El P. Jesús Valverde SJ nuevamente nos brinda sus temas a través de sus conferencias, en esta oportunidad nos ofrece sobre el libro del Apocalípsis. Finaliza el sábado 17 de septiembre. Para mayor información e inscripciones acceda AQUÍ.
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Santa Rosa de Lima
Rosa de Santa María fue la primera santa americana canonizada, nombrada Patrona de América, Perú y las Filipinas, hizo grandes progresos en el camino de la penitencia y la contemplación mística. Con motivo de su fiesta compartimos su reseña biográfica. Acceda AQUÍ.
Homilía: Solemnidad de Santa Rosa de Lima
Nuestro Director el P. José Ramón Martínez Galdeano S.J. nos comparte su homilía para la Solemnidad de Santa Rosa, quien desde muy pequeña tuvo la gracia del encuentro con el Señor. Acceda AQUÍ.
El puesto del discípulo
El P. Adolfo Franco, S.J. nos comparte su reflexión del evangelio del domingo 28 de agosto: "El Señor nos enseña cual debe ser el puesto del discípulo en el banquete, en cualquier ocasión o circunstancia." Acceda AQUÍ.
Cristología II - 18° Parte: El Misterio Pascual - El Sacrificio del Hijo del Hombre
El P. Ignacio Garro S.J. continúa brindándonos sus temas sobre el Misterio Pascual, en esta oportunidad nos presenta los apartados "el sacrificio del Hijo del Hombre, se realiza por el rescate de muchos" y "el sacrificio del Buen Pastor". Acceda AQUÍ.
Historia de la Salvación: 23° Parte - Doctrina de los Profetas
El P. Ignacio Garro S.J. culmina los temas sobre los Profetas del Antiguo Testamentos, presentándonos una síntesis doctrinal de la predicación profética. Acceda AQUÍ.
Ofrecimiento Diario - Orando con el Papa Francisco en el mes de SEPTIEMBRE 2016
Compartimos las Intenciones del Papa Francisco para el mes de Septiembre, que encomienda a la Red Mundial de Oración (AO), unámonos a ella. Asimismo, el P. Enrique Rodríguez S.J. continúa ofreciéndonos una síntesis del documento del Papa La Alegría del Amor, en esta oportunidad referido al apartado 8 "Acompañar, discernir e integrar la fragilidad", y nos informa sobre la designación del P. Frederic Fornos S.J. como nuevo Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa. Acceda AQUÍ.
Ofrecimiento Diario - Orando con el Papa Francisco en el mes de SEPTIEMBRE 2016
APOSTOLADO DE LA ORACIÓN
INTENCIONES PARA EL MES DE SEPTIEMBRE
Ofrecimiento Diario
Dios, Padre nuestro, yo te ofrezco toda mi jornada: mis oraciones, pensamientos, afectos y deseos, palabras, obras, alegrías y sufrimientos en unión con el Corazón de tu Hijo Jesucristo que sigue ofreciéndose a Ti en la Eucaristía para la salvación del mundo.
El Espíritu Santo, que condujo a Jesús, me guíe y sea mi fuerza en este día para que pueda ser testigo de tu amor.
El Espíritu Santo, que condujo a Jesús, me guíe y sea mi fuerza en este día para que pueda ser testigo de tu amor.
Con María, la madre del Señor y de la Iglesia, pido especialmente por las intenciones del Papa para este mes:
Universal: Para una sociedad más humana
Para que cada uno contribuya al bien común y a la construcción de una sociedad que ponga al centro la persona humana.
Por la Evangelización: La misión evangelizadora de los cristianos
Para que los cristianos, participando en los Sacramentos y meditando la Sagrada Escritura lleguen a ser siempre más conscientes de su misión evangelizadora.
VIDEO DEL PAPA FRANCISCO EXPLICANDO
SUS INTENCIONES DE ORACIÓN PARA SEPTIEMBRE
ORACIÓN
Ayúdanos a tomar conciencia que el verdadero bienestar se alcanza buscando el bien del otro antes que el propio bien.
Ayuda a que mi fe alimentada por los sacramentos y por la Palabra, haga de mi vida lugar de realización del Evangelio.
Padre nuestro; Ave María y Gloria...
PROPÓSITOS PARA ESTE MES:
Reflexionar sobre las opciones de vida en las propias opciones, grandes y pequeñas y preguntarse si tenemos el bien de la persona como centro de esas opciones.
Crear una actitud de atención a todos, especialmente a los más pobres y frágiles.
Rezar para que cada cristiano tenga conciencia de su deber de ser evangelizador y colaborar en la medida de lo posible para una mejor vivencia de los sacramentos y de la lectura de la Palabra en su comunidad.
Crear una actitud de atención a todos, especialmente a los más pobres y frágiles.
Rezar para que cada cristiano tenga conciencia de su deber de ser evangelizador y colaborar en la medida de lo posible para una mejor vivencia de los sacramentos y de la lectura de la Palabra en su comunidad.
Fuente: CLICK TO PRAY
LA ALEGRÍA DEL AMOR
Continuación
8. "ACOMPAÑAR, DISCERNIR E INTEGRAR LA FRAGILIDAD”
El capítulo octavo es una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral frente a situaciones que no responden plenamente a aquello que el Señor propone. Hay situaciones de fragilidad, complejas o irregulares, que la Iglesia debe "acompañar, discernir e integrar" desde la "lógica de la misericordia pastoral".
El documento asume y confirma la doctrina del matrimonio cristiano y agrega que "otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal, pero algunas lo realizan al menos de modo parcial y análogo". La Iglesia por lo tanto "no deja de valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que no corresponden todavía o ya no corresponden más a su enseñanza sobre el matrimonio". Tratándose de situaciones "irregulares" observa que "hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y es necesario estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición".
La situación de los divorciados - en la ley civil - que tienen una nueva unión, no representa exclusión de la Iglesia, y se debe discernir maneras propias de que participen en la comunidad eclesial, para que experimenten la misericordia de Dios, "inmerecida, incondicional y gratuita". Su integración en la comunidad "es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes".
La diversidad de situaciones concretas es innumerable. No se debe esperar cambios en la legislación ni la doctrina de la Iglesia. El Papa induce a reconocer y discernir los casos particulares en diálogo profundo entre fieles y pastores, puesto que si "el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos", "las consecuencias o efectos de una forma no necesariamente deben ser siempre las mismas".
Para evitar equívocos, el Papa reafirma: "Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal más pleno ni proponer menos que lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy, más importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidad los matrimonios y así prevenir las rupturas".
Sobre la "lógica de la misericordia pastoral", el Papa Francisco afirma con fuerza: "A veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios. Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio".
(Continuará en el mes de octubre)
NOMBRAMIENTO
El Santo Padre ha nombrado al P. Fréderic Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de la Oración del Papa (Apostolado de la Oración) y del Movimiento Eucarístico Juvenil (MEJ). Este servicio a la Iglesia Universal, misión pontifica confiada a la Compañía de Jesús, se modifica en los Estatutos actuales del Apostolado de la Oración del año 1968. En adelante, el Superior General de la Compañía de Jesús propondrá al Papa a los sucesivos directores. El Director Internacional nombrará los Directores Nacionales, propuestos a las Conferencias Episcopales correspondientes para su aprobación.
INVITACIÓN
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Cada Primer Viernes en YouTube, se puede buscar "El video del Papa".
Se pueden comunicar con al AO a través del correo:
apostolado.oracion.peru@gmail.com
También le invitamos a participar con el Apostolado de la Oración de la Misa dominical de 11:00 AM en la Parroquia de San Pedro y a acompañarnos en las reuniones semanales a las 12:00 M en el claustro de la parroquia, todos los domingos.
