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Textos claves del Nuevo Testamento - 29. "tampoco soy del mundo."

 



P. Fernando Martínez Galdeano, jesuita


El pecado entró al comienzo de la historia humana, y con el pecado la muerte. El príncipe de este mundo es un alguien o algo maligno. El espíritu mentiroso de este mundo se opone al auténtico espíritu de Dios: “Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero yace en poder del maligno; pero sabemos también que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Dios verdadero” (1 Jn 5,19-20).

El pecado del mundo es como una pesada masa de opresión y de incredulidad acumulada desde sus orígenes humanos: “El mundo y todos sus atractivos pasan. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (l Jn 2,17). Jesús no es de este mundo ni tampoco su reino. Sin embargo, ha venido a este mundo para salvarlo conforme a la voluntad de su Padre. Su resurrección es signo eficaz de una creación nueva. Y en esta presencia de un mundo nuevo, la luz y la vida brotan en quienes tienen fe en Jesucristo: “No pertenecen al mundo, como yo tampoco soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los defiendas del maligno. Ellos son tan extraños al mundo como yo mismo. Haz- que ellos sean completamente tuyos por medio de la verdad. Tu palabra es la verdad” (Jn 17,14-17).



Agradecemos al P. Fernando Martínez SJ por su colaboración.

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