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Los escritos de San Pablo: Las Cartas de la cautividad - A los Colosenses




P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA

Continuación


7. LAS CARTAS DE LA CAUTIVIDAD

Cuatro cartas paulinas tienen el nombre de: "Cartas de la cautividad". Son las cartas a los Colosenses, a los Efesios, a los Filipenses y a Filemón.

El motivo por el que son así nombradas es porque el Apóstol en ellas se llama a sí mismo "prisionero", o hace mención de sus "cadenas", Col 4, 3-18; Ef 3, 1; 4, 1; 6, 20; Filip 1, 7. 13-14. 17; Film 9-10.13.

Sabemos con certeza que Pablo estuvo dos años prisionero en Cesarea, Hech 23, 31 - 26, 32, y más tarde en Roma, Hech 28, 16. 30-31. Algunos autores hablan de una cautividad de Pablo en Efeso, basados en 1 Cor 15, 32: "Si solo por motivos humanos luché con las fieras en Efeso, ¿qué me aprovechó, si los muertos no resucitan?".

Pero esta frase se puede interpretar también en sentido figurado, como en 2 Tim 4, 17, cuando Pablo dice: "así fui librado de la boca del león". Además no nos explicamos cómo, si Pablo estuvo prisionero en Efeso, Lucas no dice nada en los Hechos, donde habla largamente de lo que el Apóstol hizo en esa ciudad  Hech 19, 1 - 20.

Aun en la hipótesis de una cautividad efesina, las cartas a los Colosenses, a Filemón y a los Efesios - escritas al mismo tiempo - tienen un argumento contra su origen efesina: en Col 4, 14 y en Film 24, tenemos saludos de Lucas. Ahora bien, en el Capítulo 19 de los Hechos, donde se habla de la permanencia de Pablo en Efeso, no se tiene la primera persona del plural, señal indicativa de la presencia de Lucas.

En cuanto a la carta a los Filipenses, muchos hablan de que fue escrita en Efeso. Los argumentos en que basan su aserto son: las frecuentes y aparentemente fáciles relaciones que los Filipenses tienen con Pablo y con Epafrodito, que lo acompañaba entonces, Filp 2, 25-30. Esto seria inexplicable si Pablo estuviera en Roma. También es difícil de entenderse el hecho de que el envío de dinero con Epafrodito fuera la primera ocasión de ayudar a Pablo después de su segundo viaje, Filip 4, 10.16, pues había estado ya con ellos dos veces durante su tercer viaje. Con todo, los argumentos a favor de la tesis tradicional: las expresiones sobre el Pretorio, Filip 1, 13, y sobre la casa del César,  Filip 4, 22, se entienden mejor de Roma que de Efeso. Otro argumento en esta línea es el silencio de Lucas en relación al cautiverio de Pablo en Efeso. Por ello la tesis tradicional sigue siendo la más probable.
No podemos establecer con certeza el orden cronológico de la composición de estas cartas de la Cautividad. Por una parte la carta a los Colosenses parece ser el esbozo de la carta a los Efesios y, por tanto, seria anterior; por otra, la cristología de la carta a los Colosenses, más completa y desarrollada, inclinaría a pensar que es posterior a la de los Efesios.

Lo único cierto es que fueron escritas entre los años 61-63. Es bastante probable que Colosenses, Efesios y Filemón hayan sido escritas con anterioridad a los Filipenses. El motivo: en esta última carta está ya muy viva la esperanza de liberación de Pablo. Parece ser algo muy próximo, Filip 2, 23-24.



7.1. CARTA A LOS COLOSENSES

7.1.1. Destinatarios

Los destinatarios de esta carta eran los fieles de Colosas. Ésta es una ciudad de la región de Frigia, situada a orillas del río Lico, no lejos de Laodicea y Hierápolis y a unos 176 Kms. al este de Efeso. Pablo no fundó esta Iglesia, Col 2, sino un discípulo suyo llamado Epafras.

7.1.2. Ocasión y finalidad

En una visita a Pablo, cautivo en Roma, Epafras le habló de la situación de la Iglesia de Colosas: los fieles de ella eran fervorosos en la fe y en la caridad, Col 1, 4; 2, 5, pero se veían amenazados por el peligro de un dualismo que tenía su origen en la predicación de falsos doctores. Estos inculcaban la observancia de prescripciones de la Ley mosaica, Col 2, 11. 16. 20-23); una grande estima de los "elementos del mundo", poderes angélicos que dominaban el mundo y eran intermediarios entre Dios y él y poseían parte de la plenitud de la divinidad, Col 2, 8. 20; la búsqueda de una liberación de la materia Col 2, 16-23; exaltación de los ángeles, Col 2, 14 ss.

Todo esto traía consigo el grande peligro de desconocer el papel de Cristo en la historia de la salvación. Pablo escribe entonces la carta con la finalidad de exponer en maravillosa síntesis el papel de Cristo y su grandeza, superior a la de todas las "potencias". Tenemos, por eso, en esta carta la exposición de una verdadera cristología paulina.