Asimismo, invitamos a la Misa de los primeros viernes de cada mes en Honor al Sagrado Corazón de Jesús, a las 7:30 PM en San Pedro.
El Apostolado de la Oración es antes que nada hacernos interiormente disponibles a la misión de Cristo. Esta disponibilidad tiene como su fuente y modelo a Jesucristo entregado a nosotros y por nosotros, que se nos hace presente continuamente en la Eucaristía. Recibir su vida nos lleva, en reconocimiento, a ofrecer diariamente nuestra propia vida al Padre.
APOSTOLADO DE LA ORACIÓN - PERÚ
Apartado 387 - Lima 100 - Perú
Jr. Azángaro 451 - Cercado de Lima
Telf. 4270266
Para conocer más acerca del Apostolado de la Oración y sus actividades acceda AQUÍ
Historia de la Salvación: 23° Parte - Doctrina de los Profetas
P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
9.6. SÍNTESIS DOCTRINAL DE LOS GRANDES TEMAS DE LA PREDICACIÓN PROFÉTICA
Durante la exposición del tema de los Profetas hemos logrado captar cómo los profetas están en el corazón de la religión revelada. Viven esa revelación, la encarnan en su existencia y en su tiempo y también profundizan en ella descubriendo a partir de ella nuevos horizontes. Los profetas son verdaderos innovadores que, enraizados en la tradición del pueblo judío, la enriquecen y la hacen progresar.
Después de haber analizado someramente cada uno de los escritos proféticos en su medio ambiente y de haber caracterizado las gran des líneas del mensaje de cada uno de los profetas, trataremos de presentar - hasta donde nos sea posible - una síntesis de los grandes temas de la predicación profética.
No es una tarea fácil: los profetas son muy diferentes unos de otros y, además, vivieron en circunstancias muy distintas. No todos piensan igual en algunos puntos. De un profeta a otro se percibe un avance en la comprensión de algunos temas.
Por otra parte, lo profetas vivieron situaciones particulares. Es en ellas y a través de ellas donde hay que sacar los principios generales.
A estas dificultades hay que añadir la que acecha a todo trabajo de interpretación: las ideas preconcebidas que llevan a querer encontrar en los escritos de otros una confirmación para el propio pensamiento. En otras palabras: el peligro de la subjetiva dad está siempre presente en el esfuerzo de síntesis del pensamiento ajeno.
Con todo pensamos que es posible hacer una síntesis - aunque no sea totalmente perfecta de los grandes temas de la predicación profética. A pesar de que, como señalábamos, ellos vivieron en circunstancias muy particulares, las supieron iluminar e interpretar a la luz de principios generales. Estos principios, además, no constituyeron solo una respuesta a su "hoy y aquí " sino que tienen en sí el germen de la universalidad en el tiempo y en el espacio (que es la historia), van más allá de esas situaciones y conservan - como palabra de Dios - un valor permanente.
Los profetas, poseídos por la Palabra, Am 3, 8; Jer 20, 8-9, se sienten arrastrados por ella en sus realizaciones; participan en ellas: anuncios de ruina, amenazas, castigos, llamados al arrepentimiento, sentimientos de frustración, perspectivas de restauración. Unen a la palabra las acciones simbólicas, requerimiento de ella; eficaces tanto o más que ella.
El autor escriturista Robert-Feuillet, dice: "La aportación teológica de los profetas es inmensa. Les debemos un mejor conocimiento de Dios en su unicidad, su espiritualidad y trascendencia, en su omnipotencia, su justicia, su bondad, su proximidad, que un día S. Agustín, más "docto" que Jeremías, expresará en la fórmula "intimior intimo meo". Los profetas delinearon los misterios del pecado y de la gracia, precisaron la naturaleza de la sanción.
Marcaron los progresos del "personalismo", evocaron y esperaron la comunidad de la salud, escribiendo algo así como la prehistoria de la Iglesia. Por encima de los errores y las impotencias de su tiempo caminaron a tientas hacia Cristo, término de la historia y perfección que sólo podían entrever. Se remontaron a las fuentes de la moralidad, mostraron que la moral era asunto del corazón... Creyeron en el triunfo de la justicia y de la moralidad en este mundo, porque tal es el designio de Dios y porque tiene poder para hacerlo triunfar, y ellos comenzaron a realizar en sí mismos este ideal". Agruparemos la exposición de los principales temas de los profetas en cuatro grandes apartados:
- El Dios de los profetas
- Dios y el hombre
- El hombre vinculado a los demás hombres
- Dios y el mundo.
9.6.1. El Dios de los Profetas
A la base de la doctrina de los profetas está la idea que ellos tuvieron de Dios:
- Contribuyeron a la purificación del monoteísmo, que en su evolución en Israel pasó por los estadios de la monolatría y el monoteísmo, que llevaba a mezclaran ocasiones el culto a Yahvé con el culto a otros dioses.
- Afirman la unicidad de Dios, cuando hablan de su dominio sobre todos los pueblos. Am 9, 17 y de su poder creador, Am 5, 8; Is 41, 4.
- Yahvé es el Dios "viviente", Is 40, 28; 44, 6-24; Jer 2, 12-13 y "santo", Am 2, 7; 4, 2; Os 11, 9. Unido a la santidad de Dios está el hecho de que El no cede a nadie su "gloria", es un Dios "celoso", Is 48, 11; Ez 5, 13.
- Aunque los profetas no especulan sobre la naturaleza divina, sugieren indirectamente el carácter "espiritual" de Dios, al indicar que las localizaciones (Arca, Templo) que de El se tenían no lo ligan con estos objetos, Jer 3, 16, y es que está más allá de toda representación, Os 8,15; 10, 5-6. El es el "diverso", del hombre, Os 11, 9; permanece para siempre, Is 40, 7-8. Es "trascendente", y al mismo tiempo, se acerca al hombre, Is 57, 15.
- Yahvé es un Dios lleno de "misericordia", Os 11, 8-9; Jer 31,20, no sólo con su pueblo sino con toda clase de naciones, Jon 4, 2.
- Yahvé es un "Dios fiel y verdadero", sus palabras no pasan, Is 40, 8, su designio se ejecuta, Is 25, l; 55,11, no varía, Mal 3, 6.
- Yahvé es un Dios justo, libera al que llama, al que tiene derecho, Jer 9, 23; castiga el mal y el pecado, Am 5, 24; Is 5, 16, y así revela su justicia.
- Yahvé es un Dios "omnipotente", se le descubre en los hechos históricos en los que Él interviene, Is 7, 18; 9, 10-11. Es "omnisciente", Is 42, 9; "inmutable", Mal 3 ,6. "Omnipresente", Am 9,2-4; Is 66, 1.
- Yahvé es el Señor universal y dueño de la historia: todo lo que pasa en el universo se atribuye a su actividad y se incluye en ella. Dios gobierna el universo de acuerdo a una ley, de ahí que se diga que no cambia. La naturaleza física está bajo su dominio, Is 40, 26.
Cada acontecimiento tiene en El, de algún modo, su causa, Am 3, 3-6. Gobierna el mundo con justicia y amor, Jer 12, 18; Is 55, 7. El dirige la historia. De ahí que los profetas predicaran o bien la resistencia a las naciones o la necesidad de someterse cuando las circunstancias lo pedían, Jer 27.
