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Doctrina Social de la Iglesia - 14. El Trabajo I

 


P. Ignacio Garro, jesuita †

Continuación...


4. EL TRABAJO  [1]


El trabajo es una de las actividades principales de la persona humana. En último término, esta actividad, como otra cualquiera de un ser contingente, es el despliegue de su ser humano es decir, ser persona. Todos los seres realizan algún tipo de actividad según su grado de perfección y de ser. La persona humana posee en sí una actividad propia consciente, con inteligencia y voluntad, la realiza en libertad y creatividad propia. En tres notas se pueden resumir la naturaleza del trabajo

a. Es un despliegue o proyección que procede del ser humano

b. Envuelve una actuación o una perfección de su personalidad

c. Significa una real o eventual perfección de sí mismo o del mundo que le rodea.

Vamos a estudiar el tema del trabajo como actividad productiva en la que la persona humana realiza su misión de colaborador con Dios en la obra de la creación. Nuestro objetivo al estudiar este tema consiste en:

  • Considerar hoy día el trabajo como un bien muy fundamental y ello por varias razones. Porque con el trabajo la persona humana contribuye al desarrollo como persona, en el ámbito personal o familiar. Porque con el trabajo se contribuye al bien de la sociedad y al desarrollo de los pueblos.
  • Hoy día casi todas las Constituciones del Estado moderno consideran que todo ciudadano mayor de edad tiene el derecho a tener un trabajo como algo fundamental en el desarrollo de su vida. Una sociedad de personas humanas en la que no hay trabajo para todos se distorsiona seriamente el desarrollo de la persona, el bien de la familia y el desarrollo y progreso de la sociedad. Hoy día tener un puesto de trabajo es lo mínimo que se puede pedir, y sin embargo tener un trabajo estable, bien remunerado, es un bien muy escaso; muchas personas no tienen trabajo y esto es una verdadera tragedia para la persona humana y para la sociedad. El derecho a tener un trabajo bien remunerado en el que se permita vivir a la persona humana con dignidad y con capacidad de alimentar a su propia familia, está exigido por la misma dignidad de la persona humana.
  • Descubrir el sentido del trabajo productivo como una forma de actividad humana.
  • Profundizar en el sentido humano y cristiano del trabajo y en las exigencias derivadas de ahí.
  • Comprender las consecuencias que se siguen de la crisis actual para el trabajo y en la sociedad del futuro.

Para esto desarrollaremos el tema en dos puntos:

  • El trabajo en la sociedad industrial
  • La doctrina de la Iglesia sobre el trabajo

 

4.1. EL TRABAJO EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL

El trabajo en la sociedad industrial vino a sustituir históricamente a los antiguos oficios artesanales. Para comprender la novedad del trabajo artesanal detengámonos un momento en describir lo que eran los oficios en la época preindustrial.

               

4.1.1. EL OFICIO ARTESANAL

La primera característica de la labor artesanal es que en ella la herramienta de trabajo es utilizada directamente por la fuerza humana. En el trabajo industrial la fuente de energía cambia: el trabajador utiliza una energía que es exterior a él, y que él sólo tiene que controlar o dirigir por medio de sistemas mecánicos o eléctricos, o electrónicos. Pero quizá el rasgo más propio del oficio es que éste solía designar una habilidad completa, mediante la cual la persona se afirmaba como autor total de una obra. Lo que salía de sus manos era realmente su "obra". En la vida social el "oficio" era fuente de identidad y vía de realización personal. El artesano iba perfeccionando su habilidad, así como los instrumentos empleados. La revolución industrial va a provocar cambios en todo este sistema de producción y la labor manual del trabajador.

               

4.1.2. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La relación entre capital y trabajo cambia. La revolución tecnológica supone un incremento espectacular en la productividad del trabajo, gracias al empleo no sólo de nuevas fuentes de energía (máquina de vapor, electricidad, etc.), sino también a la mecanización creciente incorporada a la productividad. Pero este progreso en la eficacia del trabajo tiene un precio: la división en partes del trabajo, es decir, la "especialización", en la que el obrero realiza sólo una parte del total del trabajo, ya que este se realiza en cadena, es decir, en serie; él simplemente colabora en una fase de producción (con su especialización). Por eso nunca llega a sentirse "autor" de un producto industrial ya terminado que sale a la venta del público. El obrero, a lo máximo, puede afirmar que él ha colaborado en la cadena de producción, pero él no es el autor de ese producto. Todo esto origina que en la sociedad industrial el obrero, sea una parte más de la cadena de producción, es verdad que es persona, no máquina, pero es una "parte" más. Así el obrero ha perdido la vinculación directa y satisfactoria que tenía el artesano con la realización completa de sus obras. El obrero recibe como recompensa de su trabajo en la cadena de producción un "salario"[2].