7.1.3. Autenticidad

Muchos intérpretes dudan de la autenticidad paulina de esta carta. Los argumentos que se aducen para ello:

  • Diversidad de lenguaje y estilo en relación con otras cartas paulinas
  • Eclesiología y cristología más elaboradas
  • Alusión a la doctrina gnóstica, que es del S. II no son concluyentes y encuentran fácilmente una respuesta: la diferencia de vocabulario es un fenómeno presente en todas las cartas por el argumento diferente de las mismas; el desarrollo teológico es explicable por el tiempo que transcurre entre las cartas y por los errores que dan ocasión de profundizar ciertos temas; el gnosticismo bien puede ser el gnosticismo inicial. Por estos motivos la mayor parte de los exegetas defiende la autenticidad paulina de la carta a los Colosenses.

7.1.4. Plan y contenido

A. INTRODUCCIÓN: Saludo, acción de gracias y súplica: 1, 1-14
B.  PARTE DOGMÁTICA: Cristo es el único Mediador de nuestra salvación, 1, 15 - 2, 23.
1. La dignidad de Cristo: 1, 15-23.
2. El trabajo pastoral del Apóstol en favor de las Iglesias: 1, 24 - 2,5.
3. Avisos acerca de los errores: 2, 5-23.
C.  PARTE EXHORTATIVA: Cristo fin de nuestro esfuerzo moral: 3, 1 – 4.
1. El ideal de la vida cristiana y su realización: 3, 1-17.
2. El código familiar cristiano: 3, 18 - 4, 1.
3. Vida de oración y conducta con los no cristianos: 4, 2-6.
D. CONCLUSION: Envía a Tíquico y Onésimo. Saludo final: 4, 7-18.

7.1.5. El tema de los Ángeles

Pablo habla en Col 1,16 de Cristo: "imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en ÉL fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades....".

Dos cuestiones están unidas a las palabras de este versículo: la de la existencia de los ángeles y la de
su jerarquía.

La existencia de los ángeles. La Biblia nos habla de los ángeles. Son mensajeros, fuerzas enviadas por Dios, "espíritus al servicio de Dios", Hebr 1, 14. La Biblia los presenta a menudo en forma humana. Ellos encarnan la bondad de Dios.

También nos habla la Biblia de los demonios. Jesús habla de Satanás como de un poder personal.  La vida de Cristo aparece como un combate permanente con una potencia mala.

Problema: Muchos en la actualidad se preguntan si la existencia de ángeles y demonios es una mera presuposición de la imagen bíblica del mundo o parte de la revelación divina. Y, respecto a los demonios en particular, si su existencia no es más bien una proyección en una realidad exterior del poder del mal y la malicia que vive en el hombre, la expresión de la concupiscencia que lo domina. Se habla, por eso, de desmitización o desmitologización de esas ideas.

7.1.5.1. Los Ángeles en el A.T.

1. Ángeles buenos
En la época preexílica se habla del "ángel de Yahvé", Gen 16, 7. 9. 13; Ex 3, 2; Num 22, 22-3, que no difiere de Yahvé mismo, manifestado en forma visible. La convicción creciente de la trascendencia divina hizo que recurriera a este "ángel de Yahvé", como el medio del que Dios disponía para comunicarse con los hombres.
La misma trascendencia divina guió la evolución de la angelología del A.T. Dios aparece como un Rey lejano, rodeado de una corte de muchos ángeles. Entre ellos forman su cortejo los querubines (acádico: karibu = intercesor) y los serafines (hebreo: serafim = ardientes). Eran una especie de animales mitológicos que servían de guardianes, intercesores y pregoneros de la santidad de Dios, Gen 3, 24; Ex 26, 1,ss; Is 6, 2-6.
En la época postexílica el contacto con la cultura persa y griega influyó en el desarrollo de la angelología. Los ángeles comenzaron a ser vistos como seres sin cuerpo, al servicio de Dios quien les envía para comunicar sus decisiones a los hombres, Tob 3, 17; Dan 14, 22, o también para protegerlos, Dan 3, 48; 6, 23. Se habla de ángeles para cada pueblo,  Dan 10, 13.20.
Aparece el "ángel intérprete",  Zac 1, 8-17. Se dan a los ángeles, cuyo número se aumenta cada vez más, nombres en relación con sus funciones: Miguel (¿quién como Dios?), Rafael (Dios es médico, Dios cura), Gabriel (Dios es fuerte).
La doctrina sobre la existencia de los ángeles es constante, pero las representaciones y clasificaciones que usa la Biblia tienen un carácter simbólico, que hace muy delicada su apreciación. Más que preocuparse por el origen y la naturaleza de los ángeles el A.T, se interesa por sus funciones.
2. Ángeles malos, o demonios
Existe también en esta doctrina una lenta evolución. En un principio se usan elementos tomados de las creencias populares. Con todo nunca se da entrada a un dualismo.
Después del exilio se establece mejor la separación entre el mundo angélico y el mundo diabólico. Tob 6, 8; 8, 3. Satán aparece como un ángel de perdición, pero está bajo el poder de Dios, Job 1, 6-12; 2, 1-7.
En el pensamiento del judaísmo tardío se organiza este mundo en forma más sistemática. Se considera a los demonios como ángeles caídos, cómplices de Satán. No se tiene una idea muy clara sobre su naturaleza.