9.6.2. Dios y el hombre. Dios e Israel. Elección – Alianza
El Éxodo: Un lugar de preferencia en la predicación profética lo ocupa el tema del éxodo. Todo tuvo principio en ese hecho. El libro de Oseas muestra claramente que el tiempo de la salida de Egipto es el tiempo en el que Israel respondió más fielmente a la alianza Os 2,16-17; 11, 5. Los profetas al hablar del éxodo lo orientan hacia su plenitud y hablan de un "nuevo éxodo", una salvación más completa y universal, Jer 31, 31-33. Ez. Capítulos: 36-37.
El éxodo es una expresión de la elección que Yahvé hace del pueblo. Se expresa con varios verbos: Escoger, llamar, comprar, adquirir, conocer.
Aunque la palabra "alianza" aparece pocas veces en los profetas (tal vez para evitar un nacionalismo cerrado y exclusivo), la noción de alianza está continuamente presente como una extensión Y consecuencia de la elección: las responsabilidades que asume el que elige y las obligaciones que libremente acepta el elegido. Esta elección - alianza se expresa en los profetas con las siguientes imágenes:
- Padre - Hijo, Os 11; Is 1, 2
- Propietario - Viña, Is.5',27
- Pastor - Rebaño, Is 40, 11
- Alfarero - Vaso, Is 29, 16. Jer 18
- Esposo - Esposa, Is 50, 1; Jer 2, 1-7.
Los profetas interpretan la existencia de Israel como dependiente del concepto de elección y alianza. La moral que predican; la justicia que exigen, se apoyan en el hecho de la salida de Egipto (elección) y del compromiso del Sinaí, (alianza). Ellos hablan siempre en este contexto. Finalmente las infidelidades del pueblo a la alianza y la ingratitud frente a la elección amorosa de Yahvé, llevan a los profetas a anunciar una "nueva alianza", Jer 31, 31-34.
9.6.3. Elección de Sión - Promesa hecha a David
Dos grandes tradiciones aparecen en los profetas unidas al tema del éxodo: la elección de Jerusalén en Sión, y la promesa hecha a David.
La elección de Sión aparece dentro de su significado pero con una proyección al futuro, a la plenitud. David habla conquistado Jerusalén, 2 Sam 5, 6-9. La llamó: "Ciudad de David" y trasladó a ella el arca. Dios, por medio de Natán, demuestra su complacencia por esa ciudad, 2 Sam Captlo 7; cuyo destino religioso se determina con la construcción del Templo. Jerusalén se convierte en capital política y religiosa de Israel, porque Yahvé reside en ella, en el "monte Sión". Salm 78, 68-19. Jerusalén es infiel, se entrega a la idolatría y rechaza las enseñanzas de los profetas., Jer. Capítulos 36-38; hace algunas alianzas con otros dioses al darles culto, Is 1, 16-17; Jer 7, 8-11; por eso Yahvé la castigará, Jer 7, 14; sólo se salvará un "resto", Is 4, 2-3.
El castigo llega. La "Hija de Sión" confiesa su culpa, Lam 1, 1s.s. Al mismo tiempo que anuncia los castigos. Los Profetas hablan de otra Jerusalén, hecha de nuevo ciudad de justicia y fiel, Is 1, 26; Jer 31, 6-12. Verá multiplicarse sus hijos, Is 49, 14-26. Sión dará a luz a un nuevo pueblo, Is 66, 6-14. Ella será el lugar del juicio escatológico; de la liberación y transfiguración final para todos los pueblos, Is 25, 6-12,Joel 4, 9-17.
La promesa hecha a David es otro de los temas relacionados con la elección - alianza. David respondió a su elección con una adhesión sincera y fiel, a pesar de sus deficiencias. Natán le promete de parte de Dios una "descendencia eterna", 2 Sam 7, 27. Lo hace a través de una promesa incondicionada, que concentra la alianza del Sinaí en la promesa del rey y así lo confirma, 2 Sam 7,1-24. Por eso los profetas, al evocar la promesa hecha a David, quieren afirmar el amor de Dios por su pueblo, Is 9, 6-8; su fidelidad a la alianza, Jer 32, 20-26. Os 3, 5.
9.6.4. La Ley
La alianza trae consigo el don de la Ley. Los profetas se refieren continuamente a ella. La "Torah" es la instrucción de Dios. No es sólo una serie de preceptos sino también una serie de verdades sobre Dios y su acción salvífica. Para los profetas la Ley de Dios no era un libro. No hacen referencia a Moisés como legislador, fuera de Malaquías 3, 2.
La relación de la alianza se expresa en la Ley y es mantenida por ella. La Ley es la instrucción espiritual y moral que ofrece la revelación. Desobedecerla es violar la alianza. La Ley y la justicia que predican los profetas la aprendieron de su experiencia personal de Dios. Los profetas conciben la Ley como revelación perenne de Dios, algo siempre igual por ser la expresión de un Dios vivo y en constan te actividad. Por eso la Ley es universal.
Cuando los profetas hablan de la "Ley de Dios" significan las experiencias morales de esa revelación de Dios. Esas exigencias no son arbitrarias sino que brotan de la naturaleza de Dios y son manifestaciones de su amor y de su justicia. La Ley es expresión de los atributos de Dios, de ahí que el cumplirla conserva al hombre en una relación íntima con Dios. Los profetas reprochan a Israel las transgresiones de la Ley, Jer 11, 1-2; y anuncian la nueva ley escrita en los corazones, Jer 31, 31-34; Ez 36, 25-27. Esa ley será enseñada a todos los pueblos, Is 2, 3.
9.6.5. Desviaciones e infidelidades
Para los profetas el obstáculo por excelencia, el único para la realización del plan de Dios en el pueblo es el pecado. El pecado abre un abismo entro Dios y el hombre considerado en su aspecto personal y comunitario. Is 59, 1-2.
Los profetas denuncian el pecado de los que rigen los destinos del pueblo, Jer 22, 13. Enumeran los pecados que se cometen y que van contra las exigencias de Dios, Ez 18, 5-9; Is 59, 3-8; Am 4, 1. El pecado, ofensa a Dios es más bien autodestrucción para el pecador, Jer 7, 1-9.
El pecado es una infidelidad al Dios de amor que se revela como Padre, esposo, pastor de Israel, Jer 2, 11-13; Is 64, 7. El remedio para el pecado es la conversión, Os 2, 8-9. Dios mismo se acerca y busca al pecador, Lam 5, 21; Ez 34. Al pecar el hombre se aleja de Dios. Esto sucede a todos los hombres y a todos los pueblos, pero cuando acaece a Israel el hecho es más grave porque él ha sido elegido como pueblo único de Dios. Los profetas al enumerar los pecados no distinguen entre la rebelión y alejamiento manifestado en injusticias sociales, económicas y políticas; culturales, religiosas, teológicas, Is 1, 2-18; 2, 6-17; 9, 8-11; 29, 13-16; Jer 2, 4-13; Ez 16.
9.6.6. El falso culto
La verdadera religión es el conocimiento del Dios verdadero y la obediencia a su ley. Esto se expresa en:
- Monoteísmo
- Conocimiento de los atributos morales de Yahvé
- Relación íntima con El como un Dios vivo.
- Práctica de la justicia
Los profetas denuncian la falsa religión que ven expresada en:
- La idolatría y el sincretismo religioso, Ez.20,32; Jer. 44,16.
- El ritualismo: La absolutización del Templo, de los sacrificios y demás expresiones externas de la religión que no pueden establecer, por sí mismos, una relación con Dios. Am 5, 21-23; Os 8, 11; Jer 7, 21-22. Es verdad que Ezequiel planea un Templo restaurado y un sistema de sacrificios, Ez. Capítulos, 40-46, pero lo hace en una proyección ideal, siempre desmentida por la realidad. Y además, Ezequiel tiene exigencias morales y espirituales como las tiene también Malaquías, Mal 2, 5. Los sacrificios son condenados porque se realizan para tener una satisfacción sensible y emocional, sin repercusión en la vida práctica: fe, justicia, misericordia, derecho, Am 5, 24. Los sacrificios conducen al formalismo, enemigo de lo que es una verdadera relación personal e íntima con Dios, Is 48, 1; 29, 13-14.
