar la vida por sus ove­jas. Y Cristo se refiere a un hecho real, no es una suposición: "Yo doy mi vida por mis ovejas". Y se contrapone así a los malos pastores, a los pas­tores mercenarios que abandonan a sus ovejas ante cualquier peligro. Y, refiriéndose especialmente a los fariseos, no sólo los califica de malos pas­tores, sino que además alude a ellos cuando habla de lobos que destruyen el ganado.

El Señor aclara después un gran misterio. El entrega su vida, porque esa es la voluntad de su Padre, y su Padre le ama a él, porque cumple con su misión redentora de sacrificar su vida en redención de los hombres. Dios permitió la muerte de su hijo en Cruz, porque a través de esa muerte re­dentora se iba a manifestar el infinito amor de Dios a los hombres, y se iba a obtener el fruto de la plena liberación del hombre del pecado y de la muerte.

El hijo, en correspondencia al infinito amor de su Padre para con él, acepta esa voluntad del Padre, pero la acepta con toda libertad. No es una muerte forzada y debida a la debilidad de Cristo, es una muerte a la que Cristo va libremente, movido por el amor a su Padre, y movido también por su amor a los hombres: "Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente."

Y el misterio de la muerte del Buen Pastor se aclara definitivamente al anunciar Cristo su resurrección. No es muerte que termina en total fraca­so; es muerte para la resurrección gloriosa: "Tengo poder para dar mi vida y poder para recobrarla de nuevo." Y esa es también la suprema voluntad del Padre.

3) Relaciones de intimidad del Pastor con sus ovejas

La segunda característica de Cristo, como Buen Pastor, es la intimidad que muestra en el trato con sus ovejas. Jesús conoce a todas y cada una de sus ovejas, y sus ovejas también le conocen a él. No se trata de un mutuo conocimiento teórico y frío, sino un conocimiento de plena vivencia de amor e interés de Cristo por sus ovejas; y para expresar ese conocimiento lo expresa comparándolo con el mutuo conocimiento que existe entre el Padre y el hijo: "Conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo a él." Y de manera semejante, el conocimiento que las ovejas tienen de Cristo, no es tampoco un mero conocimiento inte­lectual, sino un conocimiento hecho intimidad, entrega, seguimiento y amor.

Preciosa revelación de Cristo que nos confirma su conocimiento y amor al hombre, no de una manera universal y general, sino individualmente, a cada uno de los hombres. El hombre jamás será un número más en el anonimato de una multitud, sino que cada uno es conocido y amado por Cristo, y por cada uno, individualmente, ha muerto Cristo. ¡Cómo debería corresponder cada hombre a este amor de Cristo tan personal y tan individualizado!

4) Misión universal del Buen Pastor

Cristo mira su obra redentora con perspectivas proféticas a través de todos los siglos. Cristo funda su Iglesia, que será su verdadero redil; y su único anhelo es que todos los hombres entren dentro de ese redil. Jesús contem­plaba todo el mundo del imperio pagano romano, y los hombres que habi­taban toda la tierra. Cristo quiere que todos los pueblos gentiles se incor­poren a su rebaño: "Tengo otras ovejas que no son de este redil; también a esas tengo que llevarlas y escucharán mi voz; habrá un solo rebaño, un solo pastor."

Cristo nos habla de su misión universal; ya no habrá división entre judío y pagano. Todos son llamados a recibir los frutos de la redención de Cristo. Desgraciadamente, el anhelo de Cristo se frustra por la maldad de los hombres; pero sí vemos hoy a la Iglesia plantada en todos los países del mundo, cuya misión es únicamente predicar a Cristo y su mensaje, y hacer que se cumplan los deseos de Cristo de que sólo haya un rebaño y sólo un pastor.

Todo cristiano, que conoce y ama al Señor, debería sentir internamente un celo ardiente para ser instrumento del mismo Señor para hacer que otros le conozcan y le sigan y entren en el redil de su Iglesia.

En toda esta parábola del Buen Pastor hay una aplicación muy especial para todos los que están llamados por el Señor para ser pastores de su rey. Cristo será el modelo a quien hay que imitar para cumplir con la misión que les confía de hacer que las almas entren en su redil. Y la esencia de este pastoreo será siempre el amor y el sacrificio por las almas, el trato hu­milde, lleno de comprensión, la cercanía e intimidad con ellas, y el propor­cionarle el pasto de la verdadera vida, que no es otra cosa que el mismo Cristo y su Evangelio.

La parábola del Buen Pastor se completará con la parábola de la Oveja Perdida, que traen Mateo y Lucas en sus evangelios.

5) Reacción de los judíos

La reacción de muchos al discurso de Jesús es la conocida a través de todo el Evangelio: la de rechazo y agresividad; y en esta ocasión vuelven a repetir el insulto a Jesús llamándole endemo­nia­do y loco. Nada podía cam­biar la actitud de los fariseos y escribas. Y las divisiones de opinión se re-/rían no solamente al discurso que acababa de pronunciar, sino también al hecho milagroso de la curación del ciego de nacimiento. Otros sí aceptaron la palabra del Señor.



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.







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