7.1.5.2. Los Ángeles en el N.T.



1. Ángeles buenos

Se habla de ellos 175 veces (60 veces en el Apocalipsis). No parecen constituir una parte del mensaje propio de los cuatro del N.T, pero ellos suponen su existencia como un hecho.

De ordinario ellos sirven como intermediarios entre Dios y los hombres. Son mensajeros de Dios.
Se los presenta actuando, comunicando la palabra de Dios a los hombres. Por eso aparecen de manera particular en las narraciones de la infancia de Jesús y de la resurrección, cuando Jesús no puede actuar directamente. En los relatos de la infancia Jesús o no ha nacido o no tiene la edad para actuar.

En los relatos de la resurrección Jesús todavía no se ha dejado ver. Después de las tentaciones de Jesús, Mc 1, 13; Mt 4, 11, y en Getsemaní, Lc 22, 43, los ángeles no llevan ningún mensaje. Tienen solo un ministerio de servicio y ayuda a Jesús. Mientras Jesús anuncia a los hombres la voluntad de Dios, los ángeles no tienen razón alguna para actuar.

De la naturaleza de los ángeles no se ocupa el N.T. Más bien desmitifica las representaciones de seres alados del A.T. al presentar a los ángeles en forma humana en las narraciones de la resurrección, Mc 16, 5; Lc 24, 4.

2. Ángeles malos o demonios

Se emplean muchos términos para designarlos: Satán, diablo, tentador, demonio, serpiente, león, el malvado, etc.

Con eso se quiere expresar una realidad: un poder del mal que se ejerce a través de esas potencias múltiples, Lc 10, 19.

Son presentados como seres dotados de inteligencia y voluntad. Son llamados dioses, señores, y Satán es llamado el tentador, el adversario, el corruptor, el señor de este mundo, 2 Cor 4, 4; Jn. 12, 31; 14, 30; Mt 4, 3; 1 Tes 3, 5; Mt 13, 25.28.

Esta potencia busca la destrucción del hombre. San Pablo ve al diablo como el que se opone a la obra de Cristo en la comunidad cristiana. Es el tentador, 1 Tes 3, 5. Pablo niega la existencia de los falsos dioses pero no niega la existencia del mundo demoníaco, 1 Cor 10, 18-22. Somete ese mundo y el angélico a Cristo. Col 1, 16, también S. Juan habla de una lucha entre Jesús y una potencia tenebrosa, Jn 8, 44; 12, 31; 17, 15; 1 Jn 2, 13; 5, 18.

Cristo aparece consciente de la acción del demonio. Su misión aparece como un combate permanente. La expulsión de los demonios, entendida como liberación del mal, expresa esa realidad, Mc. 8, 33; Lc 22, 31; Mt 13, 24-30; 12, 28; Lc 10, 18; 11, 20.

El N.T. no nos da ninguna explicación sobre el origen, especie, esencia y actividad del diablo.
Esta visión panorámica impone una conclusión: aunque hay que purificar la imagen tradicional  del mundo angélico y abandonar todas las conclusiones filosófico-teológicas al respecto, parece un hecho, desde el punto de vista bíblico, la realidad de su existencia. Fuera de este dato nada sabemos prácticamente. De ahí que, en la presentación del mundo angélico, tengamos que evitar los detalles improbables e imaginarios inaceptables para el cristiano de hoy.

7.1.5.3. La jerarquía de los Ángeles

A partir de S. Gregorio Magno (+ 604), quien se basó en el Seudo-Dionisio Areopagita (anónimo que escribió alrededor del año 500 y que se dio el nombre de Dionisio Areopagita), se ha hablado de una jerarquía de nueve coros angélicos. Hay que negarle a esta doctrina un fundamento bíblico serio. Es verdad que Pablo menciona en, Col 1, 16: "Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades". Sin embargo, con esos hombres no quiere indicar ninguna diferencia. Simplemente señala que los espíritus de que habla tienen dignidad y potencia.

Menos aún pretende Pablo establecer una jerarquía entre ellos. Si hubiera pretendido eso no hubiera cambiado en Efesios 1, 21, el orden de esos nombres, ni hubiera suprimido a los tronos e indicado a las Virtudes.

Los otros cuatro coros de los ángeles están tomados de otras denominaciones que se dan a esos mensajeros de Dios: ángeles y arcángeles, 1 Tes 4, 16; Jud  9; querubines, Hebr 9, 5; Gen 3, 24; serafines (Is 6, 2-7.



Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.


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