- El formalismo: que lleva a una actitud mágica. Para quitar esa mentalidad, Jeremías, cuando anuncia la restauración, habla de que el Arca misma será olvidada, Jer 3, 6. Si algunos profetas dan valor a los ritos es porque éstos pueden favorecer y ayudar a la conciencia religiosa, con tal de no multiplicarse demasiado ni absolutizarse. La verdadera religión debe trabajar por crear una sociedad justa, como lo exige Dios mismo. De ahí que los profetas, hombres de su tiempo, tratarán de reformar el sistema social agrícola de su tiempo para que se practicara en él la justicia.
9.6.7. La injusticia
Una de las principales desviaciones y pecados denunciados por los profetas es la injusticia. Ellos hablan contra los jueces y reyes, contra los poderosos que oprimen a los pobres y anuncian el castigo de Dios, Am 5, 7; 6, 12; Is 5, 7-23; Jer 22, 13. Dan a la injusticia el sentido de ofensa no sólo al prójimo sino también a Dios. Ante las incesantes injusticias miran hacia el futuro y anuncian al Mesías como el que administrará la justicia íntegramente, Is 9, 6; 11, 4-5; Jer 23, 5.
9.6.8. El Juicio
Una de las principales desviaciones y pecados denunciados por los profetas, además de la injusticia, es el del juicio como la realización de la justicia divina. La doble catástrofe de la destrucción del reino del Norte en 722 (destierro de Nínive), y la ruina del reino del Sur, con la destrucción de Jerusalén en 586, (destierro a Babilonia), es contemplada por ellos como restauración y establecimiento de la justicia. Yahvé es quien juzga. Israel es juzgado. El acto de juicio: la muerte como nación, o un simbólico regreso a Egipto, Is 30, 12-14; Jer 5, 3. 12-14.
Este juicio de Yahvé no se realiza únicamente en relación con el pueblo. Llega a los individuos. El "sondea las entrañas y los corazones", Jer 11, 20; 17, 10; y conoce a los justos y a los culpables.
9.6.9. Misericordia compasiva
Los castigos de Dios tienen como finalidad la conversión del pueblo. Son dictados por la bondad de Dios: "os castigué pero no os convertisteis a mi", Am 4, 6-11. Más todavía, cuando Yahvé se decide castigar su corazón se revuelve dentro de El, Os 11, 8-9; Jer 31, 20. La primitiva alianza con Israel era una alianza con misericordia. Yahvé anuncia: "que conducirá a su pueblo al desierto para hablarle al corazón", Os 2, 16, y renovar la alianza en la misericordia Jer 3, 12; Is 54, 7-8. Con su firme y constante fidelidad Yahvé no aparta su "hesed" = misericordia, ni del pueblo, ni de los individuos, Is 54, 10; Jer 31, 3.
Después del exilio el regreso a la tierra simboliza el regreso de Yahvé y con El a la vida. Jer 12, 15; 33, 26; Ex 33, 11; Is 14, 1. La misericordia compasiva de Yahvé lo lleva a "re-crear", reconstruir, hacer nacer de nuevo a Israel, a una nueva redención, Ez 36, 22-25;Capítulo 37; Is 51, 9-15.
9.6.10. La respuesta auténtica del hombre
Varios conceptos caracterizan en los profetas la auténtica respuesta del hombre a la acción fiel y misericordiosa de Yahvé.
9.6.11. Conocimiento de Yahvé
En este concepto se expresa más que el conocimiento intelectual, una relación existencial que compromete profundamente. Conocer a Yahvé es "juzgar la causa del. humillado y del pobre", Jer 22, 16. Miqueas 6, 8, resume las consecuencias del verdadero conocimiento de Dios: "Te ha explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti: simplemente que respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios", Esta humildad se basa en la fe confiada.
9.6.12. La fe
La fe, como respuesta fundamental del hombre a Dios es una exigencia de la alianza. Los profetas invitan a tener fe en Yahvé, Os 13, 6; Jer 17, 7. La importancia de la fe aparece en la frase de Habacuc: "El justo vivirá por su fe", Hab 2, 4. La fe, quiere decir confianza en Dios y fidelidad a El; esperanza en Yahvé y lealtad a El, Is 7, 9; 28, 16.
La fe en Dios y la moralidad están íntimamente unidas en la predicación profética. La fe conduce a una vida recta y ésta es expresión de la fe. La fe sufre la prueba del fracaso, de la duda, de la aparente ausencia de Dios. Los profetas mismos la experimentan, Jer 15, 10-21; 20, 7-18. Con una fe probada y purificada exhortarán al pueblo a la fe confiada en Yahvé en todas las circunstancias, Is 40, 31; 49, 23.
9.6.13. La bondad
Con el término "bondad" se indica además de la actitud de Dios hacia los hombres, la que estos deben de tener hacia los demás y hacia el mismo Dios. La bondad hacia Dios significa devoción amorosa y fiel; hacia los semejantes quiere decir amor y bondad. Jer 2, 2; Os 4, 1; l0, 12; Is 16, 5; Miq 6, 8. En resumen, Yahvé quiere que su misericordia y bondad gratuita tenga también un eco en el hombre.
9.6.14. El derecho
La palabra, "Derecho", tiene diversos significados, que van desde un fallo de un tribunal, al conjunto de leyes que Dios ha dado como dueño del universo. Como la Ley de Dios manifiesta su justicia, pasó a significar una ley o juicio justos y, más adelante, "derecho". En este sentido de decisiones justas de los jueces, leyes justas de los gobernantes, trato justo a los otros se aplica a las relaciones entre los hombres, que deben de expresar la actitud de Yahvé, Am 5, 24.
9.6.15. Justicia
El término "justicia", se usó en la Biblia con diversos sentidos. Primitivamente era un término legal que decía relación con el veredicto de un proceso y con la persona en cuyo favor se daba, "justificándolo" de la culpa que se le imputaba. En relación con Dios, es sinónimo, a veces, de victoria y cumplimiento de su propósito salvador. Is 46, 13; 56, 1. En la vida del hombre es la excelencia moral: la esencia moral de la vida buena y la cualidad moral de la conducta recta. Es como el fruto del amor y del derecho, Is 59, 14; Jer 22, 3; Ez 18, 27; Am 5, 24.
9.6.16. La religión interior
De la práctica de la justicia el derecho y la misericordia surge el "verdadero conocimiento de Dios", y éste es, junto con la fe, el fundamento de la auténtica religión: la que integra la Ley en su constitución espiritual. La verdadera religión se opone al particularismo, al formalismo y al ritualismo. Integra la actitud interior de fe con el amor al prójimo: "Así dice Yahvé: no se alabe el sabio por su sabiduría, ni se alabe el valiente por su valentía, ni se alabe el rico por sus riquezas; mas en esto se alabe quien se alabare: en tener seso y conocerme, porque Yo soy Yahvé, que hago merced, derecho y justicia sobre la tierra, porque en eso me complazco, oráculo de Yahvé", Jer 9, 22-23.
9.6.17. Dios y los demás pueblos. El Universalismo
Los profetas, guiados por su fe en un Dios universal se preocuparon por la situación y destino de toda la humanidad. Jeremías es constituido "Profeta de las naciones", Jer 1, 5, el II Libro de Isaías dirige su llamado a todas las naciones, Is 41, 1-5; 49, 1-6.