Además, en el sistema capitalista, el trabajo se reduce a una mercancía más. Una "mercancía" es un objeto que puede ser vendido, un objeto cuya razón de ser es la posibilidad de ser vendido. De él no interesa su cualidad, sino su dimensión cuantitativa, es decir, su "precio". Dicho de otra manera: interesa, más que el "valor de su uso", (utilidad real de una cosa), su "valor de cambio" (la posibilidad de ser vendido en el mercado). El trabajo como mercancía queda reducido a un objeto de intercambio mercantil, algo que se vende a cambio de un precio. Lo que el obrero vende al capitalista no es el producto de su trabajo, sino su capacidad de trabajar: el producto pertenece, por principio, al que le contrata (al capitalista).


4.1.3. CARACTERÍSTICAS DEL TRABAJO INDUSTRIAL

A la luz de lo que acabamos de describir, podemos caracterizar al trabajo industrial con los siguientes rasgos: es un trabajo que se realiza:

  • Por cuenta ajena: en la medida en que el obrero carece de medios para producir eficazmente su producto, tiene que recurrir a quien posee los medios y ponerse a su servicio, por medio de un salario.
  • Dependiente de la máquina: si en algún sentido la máquina libera al hombre, sobre todo del esfuerzo físico, también le impone, la máquina, su ritmo de trabajo, y le obliga a que se someta a sus reglas de funcionamiento, con lo cual el obrero depende de la máquina.
  • Colectivo ( o en cadena), no hay obra personal, sino que el trabajo del obrero es el resultado final de muchas aportaciones en serie, o en cadena, de otros obreros. El producto final del trabajo no es obra de uno solo, sino de muchos.
  • Rutinario: es un trabajo, por lo general, carente de creatividad, ya que se limita a la repetición de una secuencia que siempre suele ser la misma.
  • Fuertemente especializado: cada eslabón de la cadena de producción realiza una tarea concreta, según la programación del trabajo, así cada obrero se especializa de una parte del trabajo total, pero ninguno domina todas las fases. El obrero es especialista en una parte del trabajo, no sabe más de otras tareas.
  • Puntual: en el marco de una cadena de producción y sin ningún control sobre el producto final. Esto significa que su trabajo personal, se diluye por completo, su responsabilidad se limita a su trabajo especializado en concreto, ignora todo lo que ocurre en el proceso total.[3]

Esta forma tan peculiar de actividad es lo que llamamos modernamente "trabajo", pero este concepto que emplea la sociedad industrial es enormemente restringido. Cabría sintetizarlo diciendo que es una "actividad productiva  remunerada". Cualquier otra forma de actividad, aunque sea útil a la persona o a la sociedad, no es considerada como trabajo.

 

4.1.4. EL TRABAJO EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL Y EL ESTADO DE BIENESTAR SOCIAL

De los rasgos que acabamos de enumerar se sigue además que para la "sociedad industrial" el trabajo es, ante todo, un "factor de producción". Por eso, el "criterio clave" para su valorización es la productividad económica. Pero, por esta misma razón, el trabajo tiende a ser deshumanizador, ya que desarrolla las dimensiones menos humanas del obrero.

Sin embargo, esa forma de actividad productiva y remunerada que llamamos "trabajo", ha terminado siendo la pieza clave de la cultura moderna industrial. En esta vida todos aspiramos a tener un trabajo, que esté bien remunerado y que  permita vivir con holgura y felicidad. Y la sociedad industrial, desde sus orígenes, alentó la esperanza de que, efectivamente, todo el que quiera trabajar tendrá un puesto de trabajo. En la primera época del capitalismo liberal, ese objetivo de pleno empleo, es decir, la posibilidad de que haya trabajo para todos, era confiado al mercado libre (es decir, a la ley de la oferta y de la demanda). Sin embargo, las crisis finales del siglo pasado y comienzos de este siglo pusieron en duda en la capacidad del sistema capitalista para dar trabajo a todo el que quisiera, en definitiva había más trabajadores, que puestos de trabajo. Después de estas crisis fue el Estado el encargado de encontrar trabajo para todos.

