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Síntesis de la E.A. Amoris laetitia - 1° Parte
P. José Enrique Rodríguez, S.J.
LA ALEGRÍA DEL AMOR
Síntesis de la Exhotación Apostólica Post Sinodal
1. "A LA LUZ DE LA PALABRA"
A partir de la Sagrada Escritura, desarrolla una meditación sobre el Salmo 128, característico de la liturgia nupcial tanto judía como cristiana. La Biblia “está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares” (n. 8) y a partir de este dato se puede meditar cómo la familia no es un ideal abstracto sino un “trabajo artesanal” (n. 16) que se expresa con ternura (n. 28) pero que se ha confrontado también con el pecado desde el inicio, cuando la relación de amor se transforma en dominio (n. 19) La Palabra de Dios “no se muestra como una secuencia de tesis abstractas, sino como una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino” (n. 22)
2. "LA REALIDAD Y LOS DESAFÍOS DE LA FAMILIA"
A partir del terreno bíblico, el Papa pone “los pies sobre la tierra” (n. 6), y se refiere a numerosos desafíos que se presentan a la familia: desde el fenómeno migratorio a las “ideologías de género”; desde la cultura de lo provisorio a la mentalidad antinatalista y al impacto de la biotecnología en el campo de la procreación; de la falta de casa y de trabajo a la pornografía y el abuso de menores; de la atención a las personas con discapacidad, al respeto de los ancianos; de la desconstrucción jurídica de la familia, a la violencia contra las mujeres. Las cosas concretas y el realismo ponen una substancial diferencia entre teoría de interpretación de la realidad e “ideologías”.
Citando a Juan Pablo II, el Papa afirma que “es sano prestar atención a la realidad concreta, por que “las exigencias y llamadas del Espíritu resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia”, a través de los cuales “la Iglesia puede ser guiada de una comprensión más profunda del inagotable misterio del matrimonio y de la familia” (n. 31) Sin escuchar la realidad, no es posible comprender las exigencias del presente ni los llamados del Espíritu. El individualismo.
Exagerado hace difícil hoy la entrega a otra persona de manera generosa (n. 33) Esta es una interesante fotografía de la situación: “se teme la soledad, se desea un espacio de protección y de fidelidad, pero al mismo tiempo crece el temor de ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales” (n. 34)
El Papa invita a una cierta “autocrítica” y a presentar el matrimonio con la humildad del realismo. No como “un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificialmente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales” (n. 36) El matrimonio es “un camino dinámico de crecimiento y realización”. N basta insistir solamente “sobre cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia” (n. 37) Es necesario dar espacio a la formación de la conciencia de los fieles: “Estamos llamados a formar las conciencias no a pretender sustituirlas” n. 37) Jesús proponía un ideal exigente pero “no perdía jamás la cercana compasión con las personas más frágiles como la samaritana o la mujer adúltera” (n. 38)
3. "LA MIRADA PUESTA EN JESÚS: LA VOCACIÓN DE LA FAMILIA"
El Papa sugiere algunos elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia acerca del matrimonio y la familia. Ilustra la vocación de la familia según el Evangelio, cómo fue entendida por la Iglesia en el tiempo, sobre todo el tema de la indisolubilidad, de la sacramentalidad, de la transmisión de la vida y de la educación de los hijos (con amplias citas del Vaticano II, Pablo VI y Juan Pablo II)
Con mirada amplia incluye "situaciones imperfectas". Aplica el sentido de las "semillas del Verbo" en otras culturas, que puede ser aplicado a la realidad matrimonial y familiar. Valora elementos positivos presentes en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas, aunque no omite que hay sombras (n. 77) La reflexión incluye a las "familias heridas", recordando a los pastores la obligación de discernir bien las situaciones, y que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos y que puede haber factores que limitan la capacidad de decisión. "Al mismo tiempo que la doctrina debe expresarse con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición" (n. 79)
4. CAPÍTULO CUATRO: "EL AMOR EN EL MATRIMONIO"
Este Capítulo es una verdadera y propia exégesis atenta, puntual, inspirada y poética del "himno al amor" de san Pablo (1Cor 13,4-7) Es como una colección de fragmentos de un discurso amoroso atento a describir el amor humano en términos absolutamente concretos, sellada por una profunda introspección psicológica. Entra en el mundo de las emociones positivas y negativas de los cónyuges y en la dimensión erótica del amor. No hay documento papal anterior tan rico y precioso para la vida cristiana de los cónyuges.
La exhortación se aleja del idealismo y se acerca a la cotidianidad del amor: no hay que arrojar sobre dos personas limitadas el tremendo peso de tener que reproducir de manera perfecta la unión que existe entre Cristo y su Iglesia, porque el matrimonio como signo implica un proceso dinámico, que avanza gradualmente con la progresiva integración de los dones de Dios (n. 122) Por otra parte el Papa insiste de manera fuerte y decidida sobre el hecho de que "en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo" (n. 123); al interior de esa "combinación de alegrías y de fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de placeres" (n. 126) es, precisamente, donde existe el matrimonio.
El capítulo concluye con una reflexión muy importante sobre la "transformación del amor" porque "la prolongación de la vida hace que se produzca algo que no era común en otros tiempos: la relación íntima y la pertenencia mutua deben conservarse por cuatro, cinco o seis décadas, y esto se convierte en una necesidad de volver a elegirse una y otra vez" (n. 163) El aspecto físico cambia y la atracción amorosa no disminuye pero cambia: el deseo sexual con el tiempo se puede transformar en deseo de intimidad y "complicidad". "No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad" (n. 163)
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Agradecemos al P. José Enrique Rodríguez S.J. por su colaboración.
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