No sólo la historia de Israel está bajo los designios de Yahvé y su gobierno sino que también lo están todos los pueblos. Am 9, 7. Yahvé no es un Dios exclusivamente nacional. El juzga la conducta de todas las naciones. De ahí los oráculos que los profetas pronuncian contra ellas, Am 1, 3 al 2, 3; Nah 3, 4-9; Is 10, 5-19.
9.6.18. El problema del mal
Presente en toda la historia de la humanidad está el mal, el dolor y el sufrimiento. Los profetas no resuelven ese problema con soluciones dualistas. Anclados en su teísmo descubrieron que el sufrimiento no escapa al gobierno de Yahvé: "Yo soy Yahvé, no hay ningún otro; yo modelo la luz y creo la tiniebla, yo hago la dicha y creo la desgracia, yo soy Yahvé, el que hago todo esto", Is 45, 7. Una cosa semejante dice Amós 3, 6. A través de su propio sufrimiento y sostenidos por la fe, los profetas van descubriendo que es una pena por el pecado, Is 3, 11; pero también que tiene un valor purificador, Jer 9, 6 y de su intercesión y redención, como aparece en el cántico del Siervo de Yahvé, Is 52, 13 al 53,12. Al enviar el sufrimiento a Yahvé hace un acto de benevolencia pues lo que busca es el arrepentimiento y la conversión de los hombres. Am 4, 6-11.
9.6.19. El juicio
El juicio de Yahvé, Señor de la historia, no se restringe a su pueblo: todos los pueblos serán juzgados, Am 1, 3 al 2, 3; Ez 25, 1-17. La salvación que llegará a todos los hombres y naciones tiene como preludio ese juicio, que los profetas post-exílicos describen con el lenguaje apocalíptico, Is 66, 16; Joel 4, 12-16. Con ese juicio se cerrará la historia humana y comenzará el reinado eterno del Hijo del Hombre, Dan 7, 9-12.
9.6.20. El hombre vinculado a los demás. Solidaridad y personalismo
Los profetas afirmaron que la práctica del bien acarreaba al hombre la felicidad y el pecado trata consigo el castigo y el sufrimiento. Sin embargo, los hechos desmentían esa afirmación: los justos sufrían y, en cambio, los malos prosperaban, Hab 1, 12-13.
En un primer momento los profetas resolvieron el problema acudiendo al concepto de solidaridad, tan arraigado en los pueblos antiguos: sea cual fuere la conducta del hombre él debe de sufrir las consecuencias de la conducta de la comunidad a la que pertenece. Esta solución no acabó con el problema: que los hijos paguen las penas de sus padres: "Los padres comieron los agraces y los hijos tienen dentera", Jer 31, 29-30. Esta situación que ponía en tela de juicio la justicia de Dios llevó a los profetas a descubrir la responsabilidad personal, Ez 18.
Ignorando la existencia del más allá ponían la solución a ese problema en el "día de Yahvé", cuando en el curso de la historia, las naciones que sigan viviendo descubrirán claramente que Dios justifica a los buenos y castiga a los malvados, Mal 3, 18.
9.6.21. Una sociedad justa
Los profetas impugnan las estructuras sociales injustas que llevan a la opresión del pobre y desvalido. El "conocimiento de Yahvé" debe de expresarse en relaciones justas entre los hombres. Por eso los profetas condenan a quienes se enriquecen a costa de los débiles y con todos los medios de poder los oprimen sin escrúpulos Am 3, 9-10; 4, 1-3; 1, 1-8; Os 7, 3-7; Je .5, 26-29. Los profetas ven una estrecha relación entre una estructura social viciada y explotadora y una situación de condenación y de pecado. Se exige una "conversión" y una nueva liberación a través del "juicio de Yahvé", que actúa en la historia impugnando las estructuras de poder y poniéndose de parte de los oprimidos.
También descubren los profetas una estrecha relación entre justicia social y liberación salvífica de Yahvé y lo ponen de relieve en su predicación. La liberación de Yahvé debe de expresarse en la ausencia del egoísmo, de la injusticia, de la opresión al prójimo. Debe de existir una sociedad que se base en el derecho de Yahvé y que lo manifieste en la regulación de unas relaciones sociales justas, Jer 21, 11 al 22, 4.
Los profetas no sólo censuran a los individuos que causaban males sociales sino también al sistema que los hacía posibles y que los sostenía por medio de leyes y el fallo de los tribunales, Am 5, 15: "¡Ay! de los que decretan decretos inicuos, y los escribientes que escriben vejaciones, excluyendo del juicio a los débiles, atropellando el derecho de los pobres de mi pueblo, haciendo de las viudas su botín, y despojando a los huérfanos", Is 10, 1-2. Se piden leyes y juicios que manifiestan consideración por los derechos y necesidades de los más débiles de la sociedad.
Sin ser principalmente reformadores sociales, los profetas promueven la justicia social como una exigencia de la verdadera religión. Sólo a través de esa justicia con los hombres se podrán tener genuinas y profundas relaciones con Dios. Jer 22, 15-16; Ez 34, 2-4. El Mesías es presentado como el instaurador de ese gobierno justo que Yahvé exige, Is 32, 1; 11, 4; 9, 7.
9.6.22. Dios y el mundo. La Creación
"Yahvé es el creador del mundo". Es una afirmación frecuente en los profetas, Am 4, 13; Jer 10, 6-16; Is 40, 21-26. Los profetas oponen el Dios creador a los dioses que no son nada, Jer 10, 1-5; Is 4, 9-20. La potencia creadora de Dios está unida a su dominio en la historia. Por este motivo El puede escoger a quien quiere para realizar sus designios, Jer 27, 4-7. Los acontecimientos El los crea en cierta manera, Is 48, 6-7; 43, 1-7. En una perspectiva escatológica los profetas hablan de una nueva creación, Is, 65, 17; 66, 22-23.
9.6.23. Dios juzga la historia
Acabamos de afirmar que relacionada con la potencia creadora de Yahvé aparece su dominio de la historia; el es el Señor de la historia. Ahora bien, Yahvé regula la historia:
- De acuerdo a un plan o designio incomprensible al hombre, Is 55, 8-9; 5, 19; 19, 17.
- Sin permitir que nada escape a su acción y usando para su fines justos aun aquellos que son injustos, Is 10, 12-13; Jer 27.
- Llevándola a un juicio que hará llegar a los hombres y a las naciones las consecuencias de sus acciones buenas o malas, Am 5, 18; Is 13, 6; Ez 7, 7; Sof 1, 7. Ese juicio traerá una purificación permanente. Veamos las características propias:
9.6.24. Mesianismo
Dentro de esta perspectiva del gobierno divino de la historia aparece en los profetas la esperanza mesiánica: el mundo será purificado del mal y del pecado y el bien se establecerá para siempre, Is 11, 9; 17, 7; Os 2, 13; Joel 2, 28; Jer 31, 31-34.
9.6.25. El día de Yahvé
En el que El, el Señor de la historia: "será rey sobre toda la tierra", Zac 14, 5-9; Joel 2, 30-31.
9.6.26. Un "resto de Israel”
El resto de Israel, no entendido sólo como una fracción que sobrevive a una calamidad determinada, sino un pueblo purificado de los tiempos mesiánicos, desde su humildad se convertirán en una nación poderosa, Miq 4, 7; 5, 6-7; Sof 3,12; Is 4, 4; Jer 23, 3. (Ver: capítulo 7º: 7.6, y 7.6.1).