En efecto, como vimos en el capítulo 3º 7.16 entre las competencias del Estado del Bienestar Social, una de las más decisivas era la de crear condiciones socio-político-económicas para que todos los ciudadanos tengan trabajo, y un salario bien remunerado. Y durante un tiempo, este fue uno de  los éxitos que obtuvo en sus experiencias en los países de Europa Occidental. Pero esta experiencia está  llegando a su fin, pues la crisis reciente de los años 90 ha demostrado que uno de los problemas más graves que experimentan todos los Estados del Mundo de Occidente con su diversidad de Gobiernos es la crisis de trabajo.[4] Las consecuencias importantes del factor trabajo las podemos resumir diciendo que para el hombre de nuestro tiempo el trabajo como "actividad productiva remunerada" es un constitutivo esencial de la existencia humana. El trabajo desempeña tres funciones fundamentales:

  • Ante todo es fuente de realización personal. Si la persona humana manifiesta lo que "es" por lo que "hace", el trabajo es la forma más fundamental del "hacer", es la forma que ocupa la parte más extensa e importante de la vida humana.
  • El trabajo, además, es instrumento de integración social. El que está sin trabajo piensa que no tiene un sitio reconocido dentro de la sociedad, y que ésta no le reconoce su valer personal. Por eso al obrero no le basta que le garanticen unos ingresos sin trabajar, como ocurre en aquellos Estados en que se les paga una pensión a los que no tienen trabajo.
  • El trabajo es vía de acceso a la renta. Nuestra sociedad está organizada de forma que el que no trabaja no puede participar de la renta producida entre todos los ciudadanos con trabajo. Ya sabemos que la renta tiene dos canales de distribución:

                a.- El capital

                b.- El trabajo

Al estar el capital concentrado en pocas manos, la vía normal de participar del producto social no puede ser otro que el trabajo.

Ante funciones tan decisivas, se explica que todo ciudadano aspire a tener un trabajo bien remunerado. Otras actividades no son capaces de sustituirlo. Es una de las razones que probablemente explican la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, trabajo, por supuesto además del de su casa. En efecto, las tareas del hogar han dejado de desempeñar en la cultura industrial las funciones que hemos reconocido al trabajo en el sentido antes expuesto.

 



[1] El Trabajo (generalidades) Ver León XIII R.N. nº 32. Pablo VI P.P. nº 27. J. Pablo II L.E. nº 4,5,68,12,16.

[2] Salario: Es la remuneración justa que debe el patrón, dueño, o administrador del capital, al obrero que ha cumplido la tarea pactada. Se supone que todo salario, de suyo, ha de ser justo y proporcionado, es decir, que no se limita solamente a recompensar de una manera mínima al obrero, sino que ha de ser un salario que sirva para cumplir todas las necesidades personales y familiares del obrero.

[3] Veamos por ejemplo, qué ocurre en la fabricación de un automóvil. Desde el capital necesario para instalar la fábrica, personal directivo de administración, equipo de ingenieros y técnicos que diseñan y proyectan el tipo de automóvil que quieren lanzar al mercado, los diversos tipos de obreros especializados cada uno en su tarea, en definitiva, todo el proceso en cadena o en serie que se ha llevado a cabo para que al final se produzca  un automóvil puesto a la venta del público. Después viene todo la fase de distribución del producto, publicidad, vendedor, representantes de la marca comercial, etc, etc. Hasta que finalmente llega al consumidor. En todo este proceso cada uno conoce su área de trabajo pero no domina las demás áreas, así es el trabajo industrial.

[4] En Europa en el año 1993, de una población de más de 350 millones había 15 millones de obreros sin trabajo. En Estados unidos de una población de 260 millones, son más de 10 millones sin trabajo. Y no digamos nada en el Tercer Mundo donde ya más del 50% de la población adulta activa está sin trabajo. El problema más grave de finales del S.XX es la carencia de puestos de trabajo.


Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.


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