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68. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - La vuelta del espíritu inmundo



P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS

68.- LA VUELTA DEL ESPIRITU INMUNDO

TEXTOS

Mateo 12,43-45

"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo, pero no lo encuentra. Entonces dice: Me volve­ré a mi casa, de donde salí. Y, al llegar, la encuentra desocupada, barrida y en orden. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio. Así le sucederá también a esta generación malvada."

Lucas 11,24-26

"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo; y, al no hallarlo, dice: Me volveré a mi casa, de donde salí. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio."


INTRODUCCIÓN

San Mateo y San Lucas terminan todos estos pasajes que venimos medi­tando desde la meditación 64, con esta enseñanza del "espíritu inmundo" que vuelve a poseer, en compañía de otros demonios, a la persona de don­de había sido expulsado.

Recordemos las escenas anteriores: Jesucristo expulsa a un demonio de un sordomudo; ésta es la ocasión para que los fariseos y escribas digan que Jesús expulsa los demonios con el poder de Satanás. Y aquí comienza la controversia con los fariseos y escribas, que termina con graves recrimina­ciones de Jesús y les acusa de "pecado contra el Espíritu Santo", y de "ge­neración depravada y adúltera" por pedir, tentando a Dios, un gran mila­gro espectacular.

A continuación viene el pasaje que vamos ahora a considerar.

El Señor habla aquí acomodándose a las creencias y conceptos propios de los judíos de su tiempo. El desierto era considerado frecuentemente como la morada de los demonios; se creía que vivían como nómadas vagando por el desierto, pero siempre con el deseo de entrar en el alma de alguna persona para poseerla y dominarla.

Pierre Bonnard en su comentario a este pasaje dice: "Los rabinos aplica­ban a los demonios el pasaje del profeta Joel 2,20: Alejará de vosotros el enemigo del Norte; lo expulsará hacia una tierra árida y desierta. Nueva indicación en el sentido de un espíritu "expulsado" hacia esos lugares que le son contrarios, sin duda por que allí no hay hombres a quienes poseer (Cfr. Apoc. 18,2)".

La casa limpia y en orden significa el alma del poseso, una vez que ha sido expulsado el demonio por el poder de Dios, y que ha comenzado una vida de conversión y santidad.

Lo que verdaderamente nos interesa a nosotros es conocer lo que Cristo quiso enseñarnos con este pasaje, considerado por muchos como una pará­bola.


MEDITACIÓN

Podríamos decir que son dos cosas principales las que el Señor quiere en­señarnos, como doctrina de gran prudencia en la vida espiritual. El Señor nos descubre cómo el demonio no descansa en su lucha contra el hombre; una vez rechazado por la gracia de Dios, de nuevo despliega sus asechan­zas y ataques. Fundado en esta doctrina, San Pedro recomienda a los cris­tianos vivir siempre con sobriedad y siempre vigilantes, "porque vuestro enemigo, el diablo, da vuelta alrededor de vosotros como un león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle fuertes en la fe."(1 Ped 5,8-9).

Evidentemente, sólo la fe en Cristo puede librarnos de las tentaciones de Satanás, de los demonios. Los judíos, y más concretamente, los fariseos y escribas, que habían tomado la decisión definitiva de rechazar a Cristo, es­tarían expuestos a todas clases de asechanzas de los demonios. Ellos, que se creían libres del poder de Satán, y que incluso tenían sus "exorcistas" (Cfr. Hech 19,13), serían presa fácil de los demonios que les llevarían a la condenación por haber rechazado la fe en Cristo. Las palabras del Señor eran una nueva amenaza contra los escribas y fariseos, amenaza dicha con el fin de hacerlos recapacitar.

Pero es una enseñanza general para todos los tiempos. La persona que con conciencia culpable reniega de Cristo, rechaza la fe en Cristo, vive alejado de Cristo, viene hacerse súbdito del reino de Satanás. Está, en algún senti­do, bajo la influencia del demonio, y en camino de perdición. Por eso Je­sús, como segunda enseñanza, nos dice que quien se ha convertido, ha co­nocido a Cristo, ha tenido fe en Cristo y ha vivido de acuerdo a esa fe, al volver a la vida pasada de pecados y de alejamiento de Cristo, su situación es mucho peor que la de aquel que nunca hubiera conocido al Señor. Es lo que también nos dirá San Pedro, recogiendo esta doctrina del Señor: "Por­que, si después de haberse alejado de la impureza del mundo por el cono­cimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, se enredan de nuevo en ella y son vencidos, su postrera situación resulta peor que la primera." (2 Ped 2,20).

Por eso, las caídas de los sacerdotes y de las personas consagradas al Señor, tienen una especial importancia que dejan en el alma una huella tan profunda que es muy difícil volver a comenzar de nuevo el auténtico camino del se­guimiento a Cristo. Pero la enseñanza vale para todos los cristianos.

Oración constante al Señor para pedir por la perseverancia fiel en el cami­no del bien que se ha tomado, en el camino de Cristo. Echar marcha atrás en este camino es peligroso. Esta podría ser también el significado de la breve parábola de Cristo:

"Todo el que pone la mano al arado y mira para atrás, no sirve para el Rei­no de Dios". (Lc 9,62)


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.






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