9.6.27. Un rey ideal
El Mesías, que gobernará de acuerdo con las exigencias de Yahvé. El será el "germen justo", Jer 23, 5-6; Zac 3, 8, será el "Siervo de Yahvé", Is 49, 5-6; 53, 4-5.
Entonces vendrá la consumación de la historia, cuando: "el monte de la casa de Yahvé será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones y acudirán pueblos numerosos. Dirán: "Venid", subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que El nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos. Pues de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén la palabra de Yahvé", Is 2, 2-4. El mensaje profético es un mensaje de esperanza que tiene como fundamento no al hombre sino a Yahvé, fiel y misericordioso.
9.6.28. El destino personal del profeta
Desde el momento de su llamado, de su vocación, el profeta ya no es dueño de su misión. Su vida está al servicio de Dios en bien de la comunidad elegida. Esto se ve claramente en el llamamiento de Moisés, Samuel, Amós, Jeremías, Ezequiel.
Las expresiones líricas de Jeremías giran en torno a este tema: Dios tiene la entera iniciativa; domina a la persona del profeta: "El Señor Yahvé habla, ¿quién no profetizará?", Am 3, 8. Jeremías consagrado desde el seno Materno Jer l, 5; Is 49, 1, habla de seducción, Jer 20, 7,s.s. Ezequiel siente que la mano de Dios pesa fuertemente sobre él, Ez 3, 14.
El llamamiento despierta en Jeremías la conciencia de su debilidad Jer 1, 6; en Isaías, la conciencia de pecado, Is 6, 5. Este llamamiento lleva siempre a una misión salvífica, cuyo instrumento es la boca del profeta que dirá la palabra de Dios, Jer 1, 9; Is 6, 6; Ez 3, 1,s.s.
9.6.29. El mensaje del profeta y su vida
El mensaje del profeta conlleva anuncios en forma de gestos (más de treinta pasajes aparecen en el A.T, que preceden o acompañan a las exposiciones orales Jer 28, 10; Ez 3, 24; Zac 11, 15, y es que la palabra revelada, no se reduce a vocablos; es vida, va acompañada de una participación simbólica, no mágica), en el gesto de Yahvé que realiza lo que dice.
Algunos de estos actos simbólicos tienen efectos inmediatos: la compra de un campo, Jer 32; enfermedades y angustias, Ez 3, 25. Sin embargo, conviene notar que en los profetas más importantes la vida, conyugal y familiar hace cuerpo con la revelación. Tal es el caso de Oseas, Os 1-3), Isaías se limita a mencionar la "profetisa", Is 8,3, pero él y sus hijos son signos para el pueblo Is 8, 18. En el momento del exilio los signos se hacen negativos: celibato de Jeremías, Jer 16, 1-9, viudez de Ezequiel, Ez 24, 15-27.
9.6.30. Pruebas
Los que hablan en su propio nombre, Jer 14, 14, sin haber sido enviados, Jer 27, 15, siguiendo su propio espíritu, Ez 13, 3, son falsos profetas. Los verdaderos profetas tienen conciencia de que otro les hace hablar, tanto, que se da el caso de tener que corregirse alguna vez cuando han hablado de su propia cosecha, 2 Sam 7. La presencia de este "otro", (Dios), Jer 20, 7,s.s, el peso de la misión recibida, Jer 4,19, causan a menudo una lucha interior.
Por ejemplo, Moisés y Elías, Num 11, 11-15; 1 Reyes 19, 4, conocen la crisis de la depresión. Ezequiel está "lleno de amargura" "con furor y pasmado", Ez 3, 14,s.s. En fin, Dios apenas si deja a los profetas esperar el éxito de su misión, Is 6, 9; Jer 1, 19; Ez 3, 6. La misión de Isaías no logrará sino endurecer al pueblo, Is 6, 9. Ezequiel deberá hablar "se le escuche o no", Ez 2, 5-7; así los hombres: "sabrán que yo soy Yahvé", Ez 36, 38, pero este reconocimiento del Señor sólo tendrá lugar posteriormente.
Finalmente el profeta toma conciencia respecto a su vocación y su misión salvífica. El análisis de los textos bíblicos demuestra la estructura esencial del profetismo y consta de tres elementos estrechamente interrelacionados: relación del profeta con Dios; carácter de enviado, y función de mediador.
9.6.31. Relación del profeta con Dios
El profeta es elegido y santificado por Dios, es decir, es segregado, Jer 1, 5, la mano de Yahvé ha venido sobre él, 1 Rey 18, 46, lo ha tocado, Jer 1, 9, y descansa constantemente sobre él, Is 8, 11, Yahvé se ha apoderado de él, Am 7,15, lo ha dominado y seducido, Jer 20, 7, el Espíritu de Yahvé ha entrado dentro de él, Ez 2, 2.
9.6.32. Carácter de enviado
Esto va unido a la conciencia de su misión profética. El es el hombre de Dios, el siervo de Yahvé porque Dios lo ha tomado a su servicio para que sea su colaborador. Ha sido investido del Espíritu ("ruah") para que pueda actuar como representante legítimo de Yahvé. Como tal pregona por mandato y en nombre de Dios, Jer 11, 21.
9.6.33. Función de mediador
El profeta es también, mediador entre Israel y Yahvé: no sólo está al servicio de Yahvé, sino también al servicio de Israel. Por eso no sólo habla a Israel en nombre de Yahvé, sino también a Yahvé en nombre de Israel, esta segunda función es de intercesión profética, 1 Sam 12, 17-25. Destaca de una manera especial Moisés, Ex 32, 10,s.s.
9.6.34. La muerte
La idea de que la muerte es la coronación de todas sus profecías, es un hecho admitido en la vida del profeta. Se exterminó a los profetas bajo el mandato del rey Ajab, 1 Rey 18, 4,s,s, probablemente bajo Manasés, 2 Rey 21, 26, y ciertamente bajo Yoyaquín, Jer 26, 20-23, Jeremías no ve nada excepcional en estas matanzas, Jer 2, 30.
Con estas consideraciones finales terminamos este capítulo de los profetas y el profetismo. Hemos descrito sintéticamente los rasgos principales, conscientes de que se puede decir mucho más pero, no obstante, lo expuesto da una idea clara del tema.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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Cristología II - 18° Parte: El Misterio Pascual - El Sacrificio del Hijo del Hombre
P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
6.7. EL SACRIFICIO DEL HIJO DEL HOMBRE, SE REALIZA POR EL RESCATE DE MUCHOS
Marcos y Mateo nos transmiten una declaración muy profunda sobre el sentido de la muerte de Jesús. Jesús anuncia que aquel que quiera ser el primero debe hacerse el servidor de los demás y dice: "Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos". Mc 10, 45; Mt 20, 28. Isaías en la profecía del Siervo de Yahvé, presenta la muerte del siervo con la idea esencial de un sacrificio personal hecho para la liberación de muchos. En Is 53, 10, dice: "ofrece su vida en sacrificio expiatorio". El "dar su vida", en el lenguaje de Jesús significa algo más que ofrecer la muerte física, literalmente se puede traducir por "dar el alma", indicando el don de la persona en el don de la vida. Este don comporta la oblación de sufrimientos físicos y morales, que hacían del siervo un "varón de dolores, despreciado y desestimado", Is 53, 3, en este sentido es aún más un don del "alma", que un don de la vida. Una expresión transmitida por Lucas confirma la conciencia que tenía Jesús de deber realizar el sufrimiento moral atribuido al siervo, es decir, su destino de oprobio: "Os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: Ha sido contado entre los malhechores", Lc 22, 37. Esta cita de Isaías 53, 12 empieza con un: "es necesario", que atestigua el plan divino y un "os digo", que manifiesta la autoridad de aquel que lo conoce y lo revela.
En los evangelios de Marcos y Mateo, el alma de Cristo es entregada como: "rescate de muchos a cambio de muchos". Esta expresión es muy fuerte, Jesús considera su Pasión como el precio que hay que pagar para la liberación de muchos, esto es, de la humanidad entera. El término "rescate" pone de manifiesto la intención de Jesús de llevar a la práctica lo que estaba anunciado sobre el siervo de Yahvé: es decir, la donación de su propia vida, como cordero inocente, para la liberación de la humanidad pecadora. El intercambio ante Dios de su vida ofrecida en sacrificio expresa la "sustitución" que caracteriza la misión del siervo: "eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba ... él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas... Yahvé descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos", Is 53, 4-12.
Esta manera de ilustrar el anuncio de su muerte a base de oráculos de Isaías, implica por parte de Jesús una verdadera originalidad. Aun cuando apreciara los sufrimientos de los justos, el judaísmo desconocía dos aspectos esenciales de la profecía:
- Se guardaba muy bien de atribuir al Mesías un destino doloroso.
- Limitaba el valor expiatorio de los sufrimientos de los justos al pueblo de Israel.
No se tomaba en cuenta en consideración ni un Mesías sufriente y paciente ni tampoco la perspectiva universalista de su obra. Con respecto a la corriente de la tradición judaica, se da, pues, un novedad en el modo de asumir de la profecía estos dos rasgos esenciales:
- El sufrimiento expiatorio.
- La liberación de la humanidad entera.
La novedad del mesianismo de Jesús es mucho más amplia que las señala la profecía del siervo de Yahvé . Notemos los aspectos de esta transformación.
- El que sirve y da su vida como rescate es el "Hijo del hombre". Si de un modo general el vocablo de Hijo de hombre por el que Jesús se designa a sí mismo, comporta una referencia al oráculo de Daniel, aquí la alusión es más significativa en razón del verbo "servir" ya que en la visión del profeta Daniel se dice: "Todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron", Dan 7, 14. En contraste con el Hijo del hombre servido por la humanidad, Jesús presenta un Hijo del hombre que sirve y da su vida en rescate por la humanidad. El contraste es tanto más acusado cuanto el "logion" evangélico se caracteriza por una oposición a la actitud de los gobernantes que se hacen servir.
- Cuando habla del Hijo del hombre, Jesús evoca una figura celeste, gloriosa, de orden divino. La grandeza del servicio y la grandeza de la donación de la vida en sacrificio se ponen de relieve de esa forma. Así encontramos el hecho "teológico" en el hecho "soteriológico".
- La excelencia de la persona que sirve y se entrega nos hace comprender mejor por que puede haber un intercambio válido de un individuo por la multitud; por el hecho de ser una persona divina humanada, el Hijo del hombre posee una dimensión superior a la totalidad de los hombres y, por consiguiente, puede con todo derecho entregarse a cambio de la humanidad entera, "dando su alma" como rescate puede liberar a todas las almas humanas.
- Jesús indica igualmente que ese sacrificio forma parte de la finalidad de la Encarnación El Hijo del hombre ha venido para esto: servir y sacrificarse en bien del género humano. La afirmación carga el acento sobre el papel capital del sacrificio, que lejos de ser un mero accidente histórico (como algunos pretenden) ha constituido el motivo principal de su existencia. Así se evidencia la orientación altruista de la Encarnación. Jesús quiere demostrar que la venida del Hijo del hombre se funda enteramente en el amor y en la más humilde donación de sí mismo.
- Según la declaración de Jesús el "servicio" aparece como "servicio a los hombres". En el oráculo de Isaías, el siervo se presentaba como siervo de Dios, Yahvé decía de él "mi siervo", Is 52, 13. Jesús sitúa más el servicio en sus relaciones con la humanidad: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servirles. Es cierto que el servicio a los hombres lleva implícito un homenaje al Padre; si el Hijo del hombre da su vida como rescate, es porque el Padre se lo pide. En Getsemaní Jesús manifiesta su "obediencia", ofreciéndose al Padre en actitud de "sacrificio cruento".
De todas maneras queda claro que la dirección fundamental del servicio va de Dios al hombre, cuando en la profecía de Isaías iba del hombre a Dios. El Hijo del hombre es el Hijo de Dios que, al hacerse hombre, se pone al servicio de los hombres, y lleva ese servicio hasta la oblación total de sí mismo para la liberación de la humanidad entera.
6.8. EL SACRIFICIO DEL BUEN PASTOR
La entrega de la vida por parte del Pastor. El evangelio de Juan nos ofrece unas palabras de Jesús que describen su sacrificio con términos muy parecidos a los que nos transmiten Marcos y Mateo. Juan dice: "Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas", Jn 10, 11. 15. 17. 18. La semejanza aparece en la expresión "ofrecer su vida". Jesús se refiere ahí a la profecía del siervo paciente para anunciar su propia muerte. En Marcos y Mateo el Hijo del hombre aparece de forma opuesta a los gobernantes que ejercen la autoridad en provecho propio, como quien domina. En Juan el buen pastor se contrapone al mercenario que busca su ventaja, en ambos casos se ve la orientación altruista del ejercicio del poder como servicio.
La identidad divina de Jesús está insinuada en la expresión "Yo soy", y por la cualidad de ser pastor, atribuida en el AT. a Yahvé. Es más exactamente una identidad de Hijo, pues Jesús habla de su Padre que le conoce y ama, Jn l0, 15. 17. Afirma su soberanía de Hijo de Dios en el poder que tiene de dar su vida y recobrarla, precisando su obediencia de Hijo hacia la voluntad salvífica del Padre. Jn 10, 18. Encontramos en Juan la dirección descendente del sacrificio de Jesús : es esencialmente un don de Dios a los hombres. Es la Encarnación la que permite al Hijo ser el pastor que da la vida por sus ovejas, y de este modo invierte la orientación del sacrificio. Sin embargo, como ya hemos observado esta dirección descendente (del Padre, por el Hijo en favor de los hombres), no suprime el homenaje de obediencia del Hijo al Padre: "Esa es la orden que he recibido de mi Padre", Jn 10. 18.
Bajo el punto de vista de la "finalidad redentora de la Encarnación" se advierte la equivalencia entre: "El Hijo del hombre ha venido para dar su vida como rescate", y : "Yo he venido para que tengan vida". Otras palabras de Juan expresan esta finalidad en Getsemaní: "Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué voy a decir? !, Padre, líbrame de esta hora ! Pero, ¡si he venido con miras a esta hora !", Jn 12, 27. La "hora" que es la de la Pasión, aterra a Jesús hasta el punto de estimularle a pedir que le liberen de ella, es decir, "ser salvado de ella". Pero agrega que la petición iría en contra del fin por el que ha venido. "Haber venido con miras a esta hora", es análogo a "haber venido a dar su vida en rescate". Finaliza con una orientación positiva de su sacrificio, "Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida para recobrarla de nuevo", Jn 10, 17. Jesús da su vida como Hijo obediente con miras a la Resurrección. Así pues la finalidad de dar su vida no se queda en la mera muerte: incluye también la intención del triunfo definitivo y glorioso: la Resurrección.
Hay una idea complementaria al sacrificio que Jesús hace en la cruz. Se trata de la idea de "servicio". Es en el lavatorio de los pies donde Jesús pone la conexión entre "servicio" y "sacrificio". El evangelista Juan indica esta conexión en la conciencia de Jesús cuando dice: "Sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa... y se puso a lavar los pies de sus discípulos", Jn 13, 3-5. El gesto es un primer cumplimiento del amor que Jesús ha querido manifestar con su Pasión, amor que llega "hasta el extremo", Jn 13, 1. No se puede ver ahí un simple gesto pedagógico, destinado a servir como ejemplo a sus discípulos. Encierra ciertamente esa intención, Jn 13, 15, pero también es más que eso: Jesús adopta ahí deliberadamente esa actitud de humilde servicialidad que caracterizará su Pasión y así testimonia que el servicio va por delante del sufrimiento, al considerarlo no como un deber que se le impone, sino como un modo de practicar hasta el extremo un amor de siervo.
Juan insiste especialmente en la conciencia filial de Jesús: el que se pone a lavar los pies de sus discípulos es el Hijo de Dios que ha recibido todo poder del Padre. Empeña en ese gesto toda su persona de Hijo, como también el don de su vida es acto del Hijo que pasa de este mundo a su Padre. Así, pues, "servicio" y "sacrificio", tienen pues, un distintivo esencialmente "filial".
En el evangelio de Juan hay expresiones que subrayan la eficacia del "sacrificio": la imagen del grano de trigo que al morir da "mucho fruto", Jn 12, 24, dirige la atención hacia un principio del plan divino de salvación, a saber: la considerable fecundidad otorgada al sufrimiento. La naturaleza de esta fecundidad aparece más claramente a continuación: "Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera", Jn 12, 31, la victoria de Jesús sobre Satán no es sino el aspecto negativo de la obra salvífica. Más positivo es el atractivo que ejercerá sobre todos los hombres aquel que habrá sido "levantado de la tierra", Jn.12,32. Jesús indicaba de qué modo habría de morir, Jn 12, 33. A los ojos del evangelista, la elevación obre la cruz es signo de la elevación gloriosa y del poder que Cristo posee desde ahora sobre la humanidad. La muerte la presenta pues, como fuente del poder salvador y santificador.
Hay también en Juan en la idea del "sacrificio" un gesto sacerdotal. Hemos dicho que el sacrificio de Jesús va unido a la idea de servicio: "Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será el esclavo de todos", Mc 10, 42-44. Esta consigna perfila de hecho la actitud sacerdotal, pues va dirigida a aquellos a quienes Jesús quiere hacer jefe y pastores de su Iglesia, esto es, aquellos a quienes quiere comunicar su sacerdocio. Se trata de un sacerdocio concedido de un modo nuevo y más amplio, cuya característica es el servicio a la humanidad.
La originalidad de Jesús, consiste en presentar al Hijo del hombre no ya como alguien que es servido, sino como quien sirve. En su calidad de Hijo de hombre, reivindica poderes divinos, como el de perdonar los pecados, pero se comporta como siervo. Ahora bien, esta originalidad está destinada a dar una nueva faz al sacerdocio: aunque se le comuniquen poderes divinos, el sacerdote no podrá ejercerlos sino a titulo de servicio a los hombres. Las palabras y los gesto de Jesús, ayudan a comprender que el discípulo de Jesús no puede ser sacerdote sino siendo a la vez pastor y siervo. El discípulo debe reproducir el gesto del "buen pastor", que da su vida por las ovejas, pues el precepto de la caridad tiene como modelo el más grande amor, que consiste dar la vida por los amigos, Jn 15, 12-13. Debe hacerse el humilde servidor de todos, según el ejemplo del lavatorio de los pies.
Hay también una relación directa y esencial entre sacrificio y gesto eucarístico. Sería difícil no ver referencia ninguna eucarística en las palabras de Jesús: "¿podéis beber la copa que yo voy a beber?", Mc 10, 38. Esta copa es el cáliz de la pasión. Es el cáliz de dolor lo que Jesús, en Getsemaní, pide al Padre que aleje de él. Ese cáliz Jesús lo bebe en calidad de Hijo del Padre: "La copa que me ha dado el Padre ¿no la voy a beber?", Jn 19, 11. Todo lo que es don del Padre debe suscitar acción de gracias; el Hijo no puede recibir el cáliz sino como testimonio de amor en actitud de obediencia y de cumplir la voluntad del Padre.
Donde se ve la relación más directa entre sacrificio y eucaristía es en la última cena. Aquí fundamenta Jesús el inminente valor sacrificial de su vida. La fórmula de consagración del pan, indica ese valor: "Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros...", Lc 22, 19. La versión de Pablo es más breve: "Este es mi cuerpo que se da por vosotros", l Cor 11, 24. La determinación: "que se da por vosotros", no equivale a: "que se os da". Si Jesús hubiera empleado simplemente esta última forma, habría hablado del don que él hacía a sus discípulos de su cuerpo como alimento. Por el contrario, al decir: "se da por vosotros", expresa la oblación que se hace por los hombres, es decir, el sacrificio. Es su cuerpo sacrificado el que distribuye a sus discípulos en la cena.
Esto lo confirma la declaración transmitida por Juan en el discurso eucarístico: "El pan que yo voy a dar, es mi carne por la vida del mundo", Jn 6, 5-15. En efecto, por el hecho de que Jesús dé su carne , que ha sido ofrecida por la vida del mundo, esa carne hace vivir a aquellos que se nutren de ella: "si uno come de este pan vivirá para siempre... el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna", Jn 6, 51-54.
El sacrificio de Jesús es la sangre de la nueva alianza: "Esta es mi sangre de la alianza que es derramada por muchos", Mc 14, 24. La fórmula indica la alianza como objetivo final de la efusión de la sangre. Esta fórmula rememora la empleada por Moisés el rociar al pueblo con la sangre de los toros para la conclusión de la alianza en el Sinaí y dice: "esta la sangre de la alianza que Yahvé ha hecho con vosotros", Ex 24, 8. Pero inspirándose en la figura del "siervo", Jesús se identifica personalmente con la alianza: "mi sangre de la alianza". Ya hemos notado que Lucas dice: "Esta copa es la nueva alianza en mi sangre", Lc 22, 20.
Queda por precisar las implicaciones de estas ideas en el marco del sacrificio. Si Jesús es la "alianza", realiza en su sacrificio la oblación de la humanidad a Dios y el don de Dios a la humanidad. Según la imagen de la alianza estipulada por Dios con Moisés en el Sinaí, su "sangre" es a la vez la sangre reservada al altar y sangre rociada sobre el pueblo, Ex 24, 6-8. Esto es, sangre ofrecida a Dios, y sangre dada a los hombres. Jesús representa a los hombres delante de Dios y al Padre delante de los hombres.
Por el hecho de personificar la alianza, Jesús es el mediador, mucho más que Moisés, en Jesús se dan la divinidad (es verdadero Dios), y la humanidad (es verdadero hombre). Esta unión de Dios y el hombre en su persona le permite llevar a cabo un sacrificio que sea al mismo tiempo don de Dios al hombre y oblación del hombre a Dios. Así, el sacrificio de Jesús al Padre es primeramente un don de Dios a la humanidad, es el don del Hijo enviado por el Padre, aquí el sacrificio tiene una dirección descendente, y Jesús ofrece su vida al Padre en favor de los hombres, es una dirección ascendente.
La afirmación de la alianza personificada en Jesús demuestra que las dos direcciones no son contradictorias; no se excluyen entre sí. La oblación del hombre a Dios no debe hacer ignorar, en el sacrificio, el don divino, y éste no debe hacer olvidar el aspecto de homenaje expiatorio. Así, el vínculo establecido por Jesús entre alianza y sacrificio. Demuestra que para la estipulación de la alianza, no ha sido suficiente el hecho mismo de la encarnación, el Hijo de Dios hecho hombre, ha sido necesario que la alianza se contraiga en la sangre: consistiendo en una reconciliación que se ha realizado mediante un sacrificio.
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.